Evo Morales: ¿Qué nos pueden cuestionar? Nada
Segunda entrevista con el papacho mayor. Esta vez para la revista Sudestada en el contexto de una investigación de un libro de próxima aparición sobre el "proceso de cambio" que vive Bolivia desde la llegada al poder del primer presidente indígena de uno de los países mas indígenas de América Latina. Esta vez estuvo más peliagudo. Reflexiones sobre el periodismo independiente, el apoyo crítico a los gobiernos de izquierda sudakamericanos, y las cuestiones que van forjando esta intención de replantear los vicios de este sangrante presente globalizado.
Puede leerse un adelanto de la entrevista en la web de Sudestada, y también la excelente editorial del numero de noviembre que pueden encontrar en cualquier kiosko o puesto ambulante. También para los patagónicos en Al Margen de enero. En la nueva sección Bolivia, entrevistas acerca del "proceso de cambio", algunos adelantos de las voces que van conformando el nuevo libro de los Cuadernos de Sudestada que tiene el título tentativo de: "La Bolivia de Evo (crónica de un proceso de cambio)"
Y un adelanto del libro, también en la Sudestada de Noviembre si quieren papel. Aca abajo, donde dice NOTA COMPLETA, en la pantalla con fotos del Colectivo a Pedal y la colaboración especial del gran Matías "Pollo" Pujol del Movimiento Cajonardi de Rosario.
Un largo camino hacia otra Bolivia
1. Para quien ingresa después de
algunos años a Bolivia, el cambio es evidente. Cierta modernidad
latente, cierta comodidad o pacífica prosperidad que no por eso
enturbia el particular quehacer de este pueblo con sus
manifestaciones, discusiones callejeras y formas de ver la vida.
Apenas una leve e imperceptible disminución en los olores, colores,
ese caos que para muchos gringos convocaba la desesperación misma a
la hora de tomar un colectivo o comprar verduras en un mercado, pero
que para muchos otros representó durante años un auténtico estado
de desobediencia civil. En la Plaza San Francisco en medio de
turistas gringos ya es difícil encontrar caseritas vendiendo
mokochinche o refresquito de linaza, y el mercado Lanza se ha
transformado de un bullicioso y sudakamericano festival de olores,
colores y personalidades en una aburrida estructura de cemento donde
alguna gente se encierra a comer entre sombríos y gélidos
pasadizos. Ya no se percibe eso que Rodolfo Kusch llamó “el hedor
andino”. Otro tipo de orden, otra forma de ver la vida, una
esperanza que se erguía ante la evidente caída de nuestro mundo,
este sangrante presente globalizado donde la basura de años de
desarrollo capitalista empezó de pronto a explotar en nuestras
propias narices.
Puede leerse un adelanto de la entrevista en la web de Sudestada, y también la excelente editorial del numero de noviembre que pueden encontrar en cualquier kiosko o puesto ambulante. También para los patagónicos en Al Margen de enero. En la nueva sección Bolivia, entrevistas acerca del "proceso de cambio", algunos adelantos de las voces que van conformando el nuevo libro de los Cuadernos de Sudestada que tiene el título tentativo de: "La Bolivia de Evo (crónica de un proceso de cambio)"
Y un adelanto del libro, también en la Sudestada de Noviembre si quieren papel. Aca abajo, donde dice NOTA COMPLETA, en la pantalla con fotos del Colectivo a Pedal y la colaboración especial del gran Matías "Pollo" Pujol del Movimiento Cajonardi de Rosario.
Un largo camino hacia otra Bolivia

Tras los levantamientos populares que
expulsaron en helicóptero a Estados Unidos a los gobiernos
neoliberales, la llegada de Evo Morales al Palacio del Quemado ha
puesto en la misma olla a las “dos bolivias”. En el fondo,
aquella pequeña elite blanca que por muchos años dominó todas las
instituciones del país. Encima, el hervor popular de juntas
vecinales, mercados, federaciones, sindicatos y todo tipo de
organizaciones políticas, sociales, jurídicas y económicas que
durante años, siglos, establecieron un estado paralelo. Estado
Plurinacional se llama el fascinante experimento o alquimia que, por
supuesto, genera todo tipo de reacciones.
2. “En este país durante muchos años
la población indígena fue discriminada de muchos espacios públicos.
