Frente Popular Darío Santillan
A diez años del 2001 nos fuimos con el Nico Pousthonius de Sub Coop a hacer un reportaje con el FPDS para Rolling Stone. No pudimos evitar volver varias veces más a compartir historias con los compañeros. En RS salió un pedacito, otras partes en Al Margen y El Quijote de Papel. Aca va el resto.
Fotos: Sub Coop (http://www.sub.coop)
“Nosotros
teníamos cierta constancia de que el gobierno en aquel momento de Ruckauf
estaba preparando toda la sacudida. El 14 de
diciembre, el secretario de Empleo, que nos atendía a nosotros, nos
dice: muchachos está todo mal, no van a cobrar, capaz se va todo a la mierda,
igual ustedes saben que línea con nosotros tienen ¡14 de diciembre! Recién nos bajaron
las fichas unos días después. El 19 tomamos el banco de Lanús, había quilombo
en todos lados, empezaban los saqueos, pero parte del movimiento piquetero estaba
tomando bancos y haciendo cortes de ruta motivados por los tipos de provincia.
Pagaron el 20 a la mañana. Ese mismo día, mucha
comunicación, mucha bicicleta, ir y venir por los barrios. Che, estamos
cobrando pero es todo un quilombo ¿qué hacemos? Juntémonos igual. Y convocamos
asamblea en La Fe. Pedro trae el televisor de la casa, vimos
como la infantería le tiraba los caballos a las Madres. Éramos como unos 200
compañeros empadronados en cuatro barrios, pero ahí éramos unos cuarenta Se dio
un silencio medio pesado. Son esos momentos que te quedan grabados, una de las
asambleas de opinión más maduras que presencié en mi vida. Se generó una arenga
linda, viste. Hacia pocos días habíamos ido a marchar con las Madres a Plaza de
Mayo. Un par de vagos era la primera vez que iban al centro, encapuchados y con
Hebe de Bonafini al lado. Pibes sin militancia, pero con conciencia, decían: che,
las madres nos bancaron y ahora las están reprimiendo… ¿cómo no vamos a ir? Hay
que poner el pecho ¿Pero como es? ¿Vamos todos? ¿Cómo hacemos siempre? Viste, alguna
doña siempre pregunta. Compañeros acá no hay “todos” que valga. Acá vamos lo
que lo sentimos, están reprimiendo y van a seguir reprimiendo. Nosotros la
forma que tenemos de ir es la terminal del 17, en bondi hasta el tren en Wilde
y de ahí a Constitución. Como hay que cruzar Camino General Belgrano, nos
marcaron las patrullas. Nos dispersamos, medio que la careteamos. Llegamos a la
terminal y nos pedimos un colectivo. Aguanten un cacho, en este no, en el próximo
suben. Se ve que el de la patrulla se queda un poco en el molde, pero avisa.
Sale el colectivo, nos siguen dos patrullas y una se cruza adelante. Pispean
desde abajo con las itacas y le dicen al flaco: ¿Vos sos el que te tomaron el
colectivo los piqueteros? El chofer titubea y dice: No, este no es, acá son
pasajeros. Y seguimos, sino íbamos todos presos. Éramos treinta, sentaditos,
prolijos, después nos arrimamos a agradecerle al chabón. ¿Sabes que?, nos dijo,
a veces joden ustedes, pero entre ustedes y estos…No es que era muy combativo
ni nada, pero se portó bien, al final nos llevo hasta capital”.
El relato
es de Pablo Solanas, integrante del Movimiento de Trabajadores Desocupados
(MTD) de Lanús. El año: ¿hace falta aclararlo?
De todas
maneras para Pablo, para analizar el 2001, hay que poner REW, y quizás, FF
también.
