Evo Morales: ¿Qué nos pueden cuestionar? Nada

Segunda entrevista con el papacho mayor. Esta vez para la revista Sudestada en el contexto de una investigación de un libro de próxima aparición sobre el "proceso de cambio" que vive Bolivia desde la llegada al poder del primer presidente indígena de uno de los países mas indígenas de América Latina. Esta vez estuvo más peliagudo. Reflexiones sobre el periodismo independiente, el apoyo crítico a los gobiernos de izquierda sudakamericanos, y las cuestiones que van forjando esta intención de replantear los vicios de este sangrante presente globalizado.

Puede leerse un adelanto de la entrevista en la web de Sudestada, y también la excelente editorial del numero de noviembre que pueden encontrar en cualquier kiosko o puesto ambulante. También para los patagónicos en Al Margen de enero. En la nueva sección Bolivia, entrevistas acerca del "proceso de cambio", algunos adelantos de las voces que van conformando el nuevo libro de los Cuadernos de Sudestada que tiene el título tentativo de: "La Bolivia de Evo (crónica de un proceso de cambio)"

Y un adelanto del libro, también en la Sudestada de Noviembre si quieren papel. Aca abajo, donde dice NOTA COMPLETA, en la pantalla con fotos del Colectivo a Pedal y la colaboración especial del gran Matías "Pollo" Pujol del Movimiento Cajonardi de Rosario.
Un largo camino hacia otra Bolivia


1. Para quien ingresa después de algunos años a Bolivia, el cambio es evidente. Cierta modernidad latente, cierta comodidad o pacífica prosperidad que no por eso enturbia el particular quehacer de este pueblo con sus manifestaciones, discusiones callejeras y formas de ver la vida. Apenas una leve e imperceptible disminución en los olores, colores, ese caos que para muchos gringos convocaba la desesperación misma a la hora de tomar un colectivo o comprar verduras en un mercado, pero que para muchos otros representó durante años un auténtico estado de desobediencia civil. En la Plaza San Francisco en medio de turistas gringos ya es difícil encontrar caseritas vendiendo mokochinche o refresquito de linaza, y el mercado Lanza se ha transformado de un bullicioso y sudakamericano festival de olores, colores y personalidades en una aburrida estructura de cemento donde alguna gente se encierra a comer entre sombríos y gélidos pasadizos. Ya no se percibe eso que Rodolfo Kusch llamó “el hedor andino”. Otro tipo de orden, otra forma de ver la vida, una esperanza que se erguía ante la evidente caída de nuestro mundo, este sangrante presente globalizado donde la basura de años de desarrollo capitalista empezó de pronto a explotar en nuestras propias narices.

Tras los levantamientos populares que expulsaron en helicóptero a Estados Unidos a los gobiernos neoliberales, la llegada de Evo Morales al Palacio del Quemado ha puesto en la misma olla a las “dos bolivias”. En el fondo, aquella pequeña elite blanca que por muchos años dominó todas las instituciones del país. Encima, el hervor popular de juntas vecinales, mercados, federaciones, sindicatos y todo tipo de organizaciones políticas, sociales, jurídicas y económicas que durante años, siglos, establecieron un estado paralelo. Estado Plurinacional se llama el fascinante experimento o alquimia que, por supuesto, genera todo tipo de reacciones.