El gobierno de Evo ha logrado revertir esta situación y se ve una
mayor convivencia. Esto sumado a un mejor bienestar económico le ha
dado mayor tranquilidad a la sociedad”, nos dice Luis, abogado y
dirigente de fútbol. “Yo he participado como asesora de los
gobiernos neoliberales. Y la verdad que lo hemos hecho bastante mal,
ahora le toca a ellos. Y la verdad, lo están haciendo bien”, opina
Claudia, politóloga y experta en liderazgo. “Evo es indio como
nosotros, trabaja para nosotros, ha construido escuelas, da bono
Juancito Pinto, está atento a las comunidades del campo. La semana
que viene va a venir a mi pueblo, Ancoraimes. ¿Cuándo un presidente
vino a mi pueblo?”, se enorgullece Josefina, caserita que vende
jugos de fruta en el residencial barrio de San Miguel. “Sólo
construye estadios y carreteras, pero el resto sigue igual. Él es
buena persona, indio como nosotros, pero está rodeado de corruptos,
káras (blancos) que siguen robándose el dinero de la gente. Por
ahora vamos a dejarlo, a ver qué pasa”, se queja Elba, que vende
paltas en el bullicioso y céntrico mercado de la Rodríguez. “Se
ha duplicado el PBI, las oportunidades de negocios. Todas las
amenazas de que con este gobierno indígena Bolivia se iba a cerrar
al mundo fueron exactamente al revés. Bolivia era un país ignorado
hasta la llegada del Evo. Hoy hasta la hija de la señora que vende
dulces puede decir: ‘yo cuando sea grande quiero ser presidente’.
Como clase media yo antes sabía que mi futuro era estudiar para ser
profesional y rezar por encontrar algunos de los pocos puestos que
había en empresas. Hoy las posibilidades son infinitas”, comenta
Jerson, periodista y activista de Santa Cruz. “Claro que hay
cambios, antes Sánchez de Losada mataba gente, ahora Evo construye
carreteras. Claro que unos poquitos se quejan, cuestiones de
igualdad. Ahora todos tienen que pagar impuestos, pero Evo es
boliviano, sino ¿quién viene?, ¿uno de España?”, aclara Edson,
un lustrabotas de capucha zapatista como todos los que pueblan La
Paz. En la ciudad proliferan los locales de hamburguesas, los
carteles de “se necesita empleado” y también los de “clausura”.
Frente al bullicio aún latente de la Plaza San Francisco, los
minibuses tienen su parada obligatoria y un nutrido grupo de policías
y empleados municipales disfrazados de cebra tratan cada vez menos
infructuosamente de ordenar a los peatones y choferes. Aquellos
clásicos niños o cholitas que voceaban los barrios para invitarte a
subir a la movilidad urbana casi han desaparecido.
–¿Es para ahorrar dinero? –le
preguntamos a un chofer.
–No, es que cada vez es más difícil
conseguir muchachos que quieran trabajar en esto. Ahora hay otros
trabajos mejor pagos, como mesero, cocinero o albañil.
