Pueblos En Camino (Documento)
… pero
hay también
Pero moderado”
ese
nosotros y nosotras…pueblos en camino1
Emmanuel
Rozental
Puebla,
México y Campbellton, Canadá
Diciembre
2015-Enero 2016.
“No
hay omnipotencia en los estados instituidos. Su potencia no es más
que la otra cara de la creencia de la gente en esta potencia. Para lo
demás no tengo respuesta. Todo depende del deseo y de la capacidad
de los hombres y de las mujeres para cambiar su existencia social,
para aceptar que son responsables de su destino, para asumir
plenamente esta responsabilidad. Si todo cuanto hemos dicho tiene una
significación política, ésta puede resumirse muy simplemente. Se
trata de recordar a los hombres (y a las mujeres) esta verdad
elemental que conocen bien pero que olvidan regularmente cuando se
trata de los asuntos políticos: nunca, ni la expansión de la
economía capitalista, ni el gobierno, ni las leyes de la historia,
ni el Partido, trabajan para
ellos.
Su destino será lo que ellos quieran y puedan hacer.” Cornelius
Castoriadis
Querer,
poder, deber hacer para proteger y promover la vida y el bienestar
según se requiera: en eso consiste seguramente la sabiduría
¿Contamos con nuestra sabiduría para superar este escollo llamado
historia de la modernidad-capitalismo que amenazan ahora de manera
inminente con someternos aún más y seguramente exterminarnos? Pero
además, sabiendo que no es posible cambiar nada entre unos pocos en
la desolación y dependencia de la privatización, en la estupidez
que el sistema denomina “libertad individual” y que el poder de
la maquinaria para someternos (ocupando todos los territorios, aún
el de nuestros imaginarios y deseos) es mayor que nunca en la
historia, comparable sólo con su patriarcal e inagotable poder para
destruirlo absolutamente todo ahora mismo. Reconociendo a gritos que
no basta con que cada cual haga su partecita, lo que conduce, a lo
sumo al agotamiento, a la dispersión y a la auto satisfacción,
mientras todo cambia y todo sigue igual. Es pasada la hora de
tejernos como humanidad desde abajo y en lucha. Tejernos a
consciencia entendiendo y siendo sabias y sabios, no solamente
dejándonos reclutar y obedeciendo a los expertos y a los dirigentes
como es usual. Es conmigo, con nosotras y nosotros. Pero también
organizadamente y ahora mismo. Reconociendo sin negar y respetando la
capacidad de quienes entre nosotras y nosotros, en medio de todas y
todos, desde nuestros mandatos, deben y pueden y quieren asumir
vocerías que son nuestras. No basta con la voluntad de cada cual
haciendo activismo, para pervivir como especie y Pachamama. Es la
decisión de afrontar el desafío y convertirnos en otra humanidad
matriarcal, humilde y fuerte haciéndolo. Otra que está por ahí.
Siempre ha estado, pero que hoy está convocada por el horror sin
precedentes, disfrazado y negado como nunca, porque el capital
necesita exterminar excedentes y apropiarse de las deficiencias de
vida que ha creado para seguir dominando desde la codicia insaciable
con nuestra anuencia, indiferencia y complicidad. Hoy enfrentamos una
destrucción racional, masiva, desproporcionada, inimaginable y no la
estamos asumiendo y resistiendo. Hoy no podemos reformar al verdugo,
la hidra que nos atraviesa y posee: tenemos que dejarla atrás.
Acabar con ella. Es, sin más vueltas, una tarea de los pueblos
tejidos y conscientes. Requiere de todas nuestras memorias y
creatividad. No seguir aplastados entre lo practico del quehacer y
conseguir cotidiano y lo trascendente que queda en el poder de Dios o
de la economía. Dejar atrás lo que sabemos nombrar y cómo nos
nombran. Hablar otras lenguas imposibles, ser alter-nativa: otro
nacimiento. Eso, ni más ni menos es lo que nos reclama el presente.
Es eso, o la catástrofe.
Nos
invitan, en este contexto, a aportar unas palabras desde algunos y
algunas de nosotras y nosotros, tejidos incipientemente a la
convicción y lucha de pueblos en camino de nuestra emancipación.
Este es nuestro aporte: una provocación y unas reacciones diversas,
compartidas. Una incitación e invitación y, ante todo, un confesar
de este fracaso, de esta derrota, que no nos agacha sino que, por el
contrario, nos exige ponernos de pie siendo partidarias y partidarios
de nuestros actos para que sean sabios y los que se requieran hoy
para resistir y tejernos frente a este horror y este engaño que nos
embrutece mientras nos matamos. Es que no sabemos lo que hace falta
pensar, decir y hacer, pero sabemos que hace falta y que existe y que
se tiene que poder.
Frente al
contexto, aunque hay sin duda una continuidad en el proceso del
capital transnacional y sus avances en torno de crear y resolver su
crisis a expensas y en contra de los pueblos y de la Pacha Mama,
estamos ante una situación de quiebre, que nos reclama reconocerla y
reconocernos frente a la misma. No es solamente el neoliberalismo,
las crisis financieras, la destrucción del planeta. Todo eso ha
estado ahí y empeora, pero es una situación más seria, que abarca
todos los espacios y puede aplastarnos. Hay toda clase de evidencias
y desarrollos que exponen un hecho: quienes son el sistema saben que
para seguir acumulando y manteniendo privilegios, tienen que actuar
calculadamente. Su economía se derrumba en la fragilidad y el
desastre, o se salva con la devastación que la reactiva. Es una
ecuación razonable y calculable. Tienen que hacer lo que les toque
para salvarse y al sistema, pero, si resuelven su crisis, lo harán a
expensas de muerte y destrucción.
No entro en
detalles, pero en cosas que suceden, algunas de las que hemos
conversado, desde lo muy personal y cercano hasta lo global, se hace
cada vez más necesario y más apremiante reconocer y afianzar un
nosotras-ellos que nos posibilite re-conocernos en estos contextos
tan difíciles y tejernos para resistir y consolidar autonomías en
defensa de vivir: de la vida. Ese nosotros falso y catastrófico de
larga duración en torno de partidos, organizaciones
político-electorales, sindicales y un largo etc. Que involucra toda
la maquinaria y el poder del régimen global, transa y se articula de
diversos modos al sistema. Lo hace con nuestras luchas y muchas veces
pretendiendo hacerlo con nuestra palabra y desde nuestros cuerpos y
búsqueda de relaciones otras. Esto es concreto, es Haití, es
Colombia: lo saben en Grecia y España, en Bolivia y Perú, en México
y Argentina, en Ecuador y Venezuela. Pero sucede mucho más acá, en
lo cotidiano, en las comunidades, procesos de lucha, colectivos. La
gente se asume derrotada y se entrega. Por ejemplo, transa y por
miedo a la soledad o a la exclusión, asume con convicción y acoge
un cargo en el sistema, comúnmente a base de demostrar que ya no es
rebelde, o que es el rebelde del sistema, que el sistema reconoce,
acepta y comúnmente financia e institucionaliza. Se arrepienten,
claro, pero su legitimidad, popularidad y prestigio dependen de
mantener un discurso y de reclutar con este señalando y
diferenciando los límites de lo posible, que son los de lo
permisible. Es, otra forma de captura, de mercantilización. En este
caso, de objetos, discursos, organizaciones y actividades rebeldes.
Para esto hay un mercado y quienes no se acogen sufren las
consecuencias.
Con
el mismo discurso, en los mismos lugares hay quienes no se venden, no
se cansan, no engañan ni se dejan engañar, pero nos cuesta saber,
distinguir, reconocer y nos confundimos. “Ojos vemos, corazón no
sabemos” como dice el dicho. “La mato y aparece una mayor” como
cantaba Silvio.
Lo hemos
compartido. Hay cosas que duelen. Hay acontecimientos que nos
desnudan en una impotencia intolerable y hay, constantemente rupturas
con gente amiga, cercana, fraterna de muchos caminos e intercambios
que, amanece un día cualquiera del otro lado por razones prácticas
y de conveniencia. Riesgo tan cercano, que no nos excluye y reclama
de quienes nos ayuden a reconocerlo señalándonos siempre con su
reclamo y sabiduría.
Pero hay
también ese nosotras y nosotros que hoy podemos diferenciar de ellas
y ellos en torno de tejernos colectivamente desbordando y en la
necesidad de liberarnos del sistema: emanciparnos del régimen y de
los estados, de la Hidra y de la Tormenta que ha desatado. Nos
identificamos de manera más definida y franca. Nos reconocemos en
torno de maneras de vivir, de hacer, de compartir, denominar y
nombrarnos. Pero claro, también, de luchas contra y en resistencia
desde un luchar por la vida, por la Madre Tierra y por ser otras y
otros de otro modo. Nos es posible nombrar mejor ese nosotras y
nosotros desde experiencias, aspiraciones, búsquedas, procesos
concretos, análisis y sentidos. Hay tanta gente que hace parte de
esta “constelación de un tiempo pleno” cuyo ejemplo captura o
niega la historia de los vencedores que se roba aun a nuestros
muertos. Me desafío mientras escribo estas líneas a recordar su
presencia con nombres propios y lugares conocidos, que evocan y
reiteran todas y todos los que han sido condenados y condenadas a la
penumbra y por quienes nos queda a pesar de todo la dignidad como
presencia y destino.
Pero no
basta. Nos están convirtiendo en erupciones esporádicas y
dispersas. Sin tejernos, somos adornos del sistema de despojo. No por
hacer mucho se cambia nada. Por el contrario, mientras más hacemos
en la dispersión y en los estallidos que se encienden y se sofocan,
más anuncia el sistema que hay lugar para todo y todos, más se nos
roba la palabra y los cuerpos, más nos cansa y divide, menos nos
encontramos. Somos eventos en sus almanaques y recuentos.
Esta
sabiduría del tejernos sin someternos a jerarquías ni a burocracias
ha dejado de ser una opción, es indispensable. Organizarnos, desde
abajo, en todas partes y tejer autonomías y resistencias para
emanciparnos pronto, muy pronto. Ahora mismo es tarde, pero así es y
desde acá y ahora nos empeñamos.
Pero hay
algo más. Siento que con el fin del ciclo progresista, la catástrofe
anunciada y esperada de las maquinarias político-electorales que
cooptaron procesos colectivos populares -como es el caso en Grecia y
España, pero también, aunque se quiera negar y encubrir, de
Argentina, Brasil, Nicaragua, Venezuela, Ecuador, Bolivia-, viene
además el riesgo de la agresiva mercantilización–de, por ejemplo,
lo común, la comunalidad, las luchas colectivas y sus tejidos por
parte de muchas y muchos, vinculados a un mercado para el que hay
dineros-. Nos ponen a optar entre las izquierdas fracasadas del
sistema, los proyectos de lo común financiados y los aparatos
insertados, o, el inicio de un ciclo de ultra-derechas
transnacionales fascistas que retoman su poder en esta que ven como
la segunda caída del muro ante los fracasos de quienes usurparon
luchas populares y actúan a nombre de nosotrxs. A esta falta de
opciones. A este someternos con unos menos malos o con los peores
pero siempre en el curso de catástrofe del sistema, a esto lo
señalan como el único camino. Con cara ganan ellos, con sello
perdemos todas. Unos y otros, son ellos y la muerte no es ni ha sido
nunca una alternativa.
Ante este
contexto de amenaza y agresión, quedamos de este lado pueblos en
resistencia, en defensa del agua, de la vida, de la libertad y de lo
colectivo: semilleros de pensamiento y acción críticos frente a la
hidra en el afán de tocarnos, abrazarnos. Sentiros y estar
organizadamente y de hecho cada día más fuertes y en compañía con
una franqueza y ternura, con una rabia y claridad que nos convocan
tanto a decirle y lograr efectivamente que se largue todo aquel que
ha usurpado nuestra palabra y vida para aprovecharse de nuestro dolor
y alegría, a la vez que, en el mismo movimiento, nombrarnos para
ayudarnos y acompañarnos para vivir, por fin, a nuestros muchos
modos, lo que es simultáneamente resistir. Eso, tenemos que resistir
desde el nosotros y nosotras que no cabe en el ellos.
Nos
hemos empeñado en eso que llamamos Pueblos en Camino2:
Tejiendo resistencias y autonomías entre pueblos y procesos. No
somos estructura, ni oenegé, ni institución, ni vanguardia. No
somos los que estamos ni estamos los que somos. Es más, nos define y
nos identifica lo que falta, lo pendiente, la ausencia intolerable.
Nos hemos asumido, con errores y limitaciones, por el compromiso
activo, militante, de contribuir y participar y sumarnos a la
emancipación de los pueblos del sistema, del proyecto de muerte.
Sabemos que todavía sí, por todas partes y siempre, hay mundos
otros, tejidos a la Madre Tierra, en contra y más allá de este
sistema capitalista, de esta hidra, colectivos, comunitarios, dignos,
que pueden ser presente y futuro dejando atrás este horror. Pero
esto no sucede sólo. Nos necesitamos mutuamente para resistir y
vivir. Por eso no contamos lo que hemos hecho y venimos haciendo.
Nuestra mirada está en lo que falta, en que nos derrotan, en que
ahora mismo debemos estar aprendiendo a encontrarnos y organizarnos
porque lo que venimos haciendo no basta. La resistencia de los
pueblos es ahora mismo urgente. Buscarnos y buscar muchas y muchos
más que no quieren ni queremos ser estado porque estado y capital y
despojo son lo mismo y que desbordando e irrespetando fronteras,
reconociendo errores, haciendo, vamos resistiendo y tejiendo. No
podemos seguir haciendo lo mismo cuando todo ha cambiado y cuando no
sirve ya para poder respirar.
Entonces,
sin fórmulas, ¿cómo compartimos esto que pasa que convoca a que
aportemos a ser haciéndonos parte de pueblos diversos en camino de
tejernos? ¿Qué ética orienta nuestra política y qué intenciones
y actos frente a estos contextos particulares necesitamos nombrar?
¿Qué críticas y auto-críticas nos hacemos francamente ante el
espejo, claro, pero también y ante todo entre nosotras y nosotros?
No
propongo una palabra diplomática, amable, de consensos. Propongo un
nombrar para resistir organizadamente fraterno, maternal, solidario,
recíproco, crítico, exigente y amoroso, preocupado, angustiado y
desde ello mismo, por eso mismo, incitador. Palabra de caminos.
Palabra para ser caminada. Propongo desacuerdos y cuestionamientos
entre nosotras y nosotros a la vez que distancias y diferencias
reiteradas y firmes frente a ellas y ellos: al sistema que también
se ha vestido de nuestras causas para manosearnos. Lo vienen
proponiendo y haciendo acá y allá: asumo que debemos encontrarnos
y, por la vida y la dignidad, resistir desde ese mundo en el que
quepan muchos mundos que derrumbe para siempre al capital.
La
propuesta es que reflexionemos y recordemos. Propongamos y nombremos
a muchas manos en textos cortos y que esto, en su conjunto, sea
nuestro aporte. Un pre-texto para ir nombrando palabra y camino. Así
como venimos desde nuestros procesos y luchas y en estos ámbitos de
Pueblos en Camino buscándonos desde hace años, retomemos este
contexto duro, este no sirve ni basta lo
que hacemos ante el horror que nos
rodea y nos ataca, ante nuestros fracasos y debilidades. No será una
palabra definitiva. Ni pretende serlo. Invitará al diálogo, al
debate, a las decisiones. Empecemos de nuevo con este pre-texto y
además, hagámoslo público para que nuestras voces sean apenas unas
entre muchas que se dejen provocar ¿Les parece? Ojalá. Esto además
empieza a permitirnos encontrar cómo seguir y reiterar abiertamente
que hacemos parte de Pueblos en Camino la emancipación tejiendo
resistencias y autonomías. Este es el desafío que nos desborda y
nos reclama.
Mirar,
pensar y sentir la guerra para organizarnos y resistirla
(Presentación
de los dos textos de Querétaro)
Somos
Pueblos en Camino.
Eso quiere decir que somos Pueblos y estamos en camino a vivir en
colonias, barrios, comunidades, sin miedo, sin terror, sin dueños;
en camino de organizarnos desde y para la reproducción de la vida
comunitaria, barrial. En casi todas las geografías y calendarios han
caminado pueblos con esa fuerza para vivir. Somos esos pueblos y
también los propios, los que están ahí donde nuestros pies pisan y
los corazones luchan por echar raíz. Los que están ahí donde el
miedo no sólo es nombrado sino sentido, vergonzosamente transformado
en silencio cuando es necesario el grito, en complicidad cuando es
necesario el defendernos. Pero también somos estos pueblos donde los
gestos rebeldes individuales de muchos ¡NO! tienen toda la alegre
posibilidad de ser abrazados por lxs que están al lado nuestro y
volverse comunitarios.
Escribimos
desde una ciudad de la cual seguro habrán escuchado: QUERÉTARO, en
el centro de México, una ciudad donde tras el discurso y prácticas
del crecimiento económico y del desarrollo se esconde una guerra que
no por silenciosa es menos letal [1]. Una ciudad donde gobiernos,
empresarios y crimen organizado nos desaparecen y exterminan para
inculcar terror y poder hacer negocios. Desde esta ciudad, un par de
historias que emergen de la cotidianidad de las calles, un par de
historias comunes a nosotrxs lxs de abajo, un par de historias a las
que casi nadie voltea a mirar porque no son nota periodística,
artículo académico, o buenos discursos para conseguir escalar
peldaños y colarse al arriba de los negocios y el exterminio. Un par
de historias que son lo que estamos siendo, y que presentan el
desafío colectivo de sembrar vida aquí
donde está la muerte.
“…tener
bien cerradita la puerta igual que la boca…”
Estefanny
Mezquite.
Querétaro, México
Querétaro, México
- Ya no es lo mismo de antes, ahora hay que andarse con más cuidado.
Alcanzo a
escuchar que le dice una mujer a otra,
mientras esperamos en la fila para las tortillas.
mientras esperamos en la fila para las tortillas.
Nuestra
ciudad está cambiando. Lo noto en que la gente camina más rápido,
en que cada vez somos más y somos menos humanos. Según lo que
escucho en los informes que dan las autoridades, la ciudad se
desarrolla con las inversiones que se atraen, cumpliendo las
características de competitividad. Para ellas, éste desarrollo es
la única vía para hacer ciudades. Es decir, políticos y
empresarios sacrificarán lo que sea necesario para verla y darla a
conocer como “bonita”, “segura”, “llena de oportunidades”.
Un día
estaba comiendo con mi familia. En la sobremesa recordamos cuando
éramos niños:
- ¿Te acuerdas de Julia? Me preguntó mi hermano.
- ¡Sí, una muy chaparrita que le gustaba jugar a los encantados!
Tuve la
imagen bien clarita del recuerdo.
Fue una
linda tarde, recordamos los nombres de muchos niños que vivíamos en
la misma calle. Camino a casa, Juan Luis me preguntó por qué no
podía salir a jugar. Me dejó helado con su pregunta, no supe qué
contestarle.
Por
la noche, mientras veíamos las noticias en la televisión, un
comercial del gobierno queretano anunciaba “el
firme camino al desarrollo” que hay
en el municipio. Me dejó pensando: si estamos en desarrollo, si es
lo que trae el bienestar en la vida de los habitantes, entonces, ¿qué
está pasando? ¿qué clase de desarrollo impide a los niños salir a
la calle a jugar?