2. “En este país durante muchos años la población indígena fue discriminada de muchos espacios públicos. El gobierno de Evo ha logrado revertir esta situación y se ve una mayor convivencia. Esto sumado a un mejor bienestar económico le ha dado mayor tranquilidad a la sociedad”, nos dice Luis, abogado y dirigente de fútbol. “Yo he participado como asesora de los gobiernos neoliberales. Y la verdad que lo hemos hecho bastante mal, ahora le toca a ellos. Y la verdad, lo están haciendo bien”, opina Claudia, politóloga y experta en liderazgo. “Evo es indio como nosotros, trabaja para nosotros, ha construido escuelas, da bono Juancito Pinto, está atento a las comunidades del campo. La semana que viene va a venir a mi pueblo, Ancoraimes. ¿Cuándo un presidente vino a mi pueblo?”, se enorgullece Josefina, caserita que vende jugos de fruta en el residencial barrio de San Miguel. “Sólo construye estadios y carreteras, pero el resto sigue igual. Él es buena persona, indio como nosotros, pero está rodeado de corruptos, káras (blancos) que siguen robándose el dinero de la gente. Por ahora vamos a dejarlo, a ver qué pasa”, se queja Elba, que vende paltas en el bullicioso y céntrico mercado de la Rodríguez. “Se ha duplicado el PBI, las oportunidades de negocios. Todas las amenazas de que con este gobierno indígena Bolivia se iba a cerrar al mundo fueron exactamente al revés. Bolivia era un país ignorado hasta la llegada del Evo. Hoy hasta la hija de la señora que vende dulces puede decir: ‘yo cuando sea grande quiero ser presidente’. Como clase media yo antes sabía que mi futuro era estudiar para ser profesional y rezar por encontrar algunos de los pocos puestos que había en empresas. Hoy las posibilidades son infinitas”, comenta Jerson, periodista y activista de Santa Cruz. “Claro que hay cambios, antes Sánchez de Losada mataba gente, ahora Evo construye carreteras. Claro que unos poquitos se quejan, cuestiones de igualdad. Ahora todos tienen que pagar impuestos, pero Evo es boliviano, sino ¿quién viene?, ¿uno de España?”, aclara Edson, un lustrabotas de capucha zapatista como todos los que pueblan La Paz. En la ciudad proliferan los locales de hamburguesas, los carteles de “se necesita empleado” y también los de “clausura”. Frente al bullicio aún latente de la Plaza San Francisco, los minibuses tienen su parada obligatoria y un nutrido grupo de policías y empleados municipales disfrazados de cebra tratan cada vez menos infructuosamente de ordenar a los peatones y choferes. Aquellos clásicos niños o cholitas que voceaban los barrios para invitarte a subir a la movilidad urbana casi han desaparecido.

–¿Es para ahorrar dinero? –le preguntamos a un chofer.

–No, es que cada vez es más difícil conseguir muchachos que quieran trabajar en esto. Ahora hay otros trabajos mejor pagos, como mesero, cocinero o albañil.



3. Umberto Eco decía que la estadística es esa maravillosa ciencia según la cual si un hombre murió empachado con un pollo y otro murió de hambre, los dos comieron medio pollo. Sin embargo, ahí van algunos datos macroeconómicos de la Bolivia de Evo Morales: el PBI crece con un promedio de 4,8% anual, la construcción al 10%, el salario se ha incrementado en 127% desde el 2005; se han quintuplicado los ingresos por exportaciones, lideradas por los hidrocarburos; la producción de gas pasó de 25 a 70 millones de m3 por día, la renta petrolera de 300 a 5.000 millones de dólares; 2012 amaneció con una cifra récord de depósitos (u$s 7.700 millones) y créditos (u$s 6.400 millones), eso sin contar los sistemas financieros informales, que en Bolivia son mayoría y ante la bonanza económica se han hecho más fuertes (entre 60 y 70% a ojo de buen cubero, dice un analista urbano); récord de reservas internacionales (u$s14.000 millones, 60% del PBI) e inversión pública, que se sextuplicó en un lustro y ahora equivale a 11% del PBI, mientras que la privada es de 8% (mitad extranjera y mitad nacional), la suma es superior al 16% que se logró durante el auge de las privatizaciones neoliberales de los noventas, el ítem incluye los bonos Juancito Pinto (estudiantes), Renta Dignidad (ancianos) y Juana Azurduy (mujeres embarazadas o en lactancia) que benefician al 33% de la población con montos que van de los 28 a los 340 dólares por año, el programa “Bolivia cambia, Evo cumple”, que ha gastado u$s480 millones en 3.900 pequeños proyectos municipales, subsidios al transportes y los alimentos (la población más pobre de Bolivia gasta entre 80% y 90% solo en estos rubros) y la construcción de 2.400 km de carreteras (tres veces lo hecho entre 2001 y 2005) con un aumento de 10 veces en el parque automotor. Si en los gobiernos anteriores se empleaban 300 nuevos puestos en salud e educación, actualmente el incremento es de 4000 nuevos profesionales al año. Si entre 1996 y 2005 se titularon 9,3 millones de ha beneficiando a 174.000 personas, desde 2005 son 55 millones en beneficio de 982.000 personas. Solo los títulos agrarios entregados en 2012 cuadriplican todos los títulos que se otorgaron en el periodo 1996-2005. Estas medidas y procesos han logrado bajar la pobreza extrema urbana de 24% a 14%, y la pobreza extrema rural de 63% a 43%. El último censo 2012, que ha despertado numerosas críticas por sus procedimientos y resultados de parte de la oposición, mostró un resultado curioso: Sólo 41% de la población se declara indígena frente al 62% del 2001.

