Pueblos Originarios

En la cocina de la Resistencia

Junto al colectivo Más Terra To Alas convivimos algunos días con una familia de la comunidad indígena de Ambaló, en el departamento colombiano del Cauca, donde a pesar de las belleza del paisaje y el trabajo diario paras encontrar nuevas (o recuperar la viejas) alternativas de convivencia y respeto por la humanidad y el planeta, la resistencia a las políticas oficiales se puede pagar con la vida.

(Publicada por Hecho en Buenos Aires en Noviembre del 2006)




Silvia es un pueblo que podría parecer extraño para aquel que recorre alucinado los múltiples pliegues de la geografía colombiana. Nada de cafetales, nada de polleras colorás, nada de selvas tropicales. Este pequeño sitio ubicado en el departamento del Cauca, a una hora y media de Popayán, preserva las contraseñas de las comunidades andinas que pueden encontrarse en países como Bolivia o Perú. Tal vez sea por la presencia de los guambianos, el grupo indígena que con sus ruanas y sombreros de fieltro cumple con todos los requisitos de pintoresquismo que tanto adora la industria del turismo. O tal vez esa impresión esté causada por el mercado que, a la manera boliviana, se extiende cada martes a metros de la plaza principal, con cientos de puestos de frutas, verduras y comidas típicas, calzados, ropas y artesanías de la región, música andina con sikuris, papachos mambeando su coca y murmullos de lenguas indígenas cuya raíz es el quechua.

Silvia está a una hora de Popayan, la ciudad al sur de Colombia que tiene fama de acumular el mayor nacimiento de futuros presidentes de la república. Una ciudad inmaculada y blanca, con alumbrado público de faroles, que mantiene su tradición colonial y cuyo principal atractivo son las procesiones de Semana Santa, encabezadas por las familias más tradicionales del poder económico del país.

Quizás por esa contradicción es que Silvia, también, es una de las regiones más significativas en lo que refiere al movimiento de reivindicación indígena en Colombia. Allí cohabitan nasas, toturueños, guambianos y ambalueños, comunidades que, a pesar de las diferencias que los separan desde hace casi diez años, encarnan, en sintonía con otros grupos indígenas del país, una lucha cotidiana contra las políticas neoliberales de la administración de Alvaro Uribe. La recuperación de las tierras que se encuentran en manos de la oligarquía terrateniente es la principal bandera de los movimientos indígenas del Cauca, desde principios de la década del setenta. A eso se suman los reclamos por una larga lista de promesas oficiales nunca cumplidas, la siempre vigente amenaza paramilitar, y la presencia sostenida de diversas empresas multinacionales que buscan apropiarse de las impactantes reservas naturales de la región.

Llegar hasta el resguardo ambalueño de 5700 hectáreas en el que conviven más de tres mil familias de la comunidad es como transitar por alguna sucursal inesperada del paraíso. El verde del bosque andino y la inmensidad de las montañas que custodian los caminos que atraviesan fincas y casas de prolijo adobe son señales ancestrales que pondrían en ridículo las contingencias de la historia, si uno se dejara arrastrar por el animismo. Leyder Yalanda, un joven músico ambalueño, nos guía hasta la casa que comparte con su familia: sus padres, su mujer Elizabet, su hijo y sus nueve hermanos. Nos esperan con aguapanela y sancocho, una sopa del sur de Colombia que lleva desde yuca hasta pollo. Una delicia.
Las raíces de la identidad

Chucho, el padre de Leyder, es uno de los principales líderes de los ambalueños que, como todas las comunidades indígenas colombianas, se organizan en cabildos. Ahora trabaja en el desarrollo de diversos proyectos educativos para su comunidad, pero supo ser uno de los primeros hombres en luchar por recuperar las tierras de sus antepasados. “Empezamos en el 82, con unas 25 familias. Yo tenía 14 años y no entendía bien lo que pasaba”, recuerda. “Lo único que teníamos era el rancho, una parcelita y ni siquiera nos dejaban tener marranos o gallinas. Y un día arrancamos: citamos a la gente y temprano nos fuimos hacia arriba, a las tierras que no se trabajaban. Éramos dependientes de un sueldo que cobrábamos cada 15 días, de 1500 pesos (en ese entonces, 15 pesos argentinos), pero cuando se dieron cuenta de que estábamos invadiendo sus tierras, nos echaron. Con otras treinta personas empezamos a picar la tierra en la parte más alta y luego fuimos bajando y bajando. Nos metieron represión con el ejército, pero no nos dejamos apretar.”