No
sólo no pude contestar la pregunta de mi hijo. ¡Me di cuenta que
también a mí, me da miedo salir! Las noticias en televisión, en
radio y hasta en los mensajes que me llegan al celular sobre actos
violentos, son cada vez más: robos a casa habitación, en
carreteras, con violencia; riñas; gente que no aparece; gente que
aparece muerta; y la lista sigue. A la par, circulan noticias de los
aumentos a presupuestos para secretarías o direcciones de Seguridad
Pública y hasta tendremos un “cuerpo
de policías capacitado con la disciplina del Ejército”
[2]. Eso no se siente confortable, porque si la violencia actual
necesita tal nivel de fuerza para erradicarse, quiere decir que un
ciudadano común no puede hacer nada, estamos en una cárcel.
Con este
pensamiento anduve una semana, hasta que en un viaje de camión
escuché a un niño describirle a su mamá el videojuego que iba a
pedir a los Reyes Magos. Escenificó la situación y aclaró mis
ideas, tomó la postura de aquél que toma un arma larga en sus manos
e hizo sonidos con su boca, simulando disparos.
¡Claro!
¡Estamos en guerra!
Pensé
entonces que las noticias, nos muestran eso, la guerra de unos contra
otros. Sin embargo, hacía falta descubrir quiénes eran los unos y
quiénes los otros, porque la guerra contra el “narcotráfico”
declarada por el gobierno, en lo cotidiano parecía ser más bien una
guerra contra nosotros. Lo digo porque el miedo que sentimos no es de
a gratis, el miedo a cualquiera que parezca andar en “esos
asuntos”. Los autos que dan rondines
por las calles de mi colonia. En la guerra se pelea por algo, pero
¿por qué la guerra en mi ciudad?
Puse
mis ideas en la mesa, aunque todavía no sabía qué contestarle a
Juan Luis ¿Cómo responderle que en la ciudad en la que vive, la
“ciudad de clase mundial”
a la que chulean desde el presidente de la república hasta los
habitantes de otros estados, los niños como él, no pueden salir a
jugar?
Para
empezar, yo tenía que entender ¿qué es una guerra? Así que me
puse a investigar. Luego de que cenábamos, lo acostaba y entonces
empezaba mi búsqueda. Encontré que los pilares de la guerra son: la
conquista de los territorios y su re-organización, la destrucción
del enemigo y la administración de lo conquistado, la administración
del botín pues, lo que se “ganó”. Lo que ha variado en la
historia son la estrategia, los actores, el armamento y las tácticas
[3].
Pensando
así: el territorio, es la ciudad; la re-organización es el cambio
que intentan hacer de nuestra forma de vida; entonces ¿quién es el
enemigo? ¿cuál es el botín?
Un día
paseando con mi familia por el centro de la ciudad, vimos a lo lejos
una marcha. Alcancé a ver un letrero con una cifra impactante: “1270
mujeres desaparecidas”. Me quedé en shock. Un poco incrédulo,
busqué información sobre el tema. Entre muchas notas, informes e
investigaciones, encontré diferentes cifras de personas
desaparecidas:
Organizaciones
que acompañan a familiares de desaparecidxs: 1270 personas [4]
Procurador
de justicia del Estado: 230 personas
Procuraduría
del Estado de Querétaro: 141 personas
Gobierno
Federal: 233 personas
¡Ni
siquiera entre los gobiernos tienen la misma información! ¡Deje
usted los números, son personas! Las cifras que presentan las
autoridades son “bajas” en la media nacional, declaran
públicamente, es decir, para el gobierno “estamos
en un promedio de desapariciones”,
“es normal que existan desaparecidas y
desaparecidos”. Y lo muestran así,
con tanta tranquilidad, como diciendo: “ese
no es el número del bando de los ´malos´ que han caído en esta
historia, son menos”. Juegan con la
justicia como les acomode. Pareciera que la guerra es contra
nosotros.
Sintiendo
de lejos este horror, una mañana se atoró la puerta de entrada de
mi casa, así que me dispuse a hacer lo posible para arreglarla. Mi
vecina barría su entrada. Nuestros hijos van a la misma escuela, así
que platicamos a menudo. Me contó que le da miedo que su hijo vaya
sólo a la tienda. Que había escuchado de otras vecinas que estaba
muy peligroso. Que estaban desapareciendo niños y que con lo que le
había pasado a su sobrina, pues aún más. Le pregunté ¿qué le
pasó a su sobrina? Me contó que en el camino del CETis a su casa,
exactamente en el Oxxo que está enfrente de los arcos de la colonia
San Pedrito Peñuelas, dos hombres en un auto, la jalonearon,
intentando llevársela, pero ella gritó y una señora la ayudó a
zafarse. Hasta se le quebraba la voz.
- ¡Imagínese si la hubieran subido al carro!
Me aconsejó
tener mucho cuidado. Luego le pregunté:
- ¿y qué hicieron? ¿fueron con la policía?
Dijo
que su hermana, enseguida de que su hija Jessica le contara, llamó a
la policía, les narró lo sucedido. Consideró salir a buscar a los
agresores, pero la policía sugirió esperar. Cuando llegó la Unidad
Especializada en Atención a las Víctimas, escucharon la versión y
les dieron unos trípticos de “problemas
mentales” y “violencia
intrafamiliar”, luego les
recomendaron acudir a la Agencia IV para denunciar. Declaró 6 veces,
pero nunca atendieron el caso. Se cansaron de pedir seguimiento. Dice
que su sobrina ha sabido de otros casos de intentos de levantones,
pero las jóvenes no se atreven a denunciar.
- Ah, qué cosas, ¿verdad vecino? Me dijo.
- Sí. Le contesté, no supe qué más decir. En el transcurso del día, pensé: ¿cuántas historias habrá detrás de las cifras oficiales que no se denuncian? ¿no creen en la justicia?
En una
posada navideña, la vecina nos invitó a su casa, conocimos a su
hermana y a su sobrina. En una de las pláticas, salió el tema, yo
lo saqué, quería saber más. Quería saber ¿cómo es el trayecto
jurídico?
- Es un proceso desgastante. Me dijo.
- ¡Y eso no es nada! La cuarta vez que estábamos esperando dar la declaración de los hechos, platiqué con un señor que estaba sentado esperando también hablar con algún agente del Ministerio Público. Su hermano llevaba cuatro meses desaparecido. Cuando su hermano no llegó en la noche, acudieron a las autoridades, pero tenían que esperar tres días sin que apareciera para proceder con la constancia de hechos. Ellos no lo podían creer ¿cómo esperar? ¿qué tal si estaba vivo? ¿qué tal si estaba cerca? Encontraron en internet contacto con organizaciones que denuncian desapariciones. Les señalaron que las primeras 72 horas son vitales, que empezaran la búsqueda enseguida. Estaba ahí para denunciar que la ficha de su hermano ya no aparecía en la página de la Procuraduría, y que su hermano sigue sin aparecer. Su esperanza de que un día llegue, me impactó. Supongo que yo también tendría esperanza. Concluyó.
Rompimos la
piñata, tomamos ponche. Era una posada. Al irme a dormir no podía
dejar de pensar en tal situación. ¿Qué está pasando en la ciudad?
¿Por qué la gente desaparece? ¿Quién sabe si estén vivos o
muertos, cerca o lejos? Sólo no están.
Historias
así andan de familia en familia en la ciudad. Una de las “más
seguras” del país. Con “nivel
mundial”. Una ciudad en donde la
población no puede salir por miedo, no tiene confianza en la
justicia, ni siquiera tiene facultad de alzar la voz, no sabe cómo.
El horror es tal, que es más seguro no hablar de estos temas, es
mejor sentarse a ver la televisión, ir de compras, aunque no sean
necesarias, y tener bien cerradita la puerta igual que la boca. El
desencanto por la vida llega a grado que no nos hacemos preguntas, ni
se las hacemos a alguien más, mucho menos a los vecinos, entre menos
sepan de ti, mejor. La normalización de la impunidad, la injusticia
nos hace pensar que somos culpables si algo nos llega a pasar.
Este es un
terreno ganado para casi cualquier propuesta de desarrollo, uno donde
la gente no cuestione los costos sociales de la organización
económica, que se pacta con cenas en restaurantes caros de las
principales avenidas de la ciudad, entre empresarios y políticos.
Por
ejemplo, cuando alguna persona tiene las defensas bajas, es fácil
que se enferme. Así imagino a la población. No cuestiona, sólo
recibe información y la da por hecho. Éste es terreno fértil para
una administración del “desarrollo”
sin obstáculos. Sembrar miedo, acostumbrarse a la inseguridad,
promover el aislamiento; dar casos de desapariciones por cerrados sin
que aparezcan aún o que mi hijo no salga a jugar, por ejemplo,
diagnostica que está funcionando.
Encontré
una forma de que mi hijo y el de mi vecina, salieran a jugar. Ella
estaba con ellos un rato, otro yo, a veces juntos. Sé que no siempre
tendrá 7 años, pero por primera vez hablé con algunos vecinos que
se unieron a nuestra estrategia, se hacen muchas preguntas, igual que
yo. Pero hemos decidido que las vamos a ir resolviendo.
Notas.
[1] Las
historias que presentamos aquí son historias cotidianas, de las que
nadie quiere hablar, sus protagonistas somos los ninguneados de
siempre. Las escribimos durante tiempos arrancados a las distintas
cárceles en las que estamos, por la necesidad de mirar, pensar y
sentir la guerra desde ellas, para no seguir ahí, para organizarnos
colectivamente y resistirlas.
[2]
Navarro, Marittza, “Advierten lucha frontal a la delincuencia”,
en: El Universal Querétaro, Septiembre de 2015
[http://www.eluniversalqueretaro.mx/portada/30-09-2015/advierten-lucha-frontal-delincuencia].
[3]
Subcomandante Insurgente Marcos, “¿Cuáles son las características
fundamentales de la IV Guerra Mundial?”, 2003
[http://palabra.ezln.org.mx/comunicados/2003/2003_02_b.htm].
[4] Cifra
que proporcionó la Procuraduría General de Justicia, en respuesta a
una solicitud de información de una de las organizaciones que buscan
a sus familiares desaparecidxs. Se trata de 1270 reportes de
desapariciones (solo de mujeres) en el estado de Querétaro, solo
entre 2009 y 2013. Del total, 1159 son constancias de hechos y 111
averiguaciones previas. La mitad son menores de edad.
[http://eleconomista.com.mx/estados/queretaro/2014/11/25/exigen-pgj-esclarecer-cifras-desaparecidos]
¿Quiénes
matan a las mujeres en Querétaro?
“…requieren
del control, explotación, despojo y exterminio
de los cuerpos leídos como mujeres…”
de los cuerpos leídos como mujeres…”
Lluvia
Elizeth Cervantes Contreras
Querétaro,
México
A Myriam la
degollaron con una pala.
A
Esperanza, la apuñalaron en el estómago.
Juana
estaba embarazada. La encontraron desnuda bajo una cobija, en un
camino de terracería. La asfixiaron.
A Daniela
también la cobijaron después de provocarle traumatismo
craneoencefálico.
A Nayeli le
destrozaron la cabeza y el rostro con una piedra. Como Ana María,
estaba semidesnuda y con señales de haber sido violada. Pero Ana
María, como Araceli, fueron estranguladas.
Coni y
Laura Delia fueron reportadas como desaparecidas antes de que sus
cuerpos se encontraran, en vía pública, con múltiples heridas de
instrumentos punzocortantes.
A Laura
Delia además le arrancaron el rostro y los ojos.
La
mitad de ellas fueron asesinadas por sus parejas o exparejas “por
amor”, según las autoridades y
algunas de sus familias. De la otra mitad, aún se desconoce quién
lo hizo. Y hay otras, anónimas, también degolladas, o con un tiro
de gracia, mutiladas, quemadas, desechadas como si quien las mató,
no las hubiera considerado personas, sino objetos.
Son las
mujeres que ya no están en Querétaro, a las que debemos nombrar
(aún cuando de algunas no sabemos sus nombres) para no olvidarnos de
ellas, ni de sus sueños, sus afectos, sus vidas. Son algunas
historias de asesinatos de mujeres ocurridas sólo en el 2015, que
desde el incomprensible horror deben contarse para conocerse, para
intentar descifrarlas a fin de combatirlas.
En el año
2012, después de la presentación en Querétaro del Libro
"Desaparecidas en Ciudad Juárez", del periodista español
Javier Juárez, comenzaron a encenderse diversas alarmas relacionadas
con la desaparición de mujeres jóvenes en la entidad y la opacidad
con que las autoridades atendían los casos, puesto que las cifras
presentadas por el entonces procurador del estado de Querétaro en
las reuniones nacionales de seguimiento a la resolución de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso de Campo
Algodonero (también en Ciudad Juárez), no empataban con los datos
que circulaban en medios locales ni en la cantidad que proporcionara
una solicitud de acceso a la información por parte de un medio de
comunicación local. Entonces volvió a resonar un caso de
feminicidio que seguía impune desde el 2009: el de la joven María
Fernanda Loranca, de San Juan del Río, quien había desaparecido en
el trayecto de su escuela a casa, y cuyo cuerpo fue encontrado en un
baldío, también con señales de violencia sexual. Y fue patente que
no se tenía suficiente claridad en los datos de mujeres
desaparecidas o asesinadas de Querétaro, y mucho menos información
sobre casos de años anteriores.
Desde
entonces se generaron diversas reacciones sociales: por una parte, la
decisión de varias organizaciones de la sociedad civil y medios de
comunicación sobre visibilizar que en Querétaro también existían
estas problemáticas, lo cual implicó que ejercieran presión
mediática y política para exigir que las autoridades reconocieran
la existencia de los casos y el deficiente manejo que hacían de los
mismos; por otro lado, el mal gobierno se esmeró en maquillar las
cifras, negarlas, pintar un Querétaro próspero y amuleto para
inversionistas y familias (al menos 50 a diario) avecindándose en
este territorio.
Las
familias de jóvenes desaparecidas o asesinadas fueron denunciando el
maltrato institucional vivido al tratar de exigir justicia y que las
diversas dependencias relacionadas realmente hicieran su trabajo.
Algunas se animaron a contar que cuando acudían a reportar la
desaparición de su hija, eran recibidas por ministerios públicos o
procuradores con expresiones como “-Ya
deje de estar chillando, al rato aparece”,
o “-Se ha de haber ido con el novio”.
Particularmente en el caso de los feminicidios, aún hoy se les dice
que lo primero es averiguar “en qué
estaba metida” su familiar, las
líneas de investigación siempre están comenzando con sus
relaciones más cercanas [1] y terminan, como es su costumbre,
señalando a las propias mujeres como responsables de sus muertes por
“andar en malos pasos”
o por “equivocarse al enamorarse de
quien no debían”.
La
sociedad en general comenzó a murmurar, a preguntar, a tener varias
versiones, a temer. Un día, una hija, hermana, madre, amiga, sale de
casa y no regresa.
Desde marzo
del 2013 existe en el Código Penal de Querétaro la figura de
feminicidio como tipo penal autónomo [2], es decir, un trato
jurídico diferenciado del de homicidio, siendo uno de los últimos
estados en tipificarlo, pese a que la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida libre de Violencia, lo exigía desde el 2007. En
su definición, un feminicidio implica que las mujeres hayan sufrido
violencia sexual antes o después de haber sido asesinadas, y/o que
su cuerpo haya sufrido lesiones o mutilaciones degradantes, que sea
expuesto en vía pública y/o dejado sin ropa, que haya antecedentes
de amenazas, abuso sexual o violencia por parte de una pareja,
expareja o familiar cercano.
Sin
embargo, tanto para las y los activistas que dan seguimiento al tema,
como para las mujeres de la entidad, en realidad es una ley muerta.
Una ley que no garantiza justicia: hasta el momento, no ha logrado
parar los feminicidios, ni que los casos sean investigados con la
seriedad y responsabilidad que conlleva entender que no son como
otros asesinatos, sino que sus características particulares hacen
que deban de atenderse como crímenes cometidos contra mujeres por el
hecho de ser mujeres. Aún más, muchas autoridades que cínicamente
muestran sus prejuicios machistas e ignorancia en materia de
perspectiva de género, desestiman los casos [3], y se niegan a
generar acciones que podrían prevenir que ocurran otros.
Desde
la diputada panista que declara que es necesario que las “mujeres
se den a respetar”, hasta el actual
Procurador de Justicia del estado que afirma que "no
es una tendencia que se le quite la vida a una mujer solo por ser
mujer", el
modus operandi, independientemente del
partido al mando, es el mismo: nombrar públicamente cada caso como
"crimen pasional",
incluso antes de que las investigaciones sigan su curso, pese a que
dicho término no existe en el Código Penal como delito o motivo de
homicidio, sino que es una estrategia de “economía
burocrática” que aprovechando los
discursos y prácticas machistas que aún permean nuestra sociedad,
busca generar sospecha sobre la propia mujer asesinada (“-algo
habrá hecho para merecerlo”),
repercutiendo en un aparente menor interés social por exigir
justicia, y por tanto, facilidades para darles “carpetazo”
lo más pronto posible.
Lxs
familiares, amistades y vecinxs de Laura Delia realizaron una
manifestación pública para exigir justicia y un alto a los
feminicidios [4]. En otros casos, las familias están tan inmersas en
el dolor que no quieren o no pueden dar seguimiento al caso. También
hubo algunos esfuerzos ciudadanos recientes para hacer una marcha que
ante la falta de convocatoria y de organización, devinieron en
grupos pequeños de promoción de artículos y clases para defensa
personal, sin estrategia a largo plazo, o interlocución con sociedad
civil organizada, ni exigencia de justicia a las autoridades.
Se
estima que diariamente ocurren 7 muertes de presunción de
feminicidio al día en México (con base en estimación de la ONU:
2,502 casos/ año 2013) [5]. Al no
haber cifras oficiales claras para Querétaro, algunas organizaciones
de la sociedad civil han tenido que rastrear los posibles casos a
través de las secciones policiacas y de nota roja de medios locales.
Según ellas, durante el 2015 ocurrieron aquí una veintena de
asesinatos de mujeres con indicios de que son feminicidios.
La
violencia contra las mujeres es aún terreno fértil para la
impunidad, actual protagonista clave para sembrar miedo y volver
títere a cualquier protesta social o reacción organizada de
autodefensa. En una sociedad que aún convierte en sinónimos amor y
celos, que impide el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, y que
castiga a quienes se salgan del “deber
ser” impuesto en relación a la
categoría de género, los cuerpos de las mujeres se vuelven
mercancía, cosas usables, desechables, reemplazables. Un “mía
o de nadie” que puede provenir de las
esferas más íntimas de las mujeres (pareja, expareja, padre,
primo), o de un desconocido que vio oportunidad de ejercer poder
sobre una mujer que se topó en el camino, o de una esfera del crimen
organizado que por ritual o por negocio decide usar los cuerpos de
las mujeres, se entremezcla con todos los discursos y prácticas que
legitiman los chistes sexistas, el acoso sexual, la violencia dentro
o fuera de casa, el asesinato por ser mujeres, como situaciones cuya
responsabilidad y motivo recaen en las propias mujeres que las viven,
y no se cuestiona ni visibiliza una estructura patriarcal y
capitalista donde el horror y la guerra contra la reproducción de la
vida requieren del control, explotación, despojo y exterminio de los
cuerpos leídos como mujeres.
En cada
guerra, desde Bosnia a Zongolica, convertir nuestros cuerpos en botín
como táctica militar para amedrentar a toda la población, con miedo
y obstáculos para la justicia, daría una explicación a nuestra
necia pregunta: ¿Por qué las autoridades desestiman estos casos?, y
nos implicaría poder colocarnos de frente a la esfinge que Rita
Segato retoma en sus actuales análisis sobre feminicidios [6], para
ahora preguntarle: ¿por qué su intención en mantener la impunidad?