La revolución es evidente y carga con una velocidad y una complejidad que deja pasmado al más ávido observador. Contrariando los tiempos de un país donde nadie se desespera por un atasco de tránsito o por la espera de un vuelto, y donde entre el aviso para dejar un mensaje de celular y el vip pasan diez o veinte cómodos segundos, el gobierno del MAS, en particular Evo Morales, ha impuesto un ritmo frenético que amanece a las 4 de la mañana y puede tocar 3 o 4 puntos del país en actos que van de inauguraciones de viviendas, redes de agua potable o pequeñas industrias a encuentros empresarios, congresos internacionales, matrimonios comunitarios o el reciente acto multitudinario junto al presidente de Ecuador Rafael Correa en el flamante estadio de Ivirgarzama, centro geográfico de la región cocalera del Chapare. En todas las ocasiones va acompañado de algún ministro, legislador o dirigente de las organizaciones sociales. Algunos funcionarios, como el vicepresidente Álvaro García Linera o el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, mantienen una agenda similar. Curiosamente, ambos son sindicados de actuar de rasputines de Evo Morales, haciendo tornar el “proceso de cambio” y el gobierno del MAS hacia un esquema capitalista, desarrollista, nacionalista y de seguridad democrática. Sin embargo, sus colaboradores y asesores más antiguos sostienen lo contrario. El Evo está hasta en el más mínimo de los detalles y siempre tiene la última palabra en una histórica serie de intuitivos cambios de rumbo que han hecho de él uno de los principales líderes mundiales.

En medio de estas gambetas frente a la oposición nacional e internacional, intentando sostener el delicado equilibrio de las fuerzas sociales que sustentan su mandato, el presi ha dejado mal parado a alguno de sus más íntimos colaboradores. Las críticas van desde una supuesta captación del gobierno por parte de un entorno blancoide (liderada por el ex ministro de Educación, Felix Patzi), incumplimiento de la representación indígena en el gobierno y avance sobre territorios ancestrales en pos de megaproyectos multinacionales (por parte del Consejo Nacional de Markas y Ayllus del Qullasuyu, la Confederación Indígena del Oriente Boliviano o el ex vocero presidencial Alex Contreras), un parate en los procesos de nacionalización de hidrocarburos y reforma agraria (en la voz de intelectuales como Alejandro Almaraz, ex viceministro de Tierras, o Raúl Prada, hombre fuerte del gobierno en la constituyente y luego en YPFB) y falta de democracia interna en el MAS (denuncia de Rebeca Delgado, ex presidenta de la Cámara de Diputados).

