Sabina: desventuras del pirata que quería ser poeta

Luego de varios años sin tocar ni sacar discos, a un mes de llegar a Buenos Aires para consagrar su trayectoria en tres canchas de Boca a tope, con una fuerte gripe que sumada a su fobia mediática casi vence su notoria caballerosidad, Joaquin Sabina se sienta en una de esa minúsculas mesas de hotel cinco estrellas de una ciudad cualquiera (casual o causalmente, Bogotá) para despacharse sobre la fama, su relación con el público argentino, su nueva vida sin cocaína, su mujer, sus poemas, su banda y la realidad latinoamericana. De ñapita grabó un mensaje de apoyo para la Manovuelta, una cruzada de jóvenes bogotanos que intentaba concientizar al pueblo colombiano de la crisis humanitaria que vive su país, juntando arte con desplazados.

(Publicada en Rolling Stone en diciembre del 2006)

El oficio de poeta pocas veces tiene grandes luminarias. No es el caso de este joven anarquista andaluz que como máxima aspiración tenía la de ser profesor de literatura, y que un día decidió agarrar la guitarrita para ganarse la vida en las calles de Londres, provocando un efecto mariposa que sin prisa pero sin pausa, casi sin querer, ha terminado por convertirlo en una estrella de rock que despierta histerias e historias de todo tipo en España y América Latina. Visitas a su casa del príncipe de Asturias, propinas de George Harrison, cartas del Sub Comandante Marcos, peleas con Fito Paéz, libros de poemas con Juan Gelman, un prontuario de romances de los que ya se han escrito muchos biblioratos, amistades con figuras latinoamericanas que van de Maradona o Charly García al Gabo García Marquez, y muchas otras correrías dignas de ese pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo…
Joaquín Sabina, ese viejo bucanero del rock en español que bien podría haber inspirado a Jack Sparrow, ha vuelto a los mares después de casi cinco años de ausencia.
Tiene algunos kilos más en la papada, y un dejo imperceptible en su voz ronca y su mirada vidriosa, que parece indicar que muchas cosas han cambiado en su vida.
Sin perder su caballerosidad, se entrega sin quejas a una nueva sesión de fotos tras un extenso año de gira. Bromea, gruñe, posa divertido, da consejos, pide mirar las fotos, pero nunca deja de mover inquieto el pie derecho, marcando un compás de espera para una actividad que se nota, no está entre sus predilectas.
Está bien custodiado. A su lado José Navarro (Perry) va y viene ajustando las velas del barco (que se llama Carretera y Top Manta). “Como si no le molara disfrazarse de Pirata”, comenta divertido el responsable de la vuelta a los escenarios de los dos cantantes más argentinos de España (desde hace ya casi 25 años es también el manager de Joan Manuel Serrat). Al otro lado, Jimena, la fotógrafa peruana que ha dejado su profesión para acompañarlo a sol y sombra, prende y apaga cigarrillos que el viejo capitán pide compulsivo cada vez que hay un descanso en la sesión.
“Es la gran responsable de la resurrección de Joaquín. Le cuida, le mima, está ahí encima todo el día. Hace dos años yo lo veía muy mal, me asusté pensando que no iba a haber una nueva gira. Pero la carretera lo ha devuelto a la vida”, dice Pancho Varona, “guitarrista, arreglista, productor y tocacojones”, como lo define el mismo Sabina.
Mientras el poeta de las luminarias desaparece incómodo, escoltado por Berry y Jimena, Pancho, y Alejandro García de Diego (otro viejo lugarteniente del pirata cojo) se pasean cual tour de gringos jubilados por el hotel con sus cámaras digitales, firmando autógrafos. “A él le agobian demasiado, a mi me agobian demasiado poco. No me importa, me encanta”, confiesa Varona.
“No sé de quien es la culpa de todos estos años sin vernos. Si es mía o de ustedes. Seguro que es del que tiene la culpa de todo”, saluda Joaquín Sabina al público colombiano después de diez años de espera. A pesar de la gripa que lo dejó encerrado en el hotel y que mantuvo en vilo a la tripulación durante un par de días, el capitán arremete con toda la artillería.