Existen
experiencias en municipios queretanos (y en toda Nuestramérica)
donde parecen incrementarse intencionalmente las tasas de inseguridad
(no sólo con el paso abierto al "crimen organizado", sino
porque todo indica que son altos funcionarios y servidores públicos
quienes provocan los delitos e impunidad) para beneficiar económica
y políticamente a consultorías privadas "expertas
en seguridad", a empresarios y
académicos dizque socialmente responsables, y a administraciones de
gobierno sin importar su color [7]. En el caso de las desapariciones
de mujeres, es evidente que se benefician ellos y los dueños y
esbirros de las redes de trata y explotación sexual. ¿Cuál es en
los feminicidios el negocio redituable?
Si
cada feminicidio puede leerse como un crimen de estado (incluso,
hasta un decreto o negocio), puesto que las autoridades con dolo o
por omisión, incumplen en garantizar el derecho de las mujeres a
vivir libres de violencia o en procurar justicia a las familias,
independientemente de quién haya sido el autor material de cada
asesinato [8], ¿qué nos queda como
personas y movimientos que buscamos evitar que más mujeres seamos
asesinadas? ¿Cómo podríamos generar procesos organizados en donde
realmente podamos hacerle frente a este genocidio? A quienes somos
desaparecidxs, asesinadxs, contadxs como "efectos colaterales"
de esta guerra, nos urge conceptualizar y poner en práctica la
autodefensa, en un contexto cotidiano en que las
autoridades requieren que la impunidad sea aún el personaje
protagónico de este montaje doblemoralino de “Querétaro seguro y
próspero” en el que se están esmerando tanto.
Notas.
[1]
“Familiares de Laura Delia piden resolver feminicidio”, nota en:
http://www.tribunadequeretaro.com/index.php/informacion/5514-piden-resolver-feminicidio-en-san-jose-el-alto
[2]
“Feminicidio, una realidad que aqueja a Querétaro”, nota en:
http://lasillarota.com/feminicidio-una-realidad-que-aqueja-a-queretaro#.Vjq1BbcvcdU
[3]
“En lo que va del año, se han consignado siete casos de
feminicidios en el estado, tres en Querétaro, tres en Corregidora y
uno en San Juan del Río, sin embargo, solo dos se han catalogado
como tal", Nota:
http://amqueretaro.com/queretaro/2015/10/09/7-feminicidios-consignados-en-el-estado-de-queretaro-durante-2015
[4]
“Bajo la consigna de que no permitirán que quede impune el
homicidio de Laura Delia Carrillo Padilla, de 32 años, familiares y
amigos realizaron una manifestación en la carretera a
Chichimequillas, la cual amenazaron cerrar en su totalidad si no hay
respuesta de parte de la autoridad.”, nota en:
http://www.oem.com.mx/diariodequeretaro/notas/n3968895.htm
[5]
“Numerología de la violencia contra las mujeres en México”,
nota en: http://amnistia.org.mx/hacemosn/vmujeres/
[6]
“La escritura en el cuerpo de las mujeres
asesinadas en Ciudad Juárez”, texto en:
http://www.ceapedi.com.ar/imagenes/biblioteca/libros/342.pdf
[7]
Texto “Pedagogías de
la resistencia: De los cómo sembrar vida donde está la muerte”,
consultado en: http://pueblosencamino.org/?p=1654
[8]
“El Estado, responsable del feminicidio por no garantizar
seguridad: experta”, nota en:
http://www.jornada.unam.mx/2015/10/23/politica/016n2pol?partner=rss
Si no
fuera por la escuela,
¿quién acomodaría la harina en los estantes de los supermercados?
¿quién acomodaría la harina en los estantes de los supermercados?
Beatriz
Amor, Argentina
Cada vez
que un grupo de “eruditos” se encierra en una oficina a
organizar, planificar, decidir los contenidos que los niños y
adolescentes debieran adquirir para promover al año inmediato
superior se está garantizando que un buen número de ellos no podrá
hacerlo.
No se trata
de la “igualdad de oportunidades” repetida hasta el hartazgo, que
implica que todos tienen derecho a inscribirse en la escuela y ocupar
un asiento en un aula.
Ni siquiera
se trata de escuela pública o privada.
Sencillamente
los contenidos no podrán ser igualmente incorporados por todos.
Son
contenidos cuidadosamente elegidos para asegurar que un alto número
de chiquillos no podrá aprender.
Y la trampa
radica en la selección de esos contenidos y en quién dice que “eso”
es lo que deben aprender para pertenecer a un grupo social porque si
no “no son lo suficientemente inteligentes” o “no se han
esforzado lo necesario”.
Todas
consignas del orden de lo colonizante.
Imaginemos
por un momento que todos los estudiantes secundarios completan sus
estudios y pasan a la universidad y completan todos su carrera
universitaria.
Entonces
¿quién acomodaría la harina en los estantes de los supermercados?
Y ¿quién sería chofer de taxis, micros o camiones?
Además, si
todos fuéramos médicos, ingenieros, arquitectos, biólogos,
científicos, tampoco habría trabajo para todos. ¿Qué desastre no?
Y para
colmo nosotros, pobres ilusos adoctrinados en la cultura represora,
castigamos a nuestros hijos cuando no aprueban una materia o les
decimos “estudiá porque así vas a llegar a ser”alguien” .”
Periódicamente
se realizan evaluaciones internacionales para analizar la “calidad
educativa” y nuevamente caemos en la trampa de la cultura represora
de esperar con ansiedad los resultados para ver en qué lugar del
ranking resultó ubicado nuestro país.
Esta
es una crítica que pretende ir más allá de la consideración:
Aparato ideológico del estado
que le diera Althusser, y que sin dudas lo es.
Me parece
que va a ser muy difícil descolonizar nuestras mentes con este tipo
de sistemas educativos. Hay que revolucionarlos todos. Destruirlos
hasta que no quede ni un atisbo de lo que fueron para poder empezar a
pensar un conocimiento verdaderamente liberador que se construya
colectivamente donde el único requisito sea aprender a leer y
escribir y las 4 operaciones básicas de suma, resta, multiplicación
y división y a partir de ahí empezar todo de nuevo.
Un
conocimiento pensado para tender a un mundo igualitario, sin
opresiones de ningún tipo ni siquiera las de la jerarquía de saber
“algo” que muchos desconocen.
Dicen los
zapatistas que para poder ser miembro de las Juntas de Buen Gobierno
o Consejeros en los Municipios, no es necesario saber leer y
escribir; basta con que sea el compañero más solidario, el más
responsable, el que está atento a las necesidades de los suyos, para
ser el primero en acudir cuando hay un problema. ¡Nada menos!
Tenemos
mucho que aprender de los zapatistas y de los pueblos que
silenciosamente y a veces no tanto, van construyendo un camino en el
cual iremos a cruzarnos alguna vez, convencidos de que aún no está
todo dicho, que hay mucho por hacer y que todavía es posible.
Radicalidad:
Volver abajo. Eso es lo que nos toca hacer siempre
Rafael
Sandoval
Centro
Social Ruptura
Guadalajara,
Jalisco, México
A
propósito de la experiencia de los últimos diez años de gobiernos
progresistas, es urgente reconocer que pelear por el control de
gobiernos no es
luchar por los de abajo. Sí lo es generar rupturas reales con el
sistema, el estado, el modelo. Hemos perdido de vista mantener una
postura radical, en el sentido no de intolerancia y radicalismo
ingenuo sino de volver a la raíz. Mantener posturas coherentes que
no se sacrifican por cargos ni por las lecturas oficiales y desde
arriba. El tema no es si ahora es extractivismo o si antes fue otra
cosa. El tema de fondo es la guerra que siempre nos hace el capital.
No podemos irnos con la finta de políticas de estado de bienestar,
ahora implementadas por gobiernos progresistas. Se trata de
reconocer, aún con estas políticas y otras, progresistas o no, que
es siempre la guerra por varias vías.
Caemos
en el Estado
una y otra vez, y en políticas del capital. Muchos estamos en la
lucha. Pocos estamos en la postura frente y más allá del sistema
capitalista. Los que están bien con regímenes progresistas
defienden un discurso. Pero los años 70-80-90 y hasta ahora, siguen
torturados, desaparecidos, la represión. Es siempre la guerra.
Pensar, más que en nuevos parámetros, en recoger lo que ya tenemos,
lo que debemos aprender. Hay por fin compañeros que se empiezan a
dar cuenta por su frustración en Venezuela-Bolivia-Ecuador que el
progresismo de Estado era y es inevitablemente más de lo mismo. Hay
entonces que aprender y ello se resume en cómo mantener la
radicalidad, nuestras raíces, lo que dicen los compañeros
zapatistas de resistir pero con rebeldía, sin perdernos en las
formas y en el pensamiento y las lecturas desde arriba. Saber que
cuando la gente de abajo va a votar por los 200 pesos que le dan
porque tiene hambre, esto es posible, pero no anda creyendo
necesariamente en el discurso y las promesas de los gobiernos
progresistas, y que no nos vayamos con la finta de quien nos exige
que atendamos la demanda de quien abajo tiene hambre y que no seamos
radicales con las posturas que reivindican políticas contra la
pobreza, como si eso significara estar contra la gente común que
vota.
Hubo un
momento, hace 10 años, en el que decíamos algunos, en contravía
de la mayoría optimista y entusiasta, que gobiernos progresistas no
eran alternativa alguna. 10 años después, este otro contexto en el
que hablamos, es el de la crisis, y ahora somos todas y todos
críticos, por lo menos en este espacio, sobre la base de
experiencias y golpes directos. Pero, ¿aprendimos? El momento que
sigue, el que viene, ¿cómo debería ser? Volvemos a caer en la
trampa del neo-progresismo o sus equivalentes, o adquirimos madurez y
coherencia con una postura y critica que tenemos que tener y que no
se somete a los avatares del poder y de los de arriba. Volver abajo,
eso es lo que nos toca hacer siempre. La cooptación tiene más y
mejores resultados que la represión violenta. Hemos escuchado un
buen diagnóstico: tenemos lo mismo con las dictaduras que ahora. La
discusión autonomía vs. representación-delegación de nuestras
luchas y agendas a políticos profesionales de derecha o izquierda,
debería dejarnos lecciones claras y definitivas finalmente. Con el
capitalismo y sus estructuras e instituciones siempre es la guerra.
El poder es de ellos, del sistema. Eso deberíamos asumirlo.
Si no nos
cuestionamos la propia perspectiva y aseveramos acríticamente que es
inevitable que el Estado va a estar siempre, también es necesario
decirnos toda la verdad histórica y reconocer que se puede, se ha
podido vivir sin Estado, porque no ha estado siempre. Es una creación
e invención reciente, humana, de este sistema de dominación. De
allí que lo podemos deshacer. No es solamente un desafío sino un
camino para ir construyendo desde el aquí y el ahora y no solamente
a través de eventos extraordinarios.
En ese
sentido una aclaración: No es que el zapatismo se haya quedado ahí,
reducido a su territorio sin expandirse, sino que son eso: son
pueblos ahí. Desde ahí, hacen su parte y nos estimulan a abordar lo
mismo desde nuestras perspectivas, ante su espejo.
Así,
cuando pensamos el Estado como algo que no podemos desaparecer,
seguimos haciendo pensamiento teórico, no Pensamiento Critico. Pero
lo que no tiene sustento siquiera en evidencias es que el estado es
indispensable e inamovible y eterno. Actualmente, por ejemplo, el 80%
de los alimentos mundiales no vienen de la agroindustria, del
agro-negocio. El 60% de ese 80% vienen de campesinos e indígenas y
el 20% de huertos urbanos. Solamente el 20% proviene de la
agroindustria capitalista.
La
producción de la vida depende de la reproducción de relaciones
sociales y ni siquiera ese es hegemónico. Lo que se mantiene
hegemónico está en nuestra cabeza. Ese 20% que no nos alimenta se
lleva el 80% de las ganancias. El 80% que producimos y nos alimenta,
no lleva ganancias, solamente el 20% de los ingresos generados van
allí. Si decimos ahí que el estado está, imagínense lo que vamos
a decir de la economía.
Se trata de
dejar de reproducir al Estado y a cada quien nos toca nuestra parte.
Y, debemos decirlo con firmeza, contrario a lo que nos aseveran, nos
hacen creer y repetimos en la resignación: sí estamos haciendo
contra y más allá del estado en todas partes. El embrión de nuevas
formas de hacer: el núcleo duro de nuevas relaciones sociales, sí
existe. Es hora de buscarlo, de dejar de negarnos y de tejernos. Sólo
por creer y por estar con la cabeza de la hidra en la cabeza no
encontramos salidas más allá de las formas que nos someten. El
policía que está afuera es capaz de detenernos gracias al policía
que tenemos adentro.
La
reflexión sobre las formas de hacer política que hemos realizado en
diferentes espacios, durante los últimos años, nos han permitido
incorporar en la práctica, una actitud crítica y autocrítica
respecto del quehacer político, tanto propio como de otros sujetos.
Esto, por supuesto, de manera diferenciada en cada uno de nosotros.
Considerando
que nos proponemos formas de hacer política que estén al margen de
la perspectiva de los sujetos del capital y su Estado (y que cuando
estemos obligados a tenerlo como interlocutor-enemigo no caigamos en
su racionalidad), nos podríamos plantear un mínimo de indicadores
que nos muevan a pensar/reflexionar/escribir, de manera que
construyamos formas narrativas y ensayísticas que den cuenta de la
complejidad de la realidad de la resistencia y lucha contra la
dominación, en un lenguaje que experimente otra gramática, otras
formas de nombrar acordes con lo que se está gestando, con lo
inédito.
Reconocer a
los sujetos que emergen (con respecto a sus prácticas y formas de
hacer, principalmente) para dar cuenta-mostrar su huella, de manera
que podamos contribuir a facilitar la resonancia entre sujetos, así
la subjetividad que germina en la perspectiva de la lucha y las
nuevas formas de organización que vayan creando se compartan.
Mostrar por ejemplo si es que se enfrenta el autoritarismo en la
cotidianidad de la lucha. Mostrar cómo se manifiesta la afinidad y
la confianza entre los diferentes sujetos que luchan desde su
cotidianidad.
Reflexionar
sobre la forma en que se va incubando el “virus” de
contrainsurgencia en el ámbito de los propios espacios de los
sujetos, incluso en las manifestaciones subjetivas del hacer
político: oportunismo, espectáculo y montaje…, provocación de
acciones instrumentales, la narrativa contrainsurgente de discursos
aparentemente “radicales”; todo lo cual favorece el quitarle los
filos a la lucha por la autonomía. Para contribuir, en la medida de
lo posible, a su desarticulación e inhibición ¿Cómo es que se
expresan en cada espacio las estrategias del capitalismo? ¿Cómo se
despliega la represión y sus modos específicos?
Reconocer a
los sujetos que aparentemente no están organizados, ni que son
reconocidos como colectivos activistas (sino sólo en familia, juego
en el barrio, compas de trabajo, etc.) ¿Cómo se dan los mecanismos
y los espacios que fortalecen la comunicación como conversación,
así como la construcción de información políticamente pertinente?
Cuidar que
la agenda y el tiempo de lo que hacemos esté condicionado por
nuestra necesidad y deseo, al margen y más allá de la agenda y el
tiempo que impone el capital, a través de sus sistemas de partidos,
electorales, de gobierno, de comunicación, etc.
Reconocer
lo que nos mueve, más allá de las apariencias, pues es fundamental
el saber sobre lo que realmente nos mueve en el fondo (¿cómo es que
emerge la indignación, por ejemplo, y en función de qué
circunstancias?) ¿Qué y quién está en condiciones de convocar? Es
decir ¿qué sujeto convoca y por qué? ¿Cómo se está construyendo
un nosotros al margen de la racionalidad y el régimen capitalista?
En el
contexto de guerra, en que la estrategia de contrainsurgencia utiliza
formas de represión y terror diversas, la solidaridad entendida como
una forma de hacer política es clave. Una solidaridad que articule y
vincule tanto a quienes se solidarizan como a quienes reciben la
solidaridad, que se hermanen en el dolor que sienten en común, nos
exige evitar que se convierta en un factor que desorganice a los
colectivos.
La
lucha contra la represión implica la solidaridad entendida como
apoyo mutuo, en el respeto de lo que cada quien necesita, pero como
una forma de convencerse mutuamente de ella y vincularse en un
movimiento de resistencia y rebeldía común, donde el compromiso con
el otro sea desde la base de la lucha propia porque, como dijeran
tantas veces y de distintas formas los zapatistas, la
mejor forma de solidarizarse con nosotros es dar la lucha donde estás
y que te encuentres con otros en donde están viviendo y resistiendo,
de tal manera que la solidaridad se convierta en una forma de hacer
política no sólo defensiva.
Finalmente
un punto crítico que comúnmente no se tiene en cuenta. Hacer
conciencia de que inconscientemente reproducimos las formas de hacer
análisis del tipo que hacen los sujetos de la dominación. Pensar
desde la perspectiva del sujeto de la dominación implica que hacemos
caracterizaciones, explicaciones, valoraciones, que fundamentalmente
expresan y exponen cómo los sujetos de la
dominación se mueven, cómo se despliegan; so pretexto de saber cómo
hacen política y cómo dominan, para poder enfrentarlos. Pero se nos
olvida pensar desde la perspectiva del sujeto de la resistencia
anticapitalista y antiestatista. Es decir, de cómo hacer política
desde la resistencia anticapitalistas con contenido de rebeldía y
articulándola a la autonomía como proyecto,
de modo que desde la cotidianidad de nuestro hacer estemos creando
proyectos de autonomía en los diferentes ámbitos de la reproducción
de la vida digna, pues olvidamos que el mero hecho de hacer política
en sentido de la autonomía ya implica una manera de enfrentar el
dominio, porque hacer de manera autónoma estorba a la realización
del dominio.
Construyendo
un mundo nuevo
Hugo
Blanco
Lima,
Perú
Veamos
el mundo actual:
El planeta
está gobernado por las grandes empresas llamadas transnacionales o
multinacionales, porque están constituidas por capitales de varios
países, principalmente del norte. El país económicamente más
poderoso es Estados Unidos. En segundo lugar está China, donde
gobierna el Partido Comunista, que de comunista sólo tiene el
nombre, puesto que los funcionarios del partido y del estado son
quienes manejan en provecho propio los grandes capitales. Otros
países con poderosos capitalistas son los europeos y Japón.
Latinoamérica
y otras zonas pobres del mundo, están relegadas a producir materia
prima que sea aprovechada por los países ricos. Esto se llama
economía extractivista. Nuestra economía que debería estar basada
en lo que nuestros pueblos necesitan, está orientada a servir los
intereses de las grandes empresas transnacionales. El interés de
ellas es ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo
posible. No les importa si para eso destruyen la naturaleza y
aplastan a la humanidad.
No siempre
fue así. Para entender cómo llegamos a esto, veamos cómo estaba
organizada la humanidad en sus albores. veremos que algo de eso
queda en los pueblos indígenas, por eso se nos llama también
“originarios” o “primitivos”.
Cómo
era la humanidad originaria
Vivía en
colectividades, no había jefes, todos decidían lo que debían
hacer.- En el lenguaje actual diríamos que eran sociedades
democráticas. Mucho de eso queda en los pueblos indígenas, están
agrupados en comunidades; en algunas partes se conserva más la
democracia que en otras.
