Miradas sobre el Apocalipsis
¿Como plantarse ante este fin de ciclo o crisis de la humanidad que en la cosmovisión cristiana se plantea como desorden o caos o destrucción pero que bajo la mirada originaria y no binaria aymara expresa el concepto de Pachakuti, donde la crisis es oportunidad, renovación, renacimiento?
“Nada le hace
falta al triunfo de la civilización.
Ni el terror
político ni la miseria afectiva.
Ni la esterilidad
universal.
El desierto no
puede crecer más: está por todas partes.
Pero aún puede
profundizarse.
Ante la evidencia
de la catástrofe, están los que se indignan y los que se activan,
los que denuncian y los que se organizan.
Nosotros estamos
del lado de los que se organizan”.
(Comité Invisible,
Llamamiento)
Miradas sobre el Apocalipsis
Hace ya algún
tiempo mi amigo Pepe Damato de la casa ecológica de San Marcos
Sierras me aseguró que según su humilde criterio el apocalipsis ya
llegó. Que sólo estamos esperando que baje la nube. Ahí recién
viene el desafío. “Hoy perder fuerza en quejarse de la minería y
la soja es inútil”, desafía.
Tal afirmación o
desafío me fue confirmada hace poco por uno de los fundadores de la
permacultura en Argentina, Gustavo Ramírez, que entre Charlas de
Monte me aseguró: “Es
cuestión que pasen algunos desenlaces de esta película hasta que se
desarticulen algunas cuestiones y sean pedidos por las mismas
personas o grupos de poder soluciones a problemas donde ya estos
grupos corpopolíticos van a estar desorientados. Ellos han basado
sus medidas políticas y corporativas en base a un modelo capitalista
de continuo crecimiento. Cuando ese modelo colapse porque el planeta
es finito, no tienen mas discursos, se van a quedar sin el eje
conductor de sus políticas y principios de negocio. Eso lo veremos
en algunos años, serán 5 o 30, pero hay que estar muy preparados.
No porque sean situaciones violentas o dramáticas. Porque ya son
violentas y dramáticas ahora. Mi pregunta es: ¿Podremos dar
respuesta a todas esas personas que van a estar en estado de
desorientación demandando respuestas? ”. Hace unos quince o veinte
años Carlos Vicente de la organización Grain-Biodiversidad América
Latina vaticinaba: “La
elección de todos los gobiernos, aún los “progresistas”, de
profundizar este modelo extractivista y de ceder la soberanía a las
corporaciones del agro o a las mineras está teniendo consecuencias
dramáticas y obviamente la única manera de sostener un modelo que
arrasa con las comunidades locales es la represión y criminalización
de los movimientos. Dentro de 20 o 30 años va a haber que reconocer
que se está produciendo un genocidio y un ecocidio dramático en
nuestro continente. El modelo este de paramilitarización es un
modelo feudal y es en las provincias donde más predomina. Por
supuesto que al mismo tiempo las resistencias también crecen y cada
día son más las personas y las articulaciones que se van
construyendo, incluso a nivel regional, para denunciar y proponer
otro modelo de agricultura basado en la Soberanía Alimentaria. Puede
sonar a utopía,
pero la verdadera utopía es que el mundo siga funcionando como está
funcionando. Esta sociedad es inviable, no hay un futuro del
capitalismo, del consumismo, entonces todas estas experiencias desde
las autogestionarias en la ciudad hasta las campesinas, o la gente
que vuelve al campo buscando una alternativa diferente de vida, son
las semillas de lo que va ser”.
Frente a la evidente
realidad del apocalipsis (en la visión más positivista y
occidental, como caos y destrucción), o incluso desde la mirada más
dual indígena y originaria del pachakuti (renacimiento o renovación)
hay diversas reacciones. Voy a catalogarlas en cuatro: a) los y las
que creen que la ciencia y los actuales sistemas de gobierno y
empresa brindarán soluciones a la crisis y el agotamiento de
recursos (muchas veces negando que la creciente violencia de la
humanidad es consecuencia de la sociedad de consumo en que vivimos),
b) los y las que creen que reformando los actuales gobiernos y
empresas, o el papel de la ciencia, se podrá solucionar la crisis
generando niveles de consumo modernos sin pobreza, exclusión o
violencia institucional, c) los y las que no creen en los actuales
modelos de gobierno (estado) y empresas y pretenden generar
soluciones locales, comunitarias o individuales alejadas del modelo
imperante, d) los y las que apuestan por ese otro mundo posible sin
desconocer el modelo actual, interactuando de maneras diversas con el
estado, las empresas, las ciencias, e incluso aquellos o aquellas que
al día de hoy apuestan porque la solución a la crisis provenga de
estas fuentes.
Lo cierto es que
ante la debacle de lo macro, son muchas las miradas intelectuales que
apuestan por construcciones pequeñas y locales, reinventando formas
de hacer y estar, como pequeñas probetas de ese otro mundo posible.
Desde el Desarrollo a Escala Humana de Manfred Max Neef, las Arcas de
Noe de Raúl Zibechi o el mundo cheje y de pequeños actos de Silvia
Rivera Cusicanqui. Dice ala intelectual y hacedora boliviana: “Hoy
en día no hay un solo rincón del planeta que se escape de esta
voracidad y de los métodos de hacer que la voracidad se convierta en
eficacia saqueadora. Entonces el que podemos hacer frente a eso, en
mi caso, ha sido una labor absolutamente minúscula. He ido tejiendo,
siempre con un énfasis y un amor por entender la historia. Saber que
podemos, a partir de lo pequeño alcanzar también a dirigirnos a
problemas que atingen a mucha más gente y además tienen una
dimensión planetaria”.