1997. REW. Pablo
es electricista pero tiene un empleo que ya no se justifica, gana una miseria
por trabajar cuatro horas viajando otras cuatro. Le suma a eso un breve pasaje
por la militancia barrial para unirse a unos compañeros que están replicando la
experiencia del MTD Teresa Rodríguez de Florencia Varela. El grupito de Villa
Corina integrado por militantes, desempleados, cartoneros y doñas “a las que se
les había puesto difícil parar la olla” empiezan a participar de los piquetes.
Ahora vuelve a hablar Pablo: “El corte de ruta en Varela del 97 trajo a Buenos
Aires el eco de aquellos piquetes en Mosconi y Tartagal, con un entramado muy
representativo de los que era la militancia social y popular acá en la zona
sur. Después vino el primer corte de ruta en el 98, en la
Rotonda
de Pasco, en Quilmes. Fue un bautismo de fuego. Con el grupo de compañeros habíamos
empezado con muchas dudas, tantos vecinos… estar en la ruta... con toda la
milicada de la bonaerense. Por suerte se dio la victoria. Recuerdo que ese día
fuimos a comer unas papas fritas con cerveza y fue una emoción muy grande”.
¿Y cuál fue
la victoria?
En Cutral
Co el gobierno de Menem había creado un plan de empleo para situaciones críticas,
muy focalizado. Eso despertó una lógica donde la ecuación era fácil: hay que hacer
un piquete que desafíe la represión para que el gobierno aplique un plan de
empleo. Después se deformó, los planes trabajar, el clienterismo... pero
nosotros siempre nos opusimos a esos manejos. Esos primeros planes los asociamos
a proyectos productivos que le dieran un sentido a la comunidad. Nosotros la
pelea que dimos hace quince años y seguimos dando hoy es por el trabajo. Denme
los quince planes, denme doscientos mangos y compramos una soldadora que vamos
a armar un taller.
FF. 2003. Para
Solana es imposible analizar la distancia entre el 2001 y el 2011 sin el 2003. A su entender, el kirchnerismo fue
una respuesta del “sistema” al 2001. “Por arriba” se concedieron ciertas
políticas como los derechos humanos o la renovación de la
Corte Suprema, mejoró la economía de los “compañeros”, que volvieron a las changas y
los trabajos precarizados. “Por abajo”, el gobierno se encargó de desarmar
todas las propuestas de participación popular y autogestivas que había parido
el 2001. A esto también contribuyó, según
Solana, que este tipo de experiencias se habían vuelto riesgosas luego de la
criminalización de la protesta social y los asesinatos del 19 y 20, y del 26 de
junio del 2002 (gobierno de Duhalde, asesinato de Maxi Kosteki y Darío
Santillan, lo que el MTD llama la masacre de Avellaneda). “Quedaron apenas
puchitos de estas experiencias. Pero había con que, había una sociedad que
podía dar más. No hacer una revolución violenta, sino apropiarse de más
instancias de participación y decisión. Nosotros replegamos nuestras
aspiraciones de querer cambiarlo todo. Tuvimos que acomodarnos a lo que algunas
políticas públicas nos dijeran que podíamos hacer para consolidar nuestros proyectos
productivos autogestivos. Algunos de esos proyectos, después de diez años están
funcionando, como la bloquera que comenzó Darío Santillán”, dice Pablo Solana,
blacberry en mano, siempre conectado a la red, siempre informado, capaz de
poner el Google Earth para mostrarnos la manera más directa de llegar de la
capital al predio de Roca Negra.
2011.