Los gringos jubilados son también viejos piratas del rock and roll, saben su oficio. Varona se disfraza de turco y de cura mientras agita al público con su bajo. García de Diego, con impecable traje blanco de lino, se mantiene elegante en cualquier lugar que se le asigne en el escenario (sobre los bises canta solo sobre el piano una versión de cantina de Esta Noche Contigo). Román, firme frente al micrófono, siempre atenta a sostener la voz del viejo capitán. Paco Beneyto (que conoce a Varona y Sabina desde los tiempos de Viceversa y que ha llegado a la gira milagrosamente en reemplazo de Pedro Barceló, que sufrió una hernia de disco) se viste de marinerito y se mantiene vigilante desde su torre de cristal. La tripulación que se completa con Jaime Azúa sabe fondear y elevar anclas cuando se le da la gana. Todos atentos a las órdenes del capitán, que se divierte como un niño con traje gris y sombrero de bombín, entablando cómoda conversación con un público distante y fervoroso, y dejando la torre de mando cuando es necesario para que el resto de los tripulantes navegue sobre sus propias composiciones.
“Yo lo pase bien. Sobre todo porque no esperaba nada y creía que a iba sufrir con la gripa que llevaba. Pero cuando esperas una tortura y te dan un beso es cojonudo”, comenta relajada al día siguiente con una mojito y un cigarrillo en la mano. La gripa sigue, pero ya ha pasado el chubasco, y se nota que esa es una de sus mayores preocupaciones: ser fiel al cariño y la responsabilidad que la gente ha depositado en él (sin que le toquen demasiado los cojones). Para eso se ha rodeado de una tripulación que hace que los mares embravecidos parezcan agüita del mar andaluz.
“Parece una cursilada hippie, pero somos una familia. Con la que he durado más que con ninguna mujer en la vida. Hay dos, que son Pancho y Antonio, que participan desde antes del primer momento hasta la composición en mis temas. Con solo mirarnos sabemos lo que está pasando. Antonio, Panchito y yo somos más grupo, en el sentido de trabajar juntos, que los Beatles. Yo no he podido compartir estas noches de copas con ellos, pero el concierto igual estuvo fantástico.
¿Te hubiera gustado salir por Bogotá?
No me gusta ser un turista que solo ve habitaciones de hotel. Y en Colombia hubiera podido caminar la ciudad. Hubiera tenido ese placer. Porque acá no me conoce nadie. En Argentina eso está prácticamente imposible. Aun así, yo me apaño, y si me tengo que parar con alguien me paro, y si tengo que hacer diez o cien fotos me las hago. Pero llega un momento en que les exijo que me respeten un poquito. Si les gusta verme en los bares de Argentina (y a mí me encantan los bares de Argentina), la única condición es que me dejen ir. Hay un nivel muy alto de pasión, el más alto en el mundo. No se por qué sucede, pero es así. Lo sufren muchos argentinos, desde Charly hasta Maradona. Se los trata como a dioses. A mí eso me gusta solo un par de días. Luego me gusta que me bajen al suelo. Pero como no vivo allí…para el suelo tengo mi país que es un país muy cabrón con los artistas.
¿Eso quiere decir que no vivirías en Argentina?
He fantaseado muchas veces con darme una casita en San Telmo, y si no le he hecho, ha sido porque yo no suelo hacer las cosas que planeo, sino que salen de pronto. Pero desde luego, si hubiera, no lo permita el señor, un golpe de estado en España, y yo estuviera (que estaría) en la lista de los desaparecidos, mi lugar de exilio seria sin ninguna duda Buenos Aires. O bien La Habana.
¿En Latinoamérica sos amigo de personalidades que van de Fidel Castro a Bryce Echenique, Maradona o Diego Torres?¿Sos un observador privilegiado de la región?
He viajado mucho. Llevamos veinte años de pericias por Latinoamérica. Yo estaba muy aburrido de España, que al fin y al cabo es un lugar muy pequeñito, donde cada año tocas en los mismos sitos para el mismo público. Pero soy muy de pueblo, y muy mitómano. Para mí, cruzar el mar, era mucho. Madrid era New York. Así que, imagínate, cruzar el mar y ver que las canciones han llegado a destino antes que uno, es un asunto muy mágico.
Y eso ha ido haciendo que por esas vías se me acercara gente que yo creía que jamás iba a bajar de su pedestal a poner un disquito mío en su casa.
¿Y vos te bajas del pedestal?
Yo no tengo pedestal. Hay gente que me quiere subir al pedestal, pero yo no me dejo subir. Puedo ser incluso muy grosero.
En Argentina no podes salir a la calle. Pero en otros países si. ¿Así como conoces famosos latinoamericanos podes conocer un barman de San José de Costa Rica o algún artista callejero de Lima?
Siempre conocemos a gente, siempre hay alguien que te interesa lo que te dice, o te llama por teléfono y el recado que te deja te da mucho más curiosidad que otros. O amigos de amigos. O gente que me recomiendan mis amigos de España. Esas son las cosas más fantásticas de la gira, aunque debo reconocer que esta es demasiado vertiginosa. Son ciento veinte conciertos en un año, y no hay tiempo para nada.