El
principio de “todos mandamos” renace inclusive en sectores no
indígenas como el “15 M” en España, “Ocupa Wall Street” en
EEUU y los jóvenes peruanos que triunfaron en la lucha contra una
ley discriminatoria anti-juvenil.
Existía
gran solidaridad.- Hay un término sudafricano, “ubuntu”, que no
es fácil traducirlo en el lenguaje moderno. Algunos intentos son:
“Una persona con ubuntu es abierta y está disponible para los
demás, respalda a los demás, no se siente amenazada cuando otras
son capaces y son buenas en algo, porque está segura de sí misma,
ya que sabe que pertenece a una gran totalidad, que decrece cuando
otras personas son humilladas o menospreciadas, cuando otros son
torturados u oprimidos.” "Soy lo que soy debido a lo que todos
somos". “Un concepto africano tradicional que encarna el valor
y la expresión del sentimiento del dolor ajeno como si fuera el
propio”. "Soy porque ustedes son" "Una persona se
hace humana a través de las otras personas" "Una persona
es persona en razón de las otras personas".
Profundo
amor y respeto por la madre naturaleza.- Se entendía que somos hijos
de ella, que sin ella no sobreviviríamos. Eso heredamos los pueblos
indígenas, nos indigna el fuerte ataque del gran capital contra
ella, que por la avidez de ganancias la ataca violentamente; luchamos
para defenderla. Ese ataque no indigna solo a los pueblos indígenas,
sectores no indígenas, cada vez mayores, también lo repudian. Por
eso crece el respeto por los pueblos indígenas. Cada vez más
personas no indígenas, apoyan y participan en nuestra lucha. Usan el
término “Pachamama”, que es Madre Tierra en quechua.
El dinero
no es la vida.- Como antes no existía dinero, en los pueblos
indígenas es mucho menor que fuera de ellos la avidez por él. Por
supuesto que la gente quiere bienestar: Tener vivienda, comida, ropa,
diversiones, alegría, descanso, compañía, relaciones sociales.
Pero en general comprende que el bienestar no depende de tener mucho
dinero.
Avance
de la civilización
Ese mundo
original, democrático, solidario, se fue debilitando con el avance
de la civilización. La sociedad fue pasando de la horizontalidad a
la verticalidad, surgieron quienes mandaban sobre otros, en algunos
casos los sacerdotes que conversaban con la divinidad o los jefes de
la guerra. Surgieron las sociedades de castas y luego las de clases
sociales.
Por
supuesto que la civilización trajo cosas positivas, pero junto con
ellas vino lo negativo, la desigualdad, las jerarquías, los que
debían trabajar para otros que no trabajaban.
En América
surgieron sociedades de castas. Los invasores europeos encontraron a
aztecas e incas. Precisamente por el debilitamiento de la solidaridad
producida por la desigualdad, fueron más fácilmente aplastados que
los pueblos libres.
En Europa
surgieron las sociedades de clases: La clase esclavista era dueña de
personas que trabajaban para ella, el dueño podía hacer con el
esclavo lo que quisiera. Luego surgió la sociedad feudal, que
consistió en que el señor feudal, dueño de un territorio
cultivable, daba pequeñas parcelas a los campesinos para que ellos
trabajen para sí y en pago debían trabajar gratuitamente para el
señor feudal. Después vino la sociedad capitalista o burguesa, en
que los obreros, por un salario miserable deben trabajar para el
dueño de la fábrica. La invasión europea de América se realizó
cuando Europa estaba en tránsito del feudalismo al capitalismo.
Extrajeron el oro y la plata de este continente, lo cual era una
acción capitalista. En el campo instituyeron el método feudal para
el trabajo de la tierra.
Levantamientos
de los oprimidos
Contra la
monarquía gobernante en Francia, representante de los señores
feudales, se levantó el pueblo oprimido en 1789. Sin embargo quien
tomó el poder no fue la mayoría de los oprimidos, sino la
burguesía. Ahí comenzó en el mundo, el dominio de la clase
burguesa en nombre del pueblo. Dicen que gobierna el pueblo, que ese
pueblo elije a sus gobernantes y que éstos en el gobierno sirven al
pueblo. En realidad las elecciones son manipuladas por la clase
capitalista gobernante, la burguesía. En la mayor parte de América
Latina ese proceso se inició con la llamada “guerra de la
independencia” en la que por la lucha de los pueblos, fueron
expulsados del gobierno los representantes de la monarquía española.
Sólo
cambiamos de amo. En el Perú teóricamente somos independientes
desde 1821, aunque en la práctica pasamos a ser colonia económica
de Inglaterra. Con el debilitamiento de ese imperio debido a las dos
guerras mundiales, pasamos, igual que los otros países, a ser
colonias económicas de Estados Unidos, ahora somos colonia de las
grandes empresas transnacionales.
En Rusia
hubo una revolución de los pobres contra la burguesía, entraron a
gobernar comités, llamados “soviets”, de obreros, campesinos y
soldados (los soldados eran muy oprimidos, los mandaban descalzos a
morir en la guerra). Desgraciadamente, después de la muerte del
dirigente revolucionario Lenin, entró a gobernar Stalin, quien
inició la sustitución del gobierno de todos los oprimidos, por el
gobierno de los dirigentes privilegiados que constituyeron una élite
burocrática. Mató muchos revolucionarios que se opusieron a esta
transformación.
Posteriormente
hubo revoluciones anticapitalistas en Yugoslavia, China, Vietnam.
Desgraciadamente en todas ellas quienes dirigieron, desde el
principio se constituyeron en burocracias gobernantes. Esos países
volvieron al capitalismo. Desafortunadamente Cuba ya inició ese
camino.
De estos
ejemplos debemos aprender que los dirigentes no manden, que quien
mande sea el pueblo organizado, que los elegidos por él para cumplir
funciones sociales obedezcan el mandato de las bases. Que no haya
re-elección de funcionarios. Eso nos enseñan los principios
zapatistas del mandar obedeciendo, practiquémoslos. ¡NO MÁS
BUROCRACIAS!
El
imperialismo
El mundo
del capitalismo es el mundo de la competencia. Los capitalistas son
enemigos entre sí. Por supuesto, cuando ven amenazados sus intereses
por la rebelión de los oprimidos, se unen contra éstos, pero lo
permanente es la rivalidad. Derivado de esto, una etapa avanzada del
capitalismo devino en el surgimiento del imperialismo, en que un país
capitalista predomina sobre los otros. La competencia entre
imperialismos produjo las dos guerras mundiales.
Como
manifestamos, la burguesía gobernante dice que es el pueblo quien
elige sus gobiernos, por eso los denomina “democráticos”, como
según ellos los gobiernos son representantes de los pueblos, deben
ocuparse de proveer, con el dinero del pueblo, los servicios
públicos: Salud, educación, electricidad, agua y desagüe,
limpieza, correo, etc. Sin embargo esto está cambiando
aceleradamente, todo eso está pasando a ser negocio de empresas
privadas. A esto se llama “neoliberalismo”, que opina que el
estado es incapaz y está muy bien que los servicios públicos pasen
a ser negocio privado de las compañías. A ese cambio denominan
privatización. Como dijimos, a las grandes empresas, y al
capitalismo en general, lo único que les interesa es cómo ganar más
dinero en el menor tiempo posible, no les importa que las necesidades
populares sean eficientemente cubiertas. Otra característica del
neoliberalismo es la globalización de la economía, que consiste en
la soberanía mundial de las grandes empresas transnacionales sin
importar los intereses particulares de los diferentes países, sino
solamente la avidez de ganancias del gran capital. Estamos viviendo
la etapa neoliberal del imperialismo y es contra eso que debemos
enfrentarnos.
Ataques
de las empresas transnacionales a la naturaleza
Por su
voracidad de dinero, las empresas atacan en diversas formas a la
naturaleza.
El
calentamiento global: Es producido
por la emisión de gases de efecto invernadero. La tierra recibe el
calor del sol, se queda con una parte y devuelve el resto al espacio.
Existen gases (anhídrido carbónico - CO2, metano – CH4, óxidos
de nitrógeno – NOx) y otros, que son llamados de efecto
invernadero porque impiden que la tierra devuelva el calor que
debiera. Así, la atmósfera se vuelve más caliente. Dichos gases
son emitidos por los carros, los aviones, las fábricas y otras
instalaciones de las empresas. Eso da ganancias al gran capital, que
prefiere ganar más dinero aunque lleve a la extinción de la
humanidad. El calentamiento causa el derretimiento de los cascos
polares y de la nieve de las cordilleras, lo que produce la
afectación de flora y fauna. La nieve de las cordilleras, con su
derretimiento natural, nutre subterráneamente manantiales que
desembocan en ríos. Por el derretimiento acelerado de los nevados
cordilleranos, están desapareciendo manantiales y los ríos son cada
vez menos caudalosos; esto es un ataque a la flora, a la fauna, a la
población humana, a la agricultura y a la ganadería. Sube el nivel
de los océanos. Provoca huracanes, inundaciones, sequías. Los
inviernos son más fríos, los veranos más cálidos. En la reunión
COP21 en París, donde debía acordarse la rebaja de la emisión de
gases, no se acordó nada, solo buenos deseos.
Minería
a cielo abierto: Antes, se hallaba
una veta, se extraía el metal, se fundía y usaba, no dañaba a
nadie. Luego se usó el mercurio que es nocivo. Ahora ya no hay
vetas, explosionan 4 toneladas de roca, lavan la arena resultante con
mucha agua con cianuro para obtener un gramo de oro. El agua es
inutilizada para el consumo humano, para la agricultura y la
ganadería. Esto es malo en cualquier parte, y es criminal en las
cabeceras de cuenca, de donde baja el agua subterráneamente para
brotar en muchos manantiales a diferentes alturas y formar ríos. Ése
es el caso de las amenazas de Conga en el Perú y Kimsa Cocha en
Ecuador.
Extracción
de hidrocarburos (petróleo y gas): Envenena
las aguas, como sucede en la Amazonía peruana donde poblaciones
selváticas quedan y sin peces. Esto, además de sus efectos en el
calentamiento global.
Deforestación:
Para la extracción de madera o
hacer plantaciones. Es un ataque a toda la humanidad, pues los
árboles absorben el anhídrido carbónico, gas de efecto
invernadero. Además es un ataque a la flora y la fauna de selvas y
bosques.
Agroindustria:
Mata el suelo cultivable debido al
monocultivo, en lugar de la rotación de cultivos (un año una
especie y al año siguiente otra) y los cultivos asociados (varias
especies en una parcela) imitando a la naturaleza y conservando la
fertilidad, practicadas por la agricultura familiar. Además la
agroindustria usa agroquímicos en abundancia: Fertilizantes,
insecticidas, herbicidas. Esto asesina la biodiversidad y envenena a
los trabajadores y al vecindario de la zona.
Así se está depredando gran parte de
Argentina, Brasil, Paraguay y otros países para cultivar
biocombustibles, alimentos para carros: Caña de azúcar, soya
transgénica, palma aceitera, etc. La agroindustria de alimentos
produce otro ataque a la humanidad: Cultiva transgénicos, OGM
(organismos genéticamente modificados), cuya inocuidad no ha sido
comprobada. Uno de sus objetivos es que los alimentos puedan ser
transportados a grandes distancias sin podrirse. Los alimentos se
trasladan antes de madurar y se los hace madurar artificialmente.
Construyen vías rápidas de comunicación, lo que malogra el medio
ambiente y daña a las poblaciones. El transporte terrestre o aéreo
al usar mucho combustible malogra el medio ambiente y contribuye al
calentamiento global.
Fracking:
Los adelantos de la ciencia y de la
técnica no están al servicio de la humanidad, son pagados por el
gran capital para aumentar su ganancia, atacando más al medio
ambiente. Es el caso de la fracturación hidráulica. Consiste en
inyectar agua con sustancias químicas a las aguas subterráneas para
extraer gas y petróleo. Debe perforarse como promedio 2,500 metros
verticalmente y otro tanto horizontalmente. Esto contamina aguas
subterráneas que han de ser bebidas por mucha gente. Además provoca
sismos. Una de las principales víctimas es la población de EEUU.
Otros
ataques: Hay infinidad de ataques,
cada día aumenta su número y su peligrosidad, mencionemos algunos:
Extracción de petróleo submarino
que envenenó el golfo de México. La prospección de ese petróleo
que mata delfines con el ruido. La formación de islas de plástico
más grandes que Francia en el océano. Contaminación de los
arrecifes de coral que mata también a otras especies marinas. El
envenenamiento del mar. La energía atómica “para fines pacíficos”
que produjo la tragedia de Fukushima. La geo ingeniería, que es la
manipulación del clima. La nanotecnología, que manipula los átomos.
Ataques
a la humanidad
Hacen
guerras como en Iraq, Afganistán, Libia, para oprimir más a esos
pueblos y favorecer a compañías que fabrican armas. En África
provocan guerras internas apoyando a jefes guerreristas al servicio
de un país imperial o de una empresa.
Extinción
de la humanidad o del gobierno de las empresas transnacionales
Como el
objetivo del gran capital es obtener más ganancias, y para ello
ataca en forma creciente a la naturaleza, produciendo la extinción
de especies vegetales y animales, dentro de menos de un siglo,
también la especie humana se extinguirá. Afortunadamente hay otra
posibilidad: Que la colectividad humana, en conjunto, desplace el
gobierno del mundo por las grandes empresas y sea ella quien se
autogobierne. A esto llamamos la construcción de otro mundo posible.
Construyamos
otro mundo
Desde que
comenzó la opresión, la desigualdad, hubo rebelión contra ella.
Espartaco, Tupac Amaru, son muestras de ello. A veces el enemigo,
tácticamente, retrocede. Otras veces se apodera de nuestras
consignas y las distorsiona. Hemos mostrado que la burguesía se
apropió de la rebelión popular contra la monarquía y en nombre del
pueblo instauró la república del capital y la llamó democracia. La
fuerza de los de arriba es que tienen en sus manos el estado, el
gobierno, con todo el aparato represivo. La fuerza de los actuales
opresores es el dinero, con el que compran todo: Gobierno,
parlamento, poder judicial, fiscales, policía, ejército, medios de
comunicación.
La
fuerza de los de abajo es que somos más. Si nos organizamos y
unimos, triunfaremos. Aprendamos de las luchas del pasado ¿por qué
fueron derrotadas? Muchas de ellas triunfaron, pero luego los
burócratas se apoderaron del triunfo
para erigirse en nuevos opresores. Rusia, China, Vietnam, donde el
pueblo pobre triunfó, por la degeneración de los dirigentes ahora
son países capitalistas, los nuevos capitalistas son los anteriores
dirigentes. Eso nos enseña que la fuerza que triunfó, la
colectividad, debe gobernarse a sí misma,
no debe entregar su triunfo a un dirigente o a un grupo de ellos. Eso
aprendieron muy bien los indígenas zapatistas que aplican los
principios del mandar obedeciendo. La que manda es la asamblea, los
elegidos para cumplir funciones, obedecen. No eligen una persona,
sino un grupo de varones y mujeres. Luego lo reemplazan por otro
grupo, no hay re-elección. Ningún elegido gana un solo centavo,
pues si le pagaran se esforzaría para que le paguen más.
Debemos
aprender de las luchas del pasado y del presente, nos enseñan mucho,
pero no debemos copiarlas, pues cada época es diferente, cada país
también, como lo son las regiones en cada país. Hay generalidades
válidas, por ejemplo que el capitalismo gobernante no va a permitir
que el pueblo oprimido llegue al poder por medio de elecciones. Dejan
que participe en las elecciones, muestran eso como señal de que las
elecciones son democráticas, permiten que una minoría de izquierda
llegue al parlamento, pero por supuesto tienen la garantía de que el
poder ejecutivo y la mayoría parlamentaria estén en manos de ellos.
A veces, cuando ven el peligro de insurrección, permiten que lleguen
gobiernos “progresistas”, que recortan algunos privilegios del
gran capital, pero mantienen lo fundamental del sistema. Luego, como
no se puede hacer una revolución a medias y el capital les sabotea,
estos gobiernos se desprestigian y vuelven al gobierno los
representantes del gran capital, como sucedió en Argentina, está a
mitad de camino en Venezuela y también sucederá en Ecuador y
Bolivia.
Esto no
significa que no debemos participar en elecciones, a veces es
correcto hacerlo, aprovechar las expectativas populares de escuchar
planteamientos políticos. Precisamente debemos aprovechar la campaña
para decir la verdad sobre cómo debiera estar organizada la
sociedad. Mostrar que la economía está al servicio de las grandes
empresas y cómo debiera organizarse en beneficio de la población.
Que el orden público no debe estar en manos de la policía corrupta
y sirviente de las transnacionales, sino debe estar constituida por
miembros elegidos desde abajo y revocables por el pueblo, lo mismo
que los jueces y los fiscales. Que las empresas gobernantes no van a
permitir que el pueblo oprimido tome el poder en sus manos y que solo
la lucha de los de abajo cambiará la situación.
Pongo como
ejemplo lo que hice: Había un espacio de TV gratuito para los
candidatos. Me tocó ir luego de que el gobierno ordenó un alza de
precios de los productos de primera necesidad y la central obrera
decretó una paralización de protesta. Ante la TV denuncié la
actitud del gobierno y me pregunté: “¿Cómo combatir ese ataque?
¿Votando por mí? ¡No! ¡Esto no se arregla con las elecciones, se
confronta con la lucha social! ¡Voten por cualquiera pero todos
debemos estar como un solo puño en el paro para hacer que sea
exitoso!” A las pocas horas me apresaron y en un avión militar me
enviaron junto a otros luchadores a un cuartel antisubversivo en
Argentina. Fui el candidato de la izquierda más votado.
Si no
usamos la campaña para señalar que solamente la lucha social
cambiará al país, le hacemos juego al engaño de los poderosos, nos
convertimos en “la izquierda que la derecha necesita”.
Ahora en
Latinoamérica las luchas populares son principalmente contra el
extractivismo, economía impuesta por las grandes empresas. Otras son
contra el asesinato de combatientes, contra la criminalización de la
protesta.
Hay
desafíos a los gobiernos impuestos por el gran capital: En Guerrero,
México, la policía comunitaria armada. En el Cauca, Colombia, la
Guardia Indígena, en el norte peruano las rondas campesinas. En
Cherán, México, han sido expulsados los partidos políticos del
sistema y la población elije al Concejo Mayor de Gobierno Comunal,
compuesto por 12 personas. Ellos nombran a la policía municipal que
cuida del orden público y vigila el ingreso al municipio. En
momentos en que escribo esto, el pueblo de Haití está en las calles
exigiendo la salida del presidente, entre las fuerzas represivas
están las tropas enviadas por los gobiernos “progresistas” de
Bolivia y Ecuador. En el Perú trabajamos para que las luchas se
enlacen entre sí lo más posible, comenzando por regiones, por un
objetivo común como las luchas anti-mineras. Esperamos que logren
coordinarse a nivel nacional.
Por otra
parte está bien enlazarnos internacionalmente entre activistas como
lo estamos haciendo en “Pueblos en Camino”. Aprendemos y
enseñamos mutuamente.
No debemos
desdeñar a quienes no participan en estas luchas pero trabajan por
construir otra sociedad contra las imposiciones del gran capital:
Quienes cultivan productos alimenticios ecológicos y coordinan con
organizaciones de consumidores de ellos. Practicantes de medicina
alternativa contra la imposición de los grandes laboratorios.
Practicantes de la educación alternativa. Los “custodios de
semillas” que en rechazo a las semillas transgénicas y a la
privatización de las semillas, coleccionan diversas variedades de
distintas especies, las canjean, las distribuyen, las difunden.