Camino General Belgrano. Conurbano. En medio de ese desecho industrial y social
que algunas veces recuerda al pasado pero que tantas otras es oráculo del
futuro, hay un terreno de cuatro hectáreas, el único grande con verde desde
Avellaneda hasta Varela. Fue una metalúrgica, se abandonó, luego lo tomaron
“las Madres”, lo cedieron al MTD, que después de algunos “quilombitos”
consiguió la propiedad. La comparten con
el Mercado Mayorista Frutihortícola de Lanús, un taller de autos y un corralón
de carbón, que ya funcionaban antes de la toma. Recibe una casilla de colores y
una barrera de metal que se abre siempre sin demasiadas preguntas. Por lo
general está Leo Santillán, que junto a su mujer, Gaby, y su hijo Darío, atienden
un puesto de chapa que da a la ruta, donde venden hamburguesas, gaseosas, cigarrillos
y bloques de cemento. Leo no sólo le puso a su hijo el nombre de su hermano,
sino que también tomó la posta en el proyecto que da bloques de cemento a todos
los proyectos productivos del Frente Popular Darío Santillan, que es la
organización de organizaciones que creó el MTD junto a otros movimientos de obreros,
campesinos y estudiantes. “Yo a veces me pongo a pensar como nos mantuvimos en
el tiempo con tan poco cosa, lo que era antes los 150 pesos, o ahora los 1200,
y nuestra principal base de acumulación que es juntarnos con los compañeros
para reclamar”, aclara Leo. En Roca Negra, demás de la bloquera, hay un taller
de xerigrafía, una cooperativa de construcción y herrería (Trasinpat), una
editorial (El Colectivo), una huerta, una biblioteca, un bachillerato popular y
una radio comunitaria, además de una agencia de noticias por Internet (Prensa
del Frente). “Uno dice: es a pequeña escala y pasaron diez años, pero para nosotros
son elementos de cambio que van dejando una huella histórica. No es que se
cambió la sociedad ni se cambió una lógica de pensar la producción, pero se
demostró en una escala testimonial que es posible que los compañeros laburen y
vivan con una subjetividad distinta, menos alienada, menos explotada”, aclara Solana.
Si el Frente Popular Darío Santillán es una especie de Brigada A capaz de salir
victoriosa de las más intrincada de las situaciones en cuanto a recursos, Pablo
es algo así como Fass???, el experto en informática, comunicación, el que pone
la cara. “El intelectual”, se ríe Jorge, chaqueño, morocho, miembro de la
Cooperativa de Trabajadores Sin Patrón (Trasinpat), que nació luego de que los
compañeros se formaran viendo la experiencia de Fasinpat (Fábrica Sin Patrón,
ex Zannon). “Viendo eso es los compañeros entendieron que es difícil sacar
adelante un proyecto, que no es por la moneda y nada más. Nosotros no tenemos
fábrica, pero si trabajo”, vuelve a aclarar Solana, mientras le da algunos
consejos a Jorge para la reunión que tiene con otras organizaciones y el
gobierno antes del acampe en la 9 de Julio para exigir un aumento en los 1200
pesos del Plan Argentina Trabaja. “Nosotros le vendemos bloques a la
municipalidad. Hicimos un pequeño quilombito para decir: el estado nos está
pagando1200 mangos mensuales seis horas al día, por algo que llaman trabajo sin
estabilidad, sin obra social, sin seguro”, sigue Solana. “No es que nos
movilizamos por que sí. Abandonamos un montón de laburo cotidiano. La lucha, el
corte de ruta, es parte de nosotros, de esta forma distinta de trabajar, sin
patrón, autogestiva, solidaria, expresándonos como pueblo a través de la
democracia directa”, aporta Esteban, rubiecito, arrancó de pibe en la panadería
de La Fe pero ahora se dedica a la construcción en Trasinpat, viene a
preguntarle a Pablo a que se refiere una funcionaria con eso de “rendimiento de
cuentas”.