La necesidad de reconstruir su propia identidad dio resultado y, con el respaldo del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), los ambalueños lograron expandir las tierras recuperadas por el cabildo que habían fundado en 1973. “Teníamos estrategias”, relata Chucho. “Cuando el ejército se estableció acá, nosotros nos quedamos quietos pero le pedimos a los amigos que trabajaban para los terratenientes que atendieran bien a los soldados. Y en dos días se tomaban 500 litros de leche y se comían las vacas: el terrateniente terminaba perdiendo dinero y a los soldados no le daban muchas ganas de trabajar. Así, en un año logramos recuperar cerca de 500 hectáreas. Fue algo histórico.”
Poder y represión
Es sabido que la violencia es una constante en la historia colombiana y las comunidades indígenas del Cauca no escaparon a este estigma. En abril del 2001, por ejemplo, la incursión de una fuerza paramilitar en la zona del Río Naya -al norte del departamento- dejó como saldo más de 200 desaparecidos. Su objetivo era allanar el camino para la incursión en la región de diversas multinacionales interesadas en la explotación del uranio, el carbón y otros recursos naturales. Las diferencias entre guambianos y ambalueños, estimuladas por las trampas de un oficialismo siempre atento a la hora de sembrar discordia entre los sectores excluidos, también fueron causa de agresiones y muertes. Y uno de los últimos episodios de violencia se presentó en el resguardo de La María, en mayo de este año, cuando las fuerzas públicas reprimieron con saña un corte de ruta, asesinaron a un indígena y destruyeron casas, escuelas y bienes comunitarios.

La clave para sobreponerse a los hechos de violencia es la confianza en la acción directa, la educación y la necesidad de construir un futuro mejor para las futuras generaciones de ambalueños. “Los mayores nos han enseñado que el territorio es la casa grande. Es donde están todos los seres, es lo que contiene nuestros recursos, lo que tiene que ver con nuestra madre tierra”, explica Leyder con ancestral respeto. En ese sentido, el cabildo organizó en colaboración con el CRIC un proyecto de corredor biológico que, en los últimos años, se dedicó a reconstruir la historia de la región a partir de la identificación y el estudio de las especies naturales, además de declarar a Ambaló tierra libre de transgénicos. El objetivo es convivir en armonía con la naturaleza, aprender a explotar los recursos con sabiduría y orientar a los más chicos en la comprensión de la identidad territorial.

“Tratamos de hacer un trabajo de investigación con los chicos, que fueran a preguntarle a los mayores, los tiempos de siembra, los ritos, las especies que antes había y ahora no”, comenta Chucho. Los mayores también indicaron los lugares donde se encontraban las piedras sagradas de la comunidad, y donde solían crecer casi todas las plantas medicinales que se usaban antes de la llegada de los terratenientes. Ahora, tras la protección de esos sitios del ganado, las plantas volvieron a crecer. La escuela también ha creado un banco de ovejas, y semillas, y en un galpón se preparan los abonos orgánicos.

De todas maneras el proyecto de educación propia ha tenido sus dificultades. “Los colegios de Silvia ofrecen útiles, transporte, comida, y además muchas personas no creen que se importante aprender nuestro idioma, o piensan que acá se aprenden cosas que no sirven. El estado a veces da aportes, pero trae más problemas que dinero, lo mismo las ongs”, comenta Chucho.

Hace poco los ambalueños tuvieron echaron a los maestros del estado por problemas con el gobierno, ahora las clases las dan miembros de la comunidad. En Ayank Uk, que en lengua ambalueña quiere decir “hondanada de hormigas” y que es el nombre que tradicionalmente tenían esas tierras antes de la venida de los terratenientes, los padres de la escuela se juntan durante toda una tarde a resolver este y otra serie de problemas mientras tejen canastos y mochilas, o hacen la comida comunitaria.

“Esta haciendo una tarea muy ardua de reconstrucción y visualización de nuestras costumbres y nuestras tradiciones. Estamos luchando por recuperar nuestra identidad “, cuenta Jesús, un miembro de la comunidad que es bachiller agropecuario y trabaja en la municipalidad en proyectos de piscicultura,


Chucho vuelve a su casa bien entrada la noche, cuando empiezan a prenderse las velas en torno al fogón de leña. Los cables de luz no pasan a mucha distancia de la casa, pero el líder indígena asegura que prefiere esperar. “A mi la tecnología no me hace falta. Yo ya fui esclavo. El reto es usar la tecnología y que ella no nos use a nosotros”. Dice que quizás a veces hay tiempos difíciles y a lo mejor la situación económica que atraviesa no es mucho mejor que en los tiempos que era empleado, pero que no cambia nada su libertad.

