LIBRO
Por los caminos del Che
Crónicas de Sudamérica
Tomás Astelarra-Colectivo Sudestada
Ediciones Continente
“Por lo menos no me
nutro con las mismas formas que los turistas. No, no se conoce así un pueblo,
una forma y una interpretación de la vida. Aquello es lujosa cubierta, pero su
alma está reflejada en los enfermos de los hospitales, los asilados en la
comisaría o el peatón ansioso con quien se intima”, Ernesto Che Guevara.
Por los Caminos del Che busca retomar los
caminos de la América Profunda que el revolucionario argentino encontró en sus
viajes por el continente. Las crónicas están hechas por periodistas lanzados a
la aventura de manera independiente y fueron publicadas en diversos medios
entre el 2000 y el 2010. Reflejan las realidades de los pueblos locales y su
inserción en los avatares económicos, políticos y sociales del presente global.
Recorren Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia,
Venezuela, Cuba y México.
La compilación y edición fue realizada
por el periodista Tomás Astelarra y el colectivo Sudestada (www.revistasudestada.com.ar) y publicada por la
editorial Continente. Las fotos son de Sub Coop (www.subcoope.com)y las ilustraciones de
Iconoclasistas (www.iconoclasistas.com.ar).
Autores: Leandro Albani, Tomás
Astelarra, Martín Azcurra, Sebastián
Carapezza, Martin Flores, Facundo García, Xuan Pablo González, Ariel Idez,
Andrés López, Felipe Montalva Peroni, Nicolás García Recoaro, Débora Ruiz y Pedro Jorge Solans.
Acá va el Prólogo:
“Por lo menos no me nutro con las mismas formas que los
turistas. No, no se conoce así un pueblo, una forma y una interpretación de la
vida. Aquello es lujosa cubierta, pero su alma está reflejada en los enfermos
de los hospitales, los asilados en la comisaría o el peatón ansioso con quien
se intima”.
La anotación la hizo Ernesto en uno de sus tantos cuadernos de viaje por
Latinoamérica. Y por más que el pretérito pluscuamperfecto a veces resulte
odioso por su alquímica y metafísica irrealidad, cualquier experto en la
materia podría asegurar que el revolucionario Che Guevara quizás nunca hubiese
existido sin aquel joven estudiante de medicina, caminante, cronista, viajero
surcando las irrefutables realidades de estas tierras que los antiguos
bautizaron Awya Yala. Un territorio que, pa que negarlo, tiene mucho de
alquimia y metafísica. Imposible no transformarse transitando sus caminos,
conviviendo con sus gentes, degustando las historias que no cuentan las
universidades ni los manuales escolares.
Ya lo atestiguan cronistas y viajeros de toda índole, Atahualpa
Yupanqui, Violeta Parra, Eduardo Galeano, Raúl González Tuñon, Ricardo Masetti,
Javier Villafañe, El Culebrón Timbal y también los autores de estas crónicas
que siguen a continuación, realizadas por caminantes volcados a ese periodismo
que nació como oficio de los márgenes, husmeando donde no se debe, siguiendo
aquel espíritu que interpretó Andrés Breton cuando dijo: “Dejen lo seguro
por lo inseguro, dejen en caso necesario, una vida cómoda, lo que se les ofrece
para el porvenir. Partan por los caminos”.
Las crónicas que siguen a continuación no fueron hechas por enviados
especiales siguiendo cronometradas agendas entre aparatos de última tecnología
en hoteles de lujo. Apenas algún pibe inquieto con su mochila y un manojo de
buenas ideas pululando por los caminos, grabadorcito en mano, mirada atenta,
paciencia dispuesta al aprendizaje al que nos convida la realidad. Y ya que
estamos, por qué no, algún matecito, té de coca, aguapanela o tereré, para la charla
abierta con aquel peatón con quien se intima.
La selección, como siempre, es antojadiza, surgió entremates en el pequeño cuartel que los cumpas de Sudestada
mantienen cerca de la estación de Lomas de Zamora. Apenas una pequeña convocatoria entre amigos y colaboradores. Recorre sudamérica dibujando un mapa en forma de espiral.
Ese espiral que para los pueblos originarios significa vida, devenir, palabra.
Crónicas que nacen del deseo infantil de un mapa abierto para luego atravesar
el continente de la Patagonia a La Guajira, ahí donde las comunidades indígenas
siguen luchando contra la invisibilización de su cultura o el violento desalojo
de su territorio en pos de megaproyectos multinacionales; donde los pescadores
artesanales reman contra los avatares de la industria y el turismo
descontrolado; o donde las madres hilanderas luchan por mantener su tradición.
Metiéndose entre los senderos de la cordillera de los Andes para denunciar a un
tal Lewis, gringo loco que se apoderó de un lago entero en Bolsón o viajando en
coche por la selva del Chapare junto a un tal Evo Morales. Un viajero que atraviesa
el altiplano en medio de un corte de ruta pateando por más de veinte horas
junto a un minero que regresa a su pueblo para el cumpleaños de su hija; uno
que analiza el presente peruano en los ojos de Mariátegui; otro que recorre
Lima buscando poetas en tiempos de Sendero Luminoso. Un periodista que se mete en el
desierto de Atacama detrás del rumor de un pueblo abandonado por el negocio
minero y otro que se
acerca a la Higuera a certificar los restos del mito revolucionario descansando
en remeras y postales de dos pesos.
Teniendo en cuenta el material disponible y resguardándonos en la
tradición popular sudakamericana, incluimos dos yapitas o ñapitas (aumentitos):
el aniversario de la revolución cubana y
los proyectos autogestivos de los zapatistas en México, dos experiencias que
más allá de su ubicación geográfica han sido fuente de inspiración en los
movimientos sociales al sur del canal de Panamá.
Los autores incluidos en la selección suman muchas páginas escritas,
pero también numerosas colaboraciones en proyectos sociales, junto a pueblos
originarios, campesinos, desempleados, desplazados o personas en situación de
calle, en el Frente Popular Darío Santillán o las Madres de Plaza de Mayo,
fábricas recuperadas, asambleas, la red de Revistas de la Calle, el Tribunal
Permanente de los Pueblos o la revolución Bolivariana. Y por supuesto, también,
poniendo el cuerpo en la batalla diaria de sostener medios de comunicación
alternativos. No es casualidad que esta antología sea parte de Sudestada, un
proyecto que ha sabido mantenerse en el tiempo y ampliar su convocatoria
manteniendo una mirada independiente a través de la autogestión, difundiendo, viajando
y recolectando voces por todo el país.
Tomás Astelarra
(compilador)
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