San Pedro, barrio de Pescadores.


Sobre las márgenes del Río Parana, debajo del puente que une Corrientes con Resistencia una comunidad lucha por permanecer. Tradición y turismo sustentable vs juego y especulación Inmobiliaria.  


Texto de Tomás Astelarra. Fotos de José Gonzalez



Definitivamente es una de esas comunidades destinadas a desaparecer. Al ladito de la autopista, debajo del puente General Manuel Belgrano, que une Corrientes con Resistencia, cercada al este por el Río Parana y al oeste por un grupos de improvisadas lagunas sin nombre. Nos recibe un puesto de policía, un altar del Gauchito Gil, dos torres con cables de alta tensión y un enorme árbol de cemento con una publicidad de cerveza que anuncia: “Estas entrando en un territorio buena onda”. Obviamente no está dirigida a los pobladores de San Pedro, sino a los conductores de los vehículos que atraviesan velozmente su marginal realidad.
“Barrio de Pescadores”, dice un mural un poco más allá. Nos internamos por las callecitas  de colores entre los carteles de venta de pescado o nafta, una pequeña plaza con juegos para niños, un dispensario, una escuela, varias tiendas de bebidas y comestibles y un laberinto de ranchos por donde nos inmiscuimos hasta dar con Moralito.
“Este es un lugar hinóspito”, aclara mientras improvisa en su patio una mesa con pan, un frasco de lengua a la vinagreta y una caña con ruda para atender a los invitados, “todavía seguimos esperando que en vez de promesas el estado vengan a construir. Como yo construí mi casa, sin nada, aprovechando la oportunidad que te da el lugar”.
Moralito nació hace 71 años en Empedrado, lo bautizaron en San Luis del Palmar y se crio en Corrientes Capital. Viajó por todo el país como canillita, futbolista, vendedor de ballenitas, albañil y otros oficios. Volvió contratado para trabajar en la iluminación y  embalizamiento del nuevo puente Corrientes-Resistencia. Los operarios se alojaban en la Sede de la Asociación de Pescadores. Así conoció la zona. Después trabajó de cocinero en el Hotel Corrientes, conoció una chaqueña, tuvo cuatro hijos, una tienda y una casa en Resistencia. Un buen día decidió abandonar todo y venirse San Pedro. Trabajó junto con un alemán produciendo brotes de soja y alfalfa, construyó un huerta tan grande que alcanzaba para repartir entre los vecinos, también fue repartidor de frutas cultivadas por leprosos en la Isla del Cerrito y vendió pescado en bicicleta. Finalmente gracias a un abogado de nombre Marotoli consiguió en dos meses una jubilación. Poco tiempo después su vecino Richard le presentó a un grupo de muralistas de la ciudad que llegaron al barrio para adornar de colores sus paredes. Con ellos se ganó el sobrenombre de Muralito y su condición de embajador del barrio. Hasta cuenta que cierta vez se acerco el pintor Felipe Noe a probar sus bogas a la parrilla. Alegre, vivaz, fornido, charlatan y sano por donde se lo vea, ostenta un par de décadas de menos.
“Soy el hombre más feliz del mundo, dificulto que halla otro más feliz, hago lo que quiero, como lo que quiero, tomo lo que quiera, voy donde quiero. Cuando yo vine hace 24 años, acá era todo monte y la zona era abundante porque estaba el río y la laguna, donde los peces crecen tranquilos. Había suribí de treinta kilos, manguruyú o yacaré, y carpinchos. Ahora hay poco bicho porque los han matado los cazadores furtivos. Y el río cada vez hay menos pescados por la represa de Yacireta y la basura que tiramos. El pescado se alimenta de eso y se enferma. Y en época del verano la gente se baña y algunos le han salido granos o enfermedades. La misma arena que está contaminada”, explica.