3. Umberto Eco decía que la
estadística es esa maravillosa ciencia según la cual si un hombre
murió empachado con un pollo y otro murió de hambre, los dos
comieron medio pollo. Sin embargo, ahí van algunos datos
macroeconómicos de la Bolivia de Evo Morales: el PBI crece con un
promedio de 4,8% anual, la construcción al 10%, el salario se ha
incrementado en 127% desde el 2005; se han quintuplicado los ingresos
por exportaciones, lideradas por los hidrocarburos; la producción de
gas pasó de 25 a 70 millones de m3 por día, la renta petrolera de
300 a 5.000 millones de dólares; 2012 amaneció con una cifra récord
de depósitos (u$s 7.700 millones) y créditos (u$s 6.400 millones),
eso sin contar los sistemas financieros informales, que en Bolivia
son mayoría y ante la bonanza económica se han hecho más fuertes
(entre 60 y 70% a ojo de buen cubero, dice un analista urbano);
récord de reservas internacionales (u$s14.000 millones, 60% del PBI)
e inversión pública, que se sextuplicó en un lustro y ahora
equivale a 11% del PBI, mientras que la privada es de 8% (mitad
extranjera y mitad nacional), la suma es superior al 16% que se logró
durante el auge de las privatizaciones neoliberales de los noventas,
el ítem incluye los bonos Juancito Pinto (estudiantes), Renta
Dignidad (ancianos) y Juana Azurduy (mujeres embarazadas o en
lactancia) que benefician al 33% de la población con montos que van
de los 28 a los 340 dólares por año, el programa “Bolivia cambia,
Evo cumple”, que ha gastado u$s480 millones en 3.900 pequeños
proyectos municipales, subsidios al transportes y los alimentos (la
población más pobre de Bolivia gasta entre 80% y 90% solo en estos
rubros) y la construcción de 2.400 km de carreteras (tres veces lo
hecho entre 2001 y 2005) con un aumento de 10 veces en el parque
automotor. Si en los gobiernos anteriores se empleaban 300 nuevos
puestos en salud e educación, actualmente el incremento es de 4000
nuevos profesionales al año. Si entre 1996 y 2005 se titularon 9,3
millones de ha beneficiando a 174.000 personas, desde 2005 son 55
millones en beneficio de 982.000 personas. Solo los títulos agrarios
entregados en 2012 cuadriplican todos los títulos que se otorgaron
en el periodo 1996-2005. Estas medidas y procesos han logrado bajar
la pobreza extrema urbana de 24% a 14%, y la pobreza extrema rural de
63% a 43%. El último censo 2012, que ha despertado numerosas
críticas por sus procedimientos y resultados de parte de la
oposición, mostró un resultado curioso: Sólo 41% de la población
se declara indígena frente al 62% del 2001.
La revolución es evidente y carga con
una velocidad y una complejidad que deja pasmado al más ávido
observador. Contrariando los tiempos de un país donde nadie se
desespera por un atasco de tránsito o por la espera de un vuelto, y
donde entre el aviso para dejar un mensaje de celular y el vip pasan
diez o veinte cómodos segundos, el gobierno del MAS, en particular
Evo Morales, ha impuesto un ritmo frenético que amanece a las 4 de
la mañana y puede tocar 3 o 4 puntos del país en actos que van de
inauguraciones de viviendas, redes de agua potable o pequeñas
industrias a encuentros empresarios, congresos internacionales,
matrimonios comunitarios o el reciente acto multitudinario junto al
presidente de Ecuador Rafael Correa en el flamante estadio de
Ivirgarzama, centro geográfico de la región cocalera del Chapare.
En todas las ocasiones va acompañado de algún ministro, legislador
o dirigente de las organizaciones sociales. Algunos funcionarios,
como el vicepresidente Álvaro García Linera o el ministro de la
Presidencia, Juan Ramón Quintana, mantienen una agenda similar.
Curiosamente, ambos son sindicados de actuar de rasputines de Evo
Morales, haciendo tornar el “proceso de cambio” y el gobierno del
MAS hacia un esquema capitalista, desarrollista, nacionalista y de
seguridad democrática. Sin embargo, sus colaboradores y asesores más
antiguos sostienen lo contrario. El Evo está hasta en el más mínimo
de los detalles y siempre tiene la última palabra en una histórica
serie de intuitivos cambios de rumbo que han hecho de él uno de los
principales líderes mundiales.
En medio de estas gambetas frente a la
oposición nacional e internacional, intentando sostener el delicado
equilibrio de las fuerzas sociales que sustentan su mandato, el presi
ha dejado mal parado a alguno de sus más íntimos colaboradores. Las
críticas van desde una supuesta captación del gobierno por parte de
un entorno blancoide (liderada por el ex ministro de Educación,
Felix Patzi), incumplimiento de la representación indígena en el
gobierno y avance sobre territorios ancestrales en pos de
megaproyectos multinacionales (por parte del Consejo Nacional de
Markas y Ayllus del Qullasuyu, la Confederación Indígena del
Oriente Boliviano o el ex vocero presidencial Alex Contreras), un
parate en los procesos de nacionalización de hidrocarburos y reforma
agraria (en la voz de intelectuales como Alejandro Almaraz, ex
viceministro de Tierras, o Raúl Prada, hombre fuerte del gobierno en
la constituyente y luego en YPFB) y falta de democracia interna en el
MAS (denuncia de Rebeca Delgado, ex presidenta de la Cámara de
Diputados).