De este grupo de llamados “librensantes” ha comenzado a conformarse una especie de oposición de izquierda que, aunque aún no consolidada, genera ciertas inquietudes en la opinión pública, sobre todo de sectores urbanos. A esto se suma el pase del oficialismo a la oposición del Movimiento Sin Miedo (MSM) que gobierna en La Paz, la creación del Partido de los Trabajadores por parte de la Central Obrera Boliviana. “Todos estos desprendimientos han ido sucediendo sin quitarle poder político o apoyo popular al MAS. Son grupos muy pequeños y en muchos casos intelectuales urbanos que no mueven sindicatos ni organizaciones, no pueden mover un solo voto”, explica el politólogo Jorge Komadina. Una reciente encuesta publicada por el periódico opositor 7 días refleja la aceptación de Evo Morales en el 60%. El MAS o Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) tiene actualmente 6 de las nueve gobernaciones y 270 de las 337 alcaldías.

“En nuestro país tenemos mucha aceptación del pueblo, tenemos bastante avance en el proceso de cambio, tenemos debilidades de acuerdo, siempre va a haber debilidades en cualquier gobierno, aunque sea el mejor, pueden ser externas o internas. Pero lo bueno es que sabemos superar estas debilidades. Son pequeños problemas que nos llevan reflexionar para tomar decisiones”, explica Asterio Romero, dirigente cocalero y actual Secretario General de la Gobernación de Cochabamba. “Hay algo de lo popular antes era obrero ahora indígena, un romanticismo del sujeto de la revolución; y muchos intelectuales que actuan como vanguardia diciendo están equivocados. Yo no voy a decir acá no pass nada, al contrario acá pasan cosas increíbles. El tema es ver que puede servir de esta experiencia para que mejore. Visto desde los resultados, no entiendo porque se pueden poner en contra de esto. Y Supongamos que es un desastre, que se valla ¿Quien va gobernar este país? Ponéme enfrente una elite que tenga más virtudes que esta. Va a tener los mismos defectos y ninguna de sus virtudes”, opina Fernando Mayorga, director del Centro de Estudios de la Universidad Mayor de San Simón en la misma ciudad.





3. “Seguramente gane el MAS en las próximas elecciones, el tema es ver con qué apoyo, y frente a eso si el gobierno profundiza el proceso de cambio o se decanta por esta visión más desarrollista que estamos viendo”, opina el periodista Boris Miranda. “La estrategia del MAS siempre ha sido ampliar su base social, entonces después de los conflictos de 2008 se incorpora al empresariado cruceño. Esto sumado a que hay un gran crecimiento económico en la población cocalera y campesina (que son la principal base del presidente) donde se han dejado de lado reivindicaciones más ligadas a la construcción de otro modelo económico, ha modificado la agenda del gobierno”, explica.

“Hay una serie de elementos que muestra una versión renovada del desarrollismo y capitalismo de estado bajo un liderazgo carismático. Claro, hay más plata, ha habido un efecto neto de la llamada nacionalización, que no es tal, sino simplemente renegociar el porcentaje de los impuestos y las regalías, pero que sumado al alza de los precios internacionales ha dado una capacidad redistributiva nunca antes vista. Sin embargo, hay una peligrosa expansión de formas ilegales de economía y la aparición de una mentalidad rentista, de pedir al estado y recibir bonos”, advierte la antropóloga Silvia Rivero. “Hubo un momento en 2008 que el vicepresidente llamó ‘la noche negra’, en la que la mayoría de los ministros pensaban en renunciar. El gobierno estaba totalmente derrotado. Ahí se vio la fortaleza de los movimientos sociales, del Pacto de Unidad, que salieron a apoyar al gobierno y marcharon a Santa Cruz para retomar las instituciones tomadas por las fuerzas de la oposición. A partir de ahí, la derecha se quedó sin programa y sin apoyo social, y tuvo que plegarse a las condiciones de gobierno, aunque en estos momentos parecería que le están marcando la agenda, sobre todo en el tema de tierras, donde ha logrado que se dé una prórroga a los planes de expropiación de los terrenos ociosos. Hasta ese entonces, el Pacto de Unidad funcionó como un bloque conciso, pero una vez superada esta etapa, se empezaron a ver las diferencias en la agenda, con grupos de tierras bajas que plantean una tierra comunitaria mientras que el gobierno solo entrega títulos individuales”, hace historia Miranda.