Zibechi dice que e
inaugura el concepto de fuga o retaguardia. Pero entonces ¿como
modular la acción y el pensamiento entre ese mundo del que nos
fugamos pero a la vez somos parte, nos persigue?
Piedra en mano
(para tirarle a lo viejo, pero también para construir los cimientos
de lo nuevo)
“Y eso es lo que
todos los días no dicen a nosotros ¿Muchachos porque no la
pudren?”, contaba hace un par de meses atrás el referente de la
Coordinadora de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Juan
Grabois, en una debate sobre la “crisis” auspiciada por esta
organización y la revista, valga la redundancia, Crisis. “Eso es
muy sencillo”, respondía ,“nosotros no vamos a poner el cuerpo
de los humildes para crear una crisis política que después la
capitaliza andar a saber quien y la sangre la ponen nuestros
compañeros. Esa historia ya la aprendimos. La resolución de la
crisis tiene que ver con lo grados de acumulación que hay para que
esa crisis se resuelva en una alternativa que acumule más para los
sectores populares, que es una situación internacional del descarte
social y humano, donde hay un montón de compañeros y compañeras
que no van a tener lugar por más modelo keynesiano que se aplique.
Si nuestra orientación es que halla más consumo para que todo el
mundo pueda comprar mas iphone y coca colas, la verdad que si nos va
bien, el mundo va a seguir siendo una mierda. Entonces hay que pensar
alguna alternativa en este sentido. Y dicho esto, yo creo que nuestro
rol como CTEP es ser leal a los intereses económicos de un sector de
la clase trabajadora. Que en un proceso de puja distributiva nos
caguen lo menos posible, y si podemos que no nos caguen. Ese es
nuestro rol. Así de chiquito”. Entre la fuga y la posibilidad de
una nueva alternativa, los actos pequeños pero articulados. La CTEP
como organización de organizaciones ha sabido combinar en la
Argentina la lucha y movilización reivindicativa ante el estado
(incluyendo la aprobación de leyes) con las soluciones alternativas
de corto (copas de leches, comedores populares) y largo plazo
(cooperativas rurales, textiles, de recicladores…).
Poner el cuerpo
mirando la fuga pero saber voltear la cabeza (o incluso el cuerpo)
para enfrentar aquello de lo que nos estamos fugando. Incluso no es
necesario tener un cuerpo deforme para enfrentar la hidra
capitalista. Podemos conjugar cuerpos y cabezas individuales bajo un
mismo cuerpo o cabeza colectiva, donde, por posibilidades o saberes,
por turnos o deseos, algunes pongan cuerpo o cabeza en la
construcción de ese otro mundo posible, mientras otres ponen cuerpo
y cabeza en este actual mundo imposible (para la gran mayoría de la
humanidad).
“La revuelta puede
traer aparejados grandes riesgos, es cierto. ¿Pero qué pueblo ha
hecho experiencias novedosas y transformadoras sin correr riesgos? El
fundamento de que hay que sostener la gobernabilidad porque en la
rebelión quien pone los muertos es el pueblo es, por lo menos, una
reflexión canalla (la reflexión, no quien la realiza. Aquí no se
trata de cuestiones de individuos sino de procesos de producción
social de ideas), que desconoce el hecho de que es la clase que vive
del trabajo quien pone los muertos cada día en tiempos de
“normalidad”, sobre todo en épocas de normalidad neoliberal. Y
desconoce cierto fascismo que muchas veces circula detrás de esa
aparente normalidad”, parece polemizar, no con Grabois sino con su
concepto, Mariano Pacheco desde su blog. ¿Argumentos
contrarios?¿Argumentos complementarios? Nos encontramos de nuevo
frente a la transformación de un mundo dicotómico positivista
occidental en un mundo complementario, pachamamesco o pachakutiesco,
cheje, rebelde, alegre, modesto, conformado por una compleja trama de
pequeños actos y humanidades.
El todex es la
suma de sus partes.
“La crisis llegó
y se proyecta en su contenido real como una crisis de la democracia
entendida como marco jurídico y orden institucional a respetar. ¿Es
posible concebir de aquí en adelante la acción política sin una
idea clara y antagonista de la democracia como materialización
económica e institucional concreta del protagonismo de los
movimientos populares? Y, además, ¿no es evidente, a esta altura,
que no es viable una dinámica de extensión de derechos democráticos
sin la producción paralela de subjetividades capaces de producirlos,
ejercerlos, defenderlos? ¿No es preciso, entonces, partir de lo que
estas subjetividades proponen en términos tanto prácticos como
discursivos a la hora de imaginar frentes políticos? ¿No hace falta
crear instituciones capaces de expresar una concepción abierta de la
toma de decisiones orientada a fortalecer el aspecto material de los
llamados derechos? Preguntas como estas nos llevan a mirar de frente
la situación. ¿Cómo dar curso a una nueva voluntad colectiva capaz
de articular un programa y una dinámica política, abierta a la
altura de las figuras actuales de un contrapoder que pueda evitar una
salida reaccionaria de esta crisis?”, aporta Diego Stulwark desde
su portal Lobo Suelto.
El desafío es tan
grande que no cabe en un solo cuerpo o cabeza, quizás siquiera en
una sola organización, o forma de organización. Un desafío que
quiebra los paradigmas y prejuicios y nos ubica frente a una
complejidad de pequeños actos que quizás como sumatoria, estén
construyendo los pilares de esa renovación o renacimiento en medio
del caos y destrucción. Pachakuti.
Texto: Tomas
Astelarra
Fotos: Sub
Cooperativa
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