De este grupo de llamados
“librensantes” ha comenzado a conformarse una especie de
oposición de izquierda que, aunque aún no consolidada, genera
ciertas inquietudes en la opinión pública, sobre todo de sectores
urbanos. A esto se suma el pase del oficialismo a la oposición del
Movimiento Sin Miedo (MSM) que gobierna en La Paz, la creación del
Partido de los Trabajadores por parte de la Central Obrera Boliviana.
“Todos estos desprendimientos han ido sucediendo sin quitarle poder
político o apoyo popular al MAS. Son grupos muy pequeños y en
muchos casos intelectuales urbanos que no mueven sindicatos ni
organizaciones, no pueden mover un solo voto”, explica el
politólogo Jorge Komadina. Una reciente encuesta publicada por el
periódico opositor 7 días refleja la aceptación de Evo Morales en
el 60%. El MAS o Instrumento
Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) tiene actualmente
6 de las nueve gobernaciones y 270 de las 337 alcaldías.
“En
nuestro país tenemos mucha aceptación del pueblo, tenemos bastante
avance en el proceso de cambio, tenemos debilidades de acuerdo,
siempre va a haber debilidades en cualquier gobierno, aunque sea el
mejor, pueden ser externas o internas. Pero lo bueno es que sabemos
superar estas debilidades. Son pequeños problemas que nos llevan
reflexionar para tomar decisiones”, explica Asterio Romero,
dirigente cocalero y actual Secretario General de la Gobernación de
Cochabamba. “Hay algo de lo popular antes era obrero ahora
indígena, un romanticismo del sujeto de la revolución; y muchos
intelectuales que actuan como vanguardia diciendo están equivocados.
Yo no voy a decir acá no pass nada, al contrario acá pasan cosas
increíbles. El tema es ver que puede servir de esta experiencia para
que mejore. Visto desde los resultados, no entiendo porque se pueden
poner en contra de esto. Y Supongamos que es un desastre, que se
valla ¿Quien va gobernar este país? Ponéme enfrente una elite que
tenga más virtudes que esta. Va a tener los mismos defectos y
ninguna de sus virtudes”, opina Fernando Mayorga, director del
Centro de Estudios de la Universidad Mayor de San Simón en la misma
ciudad.
3. “Seguramente gane el MAS en las
próximas elecciones, el tema es ver con qué apoyo, y frente a eso
si el gobierno profundiza el proceso de cambio o se decanta por esta
visión más desarrollista que estamos viendo”, opina el periodista
Boris Miranda. “La estrategia del MAS siempre ha sido ampliar su
base social, entonces después de los conflictos de 2008 se incorpora
al empresariado cruceño. Esto sumado a que hay un gran crecimiento
económico en la población cocalera y campesina (que son la
principal base del presidente) donde se han dejado de lado
reivindicaciones más ligadas a la construcción de otro modelo
económico, ha modificado la agenda del gobierno”, explica.
“Hay una serie de elementos que
muestra una versión renovada del desarrollismo y capitalismo de
estado bajo un liderazgo carismático. Claro, hay más plata, ha
habido un efecto neto de la llamada nacionalización, que no es tal,
sino simplemente renegociar el porcentaje de los impuestos y las
regalías, pero que sumado al alza de los precios internacionales ha
dado una capacidad redistributiva nunca antes vista. Sin embargo, hay
una peligrosa expansión de formas ilegales de economía y la
aparición de una mentalidad rentista, de pedir al estado y recibir
bonos”, advierte la antropóloga Silvia Rivero. “Hubo un momento
en 2008 que el vicepresidente llamó ‘la noche negra’, en la que
la mayoría de los ministros pensaban en renunciar. El gobierno
estaba totalmente derrotado. Ahí se vio la fortaleza de los
movimientos sociales, del Pacto de Unidad, que salieron a apoyar al
gobierno y marcharon a Santa Cruz para retomar las instituciones
tomadas por las fuerzas de la oposición. A partir de ahí, la
derecha se quedó sin programa y sin apoyo social, y tuvo que
plegarse a las condiciones de gobierno, aunque en estos momentos
parecería que le están marcando la agenda, sobre todo en el tema de
tierras, donde ha logrado que se dé una prórroga a los planes de
expropiación de los terrenos ociosos. Hasta ese entonces, el Pacto
de Unidad funcionó como un bloque conciso, pero una vez superada
esta etapa, se empezaron a ver las diferencias en la agenda, con
grupos de tierras bajas que plantean una tierra comunitaria mientras
que el gobierno solo entrega títulos individuales”, hace historia
Miranda.