Quienes crean monedas locales para el intercambio de bienes y
servicios y no para atesorar. Los obreros que toman la fábrica en
sus manos y distribuyen las ganancias entre ellos, tienen el apoyo de
la sociedad que les rodea, ellos también la apoyan.
El
subcomandante Marcos dijo: “No se trata de tomar el poder sino de
construirlo”.
Sobrevivir
la barbarie y vivir el tejido
Alonso
Gutiérrez Navarro, México
Hoy la
apuesta está sobre la vida porque la muerte es la regla;
difícilmente está en el horizonte aquella máxima marxista de
“socialismo o barbarie”. La barbarie es la vida cotidiana y al
vivir legitimamos el horror. Parecería una entrada catastrófica
igual que cualquier llamado amarillista o el anuncio de una etapa
apocalíptica, pero no es el sentido. La barbarie está en la pérdida
de límites del capital y el avance en la reproducción y producción
de cada ínfima parte del ser humano y de la naturaleza como
mercancía. La vida puede ser producida o aniquilada según los
intereses del capital.
A mi
generación le tocó nacer en la derrota. Tiene que ver con la caída
del muro de Berlín y las caídas consecutivas de lo que surgía como
resistencias. No es una derrota en el sentido que vislumbraba otro
sistema que le hiciera frente al capitalismo sino porque simplemente
lo contenía. Ahora vivimos el terror de la etapa neoliberal y su
avance sin frenos. La derrota tiene que ver con la imposibilidad de
creer, hacer y construir horizontes de posibilidad y resistencia.
En
nombre de los pueblos y en nombre de la construcción de otros mundos
posibles hemos visto cómo se enarbola el mismo sistema para gritar
somos la renovación del sistema
que hizo creer a muchos que eran la alternativa. La derrota también
consiste en tratar de salir del pozo y volver a caer, agotando la
mirada de posibilidad ahí dónde sí la había. Las consecutivas
derrotas generan experiencia -de quienes luchan- de frustración, de
cansancio, de utopías inalcanzables y de que nada vale la pena. Lo
cual es aprovechado por el sistema con la promesa de éxito, de la
alegría y la felicidad y la libertad individual a toda costa.
Existe
otra opción de la derrota: el muerto en vida: Para el pueblo
mexicano, la mejor representación es la hecha por Jis y Trino en la
película el Santo vs Tetona Mendoza,
los zombis de Sahuayo.
Donde la vida expresa la funcionalidad
al sistema, los zombis viven y alimentan el sistema hasta que son
muchos y estorban. Existirán mientras sea necesario o en los
volúmenes de seres humanos que puedan hacer que funcione la
maquinaria. El muerto en vida es la consagración de un sistema que
con una mano te alimenta a cambio de tu trabajo y por el otro te
desecha cuando ya no eres útil.
Esa
polaridad entre la vida y la muerte crea un ellos
y un nosotros,
como los señalan los compañeros zapatistas (no se trata de dos
bandos ni del resultado de pensamiento dualista; se refiere a
condiciones de reproducción de la vida). En el ellos,
la muerte es un medio para seguir avanzando, el poder encarnado en la
deshumanización y en las prácticas fascistas que persiguen. El
ellos que
también es el arriba, es hostil, devastador y penetra por todos
lados. No va dejar ningún rincón fuera de su alcance. Ese ellos
es visible, claro, pero también y con más frecuencia, no es visible
y este se ha convertido en el más peligroso, el falso
nosotros. Es que este impide que haya
claridad del rumbo, del camino por trazar y va cansando a los que se
iban concientizando. El falso
nosotros(ellos) se levanta en nombre de
la democracia, de la libertad, de la pobreza, de los pueblos, del
socialismo, del marxismo, del anarquismo, de la clase, de la minoría,
de la diferencia, del cambio, de los de abajo, de todo aquél que
pueda cooptar y decide ser la
vanguardia, la verdad
histórica, el movimiento
de masas, la base
popular, el cambio
verdadero y revolucionario,
la clase elegida,
el gobierno del cambio,
el sujeto revolucionario…
y al decir lo que va siendo, flexible, sin escrúpulos, camaleónico,
olvida lo que le dio origen. Luego de usarlo, de servirse de todos
los modos con desvergüenza y conmovedora soltura, se enmascara de
sus luchas, historias, sangre, voces, cuerpos, tiempos, ritmos,
poéticas y verdades llenas, plenas e inabarcables y lo suplanta con
gestos y discursos apropiados y oportunos. Porque parece fácil
montarse en los pueblos y los movimientos… pero la cuestión, la
verdadera, la pendiente está, sigue estando en transformarse junto,
con y en ellos.
En
el nosotros
se genera un horizonte de posibilidad entre los Si y los No que
decimos y hacemos en el mundo y en el cual construimos con otros. Eso
implica en todo momento estar dispuesto a incomodarse, a seguir
buscando, a salirse del yo y el ego. A que la emancipación
signifique también la autoemancipación. A que la solidaridad se
teja desde lo humano. A que la ética se vuelva política y la
otredad una realidad. Incomodarse a veces significa no quedarse con
la primera estrategia y a la sabiduría de reconocer el cambio y el
camino cuando el primer Sí que diste junto con otros puede entrar en
contradicción. Cuando el contexto cambia de modo que ahora, en este
nuevo momento, el No que se pronuncia no es igual al primer Si que se
dio. Se entreteje una concatenación de sís
y nos
que solamente se puede construir en colectivo, en la escucha de los
otros nosotros y con el horizonte de la vida. Que no puede
acumularse. Que no puede lucirse como la presa capturada una vez y
por la que merecemos la salvación eterna, el reconocimiento
permanente, el paraíso y el respeto de los que quedaron y merecen
estar abajo. La construcción de esos espacios de vida sólo tiene
sentido y posibilidad ahí dónde el nosotros
existe. Ahí donde el colectivo es un proyecto de vida, ahí dónde
la práctica le da sentido al existir.
La
construcción de espacios de vida mira de frente a la muerte que es
la regla. Ese es su criterio de decisión. Me parece que desde
Pueblos en Camino se intenta que el tejido entre pueblos y procesos
ilumine los espacios de vida, la creación de posibilidades de mundo.
Que el nosotros
adquiera sentido en la forma de tejer, evitando con rebeldía y rabia
señalar el destello que ilumina más o que permite imaginar o
construir más. Creo que se trata de reconocer la vida ahí dónde se
encuentre, la nuestra,
para seguirle haciendo frente a la muerte que se ha enseñoreado
como único destino en esta maquinaria capitalista.
¡Baile…
pero Luche!
(y viceversa)
Tomás
Astelarra
Córdoba,
Argentina
“Bienvenido
al Apocalipsis”
Carrero o
reciclador urbano a caballo en Marcha de la Gorra contra la violencia
institucional en Córdoba.
“El
apocalipsis ya llegó, sólo estamos esperando que baje la nube”
Eduardo
Damato (ecologista de San Marcos Sierras)
“!
Excelencia! basta de profecías apocalípticas ya sabemos que el
mundo se acabó
¿Catastrofista?
¡Claro que
sí!
Pero moderado”
Nicanor
Parra (poeta chileno)
Es
imposible atravesar estos tiempos que corren y obviar ese apocalipsis
o pachakuti en que las más diversas culturas y visiones de nuestra
historia nos sitúan. El parto de este nuevo mundo, si es posible, es
a través del paso por la oscuridad, la confusión, el caos...(y todo
desde un vientre castigado, despreciado, angustiado...). “El
error consistió en creer que la tierra era nuestra cuando la verdad
de las cosas es que nosotros somos de la tierra”, reconoció el
poeta Nicanor Parra y aclaró: “Buenas Noticias: la tierra se
recupera en un millón de años. Somos nosotros los que
desaparecemos”. Entonces quizás mejore un poco el análisis
descartar la soberbia humana de hacernos poseedores de los destinos
del planeta, el espacio, las plantas, animales y demás seres vivos,
para enfocarnos en nosotros mismos, en nuestra sobreviviencia o
superviviencia como especie. Y si podemos reducir un poco más el
ámbito, concentrarnos en nuestra comunidad, nuestra familia,
nuestras propias acciones. Porque está visto que la solidaridad, la
lucha, la militancia... es también un gran verso captado o coptado
por el estado o las empresas, amen de soberbias individualidades que
enmascaran en su discurso y acciones, su propio deseo personal de
sobresalir, encantar, dominar, ser soberbios... Y por otra parte, lo
comunitario también se ha transformado en un discurso, siendo que su
gen, es apenas un residuo decadente en algunos pueblos ancestrales
que cuando no son exterminados, cargan sobre sus espaldas años de
resistencia, ahora también factible de ser envasada en una cultura
etno for export.
Como tantos de nosotros, han adquirido la democrática posibilidad de
poder hacer lo mismo que los grandes empresarios y dueños del mundo:
vestir su propio envase y luchar por estar lo más alto posible de la
góndola (bien lejitos de la tierra).
Si
alguna enseñanza nos deja el paso por el dizque
ciclo progresista latinoamericano es que la política, al igual que
la religión, no es un campo que deba ser delegado en otras personas,
sino que debe ser asumido responsablemente de forma individual, para
luego consensuar con la comunidad, y recién, quizás, después, con
otras comunidades. Comenzar de nuevo un proceso de alquimia social
que hoy es evidente, se fue al carajo. Hoy más que nunca son las
instituciones las que formatean a la gente y no viceversa. Si la gran
trampa del cristianismo fue hacernos creer que Dios es algo externo a
nosotros, la del capitalismo fue convencernos de que podíamos
depositar las decisiones de nuestro territorio en un presidente o
parlamento, incluso en nuestros propios dirigentes sociales,
sacándonos de encima el peso, el costo, de las decisiones. Putear es
fácil, gobernar, crear comunidad, no tanto. En eso sigue presente la
llama incandescente del zapatismo, la nueva experiencia en Kurdistan,
los ancestrales ayllus aymaras, los jipis cordobeses y todas las
experiencias comunitarias y de organización popular que pueblan el
continente de forma sutil e invisible y que día a día van tejiendo
las redes de este nuevo mundo en parto. Las bautizadas “Arcas de
Noe” por Raúl Zibechi. Quien en alguna entrevista aclaró:
“La
forma de acumulación capitalista es una forma de guerra, de
destrucción de los pueblos. Los movimientos populares tienen que
actuar como el campesino ante una planta nueva: cuando hay una planta
nueva que está creciendo, el campesino no la pone en medio de la
calle que la pisen, sino que la protegen. Los movimientos sociales lo
que tenemos que hacer es proteger una parte de nuestra estructura. Si
no, estamos entregados a los medios, a la inteligencia, a la
represión y la persecución. Decidir la visibilidad cuando sea
conveniente, pero no visibilizarla todo el tiempo. Los militantes
tenemos que saber que esto no es para dos días, sino que se necesita
una militancia permanente. El pueblo a veces se desespera y lucha, y
está muy bien. Pero hay una permanencia cotidiana de organización
de actividades, de convocatorias, de abrir espacios, que es
fundamental, sin la cual las energías populares se dispersan o
alguien las
utiliza
para conseguir un cargo”.
Es
posible que los gobiernos progresistas producto de las revueltas
populares que conmocionaron el continente a principios de siglo hayan
representado un respiro para estas organizaciones. Algunas fuentes de
financiamiento, una mejora económica y de cobertura social que
permitió dejar de lado las urgencias y concentrarse en la
construcción de largo plazo. También provocaron flagrantes
deserciones, liderazgos perdidos en la función pública y quizás la
certeza de que todos esos reclamos y pobladas contra el
neoliberalismo del fin del siglo XX tenían más de urgencia
económica que de convicción política. Las mejoras económicas de
los gobiernos progresistas para los sectores populares implicaron no
sólo la desmovilizaron proyectos autonómicos como las asambleas
barriales en la Argentina, sino también modificaron las pautas de
consumo en pueblos como el boliviano, donde, a pesar de las
esperanzas, el acceso al poder de líderes indígenas y comunitarios
no sirvió para cambiar el paradigma de desarrollo capitalista, sino
todo lo contrario, ampliaron el margen de inserción a un esquema
obsoleto de producción de bienes y niveles de confort basados en el
extractivismo y por ende, la represión de otros pueblos, también
indígenas y comunitarios, con la desdichada suerte de permanecer en
esos cada vez más numerosos puntos donde el sistema apuñala las
venas abiertas de América Latina.
Y es ahí donde el reflujo del egoísmo capitalista, de ese mundo
orquestado para una minoría de la población, se muestra más como
estrategia de dominación que como un rapto de generosidad. Es ahí
donde se multiplica la hidra capitalista, azuzada por los medios de
información, sustentada en el miedo y la ignorancia que los
gobiernos militares y neoliberales supieron sembrar en el continente,
quizás también en una razonable claudicación de aquellos que
hartos de soportar la miseria, la represión y discriminación, la
obvia dificultad humana para crear una nueva conciencia, decidieron
mirar a un costado protegidos por una pantalla discursiva que mostró
esa breve claudicación de los dueños del poder como un cambio
profundo en las formas de hacer política desde el estado. Nos
vendieron las migajas de una harina de soja como un pan casero. Y
entonces la cholita boliviana pudo comer en restaurantes de lujo con
el dinero de la minería y los jóvenes argentinos cargar el mote de
“militantes” con jugosos sueldos provenientes del monocultivo de
soja. Entonces perdimos el norte de aquella ecuación que decía:
“Consumo=Muerte” y los paramilitares llegaron a Bolivia para
permitir el avance de las cooperativas mineras sobre los pueblos
altiplánicos y el veneno del glifosato comenzó a sembrar una
epidemia de cáncer en la pampa argentina. Ésta vez, con el apoyo
mayoritario de la población, que no quiso que nadie viniera a juzgar
ni quitarle su bien merecido confort y consumo, a contarle su
procedencia, a decirle que aquellos brillantes envoltorios estaban
manchados de la sangre de los pueblos. Como dijo alguna vez el
humorista Tato Bores refiriéndose a la Argentina:
“Que país
generoso. Yo no entiendo en que momento nos despelotamos tanto. Si
éramos un país inmensamente rico, multimillonarios éramos. Lo malo
de esta fertilidad es que una vez, hace años, un hijo de puta sembró
un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT.
Aunque no recuerdo bien si fue un hijo de puta que sembró un
almácigo de boludos o un boludo que sembró un almacigo de hijos de
puta”.
Un amigo
anarquista también decía: “10% de hijos de puta, 10% de seres
conscientes, y 80% de boludos a los que convenció el primero de
jugar a la modernidad mientras mata a los segundos para luego seguir
con el resto”.
Los
gobiernos progresistas avanzaron en muchas reivindicaciones políticas
y sociales y también encararon una importante batalla cultural.
Salvo excepciones discursivas como las del Pepe Mujica o de
organización de otro tipo de producción alternativa como los
proyectos comunales de Hugo Chávez, la batalla cultural (y
productiva) no estuvo centrada en el consumo, que hoy sabemos
claramente, es el principal causante de este bendito descalabro
mundial. Escuchar a la presidenta Cristina Kirchner decir con orgullo
que Argentina es el principal consumidor de caramelos y que gracias a
su gestión ahora los pobres comen caramelos, o que el gobierno de
Evo Morales muestre como orgullo y reivindicación de los pueblos
indígenas bolivianos el rally Dakar o el satélite Tupak Katari.
Escuchar al vicepresidente Linera decirle a los pueblos campesinos de
Santa Cruz que para sostener la universidad de sus hijos hay que
multiplicar por diez la frontera agrícola para exportar granos a los
países dizque desarrollados. Pero sobre todo, encontrar que una
buena parte de la población antes marginada, hoy se siente incluida
en ese consumo y muchos movimientos sociales en vez de empoderar sus
autonomía, han decidido relajarse en la dádivas del estado. Y
dentro de esa batalla cultural perdida, de esa sociedad consumista,
individualista, ignorante de los verdaderos problemas globales,
hermética y aséptica, ajena no sólo a los conflictos ambientales
sino a la estructura productiva criminal que sustenta su consumo, los
gobiernos empresariales pudieron vender el “cambio”, el
“progreso”, el combate a la “corrupción” y el
“narcotráfico”; de la misma manera que la Coca Cola vende
botellas “ecológicas”. Bolivia, el país que exportó al mundo
el concepto de “pachamama” muestra hoy los mayores índices de
crecimiento en el consumo de este producto inútil, perjudicial para
la salud, en manos de una empresa cómplice del asesinato de
sindicalistas colombianos, desabastecimiento de agua en comunidades
campesinas de India y otros infinitos males de este sangrante
presente globalizado. “No lo podía creer. El esfuerzo de años de
lucha por mejores condiciones laborales de repente servía para
comprar televisores plasma, autos de lujo y espectáculos baratos”,
me confesó alguna vez un militante del Sindicato de Trabajadores de
Subte y Premetro de la Ciudad de Buenos Aires, una de las
experiencias de sindicalismo independiente más rutilantes de la
Argentina post 2001. La lógica del consumo lo inunda todo y tiene
las mil máscaras de esta hidra capitalista. Algunas experiencias
sociales y comunitarias se sirven de él para empoderarse a través
de proyectos de economía social que plantean otras lógicas de
trabajo, redes de distribución, comunicación y consumo en sí
mismo. Algunos cambian su forma de vida acorde a esa austeridad que
no es pobreza sino dignidad. Muchos la utilizan para acceder a esa
opulencia que tarde o temprano se vuelve mentira y pobreza de
espíritu. Así nos decía Pablo Solana, vocero del Frente Popular
Darío Santillán de Argentina en un balance a diez años del 2001:
“Hoy
expresamos una propuesta de organización social, de trabajo, que
valen la pena y que es una semillita. No es que se cambió la
sociedad ni se cambió una lógica de pensar la producción, pero se
demostró en una escala testimonial que es posible que los compañeros
laburen y vivan con una subjetividad distinta, menos alienada, menos
explotada. El 2001 potenció muchas experiencias nuevas que
aprovecharon la crisis del modelo para proponer cambios radicales en
las formas de organización social, laboral, comunitaria, de toma de
decisión, de participación política. Muchas de esas experiencias
se replegaron o encontraron sus límites. Una parte tuvo que ver con
cierto reflujo en las condiciones económicas, más changas, volvía
el laburo aunque fuera precario. La gente dejó de participar.
También hay que aclarar que esas nuevas formas implicaban riesgo.
Hubo muertos el 19 y 20, y hubo muertos el 26 de junio (la llamada
Masacre de Avellaneda con la que el gobierno de Eduardo Duhalde
aleccionó al movimiento piquetero), y algunos dijeron: a ver si
viene algo más tranqui.
Hay que leer el 2003. El kirchnerismo fue una respuesta, y no
necesariamente indiferente para quien quiera leer que pasó del 2001
al 2011. Se da una respuesta parcial, sistémica, prolija. Más allá
de las contradicciones del chavismo, allá hay un estado facilitador
de estas experiencias, que libera posibilidades, recursos, para que
el pueblo se las apropie y potencie su propia experiencia. ¿Qué se
hizo acá con los movimientos asamblearios? Se les dijo: ya está.