Los dilemas de un ser político inmortalizado como poeta en una glorieta (sin pedestal).

Cuando en la conferencia de prensa le preguntan por la situación de los desplazados en Colombia, Sabina se excusa amablemente: “me sorprende que me hagan preguntas políticas porque yo soy un cantante. Yo lo que realmente le tengo que decir a la gente está en los versos, en las canciones”.
Sin embargo, preso en el cuarto del su hotel, Joaquín se dedicó a ver el canal que transmite en directo las sesiones del congreso colombiano. Durante el concierto hace un sin número de referencias a amigos y realidades del país. Cita a un periodista que tomó la letra de Noche de Bodas para sugerir que en Colombia se necesitan mucho más diccionarios y menos balas y cambia una de sus letras para mencionar a los paramilitares (en medio de un escándalo político por la vinculación de congresistas afines al presidente Uribe con ese grupo armado).
El viejo bucanero ha navegado muchos por estos mares latinoamericanos, desde sus personalidades más distinguidas a muchas de sus calles (y antros de mala muerte). Y en base a esta experiencia, toma la palabra cuando es necesario.
En México dijo: “si alguna vez ustedes se deciden, quinientas mil personas o diez millones, yo me apunto a ir a tirar a hostias esa infame muralla”, refiriéndose la muro que planea hacer el gobierno de Bush para frenar la inmigración latina. Poco después de terminada la primera parte de su gira, se escapó a Lima a observar las elecciones (hablando abiertamente de su desconfianza hacia Ollanta Humala). Dice que si fuera Chavez “no sería tan bocazas, haría las cosas un poco mas subterráneamente”, y que en cambio Evo Morales: “sigue teniendo un cheque en blanco mío”. “Como se van a quejar las grandes multinacionales como Repsol que las fiscalicen un poquito”, explica.
Nunca ha ido a Bolivia porque sufre el mal de alturas, pero no descarta que quizás lo incluya como destino dentro de los dos o tres meses que planea dedicar a viajar por el continente después que termine la gira, en diciembre, en Chile (“aún todavía con algunos amigos no puedo ni hablar de Pinochet”). En España es famoso por su defensa de los inmigrantes latinoamericanos.
“Hasta ahora no éramos racistas porque no teníamos experiencia migratoria. Al revés, emigrábamos nosotros. Y ahora esos que emigraron y que los trataron a patadas en Alemania y en Bélgica, están empezando a tratar a patadas a los sudacas y los moros.
¿Te molesta que te hagan preguntas de política?
Si me hacen una pregunta o dos o tres de política, a mí, como un futbolista o como a cualquier ciudadano, me parece muy bien. Yo creo que si tengo un micro delante debo aprovechar para decir lo que opino. Pero ya no me hacen ninguna pregunta de música. En un país como Colombia donde acabo de llegar, y donde hay una situación de violencia tan complicada, me parece una falta de respeto ponerme a opinar.
Pero me interesa porque creo que la política es una cosa tan importante, e influye tanto en nuestra vidas, que es un tremendo error dejarla solo en manos de los profesionales.
Creo que la política debería estar en manos de los ciudadanos y no tanto en la de sus representantes. Yo no sé, pero creo que España es el país del mundo que tiene más organizaciones humanitarias y cooperantes en el exterior. Por un lado es una labor social impresionante, pero ha significado una huida de la pelea más peleona, más guerrera y más de exigirles a los políticos.
¿En Latinoamérica la lucha es más directa?
Como es un incendio y como cambia tanto y tan deprisa, todo puede pasar. Ahora lo que veo, son dos corrientes de izquierda. Hablo de los gobiernos más que de la gente. Una socialdemócrata (que no es socialista) que es la de Bachelete en Chile y Tabaré Vásquez en Uruguay. Kirchner también se viene apuntando a eso. Y la otra que es la más loca, la más guerrera, encabezada por Chavez.
Pero en Latinoamérica la gente esta completamente desprotegida. Sobre todo sectores enormes de la juventud, que están emigrando. Me parece que como a muy corto plazo no se entre en serio en programas sociales importantes y en avanzar en la democracia, pues, mucho más que socialdemócratas, yo creo que vamos a ver una serie de oleadas de violencias.
¿Al final sos un ser bien político?
Como todo el mundo. ¿O vos no sos político?
¿Y ayudas en causas sociales?
Si lo hago, no te lo voy a decir. Detesto a los embajadores de la Unesco o la ONU, no me interesa salir en la foto.