“Nos han quitado representatividad en
todos lado, el Congreso, las instituciones, hasta nos han sacado los
fondos que nos correspondían como indígenas. Nos dicen que estamos
financiados por USAID, pero no hay pruebas. En cambio ellos reciben
dinero de Estados Unidos, del BID, de Banco Mundial, para comprar
computadoras y hacer estadios”, aclara Fidel Condorí, malku de la
Conamaq. “Se han frenado todas las titulaciones de Tierras
Comunitarias de Origen (TCO), títulos colectivos que les garantizan
a las comunidades defenderse ante la amenaza externa por explotación
de recursos naturales. No me opongo a las obras del gobierno, pero no
contribuyen a frenar la migración, no son proyectos productivos. Por
más que construyan en un ayllu un coliseo de oro, si no hay fuente
de ingresos la gente se va a ir a la ciudad o al exterior”, agrega
David Crispin, asesor de Conamq. “Hoy el pacto de unidad no nos
representa, tiene una lógica electoralista, como el gobierno”,
aclara Adolfo Chávez, de la Confederación de Indígenas del Oriente
Boliviano (CIDOB). Desde el gobierno se esgrimen ambiciones
personales de los dirigentes, coptación por parte de ONGs pagadas
por los gringos y alianza con lo más recalcitrante de la derecha
nacional.
“Es cierto que algunos dirigentes
están buscando rédito político o dándose la mano con lo más
rancio de la vieja clase política, pero eso no deslegitimiza a las
bases y sus reivindicaciones”, opina Miranda. La histórica
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia
(CSUTCB), la Federación de Mujeres Bartolina Sisa y la Confederación
Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB) siguen
fieles al gobierno, mientras que en la Conamaq y la Cidob, al igual
que sucedió con los movimientos piqueteros o la CTA en la Argentina
frente al kirchnerismo, comienzan las internas y rupturas entre una
parte oficialista y otra opositora.
4. Abiertos al progreso económico, el
poder político, el mercado internacional, las posibilidades
infinitas de este mundo global, algunos bolivianos han empezado a
sentir vértigo frente a contradicciones, o al menos externalidades,
vicios del viejo mundo: contrabando, narcotráfico, extractivismo,
pérdida de identidad, consumismo, abusos de poder y grandes
infraestructuras que atentan contra el territorio ancestral de
algunas comunidades. Mientras se expande por el mundo la visión
pachamamesca y de cuidado de la madre tierra, muchos bolivianos
entran por la puerta grande a la modernidad. Las clásicas cholitas
bolivianas no sólo pueblan el Congreso, los ministerios y los
canales de televisión o monopolizan el mercado de la informática y
los automotores, sino que también se pasean en cuatro por cuatro,
llenan restaurantes de lujo, compran casas en el elitista barrio de
San Miguel y mandan sus hijos a la exclusiva Universidad Católica de
San Pablo. Mientras tanto, algunos se quejan de que la coca tiene
cada vez más químicos, y la quinua ha cuadruplicado su precio
volviéndose un alimento de lujo.