“Nos han quitado representatividad en todos lado, el Congreso, las instituciones, hasta nos han sacado los fondos que nos correspondían como indígenas. Nos dicen que estamos financiados por USAID, pero no hay pruebas. En cambio ellos reciben dinero de Estados Unidos, del BID, de Banco Mundial, para comprar computadoras y hacer estadios”, aclara Fidel Condorí, malku de la Conamaq. “Se han frenado todas las titulaciones de Tierras Comunitarias de Origen (TCO), títulos colectivos que les garantizan a las comunidades defenderse ante la amenaza externa por explotación de recursos naturales. No me opongo a las obras del gobierno, pero no contribuyen a frenar la migración, no son proyectos productivos. Por más que construyan en un ayllu un coliseo de oro, si no hay fuente de ingresos la gente se va a ir a la ciudad o al exterior”, agrega David Crispin, asesor de Conamq. “Hoy el pacto de unidad no nos representa, tiene una lógica electoralista, como el gobierno”, aclara Adolfo Chávez, de la Confederación de Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB). Desde el gobierno se esgrimen ambiciones personales de los dirigentes, coptación por parte de ONGs pagadas por los gringos y alianza con lo más recalcitrante de la derecha nacional.

“Es cierto que algunos dirigentes están buscando rédito político o dándose la mano con lo más rancio de la vieja clase política, pero eso no deslegitimiza a las bases y sus reivindicaciones”, opina Miranda. La histórica Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), la Federación de Mujeres Bartolina Sisa y la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de Bolivia (CSCIB) siguen fieles al gobierno, mientras que en la Conamaq y la Cidob, al igual que sucedió con los movimientos piqueteros o la CTA en la Argentina frente al kirchnerismo, comienzan las internas y rupturas entre una parte oficialista y otra opositora.



4. Abiertos al progreso económico, el poder político, el mercado internacional, las posibilidades infinitas de este mundo global, algunos bolivianos han empezado a sentir vértigo frente a contradicciones, o al menos externalidades, vicios del viejo mundo: contrabando, narcotráfico, extractivismo, pérdida de identidad, consumismo, abusos de poder y grandes infraestructuras que atentan contra el territorio ancestral de algunas comunidades. Mientras se expande por el mundo la visión pachamamesca y de cuidado de la madre tierra, muchos bolivianos entran por la puerta grande a la modernidad. Las clásicas cholitas bolivianas no sólo pueblan el Congreso, los ministerios y los canales de televisión o monopolizan el mercado de la informática y los automotores, sino que también se pasean en cuatro por cuatro, llenan restaurantes de lujo, compran casas en el elitista barrio de San Miguel y mandan sus hijos a la exclusiva Universidad Católica de San Pablo. Mientras tanto, algunos se quejan de que la coca tiene cada vez más químicos, y la quinua ha cuadruplicado su precio volviéndose un alimento de lujo.