La verdadera vida del poeta.


Después del “marichalazo” como él mismo lo ha bautizado muchas cosas han cambiado en la vida del pirata cojo que quería ser poeta. “Joaquín enfermó y nos agarro un ataque de pánico, dejamos de beber, dejamos de fumar, dejamos de todo. Los discos nuestros ya no son unplugged sino undrugged. Pero seguimos pasándola bien”, explica Pancho Varona, que con el resto de la tripulación se ha solidarizado con el capitán dejando de lado la cocaína y otros vicios del rock.
Sabina no se arrepiente de sus andanzas y si alguien le pregunta por la lección que le daría a los jóvenes responde: “si usted me pide consejos para una juventud desviada o desquiciada, yo no tengo ninguno que darle. Porque yo también fui un joven desviado y desquiciado, y espero ser un viejo verde desviado y desquiciado”.
Algunas amigos, como Andrés Calamaro (con quien comparte el podio de las mejores canciones del rock en español de la RS España) han seguido el mismo camino (“le ha pasado algo muy parecido a lo mío. Lo mío fue mas duro porque tuve un ictus. Pero lo suyo fue más duro porque su clase de droga era mas dura que la mía”). Pero otros han quedado en el camino.
“Cuando uno deja el polvito blanco ese que entra por la nariz, lo primero que tienes que hacer es separarte del grupo con el que tomabas todo el tiempo. Así que eso significó salir de determinados círculos canallescos que a mi me encantaban, y me siguen encantando. Entonces dejé de ver alguna gente muy querida. Eso cualquiera que ha dejado la coca lo sabe”, aclara él mismo.
¿Perdiste amigos de cocaína?
Pero muy buenos amigos.
¿Y no había otra solución?
Yo soy bastante radical. Además me gusta la soledad, me gusta estar solo en casa. No me gusta que suene el teléfono. Yo no oigo música en casa, porque me gustan las cosas con intensidad. No me gusta la música de fondo. Si oigo música, oigo música. Y si escribo, escribo. Y si leo, leo. Y como lo que más me gusta de las tres cosas es leer, pues entonces la música es lo tercero.
¿Vas a conciertos?
No voy, porque no quiero ir a palcos vips y que la gente me mire a mí mientras está cantando otro. Y el backstage no me gusta, porque no se olle bien. Quisiera entrar y meterme al público. Pero hay excepciones, a ver a Charly voy a ir de todas maneras