“Había dos temas centrales: la
opresión cultural y de la desigualdad económica. Hubo un enunciado
interesante de este gobierno que tiene que ver con un cambio de
horizonte en el proyecto moderno capitalista. Las brechas entre
pobres y ricos se han cerrado, pero yo siento que el vivir bien está
quedando en consigna. Hay una suerte de borrachera del poder, una
línea moderna que está ganando, porque la propia gente tenemos ese
chip. Esa es una contradicción interna nuestra, no sólo del
estado”, advierte Santos Callejas, de la radio comunitaria Wayna
Tambo de El Alto. “No queremos generar un estado asistencialista,
sino que es un proceso. Falta muchísimo por hacer, pero es muy
importante haber devuelto a los pueblos originarios su dignidad. La
estructura del estado no se ha cambiado todavía, tampoco la
educación. Mucha gente tiene una expectativa desde la visión
occidental, quiere cambios rápidos. De pronto y por decreto no vamos
a cambiar esto que viene desde 500 años. Muchos hermanos nos dicen:
‘permítanme por lo menos desilusionarme del progreso’”,
confiesa Fernando Huanacuni, amauta experto en el Buen Vivir y ahora
funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Hay mucho de
una construcción externa del tipo antiglobalización, que como
muchas recetas no se aplican acá en Bolivia. Acá hay mezclas
sincréticas de muchas cosas, desde la religión al consumo. Es muy
complejo porque tienes al mismo tiempo revolución política,
modificación de roles identitarios, nuevas burguesías, inserción
de sectores populares en la circulación mercantil con mirada
global”, explica Mayorga. “Hay una lucha por el excedente
económico, y eso nos está aconteciendo a todos. Entonces es un poco
volver a repensarnos, cómo encarar estas desigualdades pero desde
nuestras necesidades, costumbres. Hay una modificación en el bloque
de poder, y se está viendo una cuestión de consumo en estas elites,
de ostentación del dinero... Sabemos la crisis que tiene el mundo y
no podemos seguir con este tren de vida. Ante esta suerte de pérdida
de horizonte, hay que volver a trabajar. Es un cambio que no es de la
noche a la mañana”, insiste Callejas. “Lamentablemente, nuestro
estado ha sido el más corrupto de todo el mundo, el más pobre, el
más mendigo; un estado colonial, neoliberal. Y frente a eso ha
nacido el MAS. Antes nuestro pueblo nunca ha tenido oportunidad para
hacer exportación de productos. Ahora se atreven, por eso Bolivia va
a pasar de un país consumista a un país productivo. Si queremos
pensar en nuestra sobrevivencia, estamos obligados a generar ese
equilibrio, el vivir bien, que se tenga una buena salud, buena
alimentación, por los menos servicios básicos, una casa... Mientras
no haya eso, no va a haber vivir bien. Por lo tanto, recién estamos
tocando el tema productivo. Como somos un país autonómico, nos
estamos planteando qué productos necesitamos de acuerdo a la
situación geográfica, porque hasta ahora sólo tenemos la
mentalidad neoliberal, solamente cemento, escuelas, canchas… Antes
todo lo del exterior nos parecía lo mejor, y lo de nosotros no
servía para nada. Pero ahora estamos debatiendo la descolonización,
valorar nuestras cosas”, confiesa Julio Salazar, dirigente cocalero
y actual senador.
Las pocas políticas alternativas que
el gobierno implementó no generaron grandes resultados ni aceptación
por parte de profesionales y comunidades, como el sistema de salud
comunitaria SABSI, por dar un ejemplo. Hablar de economía social o
productos orgánicos a nivel interno es un disparate en una sociedad
donde 10 centavos marcan la diferencia y la mayor parte del comercio
y la producción está prácticamente atomizada. En el Chapare las
federaciones cocaleras decidieron en su último ampliado prohibir el
Round Up de Monsanto y las publicidades de agrotóxicos en los medios
de comunicación, en un proceso de normalización hacia un cultivo
orgánico de la coca.
“El tema de los agroquímicos nos ha
preocupado harto, porque la economía a veces te puede llevar a una
corriente y nunca salir. De repente ha habido descontrol, una
búsqueda de producir y vender más, no se ha pensado en esta planta
milenaria y sagrada”, asegura Romero. “El vivir bien no es un
ejemplo acabado. Nosotros estamos trabajando el tema de economía y
consumo. En El Alto con fuerza vas a ver que ya se puede tomar pitos
naturales, mates de muchas frutas, de quinua, a pequeña escala,
producción familiar. Pero en paralelo se están construyendo grandes
plazas de comida. Nos parece importante trabajar este tipo de cosas,
por más pequeñas que sean. El gobierno no está proponiendo esto
por iniciativa propia pero están dispuestos a abrir el espacio, lo
que pasa es que están faltando propuestas de esta naturaleza. Se
hace lo que ya se conoce”, reconoce Santos de la Wayna Tambo, que
ha comenzado a trabajar con la alcaldía de El Alto para que el nuevo
mercado de Santa Rosa se adapte a los usos y costumbres bolivianos a
diferencia de lo ocurrido con el mercado Lanza de La Paz. “Bolivia
es un país interesante para aprender de aciertos y desaciertos y
repensar países diferentes”, asegura la líder indígena mapuche
Moira Millan, el Foro Andino Amazónico de Desarrollo Rural, uno de
los tantos congresos de debate indígena que inundan desde hace años
la ciudad.