“Había dos temas centrales: la opresión cultural y de la desigualdad económica. Hubo un enunciado interesante de este gobierno que tiene que ver con un cambio de horizonte en el proyecto moderno capitalista. Las brechas entre pobres y ricos se han cerrado, pero yo siento que el vivir bien está quedando en consigna. Hay una suerte de borrachera del poder, una línea moderna que está ganando, porque la propia gente tenemos ese chip. Esa es una contradicción interna nuestra, no sólo del estado”, advierte Santos Callejas, de la radio comunitaria Wayna Tambo de El Alto. “No queremos generar un estado asistencialista, sino que es un proceso. Falta muchísimo por hacer, pero es muy importante haber devuelto a los pueblos originarios su dignidad. La estructura del estado no se ha cambiado todavía, tampoco la educación. Mucha gente tiene una expectativa desde la visión occidental, quiere cambios rápidos. De pronto y por decreto no vamos a cambiar esto que viene desde 500 años. Muchos hermanos nos dicen: ‘permítanme por lo menos desilusionarme del progreso’”, confiesa Fernando Huanacuni, amauta experto en el Buen Vivir y ahora funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Hay mucho de una construcción externa del tipo antiglobalización, que como muchas recetas no se aplican acá en Bolivia. Acá hay mezclas sincréticas de muchas cosas, desde la religión al consumo. Es muy complejo porque tienes al mismo tiempo revolución política, modificación de roles identitarios, nuevas burguesías, inserción de sectores populares en la circulación mercantil con mirada global”, explica Mayorga. “Hay una lucha por el excedente económico, y eso nos está aconteciendo a todos. Entonces es un poco volver a repensarnos, cómo encarar estas desigualdades pero desde nuestras necesidades, costumbres. Hay una modificación en el bloque de poder, y se está viendo una cuestión de consumo en estas elites, de ostentación del dinero... Sabemos la crisis que tiene el mundo y no podemos seguir con este tren de vida. Ante esta suerte de pérdida de horizonte, hay que volver a trabajar. Es un cambio que no es de la noche a la mañana”, insiste Callejas. “Lamentablemente, nuestro estado ha sido el más corrupto de todo el mundo, el más pobre, el más mendigo; un estado colonial, neoliberal. Y frente a eso ha nacido el MAS. Antes nuestro pueblo nunca ha tenido oportunidad para hacer exportación de productos. Ahora se atreven, por eso Bolivia va a pasar de un país consumista a un país productivo. Si queremos pensar en nuestra sobrevivencia, estamos obligados a generar ese equilibrio, el vivir bien, que se tenga una buena salud, buena alimentación, por los menos servicios básicos, una casa... Mientras no haya eso, no va a haber vivir bien. Por lo tanto, recién estamos tocando el tema productivo. Como somos un país autonómico, nos estamos planteando qué productos necesitamos de acuerdo a la situación geográfica, porque hasta ahora sólo tenemos la mentalidad neoliberal, solamente cemento, escuelas, canchas… Antes todo lo del exterior nos parecía lo mejor, y lo de nosotros no servía para nada. Pero ahora estamos debatiendo la descolonización, valorar nuestras cosas”, confiesa Julio Salazar, dirigente cocalero y actual senador.

Las pocas políticas alternativas que el gobierno implementó no generaron grandes resultados ni aceptación por parte de profesionales y comunidades, como el sistema de salud comunitaria SABSI, por dar un ejemplo. Hablar de economía social o productos orgánicos a nivel interno es un disparate en una sociedad donde 10 centavos marcan la diferencia y la mayor parte del comercio y la producción está prácticamente atomizada. En el Chapare las federaciones cocaleras decidieron en su último ampliado prohibir el Round Up de Monsanto y las publicidades de agrotóxicos en los medios de comunicación, en un proceso de normalización hacia un cultivo orgánico de la coca.

“El tema de los agroquímicos nos ha preocupado harto, porque la economía a veces te puede llevar a una corriente y nunca salir. De repente ha habido descontrol, una búsqueda de producir y vender más, no se ha pensado en esta planta milenaria y sagrada”, asegura Romero. “El vivir bien no es un ejemplo acabado. Nosotros estamos trabajando el tema de economía y consumo. En El Alto con fuerza vas a ver que ya se puede tomar pitos naturales, mates de muchas frutas, de quinua, a pequeña escala, producción familiar. Pero en paralelo se están construyendo grandes plazas de comida. Nos parece importante trabajar este tipo de cosas, por más pequeñas que sean. El gobierno no está proponiendo esto por iniciativa propia pero están dispuestos a abrir el espacio, lo que pasa es que están faltando propuestas de esta naturaleza. Se hace lo que ya se conoce”, reconoce Santos de la Wayna Tambo, que ha comenzado a trabajar con la alcaldía de El Alto para que el nuevo mercado de Santa Rosa se adapte a los usos y costumbres bolivianos a diferencia de lo ocurrido con el mercado Lanza de La Paz. “Bolivia es un país interesante para aprender de aciertos y desaciertos y repensar países diferentes”, asegura la líder indígena mapuche Moira Millan, el Foro Andino Amazónico de Desarrollo Rural, uno de los tantos congresos de debate indígena que inundan desde hace años la ciudad.