La reclusión a la que lo obligó la enfermedad le dejo espacio para dejar de lado por un rato la música y dedicarse a su viejo afán: la literatura.
En estos cinco años ha editado o participado en numerosos libros: Ciento volando de catorce (sonetos con prólogo de Luis García Montero), Reflexiones sobre José Tomás (donde comparte con otros artistas textos sobre uno de los más afamados toreros españoles), Esta boca es mía: Versos Satíricos (un recolección de las columnas con forma de soneto que hizo para la revista Interviú), Con buena letra (en dos ediciones que contienen sus canciones escritas por encargo para amigos, cine y televisión, con anotaciones y dibujos de su propia letra y un prologo de Benjamín Prado, escritor, periodista, amigo y también coautor de algunas de sus letras) y Sabina en carne viva (la autobiografía que hizo con Javier Menéndez Flores). Y en medio de su gira va a hacerse un tiempo para participar de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, donde presentará A vuelta de Correo su libro de cartas con diferentes personajes internacionales.
“A mi me gusta mucho la rima. Primero porque es la música del idioma. Segundo porque buscando una rima, la canción va a un lugar que no había pensado uno. Y lo mejor es cuando el lugar te gusta y dices: me quedo aquí. Como estoy colaborando en una revista y tengo un par de libros metidos en el cajón, últimamente cuando empiezo a escribir ni siquiera sé si va a ser una canción. Quizás luego pasa por allí Panchito una tarde y mira en el cubo de la basura y dice: ¡Ve, que canción tan bonita!, y le pone una musiquita y ya está”, dice.
¿Has dejado de lado la música por las letras?
Yo escribo todos los días, pero no hago canciones todos los días, y muchas veces no hago canciones todos los meses. Y algún año, sobre todo los últimos, directamente no he hecho canciones. Pero sí emborrono sin parar cuadernos etílicos que hago a altas horas de la mañana, con dibujitos y palabras que a veces ni entiendo. O invento palabras a lo Cesar Vallejo, que me gusta mucho.
¿Te has convertido en una especie de poeta torturado, recluido? ¿O estás disfrutando de esta nueva vida?
Estoy disfrutando de esta etapa. Porque yo pensé que nunca iba a tener la posibilidad de hacer otro vida distinta. Y la otra vida que me gustaba es la de escritor, y he podido hacerla durante cuatro o cinco años.
He podido tener tertulias con los escritores que más admiraba. Yo que sé, si a mí me decían que iba a conocer y ser muy amigo del Gabo García Marquez, de Bryce Echenique, o de Ángel González, no lo hubiera creído. Ahora estamos haciendo una correspondencia en verso con Juan Gelman, maravillosa.
Todo eso ha sido un regalo de la vida. Los músicos son muy graciosos, pero muchas veces limitan su mundo a las seis cuerdas de la guitarra. Solo se habla de música y nada más. Y de culos y drogas. Temas muy interesantes los tres, pero a mí que soy un lector muy compulsivo, me ha gustado mucho también conocer a mis maestros.
¿Te gustaría hacer como Salinger pero al revés? ¿Dejar la música y recluirte en tu casa a escribir?
Anoche me decía en el escenario: vamos a ver, ¿porque lo estoy pasando tan bien y esperaba pasarlo tan mal? Y decidí que yo, uno de mis territorios míticos y favoritos es el escenario. Pero nada de lo que rodea al escenario. Lo paso muy mal en los camerinos, lo paso muy mal después, lo paso muy mal con es ambientillo que se crea de chicas, autógrafos, muy mal. Tengo casi agorafobia. Así que me gustaría ser como Salinger pero subirme de vez en cuando al escenario. De ahí vienen un poco mis caricaturas con bombines, esa especie de homenaje al cine mudo. Es para no ser la persona que soy en la calle.
En eso te ayudan los que te rodean. Te miman, te consienten, te contienen pero también te escudan. Hacen de filtro.
¿Te refieres a músicos, manager y eso?
Y tu mujer Jimena, también.
Es el mínimo de protección que uno necesita. Por ejemplo: yo le tengo fobia al teléfono, porque si hablara no haría otra cosa. No hablo ni siquiera con mis amigos, y he perdido amigos por eso. No escribo cartas, no hago emails, no tengo web, soy analfabeto electrónico total. Entonces necesito alguien que se ocupe un poquito de esas cosas para no ser Pedro Picapiedra.
Después de tantos años de pareja estable. ¿Te agobia que todo el tiempo te pregunten de mujeres?
Es que no sé por qué a mí. Yo tengo muchas menos canciones de amor que todos los cantantes que conozco.
Pero han sido efectivas. Las mujeres siempre te han rodeado…
Ahora mismo hay sólo una. He sido monógamo sucesivo y a veces muy puta. Pero todo eso pasó también.
Ella está bastante pendiente de vos
Ella trabaja conmigo. No es tampoco la costilla de Adán. Ella organiza muchas cosas. Ayer no hubo proyecciones porque el show en Colombia es diferente al de Buenos Aires, que es otro show, otra gira distinta, porque está pensada para un estadio más grande. Vamos a hacer tres canchas de Boca, y esta escenografía es demasiado íntima.
Y ella se encarga de eso. Lo que te quiero explicar es que no es que lleve a mi novia conmigo para que me haga la cama. Es que está trabajando, está en el equipo de la gira. Y también está por protección, para no irme todas las noches a esos bares que me encantan de chicas afines y alcohol barato.

Argentina: la isla del Tesoro.