5 De
la Pérez Velasco tomamos un minubus hacia la Ceja de El Alto, de ahí
a la ex tranca de Río Seco, para tomar otro rumbo al pueblo de
Josefina, Ancoraimes. La ciudad más combativa y hoy también la más
pujante de Bolivia, es un hervidero de movilidades, puestos, aguayos,
empresas de microcréditos, baños y duchas públicas, nuevos y
pulcros profesionales, modernas obras de infraestructuras y cholitas
con sus trenzas atadas levantando nuevos edificios. Mientras uno se
aleja por la ruta hacia la región de Omasuyos, se empiezan a ver
nuevas urbanizaciones colonizando la ciudad. Cercados de adobe,
perdidas tiendas que venden palas y mezcladoras, mercados
improvisados y familias construyendo su nuevo horizonte urbano.
Seguramente igual que Josefina y David, que llegaron del altiplano
hace veinte años, “para aprender castellano”, explica Josefina.
Hoy tienen su casa en El Alto, su puesto de licuados en San Miguel,
cuidan una casa en la zona sur, Mallasilla. Planean comprar terreno
y construir cerca de ahí, sueñan con un auto que facilite el
negocio y la movilidad entre el campo y la ciudad. Cuando se le
pregunta por volver a vivir al campo dice: algún día. Cuando
termine la educación de su hijo Jose. Mientras tanto el minibús se
interna por las poblaciones campesinas, los cerros se abren sin
alambrados, casas de adobes, árboles y vacas perdidas y un sol
rajante del que apenas se protegen con algún sombrero las mamitas y
papachos que trabajan la tierra. Después de varias horas de incómodo
viaje le pedimos al chofer que nos deje en el pequeño pueblo de
Kuracollo. Apenas unos banderines colgando sobre una soga junto a
unos carteles de Morales-Linera 2014 anuncian el acto. Se escuchan
las músicas, se sienten los olores, las familias se acercan con sus
trajes típicos. El chofer y los tripulantes cuando se enteran que
viene el Evo deciden dejar todas sus actividades y bajarse también.
Justo a tiempo para escuchar el murmullo de lo motores que anuncian
el helicóptero presidencial. Con nuestras pintas de gringo, entre
militares y ponchos rojos (la guardia aymara), nos acercamos al palco
de honor. Josefina nos llama por el celular. Nos está viendo. Quiere
una foto con el Evo.
Al
presidente se lo ve cansado, pensando en otra cosa, con paciene
formalidad escucha los discursos, recibe obsequios, baja del
escenario para bailar con la gente. Cuando le toca el turno de hablar
hace un repaso de lo gobiernos neoliberales, de la cantidad de leyes
que presentó como diputado sin que le hicieran caso. De la vez que
lo echaron del congreso, del impresionante ingreso para el estado que
significa la nacionalización de hidrocarburos. “Hoy tenemos como
200 millones de dólares del Fondo Nacional Indígena que no están
siendo gastados. No se cuantos proyectos están durmiendo. Ese dinero
hay que manejarlo por municipio, porque ese dinero viene de la lucha
del movimiento campesino, indígena y otros sectores sociales. Toda
esa plata debía estar para proyectos productivos, pequeños y
medianos, en toda Bolivia, para que abandone la pobreza. No se debe
usar para infraestructura, que eso lo haga la alcaldía. Y hay que
hacer bueno uso de eso fondo, trabajando, debatiendo programas para
el bien de toda la familia campesina. Esperamos todos sus aportes. A
veces estando de presidente no estamos conociendo todas la demandas,
hay nuevas demandas, nuevas necesidades. Algún compañero me decía,
ante nuestros hijos solo estudiaban en la escuela, máximo en
colegio, ahora ya van a los institutos, las universidades, otras
necesidades, por eso hay que apoyar con proyectos que permitan
generar nuevas divisas para las familias. Como mejor el ganado, la
lechería, estos programas deben ser fortalecidos, ampliados con
otros programas, para eso están las organizaciones, para debatir
nuevas necesidades que tienen la región. Hermanas y hermanos, saludo
las palabras que nos da mucha fuerza para continuar este trabajo,
pero al margen de Evo, Álvaro, es necesario preparar nuevos líderes
hombres y mujeres, de verdad les digo que los verdaderos originarios
de esta tierra después de tantos años recuperamos el poder
político, esto debe ser para toda la vida. Le estoy diciendo a
ustedes compañeros de base, prepárense, para que los dueños
absolutos de esta tierra gobernemos para toda la vida. Hemos empezado
después de tantos años. Hay un reconocimiento internacional de cómo
hemos cambiado Bolivia, para eso necesitamos hermanos, hermanas, con
mucho conocimiento, mucha capacidad para seguir afianzando desde las
alcaldía, desde las gobernación y también el gobierno nacional,
para eso hemos recuperado el Congreso, para los 500 años, para
futuras generaciones”. ¿Cuándo un presidente ha llegado a estos
lares?¿Cuando han hablado los políticos en aymara?¿Cuando han
sabido de las regla y protocolo del pueblo?