Algunos
días después Jorge y Esteban nos llevan en un city tour por los barrios. Un
auténtico laberinto donde cualquier persona con el cerebro amasado por los
medios enseguida piensa: “aca nos chorean todo”. El panorama, como siempre, es
mucho más complejo, un sutil entramado que nace hace más de cincuenta años
cuando al llegar a estos descampados los “cabecitas negras” podían leer un
cartel en la estación de Tren que anunciaba: “Monte Chingolo, ciudad del
futuro”. Valla a saber el político que puso el cartel que quería decir con eso
de ciudad y eso de futuro, pero lo barrios vieron pasar al peronismo, y a los
gobiernos militares, también los montoneros, el asalto del ERP al batallón Domingo
Viejobueno (“la
represión fue brutal, se veían por las zanjas tirados los FAL? y lo pedazos de
brazos”, cuenta un vecino); dictadura, vuelta a la democracia, menemismo,
kirchnerismo y Frente Popular Darío Santillán. La Fe, Semillita, La Torre (Villa Besada), Gonnet…en los
“productivos” del MTD se puede ver de todo, variopintos inmigrantes, doñas que
finalmente pararon la olla, pibes que empezaron militando con Darío a los
quince años, hijas de “militantes históricos”, ex montoneros y tipos que se
incorporaron al movimiento de puro acompañar a sus hijas porque los piquetes le
parecían inseguros; panaderías, comedores
populares, copa de leche, guarderías, apoyo escolar, talleres de costura,
herrería, construcción, y el barrio de 500 casas (La Fe Anexo) que se hizo en un terreno que solía
ser desarmadero y Darío empezó a limpiar. Por todos lados se ven los bloques y
los trabajadores de Transipat levantando paredes. Los excedentes del laburo
cooperativo de estos últimos diez años sirvieron para comprar terremos y
equiparar los planes del gobierno con sueldos que van de los 1200 a los 4000 pesos, dependiendo del
horario, el compromiso político y ciertas conocimientos técnicos (como ser
maestro panadero). Todo se decide en asambleas por voto directo, las hay
barriales, zonales y nacionales. Y hasta hay tiempo para que las compañeras de
la cocina hagan empanadas para los pibes del CBC de Avellaneda que están en
elecciones o los cooperativos de La Torre se dediquen a pintar las paredes de
la
Escuela Especial 507.
La historia
es más o menos así. Después de la muerte de Nestor Kirchner llega el plan
“Florecen Mil Escuelas”. El estado pone 9 lucas para los materiales, las
agrupaciones kirchneristas el trabajo pa pintar las escuelas en las vacaciones
de invierno. Mirta, directora del establecimiento levanta el teléfono, llama a
todos lados, pero los “compañeros” kirchneristas no vienen. Pasan las
vacaciones de invierno, la secretaria le comenta del MTD, Mirta los llama.
Le pregunto
si sabía que se trataba de piqueteros, de esos que salían en la televisión
provocando “caos en el tránsito”. “Nosotros nos ocupamos de los pibes no nos
interesa la política. Esta una escuela marginada, nadie le presta atención. A
veces la televisión solo publicita los cortes pero no las manos. Pero acá las
manos se ven”, dice Mirta. “Estamos al lado de una central de Telefónica y ni
Internet tenemos. Y no tenemos Emisur, si a uno de los chicos le pasa algo,
que es lo más normal, tenemos que llamar al 107 de la
Municipalidad, que hay que ver si vienen. Los muchachos no solo pintaron, sino que
hasta colaboraron con cosas que no correspondían como poner un vidrio o arreglar
un enchufe”, agrega Andrea, la Vice. Los muchachos del FPDS también aclaran
que la pintura no alcanza para pintar el frente. “Tranqui, nosotros la
conseguimos”, dice Jorge.