Quizás si hubieran hecho una ley de consejos comunales, una ley de
presupuesto participativo, que la comunidad tenga que decidir sobre
su territorio... Y había con qué: había una sociedad que podía
dar más. No hacer una revolución violenta, sino apropiarse de más
instancias de participación y decisión. Pero lo que vino como
respuesta institucional fue dar unas soluciones por arriba (derechos
humanos, cambio de la corte, salarios…) y un aplacamiento por abajo
que es lo que hace que hoy estemos hablando de “puchitos” de
buenas experiencias. Nosotros nos replegamos en nuestras aspiraciones
de querer cambiarlo todo. Tuvimos que acomodarnos a lo que algunas
políticas públicas nos dijeran que íbamos a poder hacer en cuanto
a consolidar nuestros proyectos productivos autogestivos, que los
teníamos planificados, pero necesitábamos algunos recursos. Algunos
de esos proyectos, después de diez años, están funcionando, como
la bloquera que comenzó Darío Santillán” (líder
piquetero y víctima de la Masacre de Avellaneda).
En medio de
este caos o pachakuti o apocalípsis, muchas de las clases populares
renunciaron a sus aspiraciones de dignidad en pos del consumo, o
vieron en el consumo una forma de dignidad. También crearon nuevas
formas de economía por “abajo” que aprovechan las grietas del
capitalismo para ofrecer alternativas de consumo y crecimiento
económico pero dentro de la propia lógica del extractivismo y
explotación que plantean los de “arriba” (como bien describe la
socióloga y militante Verónica Gago en su libro “La Razón
Neoliberal (economías barrocas y pragmática popular)”). En
Bolivia el gobierno de Evo Morales es apoyado por los movimientos
sociales (hoy fragmentados) pero también por un poderoso
empresariado popular aymara que ha visto en la debacle de las
políticas neoliberales una posibilidad de empoderarse
económicamente. Sus lógicas de consumo, salvo matices, no difieren
de las de sus antecesores. Sus formas de extractivismo y represión
tampoco. A la par, muchos hijos de la clase empresarial y dominante
encararon a ciegas nuevas formas de vida, renunciado a las
comodidades de las ciudades para acercarse a la Madre Tierra, el Buen
Vivir, fomentar el uso de las plantas medicinales ancestrales, o los
frutos autóctonos, a través de cooperativas que también luchan por
el acceso al agua de las población campesina, conscientizando sobre
el avance de la soja, los agrotóxicos, el uso de químicos para
frenar las tormentas, amén del saqueo inmobiliario y turístico.
Resucitar el uso del adobe, el machete y la asada, la comida sana, el
tiempo libre para los niños, la huerta en casa, las peñas
solidarias y el encuentro entre mundos. También infringir una fuerte
herida en el lugar que más le duele al sistema: el consumo. ¿Cómo
bucear en nuestras contradicciones para ver el ellos en nosotros (y
viceversa), el pasado en el futuro (y viceversa), el aliado en el
enemigo (y viceversa), el todo en la nada, la luz en la oscuridad
(siempre en en reversa o viceversa)? ¿Cómo desvelar, develar,
revelar, rebelar, las máscaras de esta hidra capitalista? Cómo
aceptar estas contradicciones y seguir tejiendo la resistencia?
Con
alegría. Baile pero Luche
es el lema de los Eternos Inquilinos,
banda de cumbia sudaka rosarina a la cual un militante colombiano le
aclaró meses atrás luego de una conferencia zapatista, que más o
menos, ese es el lema de los ancestrales campesinos vascos.
Descolonizarnos
desde las prácticas de vida:
Las
alternativas ya están en los territorios
Constanza
Cuetia
Comunera
Indígena del pueblo Nasa
Quito,
Ecuador
El
camino transitado por los mayores y las mayoras de los territorios
indígenas, afros y campesinos, es hoy nuestra guía espiritual para
seguir soñando y luchando por nuestros planes de vida y por el Sumak
Kawsay (pueblo Kichwa). Recuperar la
memoria de nuestros pueblos y defender los territorios de la codicia
del capitalismo es fundamental para seguir perviviendo.
“El
sumak kawsay viene a ser entonces toda esa riqueza espiritual que hay
en los pueblos indígenas, la memoria en sí misma. La filosofía de
vida que existía sobre aprender a comprender el ser de la
naturaleza, el ser del espacio. (…) Para Occidente la naturaleza no
tiene vida y por tanto es mercancía, se la ve como una opción
mercantil, por lo tanto tenemos que aprovecharnos y explotarla. Pero
desde el mundo indígena es todo lo contrario: la naturaleza tiene
vida y siendo nosotros sus hijos tenemos que cuidarla”.
(Kowii, 2014)
Hay una
crisis del pensamiento en los pueblos indígenas: un mayor en el
Cauca manifestaba que “el pensamiento está enfermo”, se refería
a que el factor económico, dinero, es lo que nos interesa ahora,
que ya no hacemos el trabajo con compromiso como se hacía antes, que
antes se trabajaba sin un centavo y el trabajo en colectivo era más
constante. Recordamos el llamado que nos hizo el Programa Familia en
el Congreso del Consejo Regional Indígena del Cauca - CRIC:
“Cuando
nació el CRIC, había plena claridad de la necesidad de incidir los
diversos espacios institucionales. Esta tarea está sin desarrollos
contundentes. Desafortunadamente, hay una preocupante desviación de
los llamados líderes o representantes que entran a ocupar los
diversos espacios de la institucionalidad. La meta no era asegurar
únicamente el salario de la persona; sino de avanzar a re-significar
las instituciones bien sean estatales o privadas. Cuando se nos dice:
“la ley no lo permite, eso no se puede”; lo que estamos es
acomodándonos dentro del sistema dominante. Es la manera de agachar
la cabeza, es decir, de rendirnos. Es entregarnos al enemigo. Es como
traicionar el proceso que tanta sangre ha cobrado para lograr su
crecimiento. Hay que trascender y dar el paso hacia la construcción
del país donde quepamos todos. En este sentido y en nombre de tantos
caídos, invitamos a una Desobediencia Civil. “Si actuamos todos
como uno solo, nadie puede detenernos””.
(CRIC, 2013)
El legado
de nuestros antepasados antes de la conquista es importante conocerlo
y valorarlo no para mirar con nostalgia sino para reconocernos en los
principios del pensamiento andino que se vivencian en todo el Abya
Yala. La reciprocidad ha sido fundamental para la resistencia de los
pueblos, en donde la diversidad es una gran riqueza en nuestro
pensamiento, costumbres y alternativas de vida. Tenemos una
convivencia con nuestros compañeros afros y campesinos, con un
pensamiento común arraigado en nuestro estar relacionados con
nuestra Madre Tierra.
Articulado
al principio de complementariedad, se encuentra en las sabidurías
andinas, el principio de reciprocidad, que refleja su dimensión
pragmática y ética. A cada acto que se da en el orden del Pacha,
corresponde como contribución complementaria un acto recíproco,
requiere correspondencia, reciprocidad simbólica, entre el orden del
cosmos, la naturaleza, el ser humano, entre seres humanos y sus
construcciones culturales; lo que rompe la visión fragmentadora y la
oposición que entre éstos ha hecho la racionalidad occidental
hegemónica y que las mira como opuestas y antagónicas.
(Guerrero, 2010)
Las
conexiones espirituales a través de los pensamientos, de los sueños,
de las imágenes, las crónicas, entre otras, nos llevan a entender
mejor el pensamiento de los pueblos indígenas. Por ejemplo, el sueño
es una guía espiritual, nos conectamos a través de este con
nuestros antepasados, se conversa con ellos. Si logramos reconocer
que nuestro pensamiento está enfermo, podemos a través de la
palabra digna y coherente tejer alternativas y soluciones a nuestros
problemas.
Reconocer
el pensamiento propio y crítico es difícil si lo hacemos
individualmente, pero si estamos en colectivo mirando la hidra
capitalista que nos carcome y si decidimos organizarnos para
enfrentarla y cortarla de raíz podemos avanzar en fortalecer y
defender nuestro pensamiento propio. Los zapatistas nos llaman a
juntarnos en la palabra coherente para hacer frente a la tormenta.
Muchos lo podemos pensar desde la espiritualidad, desde la
organización, desde la movilización pero “hay que correr” como
dice el sub Moisés.
A
nosotras, nosotros, zapatistas, lo que nos interesa es conocer más
de cómo resistimos y enfrentamos las muchas cabezas del sistema
capitalista que nos explota, nos reprime, nos desprecia y nos roba.
Porque no es sólo por un lado y de una forma que el capitalismo
oprime. Oprime si mujer. Oprime si empleado. Oprime si obrero. Oprime
si campesino. Oprime si joven. Oprime si niña o niño. Oprime si
maestro. Oprime si estudiante. Oprime si artista. Oprime si piensas.
Oprime si eres humano, o planta, o agua, o tierra, o aire, o animal.
(…) Si nos interesan otros pensamientos es para ver si es que es
cierto lo que vemos que viene, de una crisis económica tremenda que
se va a juntar con otros males y va hacer mucho daño a tod@s en
todas partes, en todo el mundo. Entonces si sí es cierto que viene
eso, o que ya está, pues hay que pensar si sirve hacer lo mismo que
se ha hecho antes. Pensamos que tenemos que obligarnos a pensar, a
analizar, a reflexionar, a criticar, a buscar nuestro paso propio,
nuestro modo propio, en nuestros lugares y en nuestros tiempos.
(EZLN, 2015)
Haciendo
una mirada grande de cómo estamos organizándonos en la educación,
en la salud, en la jurisdicción propia, dentro de un sistema que nos
cobija y no nos permite abrir camino al pensamiento propio sino que
al contrario lo ahoga, vemos que nos falta mucho pero que si rompemos
esos paradigmas de la escolarización, podemos transcender a lograr
la autonomía soñada por nuestros y nuestras mayoras. Hoy vemos en
nuestras comunidades indígenas cómo ha sido de difícil implementar
una educación propia en medio de la institucionalidad, de acuerdo a
leyes del gobierno. El hecho de tener que responder a una disciplina,
reglas, normas de cómo pensar, sentarse, bajar la cabeza, entre
otras, son formas que se ven en las escuelas donde la libertad del
pensamiento se encarcela. Descolonizarnos desde las prácticas de
vida es fundamental, las alternativas ya están en los territorios,
regadas pero existen.
La falta de
coherencia en nuestro actuar organizativo nos inquieta al presenciar
que las agendas de las organizaciones indígenas responden más a la
institución que a la misma comunidad, donde se manda sin obedecer a
la comunidad. Cada vez nuestro buen vivir y nuestros planes de vida
están en mayor riesgo. Cómo la cooptación se ha adueñado de
nuestro pensamiento, nos han comprado por un beneficio de
acomodarnos, de cerrar los espacios participativos, de volvernos
perezosos para cuestionar lo que está sucediendo. Antes el enemigo
era el terrateniente, el hacendado, pero ahora el enemigo se creció,
las multinacionales se están adueñando de nuestros territorios y
están acabando con la vida toda.
En esta
época donde el capitalismo avanza con violencia, privatizando
nuestro pensamiento por un materialismo del lujo y comodidad, las
afectaciones a la Madre Tierra, como son: las represas, la minería a
cielo abierto, el fracking, la tala de bosques, los monocultivos,
entre otros proyectos de muerte, son difíciles de enfrentar y ahora
la lucha debe ser defender a nuestra Madre Tierra de la
privatización. Los que defienden la vida, son enemigos del sistema y
por este delito, son asesinados, desplazados, exterminados. Cada vez
más se privatiza el agua que ya tiene dueños. La humanidad está en
peligro, la vida toda: ¿Qué podemos hacer? Como dice Hugo Blanco “a
qué ética estamos respondiendo, si es la de la civilización, la
humanidad se acaba y si es la ética indígena pues vamos a responder
a la defensa de la Madre Tierra”.
Es difícil
pensar diferente en medio de tanta frialdad e indiferencia, pero la
dignidad y la semilla del pensamiento propio nos mantienen de pie y
nos permiten respirar profundo para repensar y continuar nuestro
camino.
Nos
hemos olvidado de pedir permiso para entrar a los lugares sagrados
(lagunas, montañas, ríos, entre otros – espacios donde viven los
espíritus), hoy los han convertido en lugares turísticos. Cuando
hablamos del corazonar,
muchos se ríen; son incrédulos cuando decimos que las piedras
tienen vida, que las plantas nos hablan, y que los animales también.
Este es un mundo ajeno, que no se comprende desde el sentir. Que
somos hijos de la Madre Tierra y que pertenecemos a ella no se
entiende en medio de un mundo materialista donde el sistema nos dice
que debemos trabajar como esclavos, para tener una casa, un carro,
pagar unas vacaciones; muchos lujos que deben ser cumplidos y
realizados. Hoy vemos cómo nuestro pensamiento está enfermo y que
desde ahí se piensa, se decide, se actúa y nos vamos insertando
cada vez más al sistema desde la salud, la educación y la
organización. Nos creemos superiores. Por eso afectamos nuestro
territorio y a nuestra Madre Tierra.
Entender
que cada vez envenenan más el agua, que ya no llegan los tiempos de
siembra y que debemos esperar a que el clima se acomode en medio de
la alta contaminación por las grandes industrias y por la minería.
Que las lluvias ya no caen para regar las plantas y que todo está
desordenado; el ciclo vital, el ritmo de Uma Kiwe, está perdido en
la turbina de la contaminación. Las nuevas generaciones ya sufren
enfermedades desde el nacimiento. Enfermedades que antes sólo se
tenían cuando se llegaba a la edad mayor. Hoy en día nuestros niños
y niñas ya no se alimentan con productos orgánicos. Ahora se compra
la cebolla, el tomate y las verduras en el supermercado cuando antes
se podían cultivar en la huerta de la casa para el consumo de la
familia y para la venta. Pero para poder vender se necesita que
siembren en grandes cantidades, monocultivos para el mercado
transnacional y estos requieren fertilizantes y venenos. Ya nuestras
bebidas tradicionales como la chicha de maíz blanco, el guarapo de
caña de azúcar, están siendo reemplazadas por las bebidas
embotelladas. Tenemos mucho por cuestionar y mirar si continuamos en
ese consumismo abismal.
Jeo
Ciclos, indígena nasa, ha estado acompañando el proceso de la
Liberación de la Madre Tierra en el norte del Cauca. Fue uno de los
tantos heridos gravemente por el Esmad3
cuando intentaban desalojarlos de la finca La Emperatriz en mayo del
2015. El muy alegre nos comparte un poco lo vivido:
Yo
no estoy sólo, vivo dentro de una comunidad. Yo soy adulto y mayor.
Tengo mis cinco sentidos. Soy consciente de lo que pasó, pero hay
jóvenes que esto no lo alcanzan a asimilar. Esto me sirvió tanto de
experiencia: es para que nos apropiemos más de lo de nosotros, lo
propio. Lo que me pasó en la mano, con la alimentación que he
tenido yo, ya estoy recuperado. Lo que me pasó a mí era para tres
meses de recuperación según el especialista. Cuando me hicieron la
primera cirugía me dijeron ‘dentro de 20 días es la segunda
cirugía’. Cuando miraron la mano y estaba totalmente seco, los
médicos dicen: “¿porqué sanaba tan rápido?”. Y cuando me
hacen los exámenes salí bien en todo y me dicen “¿y usted qué
come?”: yo como mote, maíz, frijol, guineo sancochado, zapallo.
“Usted va sanando como arte de magia”. Pero yo todo se lo debo al
proceso del tul (huerta). Ésta recuperación tiene que ver con la
alimentación. Esto que era para tres meses lo saque en 15 días.
(Ciclos, 2015)
Hoy
nuestros jóvenes preguntan: “¿cómo se puede hacer economía sin
afectar a la Madre Tierra?”. Caemos en el dilema de cómo
sobrevivir, pensamos en el hoy pero el futuro de nuestras
generaciones ¿cómo va a ser? ¿Cómo volvemos a pensar y actuar con
el corazón?, ¿alimentar la semilla del pensamiento propio?
¿alimentar los principios del pensamiento andino? "Hay que
confiar en los runas (personas), no en los que están al lado del
pueblo sino en los que somos pueblo."
(Pérez, 2015)
“En
el Abya Yala, tenemos gobiernos progresistas que se sirvieron de la
gente de base. A nombre de la izquierda proclamaron el respeto a la
madre tierra. Hoy vemos cómo en Bolivia y Ecuador las agendas
responden al modelo capitalista. Por más discursos que debatan en
que hay que hacerle al desarrollo para suplir necesidades, se está
entregando cada vez más el territorio a las multinacionales mineras.
“los
progresismos gubernamentales parecen haber optado definitivamente,
bajo la presión de actores globales como endógenos, por un
“realismo
modernizador”
y la política de la “medida de lo posible”, lo que es a menudo
el mejor derrotero para justificar la renuncia a cambios
estructurales en una dirección anticapitalista””.
(Pueblos en
Camino, 2015)
Hoy
son inspiración Hugo Blanco, luchador de la primera reforma agraria
en el Perú, que camina con dignidad a sus 81 años en todo el Abya
Yala. Gentes que no se han dejado comprar; Máxima Acuña, mayora que
defiende las lagunas de las montañas donde se encuentra el proyecto
minero Yanacocha explotando oro en Cajamarca - Perú. Muchas y muchos
defensores del medio ambiente, guardianes del agua que hay en
diferentes rincones del mundo. Las comunidades que se encuentran en
la Liberación de la Madre Tierra en el norte del Cauca. Alternativas
del Wet Wet fxinzeni
en el pueblo Nasa y muchas otras que demuestran que sembrando la
propia comida, las plantas medicinales y defendiendo el territorio se
puede vivir en armonía con la Madre Tierra. “El buen vivir es
estar juntos todos los seres vivos. No hay ricos ni pobres, hay una
forma de vida armónica: sin violencia, sin discriminación, sin
envidia”. (Dorado, 2015)
¿Cuándo
nos vamos a mirar a los ojos, tocarnos los cuerpos, encontrarnos en
el afecto, descubrirnos como seres humanos con los otros seres de la
vida y no dejarnos comprar, ni engañar, ni cansarnos -como dicen los
zapatistas- y detener el horror? Porque los zapatistas han creado
territorios libres de economía, de malos gobiernos, que es el
capital. Y en esos territorios y desde esos territorios, donde hay
justicia, donde hay libertad y donde hay dignidad; nos han convocado
a todas y todos a enfrentar la tormenta que viene porque el planeta
no tiene más espacio. Y tanto el territorio de nuestros imaginarios
como los de todo el planeta están siendo destruidos. Grecia queda en
mi corazón, en mi cuadra y en este barrio. La Liberación de la
Madre Tierra es conmigo, el agua es la vida de todas y todos.
(Rozental, 2015)
Nuestro
pensamiento andino seguirá siendo semilla y nuestro corazón se
agrandará para estar en equilibrio y en armonía con la Madre
Tierra. El
pensamiento andino todavía se camina, como forma de integrar a los
pueblos indígenas, campesinos y afros de los diferentes territorios.
Nos identificamos a través de la colectividad, siempre estamos
intercambiando, dialogando, sintiendo, pensando, soñando y
expresando en comunidad.
Referencias bibliográficas:
Ciclos,
Jeo, entrevista de Tejido de Comunicación. Liberador
de la Madre Tierra
(14 de Mayo de 2015).
CRIC,
Programa de la Familia del Consejo Regional Indígena de Cauca -.
«Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca - ACIN.»
Semillas
para redireccionar y fortalecer nuestra organización del CRIC.
16 de Junio de 2013.
http://www.nasaacin.org/index.php/informativo-nasaacin/3-newsflash/5856-semillas-para-redireccionar-y-fortalecer-nuestra-organizacion-del-cric
(último
acceso: 20 de Junio de 2013).
Dorado,
Mauricio. Primer
campaña de promoción, visibilización y reconocimiento de inventos
para el Wët wët fxizenxi en el norte del Cauca: Crónicas de los
recorridos realizados por 16 inventos.