No es
la primera, es la tercera vez que el presidente Evo viene a
Ancoraimes, me aclara Josefina. Y la semana pasada estuvo el
vicepresidente, agrega Don David.
Se
agita el tumulto, después de dos horas de presencia el presidente se
va igual de rápido que como llego con helicóptero. Con el su
comitiva de funcionarios, entre ellos algunos originales de la región
como el senador Eugenio Rojas, antes maestro en el normal de Warisata
y alcalde de Achacachi, ambas poblaciones míticas por su
participación en la resistencia aymara. O la ejecutiva de las
Bartolinas Felipa Huanca, nacida en Ancoraimes, compañera de
secundaria de Josefina (que se quedó sin su foto con el Evo). A
punto de despegar el helicoptero, Felipa decide bajarse y quedarse
para festejar. La acompaña la ministra de agricultua, Nemsia
Achacollo, que es originaria de Santa Cruz. “Para que conozcas mi
gente”, le dice Felipa, y las dos se sientan en una ronda de sillas
a comer y tomar cerveza con otros compañeros al costado de las
gradas del pequeño estadio de fútbol que el gobierno ha construido
y donde, ocupando la mitad de la cancha, pastan las 1610 ovejas de
cara negra (dos por familia, “no las vallan a usarla para carnear,
son para reproducir”, advierte en su discurso Felipa). Por todo el
resto del campo las diferentes comunidades bailan o dialogan. Más
allá del alambrado Josefina nos invita al apthapi, picnic
comunitario. Las mamitas extienden sus aguayos dejando ver un tesoro
de papas y chuños, ocas, yucas, plátanos, carne de cabra, queso
casero y pan de quinua. Sentadas sobre sus abultadas polleras
murmuran en aymara y se ríen como locas. Cada tres o cuatro palabras
se escucha la palabra “gringo”. “Cuidado, quieren invitarlos a
bailar”, advierte Filemón, un anciano comunario que al igual que
el resto de los hombres se mantiene parado a unos pasos de las
polleras mientras avanza de a ratos a recoger su comida. Filemón
cuenta que sus tres hijos trabajan en Argentina, pero que por suerte
ya están pensando en volver gracias a las mejoras de oportunidades
que han surgido gracias al compañero Evo. David nos invita a un
costado, donde los malkus, las autoridades de la comunidad, como es
su responsabilidad, reparten hojas de coca y cerveza entre los
comunarios. Mascamos, pichamos tranquilos, recibimos a nuestro turno
nuestro vaso de birra y ofrecemos al igual que el resto un traguito a
la Pachamama.
El sol ha comenzado a relajarse llamando a una buena
siesta, a un lado el paisaje de los picos nevados, al otro el inmenso
Titikaka, donde dicen los aymaras que nació el mundo. Las cholitas
trepan las montañas o se deslizan por el camino asfaltado renegando
con su par de nuevas ovejas y una bolsa de productos para su cuidado.
“De marca multinacional”, observa nuestra gringa cabecita
antiglobalización tratándose de abstraerse de tanto buen vivir.

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