Un barrio de inundaciones
Desde que construyeron Yacireta el río anda bravo, cuando rebalsa produce inundaciones o se come sus propios márgenes, arrastrando las casas. Entre 2011 y 2013 el agua erosioné entre 7 y 8 metros del albardón. Ahí nomás a metros de la casa de Moralito una barranca con algunas ruinas de cemento muestran el desastre. Los vecinos intentan contener la crecida con bolsas de arena, pero no es suficiente. Del estado ni noticias.
San Pedro, bautizado en honor al apóstol pescador, surgió como asentamiento en la crecida del 82. Entonces el gobernador de facto José David Ruiz Palacios hizo edificar 35 casillas y un centro de salud que aún perdura. Actualmente son entre 2000 y 3000 habitantes, si se cuenta Puerto Antequera. La mitad son pescadores, además de las mujeres e hijos que ayudan vendiendo. La cabecera administrativa esta en Colonia Benitez, 17 km por camino de tierra que los sanpedrinos tienen que atravesar para cualquier tipo de trámite. Por la ruta que atraviesa el barrio Corrientes está a 1.700 metros, Barranqueras a 6km, y Resistencia a 9 km.
“Desde que yo vivo acá hubo tres inundaciones. La gente llega y arma sus ranchos con cartones y plástico al lado de la Sede de los Pescadores. Cuando baja el agua vuelven a sus casas, pero algunos se quedan. Si vienen 300 se quedan 50 y asi se va llenando el barrio”, relata Moralito. Tanto ir y venir desdibuja la identidad del barrio.  “Yo le he dicho a los pintores que va a costar concientizar a la gente. Ya nadie usa el pozo, tiran la basura al río, y hay muchos que usan redes antirreglamentarias, pescan y venden dorados de apenas 2 kilos sin saber que atentan contra su propia fuente de trabajo. Cuando fue lo del Casino la gente decía: mi hijo, mi hija, todos van a trabajar. Pero yo le decía que las empresas traen sus personal especializado, ¿que van a contratar pescadores que no tienen cultura, que van hasta quinto grado y abandonan la escuela porque tienen que ir a pescar. Para una empresa esa gente es inculta, terminan limpiando los baños”, dice
Moralito entra a la pieza y sale con un ejemplar que compró en la Feria del Libro “La patria saqueada” de Nestor Forero. “Bonaerense”, aclara.
En el 2010 Lotería Chaqueña llamó a licitación para emplazar un centro de entretenimiento, casino, salón de encuentros y espectáculos, salas de cine, restaurante, confiterías y estacionamiento para 400 vehículos en el predio donde se yergue San Pedro. La gente del barrio se negó. Y ahí empezaron los problemas.

El Casino
Cuando le preguntamos por el tema del Casino, Moralito dice que mejor hablar con Walter, que nació en el pueblo, pescador, estudiante de ciencias políticas, hijo de un policía, miembro de la Asociación de Pescadores y presidente de la Comisión Vecinal. Seguimos a Moralito hasta la casa de Walter. Su madre nos dice que está en el baño, que lo esperemos en la plaza.
“Surgió de golpe lo del Casino”, relata el dirigente barrial sentado en un banco de la plaza. “Hicimos una reunión masiva con los vecinos y algunos explicaron el tema. Entonces se propuso armar una comisión, porque nos dimos cuenta que parecía todo con intención de sacarnos de acá. Vinieron a querer tomarnos por tontos. El gobierno le había dado 3 ha al concesionario donde hay 60 casas, y empezaron a haber rumores que nos iban a trasladar al lado del aeropuerto o frente al Supermercado Libertad. Y así nos fuimos reuniendo por las noches, organizándonos, buscando información, pidiendo al gobierno que nos dé explicaciones. Finalmente decidimos hacer una protesta al lado de la ruta, compramos tela, pintura, hicimos los pasacalles, repartimos volantes explicando nuestra situación. Después vino lotería chaqueña y empezó a dividir a la gente, a decir que iba a haber trabajo, que iban a hacer una defensa para la costa. Pero era todo mentira, la defensa solo cubría la zona del casino. Por suerte la mayoría no le creyó. Entonces empezaron a mentir por los medios de que los vecinos habían aprobado el proyecto. Así que tuvimos que empezar a desmentir, nos fuimos a la fiesta del Dorado a protestar. Y tuvimos que utilizar estrategias porque nos querían parar con la policía, y les dijimos que íbamos de parranda, pero mandamos los pasacalles antes con unas motos. Y cuando se había juntado bien la gente sacamos los pasacalles que decían: “Señor gobernador respétenos” o “No al casino, respeto a las familias del barrio de los pescadores” o “Trabajo si, timba no”. Y ahí la policía nos apretó, pero nosotros le dijimos que estábamos en un lugar público, y nos amenazaron que nos iban a meter algo en los autos y los choferes se asustaron, y yo les dije que como mucho íbamos a durar un par de días en cana y nada más. Después seguiríamos con la lucha”.
Los ires y venires fueron innumerables, incluyendo amenazas y agresiones a los vecinos y periodistas, documentalistas o muralistas que los apoyaban, sobornos a pobladores con becas y bolsas de comida, mientras que Lotería Chaqueña le regalaba equipos de música y computadora a la directora de primaria para ponerla de su parte. Pero los pescadores ya habían encontrado apoyo en los medios, algunas ongs y la oposición política. Finalmente el gobierno decidió dejar sus planes en veremos. “Mostramos todas las irregularidades que tenía el proyecto. Pusimos un recursos de amparo y armamos dos nuevos proyectos, unos para declarar al barrio patrimonio histórico y otro para independizarnos como municipalidad”, cuenta Walter.
Tres años después del incidente el estado sigue sin aparecer, si bien el gobierno dice tener aprobado el proyecto de construcción de la defensa, la plata no aparece. “Vamos a tener que cortar la ruta. No es que nos guste, pero es la única manera. Así conseguimos el dispensario y la escuela, y un subsidio para los pescadores en los meses de veda. Así impedimos que se construyera el casino. Como la tenemos al lado la ruta, para nosotros es fácil “