Santander de Quilichao, 2015.
EZLN,
Comisión sexta del. Pensamiento
crítico frente a la hidra.
México, 2015.
Guerrero,
Patricio. Corazonar.
Una antropología comprometida con la vida.
Quito: Abya Yala, 2010.
Kowii,
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(último acceso: 21 de Diciembre de 2015).
Pérez,
Carlos. «Nasaacin.org.» Nasaacin.org.
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(último
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Pueblos
en Camino. «Pueblos en Camino.» El
ciclo de los pueblos se teje mientras el progresista del sistema se
derrumba.
31 de Diciembre de 2015. http://pueblosencamino.org/?p=2133 (último
acceso: 1 de Enero de 2015).
Rozental,
Manuel. «Pueblos en Camino.» Desbordando
la economía para superar el horror.
19 de Agosto de 2015. https://www.youtube.com/watch?v=VvNxwI-mGao
(último acceso: 8 de Octubre de 2015).
Hacia un
objeto de deseo político
Confesiones
políticas desde el sur
Bárbara
Natalia Sierra Freire
Quito,
Ecuador
Estáis
muertos no habiendo vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo
ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los
cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino. El no haber
sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde
jamás. Orfandad de orfandades. Cesar
Vallejo
En esta
ocasión no haré un discurso que argumente acerca del proceso vivido
por la izquierda latinoamericana en el marco de los llamados
gobiernos progresistas. Creo que muchos pensadores a lo largo del
continente ya lo han hecho y bastante bien, desde distintas posturas
teóricas y políticas y estoy segura además que la mayoría de los
habitantes de esta región ya conocen estos planteamientos.
Es
interés de este diálogo hablar más bien desde mi particular
experiencia, desde lo que vi, viví y sentí en el contexto de la
puesta en escena del proyecto modernizador del Siglo XXI. Se podría
decir que lo que intento es hacer una hermenéutica de mi experiencia
y desde allí realizar algunas interrogantes que me atormentan desde
hace algún tiempo atrás.
Debo
aclarar que la experiencia vivida, si mucho tiene de subjetividad
particular, responde por otro lado a una suerte de subjetividad
colectiva de quienes fuimos considerados la izquierda infantil,
es decir la izquierda que expresó el desacuerdo con el proyecto del
progresismo en el sub-continente. La izquierda, diría yo, que
comulga con la crítica que desde la sabiduría de los pueblos
ancestrales se hace a la promesa moderna,
El
objeto se desvanece
En
las décadas del neoliberalismo, años ochenta y noventa, nos tocó
resistir el embate de las políticas más perversas del llamado
Ajuste Estructural, así como la inevitable fragilidad de muchos de
los relatos revolucionarios de origen europeo, básicamente de origen
marxista, producto de la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, la
voluntad de lucha que había marcó la dinámica social en las dos
décadas neoliberales y fue la que sostuvo la esperanza de que Otro
Mundo es Posible.
Para ese entonces, los planteamientos políticos pensados en el marco
de la cosmovisión de herencia ancestral, al menos en lo que tiene
que ver con el Ecuador, marcaban otra manera de entender los procesos
de resistencia, otra manera de entender la utopía que manifestaba la
huella de otro deseo político. En el horizonte de la lucha se
dibujaban las primeras alusiones al Sumak Kawsay, entendido como otra
apuesta civilizatoria distinta a la del progreso moderno capitalista.
Muchos de
los y las luchadoras de los movimientos sociales, particularmente del
movimiento indígena, que venían de la izquierda marxista, se vieron
interpelados por el saber ancestral. De cierta manera aprendimos a
aceptar los límites de la apuesta política heredada de la
revolución socialista europea y la cubana, límites que tienen que
ver con su origen civilizatorio, es decir, las coordenadas de la
modernidad capitalista y su ideología del progreso. Este
reconocimiento sin duda fue un gran avance para la izquierda
latinoamericana y específicamente para la ecuatoriana, pues
fortaleció los procesos de descolonización del pensamiento
revolucionario.
Sin
embargo, no pocos compañeros y compañeras de la izquierda seguían
atrapados en la ideología moderna del progreso, el desarrollo y el
crecimiento económico, en definitiva, en la promesa de la
civilización occidental. Lamentablemente fueron ellos los que
apoyaron el proyecto progresista como forma de modernización de
nuestros pueblos, es decir de integración a las lógicas
capitalistas más depredadoras. La imposibilidad de descolonizar su
pensamiento de las imposiciones ideológicas del poder capitalista,
así como la incapacidad de aceptar los límites que la teoría
revolucionaria de origen europeo tiene en nuestras formaciones
culturales, les llevó a ser no solo cómplices, sino autores del
fracaso del llamado socialismo del Siglo XXI.
Al final,
lo que hicieron es repetir la tragedia del XX como comedia del XXI.
Si a la luz de los nuevos planteamientos de transformación que
vienen desde los mundos ancestrales la Revolución Rusa no hizo sino
mantener y profundizar la depredación capitalista, dirigida desde el
Estado, lo que los progresismos latinoamericanos hicieron es repetir
y completar lo que se empezó con el proyecto soviético, sin
siquiera poner en duda el régimen de propiedad, como sí lo hizo la
Revolución de Octubre. Su “revolución” del XXI no hizo otra
cosa que abrir las puertas a la modernización más devastadora y
destructiva que hayamos tenido, sobre todo si pensamos desde los
mundos de vida indígenas y campesinos.
Los
progresistas del XXI hicieron una copia mal hecha de la Revolución
de Octubre que sólo benefició al capitalismo en la región.
Lograron actualizar los mitos y leyendas del colonizador, sus
símbolos, sus héroes, sus deseos. Se ha repetido y afirmado una vez
más la historia del colonizador. Se ha vivido lo que ya vivimos
muchas veces (explotación y opresión). El progresismo ha renovado
la farsa ideológica del capitalismo, que de tanto creerla real la
materializó en programas políticos, económicos y culturales que
han vuelto a colonizar a nuestros pueblos. Quisieron hacer realidad
sus fantasías coloniales, se inventaron una sociedad del progreso,
el desarrollo y el crecimiento que realmente nunca existió, a no ser
en sus mentes delirantes. Una década y más después, la fantasía
del progreso se arruina y Latinoamérica, como era de suponer, entra
nuevamente en las crisis cíclicas del capital donde éste la va, una
vez más, a devastar.
Una época
desperdiciada, tirada al muladar civilizatorio del occidente
colonizador. Cuando no hay un referente político real, propio y
concreto, la resistencia se trastorna y se pierde en delirios que
crecen y la enredan en farsas ideológicas, de las cuales es cada vez
más difícil salir. La fantasía-utopía potencia la vida cuando
posibilita la construcción de nuevos sentidos de realidad, es decir
cuando alimenta la capacidad poyética de la humanidad. Pero cuando
la fantasía no es poética sino pedagógica, al contrario de dar
esta apertura a la creación de mundo la cierra. Eso fue lo que
sucedió en estos últimos años. Atrapados en la ideología del
progreso entramos en el círculo vicioso de los ciclos del capital.
Hacia un
nuevo objeto del deseo político
Creo, con
temor a equivocarme, que el objeto del deseo que aún mueve la
voluntad de la izquierda son los valores que encontraban su expresión
histórica en la utopía Socialista, la misma que de alguna manera se
hacía visible en los intentos del Socialismo Real desarrollado en la
ex Unión Soviética y en la Cuba de Fidel. La caída del Muro de
Berlín y el fin de los progresismos se termina de llevar entre sus
escombros ese objeto del deseo político atrapado en las nociones de
la modernidad capitalista. Así, estamos en el umbral de otro
acontecimiento.
En
este sentido pienso que es una necesidad impostergable re-inventar la
ilusión, un otro objeto que motive nuestro deseo. La explotación,
la opresión, la miseria, los abusos, los maltratos no sólo que no
han disminuido, sino que han aumentado y las respuestas, que
ciertamente las hay, no alcanzan a movilizar el deseo de la
transformación. El deseo de otro mundo necesita de un objeto
aprehensible que ya no es el Socialismo, no porque como propuesta no
tenga validez, sino porque dejamos de creer en él. La idea de Otro
Mundo es Posible
parece decir mucho y al mismo tiempo nada. Quizá por esto es que no
creemos en ella.
La ausencia
de un objeto del deseo político para la transformación puede
sumergirnos en el cinismo, la apatía, el conformismo y el
consumismo. Así, discursivamente podemos definirnos de izquierda
mientras que nuestros actos prácticos obedecen las lógicas del
poder. Este abismo entre lo que decimos y lo que hacemos es resultado
de haber extraviado el objeto de nuestro deseo político. Sin esta
certeza existencial todo lo que pensamos o decimos desaparece en
nuestra vida cotidiana, en nuestros actos diarios.
La
ausencia del objeto del deseo ha terminado por enclaustrarnos en las
academias, en unos casos y en el Estado y las ONGs en otros. Es
decir, nos ha alejado del cuerpo del mundo: de sus dolores, de sus
alegrías, de sus tristezas, de sus ilusiones. Enajenación que nos
convierte en seres solitarios que dejamos de existir para el otro y
con el otro, que no somos capaces de ir más allá de nuestro interés
particular. Seres sin voluntad, seres sin fe, sin promesa y sin
porvenir.
Hemos
ciertamente dejado de caminar. Confundidos en los imperativos
cotidianos no somos capaces de fecundar una nueva ilusión por miedo
a perder una aparente seguridad que soporta una existencia que cada
vez es más falsa. Apoyados en mil argumentos muy inteligentes y
razonables justificamos el des-compromiso real con la vida como deseo
y movimiento. Pero detrás de la palabra se encubre el miedo a lo
incierto, a lo no dicho, a lo no pensado ni previsto, el miedo al
porvenir, el miedo a lo distinto. Detrás de la palabra que encubre y
miente está nuestra existencia atrapada fatalmente en la maquinaria
del orden social, sirviendo como pieza del engranaje del poder, pero
al fin y al cabo segura.
Construir
un nuevo objeto del deseo político revolucionario exige la voluntad
de detener la mecánica en la que acontece nuestra vida y poder decir
No Más. El No que suspende nuestro vínculo, nuestra alianza
implícita con la lógica social, que elimina el soporte simbólico
que sostiene nuestra existencia social integrada. Después del No
quizá podamos construir un nuevo objeto del deseo revolucionario que
simplemente puede ser el deseo de seguir diciendo No y provocar con
esto que el sistema, como apariencia esencial, se vaya derrumbando en
su inconsistencia. Deseo de movimiento, de devenir, deseo oportunidad
de lo distinto, aunque lo distinto sea lo incierto y lo azaroso o más
bien por ello mismo.
El deseo de
lo otro es deseo de desenlace, desear que se desaten los lazos que
sostienen este orden de miseria planetaria. Que se deshagan las
lógicas del poder de dominación en todos y cada uno de los ámbitos
de la vida social, desde las instancias macro sociales a las
instancias micro sociales. Más que un mundo nuevo, que ciertamente
es una gran ilusión, deseo que este mundo capitalista acabe, se
destruya, colapse.
La mecánica
del mundo capitalista que organiza la rutina de nuestra vida
cotidiana detiene el deseo de lo otro que es deseo de devenir y de
por-venir. Lo otro es el espacio y el tiempo de la fecundidad de lo
distinto. Ser lo otro siempre inadecuado a los poderes, que no puede
ser representado en un modelo civilizatorio, ni apropiado por un
partido político o movimiento social. El deseo de lo otro está más
allá de los proyectos estatales y sus verdades políticas. La
fecundidad es así la relación con el porvenir irreductible al
poder.
El deseo de
lo otro es deseo de lo infinito e ilimitado del por-venir que no se
complace con las retóricas de lo posible, sino que busca lo
imposible, la aventura de la existencia infinita. Quizá cuando nos
dejemos atrapar por este nuevo deseo podamos mirar con más claridad
el tema de las alianzas, es decir sepamos aliarnos con el próximo y
no con los mismos y el mismo. Aliarnos para provocar el
acontecimiento que nos ponga más allá de las coordenadas
hegemónicas, que nos ponga en el camino sin retorno al capitalismo,
que es sin lugar a equivocación nuestra co-responsabilidad cotidiana
e histórica…
Es
mi deseo profundo fecundar para poder morir contenta de saber
que he vivido.
Hacer
que se larguen y acompañarnos a vivir de nuestros muchos modos
Vilma
Almendra
Comunera
Nasa del norte del Cauca, Colombia
Santander
de Quilichao, Cauca
El desafío
que nos convoca individual y colectivamente desde Pueblos en Camino
no tiene como propósito reclutar ni que se nos sumen, como ya lo
hemos dicho antes: “nuestras historias y caminos reflejan nuestra
vocación de sumarnos a y desde horizontes comunitarios, reconocer,
aprender, aportar a los caminos de los pueblos con la Madre Tierra
frente a la amenaza de exterminio y por la resistencia y superación
del Capital-Modernidad y de la conquista” (Pueblos en Camino,
2014). En ese sentido, compartimos las siguientes reflexiones tejidas
a algunas luchas que nos siguen mostrando cómo nos están empujando
a la muerte y cómo seguimos enraizando palabra y acción para la
vida.
Nos
están empujando a la muerte
Nos están
arrinconando, nos están sometiendo, nos están capturando, nos están
explotando, nos están despojando, nos están secuestrando la vida y
nos están empujando a la muerte. Esto fue lo que quedó claro
durante el Congreso Nacional Indígena realizado en el 2013 en
Chiapas, donde decenas de hombres y mujeres del México profundo y
otros países, sentaron su palabra de dolor y denuncia frente a la
agresión del capital, pero también contagiaron con alegrías,
resistencias, luchas y autonomías que siguen caminando por la vida.
De esta manera, lo expresó la compañera Miriam, en representación
de la Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional-EZLN:
Como
Ejército Zapatista de Liberación Nacional hacemos nuestro todo lo
que está pasando en todos los rincones de nuestra patria mexicana,
porque son los mismos problemas que padecemos todos, despojándonos
de nuestra madre tierra, aire, agua, riquezas naturales. Pero los
malos gobiernos neoliberales y las empresas transnacionales reinan
con el dinero, y por eso imponen proyectos de muerte en nuestros
territorios. Pero como pueblos originarios y dueños de las riquezas
naturales tenemos que defender a como dé lugar, sin importar las
consecuencias, porque nuestra madre tierra, con ella vivimos y con
ella respiramos. Pero el mal gobierno y las empresas transnacionales
quieren adueñarse de lo que es nuestro, y cuando defendemos nos
persiguen, nos encarcelan y nos matan. Nos acusan de transgresores de
la ley y nos condenan a muchos años de prisión, como si fuéramos
delincuentes. En cambio, ellos son los verdaderos asesinos,
delincuentes, vendepatrias. Ellos están libres, como si no fuera
delito todo lo que han hecho con nosotros, porque sus leyes que
tienen, y con sus leyes se protegen […]
(Comandanta Miriam, 2013)
Ellas y
ellos siguen insistiendo. Por esto dos años después, durante el
Seminario de Pensamiento Crítico frente a la Hidra Capitalista
realizado en el 2015, también nos reiteraron que lo que viene va a
ser peor y que tenemos que estar preparados para defendernos de la
tormenta que se avecina para que no nos sorprenda dormidos sino en
digna resistencia y rebeldía. Ellas y ellos nos convocaron a
reconocer la magnitud de lo que nos está pasando y cómo el capital
se sigue reproduciendo en cabezas de hidra que nos someten, explotan
y capturan. Al mismo tiempo, nos desafiaron a promover el
pensamiento crítico en todos los ámbitos para construir nuestras
autonomías y emancipaciones. Justamente porque la reproducción del
capital necesita la destrucción de la vida para acumular, es que hoy
más que nunca nos están arrancando de la tierra, despojando de
nuestros haceres y explotando para alimentar la codicia
transnacional.
[…]
La historia del capital es una historia que hemos resumido más de
una vez en cuatro “Ex”: Todo lo que ha hecho el capital en todas
partes es Explorar
para conseguir los recursos que necesitan. Explotar
esos recursos y a la gente que trabaja produciéndolos. Excluir
los recursos que no necesitan y a la gente que le sobra. Exterminar
finalmente, porque, miremos el mapa del planeta, dondequiera que el
capital se ha desarrollado, al final deja desiertos y destrucción en
todo el planeta. Desiertos y destrucción son los campos en África,
Latinoamérica y en Asia, que han explotado hasta sacar lo que había
para transformarlo en mercancía y no dejar nada, contaminarlo todo.
Los huecos de las grandes minas a cielo abierto, ese es un tipo de
desierto […] (Rozental, 2015)
De
allí que es importante reconocer que aunque muchas y muchos en cada
rincón de nuestra Madre Tierra, hemos venido sintiendo y resistiendo
el dolor que causa cada herida, cada despojo, cada muerte, cada
captura, cada agresión contra nuestros pueblos, fueron las y los
zapatistas quienes desde las montañas de Chiapas nos convocaron
globalmente para convertir nuestro dolor en digna rabia y en palabra
y camino de vida. De ahí que cada día nos queda más claro que
aunque existe un proceso progresivo del capital transnacional para
resolver su crisis y seguir reproduciéndose a costa y en contra de
los pueblos y de la Wma Kiwe
(Madre Tierra), estamos ante un contexto más difícil que nos exige
re-conocerlo y re-conocernos de cara a éste. Apolinar García,
indígena nasa, curtido luchador, recuperador y liberador de Wma
Kiwe, desde la finca Bodega Alta en el
resguardo indígena de Huellas Caloto del norte del Cauca colombiano,
nos hace un llamado a pensar críticamente lo que nos está pasando y
a reconocer que:
(…)
nos
han venido metiendo en la dinámica del gobierno. Nos obligan a
cumplir las políticas de Estado y nos limitan nuestros ámbitos
propios. Por ejemplo, con las transferencias que recibimos en los
Cabildos, nos siguen invadiendo política e ideológicamente y hemos
dejado lo nuestro abandonado. El sistema se nos está metiendo por
todas partes. La invasión es peor ahora que hace 500 años, nos va
llevando. Muchos estamos felices pero ni siquiera entendemos, sólo
maniobramos porque nos dicen, no porque pensamos con el corazón.
(Conversación colectiva, enero 23
de 2016).
Seguramente
este sea un momento-movimiento de quiebre que nos confunde, que nos
rompe, que nos deshilacha, que nos corre el piso porque ahora es más
difícil definirnos como un nosotros de abajo contra un ellos de
arriba. Ahora mismo, frente a la tormenta que desnuda de un tajo a
las izquierdas, a los progresistas y a quiénes se ufanaban del bien
común; a muchas y a muchos que fácilmente se identificaban con los
abajos pero que con sus actos oportunistas y razones prácticas y de
conveniencia, se están moviendo con los arribas; a nosotros y
nosotras mismas que en medio de la confusión, hemos estado tentados
a calcular y a callar para evitar que nos excluyan, en últimas,
llenándonos de impotencias intolerables que nos carcomen las
entrañas. Frente a este contexto, es un imperativo re-conocernos y
re-tejernos para resistir desde la rebeldía y consolidar autonomías
para la madre vida, entre pueblos y procesos.
Enraizando
palabra y acción para la vida
Al
rondero no le afecta,
el frío
ni el aguacero,
defendiendo
sus lagunas,
de
llanques, poncho y sombrero.
Los
pueblos están unidos,
porque
son fuertes los ronderos,
luchando
por una causa,
en
contra de los mineros.