5 De la Pérez Velasco tomamos un minubus hacia la Ceja de El Alto, de ahí a la ex tranca de Río Seco, para tomar otro rumbo al pueblo de Josefina, Ancoraimes. La ciudad más combativa y hoy también la más pujante de Bolivia, es un hervidero de movilidades, puestos, aguayos, empresas de microcréditos, baños y duchas públicas, nuevos y pulcros profesionales, modernas obras de infraestructuras y cholitas con sus trenzas atadas levantando nuevos edificios. Mientras uno se aleja por la ruta hacia la región de Omasuyos, se empiezan a ver nuevas urbanizaciones colonizando la ciudad. Cercados de adobe, perdidas tiendas que venden palas y mezcladoras, mercados improvisados y familias construyendo su nuevo horizonte urbano. Seguramente igual que Josefina y David, que llegaron del altiplano hace veinte años, “para aprender castellano”, explica Josefina. Hoy tienen su casa en El Alto, su puesto de licuados en San Miguel, cuidan una casa en la zona sur, Mallasilla. Planean comprar terreno y construir cerca de ahí, sueñan con un auto que facilite el negocio y la movilidad entre el campo y la ciudad. Cuando se le pregunta por volver a vivir al campo dice: algún día. Cuando termine la educación de su hijo Jose. Mientras tanto el minibús se interna por las poblaciones campesinas, los cerros se abren sin alambrados, casas de adobes, árboles y vacas perdidas y un sol rajante del que apenas se protegen con algún sombrero las mamitas y papachos que trabajan la tierra. Después de varias horas de incómodo viaje le pedimos al chofer que nos deje en el pequeño pueblo de Kuracollo. Apenas unos banderines colgando sobre una soga junto a unos carteles de Morales-Linera 2014 anuncian el acto. Se escuchan las músicas, se sienten los olores, las familias se acercan con sus trajes típicos. El chofer y los tripulantes cuando se enteran que viene el Evo deciden dejar todas sus actividades y bajarse también. Justo a tiempo para escuchar el murmullo de lo motores que anuncian el helicóptero presidencial. Con nuestras pintas de gringo, entre militares y ponchos rojos (la guardia aymara), nos acercamos al palco de honor. Josefina nos llama por el celular. Nos está viendo. Quiere una foto con el Evo.

Al presidente se lo ve cansado, pensando en otra cosa, con paciene formalidad escucha los discursos, recibe obsequios, baja del escenario para bailar con la gente. Cuando le toca el turno de hablar hace un repaso de lo gobiernos neoliberales, de la cantidad de leyes que presentó como diputado sin que le hicieran caso. De la vez que lo echaron del congreso, del impresionante ingreso para el estado que significa la nacionalización de hidrocarburos. “Hoy tenemos como 200 millones de dólares del Fondo Nacional Indígena que no están siendo gastados. No se cuantos proyectos están durmiendo. Ese dinero hay que manejarlo por municipio, porque ese dinero viene de la lucha del movimiento campesino, indígena y otros sectores sociales. Toda esa plata debía estar para proyectos productivos, pequeños y medianos, en toda Bolivia, para que abandone la pobreza. No se debe usar para infraestructura, que eso lo haga la alcaldía. Y hay que hacer bueno uso de eso fondo, trabajando, debatiendo programas para el bien de toda la familia campesina. Esperamos todos sus aportes. A veces estando de presidente no estamos conociendo todas la demandas, hay nuevas demandas, nuevas necesidades. Algún compañero me decía, ante nuestros hijos solo estudiaban en la escuela, máximo en colegio, ahora ya van a los institutos, las universidades, otras necesidades, por eso hay que apoyar con proyectos que permitan generar nuevas divisas para las familias. Como mejor el ganado, la lechería, estos programas deben ser fortalecidos, ampliados con otros programas, para eso están las organizaciones, para debatir nuevas necesidades que tienen la región. Hermanas y hermanos, saludo las palabras que nos da mucha fuerza para continuar este trabajo, pero al margen de Evo, Álvaro, es necesario preparar nuevos líderes hombres y mujeres, de verdad les digo que los verdaderos originarios de esta tierra después de tantos años recuperamos el poder político, esto debe ser para toda la vida. Le estoy diciendo a ustedes compañeros de base, prepárense, para que los dueños absolutos de esta tierra gobernemos para toda la vida. Hemos empezado después de tantos años. Hay un reconocimiento internacional de cómo hemos cambiado Bolivia, para eso necesitamos hermanos, hermanas, con mucho conocimiento, mucha capacidad para seguir afianzando desde las alcaldía, desde las gobernación y también el gobierno nacional, para eso hemos recuperado el Congreso, para los 500 años, para futuras generaciones”. ¿Cuándo un presidente ha llegado a estos lares?¿Cuando han hablado los políticos en aymara?¿Cuando han sabido de las regla y protocolo del pueblo?