En Roca
Negra hay ochenta trabajadores cooperativos asociados, más otros cincuenta o
setenta en los barrios, sumando profesores del bachillerato y otros
colaboradores, unas doscientas personas vinculadas directamente al MTD de
Lanús. En el resto del Frente, según Solana: “podemos ser unos cuantos cientos
de compañeros en estas características”. El FPDS es un entramado amplio y
complejo, casi tanto como un estado o una multinacional, o los nidos de la Hormiga Argentina, espécimen de estas pampas que
según las charlas de Daniel Melero en la
Facultad de Arquitectura, ya ha dominado a sus pares de Europa por su capacidad
de interconectarse en comunidades subterráneas. Los proyectos productivos del
FPDS se extienden por todo el país, los favores van y vienen. Se puede
encontrar pasantes de Mar del Plata trabajando y viendo la experiencia de los “productivos”
del Centro Cultural Olga Vázquez de La Plata (pizzería, herrería, imprenta y
xerigrafía). Por su parte, la Red Tacurú, que funciona en un edificio en
Parque Centenario (ex Banco Mayo???, Asamblea del Mio Cid) entrega a domicilio
productos del Frente, pero también de fábricas recuperadas, movimientos
campesinos o indígenas y empresas sociales como Burbuja Latina, que fabrica
artículos de limpieza en el Centro Cultural de La Sala (ex-Asamblea Gastón Rivas de
Caballito). En una asamblea de la regional Sur del FPDS puede surgir que los
excedentes de Trasinpat se destinen a la compra de una camioneta para el
reparto de verduras de la Unión de Trabajadores de la
Tierra
(UTT), una cooperativa rural de La Plata, desprendimiento de la Cooperativa de Trabajadores Rurales (CTR) de
San Vicente, ambas asociadas al FPDS. “Está
bueno porque pueden vender su producción a buen precio y porque acá en el
conurbano no hay mucha cultura de verdura, sino más la harina, los fideos. Y
son verduras orgánicas. Porque la soberanía alimentaría es importante. El
sistema se cambia desde muchos aspectos, no solo desde el trabajo”, aclara
Esteban, ya de vuelta en Roca Negra. “Es importante que se relacionen nuestros
emprendimientos y poder consumir nuestras propias cosas. Pero cada uno tiene su
propia autonomía, su propia independencia, resuelve sin tener ningún capataz, nadie
que mande, pero con una cuestión responsable a la hora de las asambleas,
presentar los trabajos que se tienen por plazo. Ahora eso nos permitió consolidar
y estamos teniendo algunas ventas, sobre todo de consumo interno”, explica Leo
sentado en un bloque de cemento en frente del galpón de la
Bloquera, que se refaccionó también con fondos excedentes del MTD, y donde
cuelga una enorme y vieja bandera con la cara de su hermano, agujereada y fuera
de uso después de más de diez años de manifestaciones.
Cuando Leo
habla de consumo interno, no se refiere a Argentina, sino al FPDS, a la venta
de bloques para las construcciones en los barrios o para el MTD de Esteban
Echevarría. También para el Envión, un centro de actividades para jóvenes que
está proyectado en uno de los galpones abandonados de Roca Negra y ya ha sido licitado
a un grupo de trabajadores de Fasinpat.
“Si vos
venías hace diez años nos encontrabas quemando gomas y hasta quizás te comías
un palazo. Hoy ya tenemos alimento, ya tenemos trabajo, y hasta podemos pensar
en otras cosas, como recibirte bien”, dice Carlos, viejo hippie peronista,
seguidor del Calendario Maya, uno de los primeros en llegar a Roca Negra. Desde
el taller de Herrería, señala la imagen de Darío y Maxi que hizo junta a otros
compañeros para coronar el edificio principal donde funciona el bachillerato
popular: “Yo una vez dije que si queríamos cambiar la realidad ahí tenía que
haber una escuela. Lo dije como un sueño. Hoy la escuela ya tiene egresados”.
Hay
compañeros que muestran los canteros de flores hechos con gomas recicladas para
mostrar que ya no se usan. “Dejar el piquete enterrado en el pasado”, es la
consigna de Jorge. Otros quieren cambiar la D de desocupados por la D de dignos. Pablo es escéptico, para
él la cosa es más lenta. “En nombre del movimiento piquetero se han hecho
barbaridades. No nos da vergüenza, pero hoy por suerte somos algo mas complejo,
mas enriquecido. Igual, si hay que quemar gomas, quemamos”.
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