Este año
2015,
todas
las bases nos prepararemos,
los
mineros con sus armas,
y el
pueblo manos limpias pelearemos.
Pensaron
que nuestro pueblo,
no
sabemos pelear,
aquí
hay ronderos valientes
que
se hacen respetar […]
El
anterior es un fragmento del poema que recitó la niña Alizabeth
Mayta Llamoctanta contra el proyecto minero Conga, durante el Primer
Encuentro Internacional de los Pueblos Guardianes del Agua y la Madre
Tierra realizado en el 2014 en Cajamarca Perú, en el que dejó claro
el sentir de un pueblo que no se calla, que no se rinde y que no
permitirá que la sed del oro seque la vida toda contenida en las
lagunas. Es un hecho palpable que la resistencia, la dignidad, la
rebeldía, la valentía… también es global y así como en México
los dolorosos acontecimientos de Ayotzinapa dispararon
momentáneamente las movilizaciones sociales, y los padres y madres
de los desaparecidos junto con las y los normalistas siguen exigiendo
la aparición con vida y castigo a los
culpables. También en otros parajes de
nuestra Madre Tierra sus hijos e hijas se siguen territorializando,
enraizando, ombligando, semillando y movilizando por la vida que el
capital busca arrancar. De igual forma, en diciembre de 2015 durante
el Encuentro de Pueblos realizado en Argentina, una de las
participantes así lo manifestó:
Lo
que estamos haciendo es un Foro Nacional sobre los pueblos, porque a
los pueblos originarios, a los pueblos de afuera y más a nosotros
que somos los de la villa, nos estamos uniendo para poder luchar por
nuestra tierra, para poder defender lo nuestro, donde vivimos, donde
viven nuestros hijos, donde estudian y donde queremos seguir […]
Porque es un pueblo que se levanta para defender su lugar, su vida,
su tierra, su educación, su salud. (La
Poderosa, 2015)
Además
está claro, que ante la confusión no podemos negarnos a movernos
desde nuestro propio hacer individual hasta con las colectividades
que siguen emergiendo en defensa de la vida toda. Igualmente, tenemos
la responsabilidad de incomodarnos para entender que no podemos
seguir haciendo lo mismo mientras todo cambia y cuando lo que estamos
acostumbrados a hacer cómodamente ya no sirve ni para sobrevivir.
Nos urge mirarnos al espejo para re-conocer la máscara que nos
amarra al capital y nos impide tejer relaciones muy otras. Nos urge,
romper las fórmulas, quemar los manuales, olvidar las certezas,
quebrar nuestros propios colonialismos para tener la capacidad de
estar siendo y compartiendo nuestros dolores y alegrías con otras y
otros. Necesitamos nombrar y nombrarnos de maneras otras para
enfrentar la tormenta y la hidra que nos carcome por dentro.
Necesitamos de la fuerza, la dignidad y la sabiduría de pueblos,
procesos y luchas todas que defienden sus territorialidades
defendiendo la madre vida. Necesitamos re-conocer en realidad quiénes
somos y cuál es la máscara que se nos ha impuesto para dominarnos.
Todas y todos tenemos el desafío de re-nombrarnos para seguir
hilando nuestro tejido de reflexión-acción desde lo local-global
emancipador.
Francia
Márquez, mujer negra, partera, paridora de vida y luchadora en
defensa del territorio, como muchas otras en nuestro Abya Yala, lo
está haciendo y nos está convocando a tirar la máscara que nos ha
impuesto la conquista para re-conocernos con las y los otros y para
que la dignidad aflore en cada palabra y acción que parimos para
defender la vida misma. Las y los invito a sentir las palabras de
esta compañera, en un fragmento de su intervención mientras las
mujeres negras del norte del Cauca, en noviembre de 2014, se tomaron
la sede de la Casa Giralda del Ministerio del Interior, en la ciudad
de Bogotá, para exigir a las diferentes institucionalidades
encargadas, la salida de las máquinas mineras de su territorio:
[…]
Nos declararon que éramos perturbadores de mala fe en nuestros
territorios. ¿perturbadores de mala fe, pregunto yo?. Cuatrocientos
años aportándole a la construcción de este país ¿y somos
perturbadores de mala fe? Cuatrocientos años desangrando a nuestro
pueblo ¿Y somos perturbadores de mala fe? Cuatrocientos años
enriqueciéndole los bolsillos a otros y empobreciéndonos nosotros
¿Y somos perturbadores de mala fe? Necesitamos esa respuesta clara,
porque nosotros no somos ningunos perturbadores. Lo que hemos hecho
es construir la paz en este país, y es la paz verdadera, no es la
paz de discurso, no es la paz con las armas. Es la paz de crear y
parir hombres y mujeres de bien, eso lo hemos hecho como comunidades
negras.
Cuantas
mujeres de nosotras se han desplazado de nuestros territorios, para,
mientras ustedes están en estas oficinas, ellas están criando a sus
hijos, inculcándoles valores a sus hijos ¿Y somos perturbadores de
mala fe? ¿Cuantas de nosotras tienen que ir a casa de familia a
lavarle los calzones a muchas? ¿Y somos perturbadores de mala fe?
[…] (Márquez, 2015)
Ellas
y ellos del lado de la vida, están agrietando el
tiempo socialmente necesario que les
han impuesto para ejercer la máscara que el capital les ha asignado;
están siendo permanentemente palabra y acción tejida al territorio,
por tanto, no separan pensar y actuar; ellas y ellos son práctica
teórica y teoría práctica que camina haciéndole preguntas a la
realidad y respondiendo a sus necesidades cotidianas y de largo
aliento para defender la vida y permanecer en su territorio. Ellas y
ellos del lado de la vida, no necesitan de nuestra caridad porque ya
nos están ayudando, están gestando y criando semilleros de
pensamiento y acción críticos frente a la hidra capitalista. Ellas
y ellos del lado de la vida, con cada gesto por liberar Wma
Kiwe sacando los monocultivos, las
mineras, las hidroeléctricas, las petroleras, las madereras y todo
proyecto de muerte que desangra la vida toda, ya nos están
abrazando. Ellas y ellos del lado de la vida,
[…]
quieren
sentirnos en compañía con una franqueza y ternura, con una rabia y
claridad que nos convocan tanto a decirle que se largue todo aquel
que ha usurpado nuestra palabra y vida para aprovecharse de nuestro
dolor y alegría, a la vez que, en el mismo movimiento, nombrarnos
para ayudarnos y acompañarnos para vivir, por fin, a nuestros muchos
modos, lo que es simultáneamente resistir
[…] (Intercambio virtual con Manuel Rozental, diciembre de 2015).
Referencias
bibliográficas:
Pueblos
en Camino (2014) ¿Quiénes somos? [En línea]. América Latina,
disponible en: http://pueblosencamino.org/?p=53
Comandanta
Miriam (2013). Palabras de la Comandancia General del EZLN, en el
Congreso Nacional Indígena. [En línea]. México, disponible en:
http://www.pozol.org/?p=8404
Rozental,
M. (2015). Desbordando la economía para superar el horror. IV Foro
Internacional sobre no violencia y naturaleza. [En línea]. Colombia,
disponible en: http://pueblosencamino.org/?p=1805
Mayta,
A. (2015). Poema contra proyecto Conga. [En línea]. Perú,
disponible en:
http://epoemas.info/nina-recita-hermoso-poema-contra-proyecto-conga-cajamarca/
La
Poderosa (2015). Para el pueblo lo que es del pueblo. Documental [En
línea]. Argentina, disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=Eruq6Siq2Rw
Márquez,
F. (2014). Las locomotoras del “desarrollo” no generan paz,
generan miseria, pobreza, hambre y desplazamiento”, Video [En
línea]. Colombia, disponible en:
https://www.youtube.com/watch?v=LvMiyYM8Q2Y
Si
pudiera entregarme a este horizonte de abrazos y de rabias, les
diría…
John
Gibler
1
Escribo
desde mi cuerpo en el tiempo. Escribo desde mi historia y desde las
historias que cargo, historias que no son mías pero que han sido
escritas en mí desde la infancia, y desde antes, mucho antes.
Escribo desde mi contrahistoria propia, desde la línea de combate
que interpongo entre mi vida y las historias que me duelen, me
atacan, me indignan y me persiguen. Escribo desde las historias de
resistencia y de rebeldía que he escuchado, conocido, leído, visto,
y vivido, escribo desde su residencia en mi, desde el aliento que me
dan, y desde el hogar que las construyó en mí y de mí.
Escribo
desde un cuerpo llamado blanco en contra del terrorismo
epistemológico llamado la blanquitud;
en contra de la ideología asesina arraigada en las dobleces del
capital que se llama "la supremacía blanca", que se llama
el racismo. Escribo desde un cuerpo llamado hombre, llamado
masculino, y escribo en contra de las prácticas de odio y dominio
contra las mujeres, las muchas formas de una sola violencia que se
llama patriarcado. Escribo con una maquina, una mercancía producto
de y completamente inmiscuido en el capital, y escribo en contra de
la violencia cotidiana y devastadora que ejerce el capitalismo.
Escribo desde la perspectiva de que el racismo, el patriarcado y el
capitalismo están tan entrelazados que sería imposible extraer la
economía capitalista de su esencia política terrorista, es decir,
asesina, racista y patriarcal.
Escribo en
español, un idioma colonial, un idioma impuesto con terror y
brutalidad, pero que es a la vez, hoy, un idioma reinventado por
muchas resistencias y luchas profundas y vivas. Escribo en español a
pesar de, a través de, y desde mi lengua materna, el inglés, otro
idioma colonial impuesto con terror y brutalidad que, hoy, es también
idioma reinventado por muchas resistencias y luchas profundas y
vivas.
Escribo en
contra de la imposición de verdades universales, en contra de la
producción de mercancías conceptuales, en contra del despojo de
saberes y la expropiación de historias. Escribo para participar en
las comparticiones de saberes y experiencias, dudas y preguntas,
reflexiones y sueños.
Escribo
para entrar en conversación con la provocación e invitación de
Manuel Rozental y, a través de su convocatoria, entrar en
conversación, aquí, con muchas y muchos compañeras y compañeros
de lucha.
2
Si hay un
nosotros, una nosotras, entonces en ese mismo instante y preciso
lugar donde extiende sus brazos para incluirnos, en ese mismo abrazo
de mirarnos y reconocernos, creo, habrían de existir muchos
nosotros, muchísimas nosotras. No hay uno solo, nunca una sola. Esa
nosotras, nosotros que sea nuestra, que nos incluye sin aplastar ni
torcer ni cortar ni denigrar ni marginalizar ni prohibirnos tendría,
creo, que existir a la mano con una tremenda, tal vez infinita,
diversidad de diferentes nosotros y nosotras. Ese nosotros, nosotras
que sea nuestra sabría, creo, marcar un ellos, ellas justamente
donde unos se paran a decir que su nosotros particular es el único
nosotros posible.
¿Cómo
reconocernos en ese abrazo que abarca tantos abrazos, en esa rabia
que sufre tan distintas heridas de una fuente común, en ese amor por
la vida que crece como la biodiversidad del bosque más extenso y
profundo?
3
Últimamente
me he preguntado si más que una etapa completamente nueva de
opresión, despojo, y matanzas nos enfrentamos a un resurgimiento de
las nunca abandonadas practicas fundacionales coloniales, un
resurgimiento que es a la vez una transformación de esas prácticas
apoderada exponencialmente por las nuevas tecnologías de
comunicación, vigilancia, despojo y muerte. Me pregunto si esta
tormenta, esta guerra, que sigue creciendo, podría ser nueva y
antigua a la vez. ("Extraña modernidad esta que avanza hacia
atrás," observó hace varios años el finado Subcomandante
Insurgente Marcos.) Si fuera así, tal vez lo que haya de antigüedad
nos podría ayudar a descifrar lo que habría de nuevo, lo que podría
parecernos ininteligible o impredecible.
Soy de la
perspectiva de que el estado, además de dominar y controlar, mata,
que para eso fue diseñado, a eso se ha dedicado, y eso lo hace con
gran empeño y profesionalidad. Si, después de siglos de luchas,
algunos estados llegaron a promover por un par de décadas al final
del siglo veinte un discurso de inclusión social, de "diversidad"
o hasta "multiculturalidad" ese discurso sirvió (como la
modernidad que avanza hacía atrás) para bloquear, domesticar, y
aniquilar las luchas de los y las excluidos, excluidas, obligándolas
a auto-encarcelar su acción política dentro del terreno del estado:
principalmente el terreno jurídico-electoral. Ahora vemos la erosión
o la descomposición o el simple desmantelamiento de ese discurso de
inclusión social y su correspondiente paquete de reformas jurídicas.
Si
antes desde el centro de su poder el estado se encargaba de controlar
la vida, ahora--mientras sigue protegiendo, ejerciendo, y
reconfigurando ese control--el estado encuentra su máxima expresión
en su capacidad y su disponibilidad de producir la muerte; producir
cuerpos destrozados sin vida y cuerpos destrozados en un proceso de
"muerte lenta". Esa producción se integra en otras cadenas
mercantiles de producción de bienes, y abre nuevos mercados de la
muerte (los semi-industrializados mercados de la extorsión, el
secuestro, y la trata, por ejemplo). Achille Mbembe llama esta
transformación o expansión del poder del estado (que se remota
hasta las colonias, la invasión y la masacre, y las plantaciones de
la esclavitud en los Estados Unidos) la necropolítica.
(No creo
que los estados y el capital o, por ejemplo, las corporaciones
trasnacionales estén en conflicto, ni que los estados antes
protegían sus poblaciones y ahora protegen las empresas: creo, al
contrario, que las empresas trasnacionales son parte de la expansión
de la capacidad necropolítica de los mismos estados. Sobra observar
que los estados estén en conflicto entre sí, y dentro del capital,
y que algunos estados utilizan las corporaciones trasnacionales para
debilitar y saquear recursos de otros estados, donde casi siempre
existe una clase élite que administra y se beneficia de ese saqueo.)
Que esa
necropolítica de los estados sea una guerra completamente nueva, o
una guerra antigua transformada por las novedades tecnológicas, me
remite a una misma reflexión: mientras hablan, supuestamente, en
nombre de la vida (la seguridad, los derechos, la ley, la democracia)
se están concentrando el poder de la producción de la muerte de una
forma jamás vista antes (armas nucleares, químicas, y biológicas,
aviones de guerra no tripulados, robots en armas). Entonces, por
decirlo de una forma, existe una grave amenaza de que las estrategias
de resistencia diseñadas y desarrolladas dentro de las promesas y
los lenguajes del estado liberal o neoliberal (las diferencias entre
ellos son, esencialmente, cosméticas) y la democracia electoral
pierdan y perderán cualquier fuerza o vigencia que pudieran haber
tenido décadas atrás. Las estrategias de lucha que pidan permiso al
estado, que se comprometan a trabajar desde adentro del estado, que
pidan que el estado se les resuelva su problema, o que simplemente
pidan que el estado les dé algo, corren el riesgo de alimentar
siempre al mismo estado y dejar cada vez más menguada, más
esquelética a la resistencia.
Con eso no
quiero decir que no habrá ya nunca necesidad de salir a marchar, o
protestar, o instalar un plantón, o llamar a una huelga, o bloquear
una carretera, o tomar casetas de cobro. Estas y otras tácticas
pueden tener cierta utilidad especifica dentro de una lucha más
amplia. Pero en su conjunto, si dejamos que esas y otras tácticas
que siempre nos remiten al estado dibujen el horizonte entero de
nuestra imaginación política, pronto o demasiado tarde nos daremos
cuenta de que ese horizonte fue en realidad un muro que nosotros
mismos construimos con cada acción que pedía o esperaba o exigía o
reclamaba al estado.
Por
supuesto que hay muchos y muchas dentro de esa nosotras, ese nosotros
en su sentido más amplio que incluye los muchos y las muchas otras
nosotras y nosotros ("Un mundo donde quepan muchos mundos,"
dicen las y los zapatistas) que nunca han dejado que el estado
delimite su imaginación política. Pienso en las luchas indígenas
por todo el planeta que nunca dejaron ni han dejado de resistir las
invasiones, los saqueos, las matanzas, los despojos, y el racismo que
fueron las principales tecnologías de la colonia primero y el estado
después. Pienso también en las luchas de las diásporas africanas
que tampoco han dejado y no dejan de resistir la esclavitud, el
terrorismo, las matanzas, el saqueo, y el racismo.
4
Y mientras
mataban, despojaban, invadían, y odiaban, y después mientras decían
que ya no eran así, que ya eran otros tiempos y todos estaban
incluidos en la gran marcha del capital, mientras pasaba todo eso,
mientras capturaban y encarcelaban a los ríos y mientras los
envenenaban junto con los lagos y las mares, mientras talaban los
bosques, mientras cortaban y rasuraban las colinas y las montañas
con dinamita y cianuro, mientras desgastaban la tierra con la siembra
industrial, mientras envenenaban la tierra con pesticidas y con los
deshechos de la producción de sus bombas y sus cohetes, mientras
bombearon el agua subterránea, el petróleo, y el gas, mientras
producían carros y aviones baratos y de lujo y se desplazaban por el
mundo entero envueltos en una narcótica euforia del capital,
mientras atacaban a la madre tierra en todo momento… también
siempre, aquí y allá, quemaban y quemaban, todo, y cortaban y
cortaban árboles y plantas, atacando así, también, al aire, al
viento, y a la lluvia, y seguían y seguían, y quemaban y cortaban,
quemaban y cortaban siempre, hasta el día de hoy, sin descanso, sin
respiro, siguen, hasta que ahora sin lugar a dudas sabemos, sentimos
que el mismo tiempo yace lastimado, hasta el clima que abraza y cubre
la madre tierra está enfermo: grave.
El
Sub-comandante Insurgente Galeano escribe: "Bueno, el asunto es
que lo que nosotros, nosotras, zapatistas, miramos y escuchamos es
que viene una catástrofe en todos los sentidos, una tormenta".
Desde lo
poco que he caminado, leído, y escuchado, también la veo, también
la escucho.
Que la
guerra sea nueva o antigua o las dos cosas, la tormenta que viene,
como varios ya lo han dicho, cambia todo.
Si el clima
está enfermo, si el estado sigue desarrollando y aumentando su
capacidad necro-productiva, nos es, creo, urgente, más que nada, más
que nunca, como han dicho tanto los y las compañeros y compañeras
zapatistas, la organización; organizarnos. Y organizarnos en
relación con trabajos colectivos, en relación con trabajos
colectivos que implican cuidar la madre tierra en territorios
específicos en resistencia. Organizarnos no para reclamarle ni
exigirle ni pedirle nada al estado, sino para desarrollar nuestras
autonomías, nuestras capacidades de proteger la vida, y organizarnos
para tejer saberes, experiencias, reflexiones, sueños, y luchas con
y entre los y las compañeras y compañeros de ese nosotros, esa
nosotras que nos une en nuestras luchas por la vida.
1
Provocación
redactada a raíz de la invitación de Catherine Walsh a aportar con
un capítulo a muchas manos en su libro. Este texto fue ligeramente
editado una vez recibidos todos los aportes y sirvió como incentivo
frente al cual reaccionan con su palabra y desde sus procesos
diversos quienes componen desde cada lugar los textos que
constituyen este capítulo.
2
Para
conocer esta iniciativa y establecer comunicación, ver
www.pueblosencamino.org
o https://es-es.facebook.com/PueblosEnCamino
3
Escuadrón
Móvil Antidisturbios de la Policía Nacional. El equivalente
colombiano de las policías represivas de la protesta social con un
enorme prontuario de delitos.
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