No es la primera, es la tercera vez que el presidente Evo viene a Ancoraimes, me aclara Josefina. Y la semana pasada estuvo el vicepresidente, agrega Don David.

Se agita el tumulto, después de dos horas de presencia el presidente se va igual de rápido que como llego con helicóptero. Con el su comitiva de funcionarios, entre ellos algunos originales de la región como el senador Eugenio Rojas, antes maestro en el normal de Warisata y alcalde de Achacachi, ambas poblaciones míticas por su participación en la resistencia aymara. O la ejecutiva de las Bartolinas Felipa Huanca, nacida en Ancoraimes, compañera de secundaria de Josefina (que se quedó sin su foto con el Evo). A punto de despegar el helicoptero, Felipa decide bajarse y quedarse para festejar. La acompaña la ministra de agricultua, Nemsia Achacollo, que es originaria de Santa Cruz. “Para que conozcas mi gente”, le dice Felipa, y las dos se sientan en una ronda de sillas a comer y tomar cerveza con otros compañeros al costado de las gradas del pequeño estadio de fútbol que el gobierno ha construido y donde, ocupando la mitad de la cancha, pastan las 1610 ovejas de cara negra (dos por familia, “no las vallan a usarla para carnear, son para reproducir”, advierte en su discurso Felipa). Por todo el resto del campo las diferentes comunidades bailan o dialogan. Más allá del alambrado Josefina nos invita al apthapi, picnic comunitario. Las mamitas extienden sus aguayos dejando ver un tesoro de papas y chuños, ocas, yucas, plátanos, carne de cabra, queso casero y pan de quinua. Sentadas sobre sus abultadas polleras murmuran en aymara y se ríen como locas. Cada tres o cuatro palabras se escucha la palabra “gringo”. “Cuidado, quieren invitarlos a bailar”, advierte Filemón, un anciano comunario que al igual que el resto de los hombres se mantiene parado a unos pasos de las polleras mientras avanza de a ratos a recoger su comida. Filemón cuenta que sus tres hijos trabajan en Argentina, pero que por suerte ya están pensando en volver gracias a las mejoras de oportunidades que han surgido gracias al compañero Evo. David nos invita a un costado, donde los malkus, las autoridades de la comunidad, como es su responsabilidad, reparten hojas de coca y cerveza entre los comunarios. Mascamos, pichamos tranquilos, recibimos a nuestro turno nuestro vaso de birra y ofrecemos al igual que el resto un traguito a la Pachamama. El sol ha comenzado a relajarse llamando a una buena siesta, a un lado el paisaje de los picos nevados, al otro el inmenso Titikaka, donde dicen los aymaras que nació el mundo. Las cholitas trepan las montañas o se deslizan por el camino asfaltado renegando con su par de nuevas ovejas y una bolsa de productos para su cuidado. “De marca multinacional”, observa nuestra gringa cabecita antiglobalización tratándose de abstraerse de tanto buen vivir.

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