Buenos Aires no es un puerto cualquiera para este capitán. Quizás el que mejor define la situación es el contramaestre Varona: “en Argentina Sabina es una religión. Yo pienso con todo el cariño del mundo que tanto fanatismo ya es excesivo. Los argentinos sois muy agradables pero a veces pienso en esa gente que está tres días durmiendo en la calle para conseguir una entrada, o se gasta medio sueldo en un boleto: ¿Cómo puede ser?
Joaquín ha llegado a sentir agobio, prácticamente no puede salir del hotel. Lo que él nunca pensaba que le iba a pasar, le está pasando. Pero creo que su destino más importante ahora mismo en esta vida es esa actuación en la Bombonera. Joaquín dice que es lo más grande que le ha pasado en la vida. Y si no lo dice, todos sabemos que sí. Los Rolling Stones hicieron cinco rivers, nosotros ya vamos tres Bocas.
Yo creo que él lo piensa, que Buenos Aires es el boom en su carrera, la culminación.
Debe estar con un ataque de pánico tremendo, porque él se lo toma muy en serio, quiere hacerlo muy bien”. El capitán toma la palabra:
¿Es el concierto más grande que vas a dar en tu vida?
Pagando si, porque por ejemplo he tocado en el Zócalo, en México, para trescientas mil personas. Pero allá en Buenos Aires se han vendido sesenta mil entradas en ocho o nueve horas. No creas que eso me parece natural. Me parece tan antinatural, tan milagroso y tan disparatado, que procuro no pensarlo. Pero estoy obsesionado pensándolo.
¿Te da nervios?
Si claro. A veces pienso que los voy a defraudar, que qué carajo esperan de mí.
Ya tenes biografías, obras de teatro con tu vida. Ahora Sony va a sacar un box set con toda tu carrera. ¿Te están contradiciendo con eso de“pero sin prisa” de A mis cuarenta y diez?
Lo del box set no tiene nada que ver conmigo. Son estrategias de las disqueras. Parece que tengo un buen año y que se han incorporado un par de generaciones nuevas que no habían oído los primeros discos. Entonces lo empaquetan todo con un envoltorio muy bonito y le sacan la pasta al personal. Pero si creyeran que me voy a morir esperarían, porque los discos póstumos se venden mejor.
¿A los cuarenta y diecisiete como ves para abajo las nuevas generaciones? En España están Nacho Vegas, Quique González…
Concretamente los dos que has nombrado me parecen de lo más interesante de los, digámosle jóvenes, que ya no son tan jóvenes. Jorge Drexler me gusta mucho, soy algo así como su padrino. Y Pedrito Guerra, y algún raro aflamencado como Javier Ruibal. Hay una penúltima generación de entre treinta y cuarenta años que está pasando de los bares a los teatros, y que es de cojones.

Muchos han seguido los pasos de este viejo bucanero del rock en español. Por los bares de San Telmo florecen sus seguidores, en Bogotá lo telonea el cantautor Roberto Camargo, quien confesa que Sabina ha sido su inspiración. El capitán devuelve la gentileza dedicándole una canción: “yo también se lo que es tocar antes del que viene después”.
¿Promocionas artistas desconocidos?
Claro. Los otros días presenté a Concha Buica, una guineana que canta copla española que no lo vas a poder creer. Te vas a acordar de Bola de Nieve, una cosa maravillosa. También escribo en una revista y cuando hay alguien de quien hablar bien, lo aprovecho. A Drexler lo ayudé mucho cuando llegó a Madrid, Pedrito Guerra, la primera gira que hizo fue conmigo. Y cuando digo conmigo, no es de telonero, esa cosa horrible. Sale a mitad del concierto cantando tres canciones, una conmigo. Con Los Rodríguez también lo hice.
Hay un furor por San Telmo de bandas haciendo covers tuyos. Si tuvieras que elegir alguien para sentarte a charlar. ¿Sería con ellos o con algún joven piquetero que le anda tirando bombas molotovs a los bancos?
Es más divertido que lo de los covers, cada uno lo hace a su aire. La última vez que hicimos el teatro Gran Rex los sacamos a todos a cantar Y nos dieron las diez. Osea que si me gusta, cuando me dejan. Lo de los cócteles molotov tendría que pensar a donde. Pero se me ocurrirían muchos sitios. Concretamente a la mayoría de canales de televisión españoles. Me molesta mucho la telebasura. No me molesta que halla un programa de frivolidad o chismes, pero me molesta las veinticuatro horas. Eso creo que es un cáncer para la educación de los jóvenes porque le están proponiendo unos modelos sociales que son terribles. Van a ser unos adultos insoportables.

Pirata, poeta, músico, político o lo que sea, Joaquín Sabina sigue adelante su navegar, bien acompañado, luchando con fobias, ansiedades y adicciones, adentrándose con desconfianza en los caminos de las luminarias. Y anticipa: “el disco que venga ahora después de la gira va a volver a los tiempos en los que reunirse con los muchachos a grabar era una fiesta. Lo que pasa es que ahora en vez de sexo, drogas y rock and roll vamos a parecer un club de monjas”.












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