Plara Fácil
Walter hace un año que no pesca. Y no es porque no sea rentable. “La pesca sigue siendo rentable solo que hay que seguirle al pez. Antes de Yacireta había pescado todo el año, ahora solo por épocas, en el verano. Además los peces se están extinguiendo porque mucho pescan con redes chicas, sacan peces fuera de medida y no hay control de parte de estado. La Asociación de Pescadores tiene 30 años y es muy reconocida. Fue invitada a disertar hasta en Italia, y si no me equivoco Puerto Rico o Costa Rica. Y a Brasil van constantemente por el tema de la repesa de Itaipu. Van con otras organizaciones a pedirle a la empresa que larguen suficiente agua porque si no los humedales se pueden secar, y los peces no pueden reproducirse. Ahora se está haciendo un trabajo con varias fundaciones para hacer un monitoreo, saber como se mueve el pez y la medida y todo eso. Pero todavía se sacan muchos pescados, hay dos acopiadoras grande acá, y también vienen de Rosario, Entre Rios y Santa Fe, y ahora también de Paraguay. Si te dedicas exclusivamente a la pesca es rentable, podes tener un buen pasar, pero tenes que andar de lunes a viernes detrás del pez, a veces de noche, o de día con el solazo, con los mosquitos. Pero no es cómo la ciudad, acá no hay hambre, no hay pobreza. Si hay dos o tres familias pobres, es porque no se organizan, no les gusta trabajar. Yo deje de pescar porque me impedía hacer tareas sociales. Como pescador no tenes horario fijo, hoy tenes que ir a la noche, mañana a la tarde y no podes organizarte. Tenes que dedicarte solo a eso”, explica. En una de las provincias con mayor índice de pobreza e indigencia de Argentina, San Pedro logra su seguridad alimentaria gracias a la pesca artesanal. Y además tienen otros proyectos.
El mismo año de la pelea con el gobierno por lo del Casino estudiantes y profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Noreste habían presentado en el barrio un proyecto que luego fue abandonado por el gobierno, para crear un acuario para 200 especies del río Paraná, centros de estudios biológicos, cívicos y de salud, siembra con larvas de especies originarias y planes para mejor la producción, acopio y elaboración del pescado. Además planeaba viviendas palafíticas para los vecinos de zonas bajas, pasarelas en la ribera, la construcción de un aviario, un llamado patio de cerveza donde se pudieran degustar platillos de productos del río, junto a expendios de pescado en conserva y artesanías, además de instalar bungalows sencillos para turistas.
“No es tan difícil”, asegura Walter, “es que esto es un paraíso por el paisaje, la naturaleza, los humedales, y no quieren que los pobres ocupemos un lugar tan hermoso. Nosotros queremos trabajar con turismo sustentable, hacer paseos que muestren la biodiversidad del lugar, crear una residencia para artistas que ayuden a mantener los murales que ahora identifican al barrio y organizar la Fiesta del Pescador. Yo leí que en los humedales de Colombia se juntaron varias comunidades y con este tipo de proyectos pudieron crear 8.000 puestos de trabajo. Hay un montón de propuestas lo que pasa es que a los políticos les gusta la plata fácil, construir casinos, hoteles o edificios, desplazando a la comunidad”.

 

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