Se queja de la religión que ha hecho mucho mal a la comunidad, de los jóvenes que van a estudiar con la intención de ayudar a la comunidad y vuelven reformados. De la guerrilla.

“A veces la guerrilla se mete en nuestros territorios con la excusa que hay robos. Entonces hay que ir a hablar al monte con los jefes, a avisarles que nosotros resolvemos nuestros propios problemas. Ha habido gente extraña, combates cruzados entre guerrillas y el ejército, hasta que decidimos cortar por lo sano, y pedirles que no pasaran más por nuestro territorio”, explica.

También hay que luchar contra los cazadores, ya que los ambalueños no dejan matar animales en su territorio. Se oye un cui, y Chucho enumera las especies animales que han vuelto a la región desde que ellos la controlan.

Dice que no ha podido trabajar mucho en la huerta por atender los problemas de la comunidad. A la tarde fue a la reunión con la intención de renunciar, pero los padres le dijeron que iban a organizar una minga (jornada de trabajo comunitario) para sembrar su tierra antes que termine el verano.

De todas formas, todos en la familia Yalanda colaboran en la economía doméstica. Quien no se encarga de la huerta, se levanta a las cinco de la mañana para ordeñar a las vaquitas que pastan a un par de kilómetros. Mientras los más chicos corretean descalzos entre quebradas y arroyos, la dueña de casa se encarga de cocinar para todos y mantener el equilibrio comunitario. En los indígenas del Cauca, cada nuevo hijo es tomado como una reivindicación de su lucha, como un nuevo ser que va a levantarse contra la opresión de gobiernos que día a día matan dirigentes indígenas.

En el caso de los ambalueños, la reivindicación es doble, ya que son un pueblo minoritario que quiere recuperar su identidad.

¿Viven en situación de pobreza? Depende el punto de vista. La celebración de los quinientos años de la llegada de los europeos a América abrió hace catorce años la posibilidad de reflexionar sobre la problemática indígena en el continente y sembró el campo legislativo de declaraciones de buenas intenciones que casi nunca llegaron a materializarse en reivindicaciones concretas. Tal vez haya llegado el momento de que la historia comience a escribirse con otras tintas.

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RECUADROS

Detalles de una resistencia

-En Colombia hay cerca de ochenta grupos étnicos, con 64 idiomas diferentes.

-Según estudios de 1997, la población indígena supera las 700.000 personas. Las comunidades tienen presencia en 32 departamentos de Colombia.

-La distribución de la tenencia de la tierra es extremadamente injusta: 0,4 % de los propietarios (cerca de 15 mil personas) controlan el 61% de la tierra registrada del país.

-De acuerdo con estimaciones del Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora), a los 64 resguardos indígenas del Cauca les harían falta más de 160.000 hectáreas de tierra. En el departamento hay cerca de 30.000 hectáreas sin titulación.

-Según el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), se registra la desaparición de más de 500 líderes indígenas en los últimos treinta años de lucha.


Organizaciones: combatiendo por la tierra

Con el antecedente de las luchas de Quintín Lame, que desde 1914 lideró un movimiento indígena en los departamentos del Cauca, Tolima y Huila, la aparición del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en 1971 significó un nuevo mecanismo de integración socioeconómica y cultural para las comunidades de la región, además de posibilitar un canal institucional en la recuperación, ampliación y defensa de las tierras de los resguardos indígenas. El cabildo ambaló trabaja en cooperación con el CRIC, que lo asesora en la progresiva construcción de su autonomía y en el desarrollo de proyectos educativos. Por sus divergencias con este organismo, los guambianos realizaron en 1978 una asamblea en la que reivindicaron su autonomía como pueblo y dieron forma posteriormente al AICO (Autoridades Indígenas de Colombia), de menor trascendencia. A nivel general, la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) se encarga desde 1982 de consolidar los procesos organizativos indígenas en todo el territorio colombiano.


Declaración de Ambaló

Resguardo de Ambaló, Cauca, Abril de 1986.

Cuarenta y un cabildos (41) de los resguardos indígenas del Cauca, reunidos en Junta Directiva del Consejo Regional Indígena del Cauca –CRIC-, delegados de Usuarios Campesinos, delegados de Asociación de Juntas Comunales de Suárez, delegados de organizaciones indígenas de Tolima, Putumayo y del Bajo San Juan (Valle).

Declaramos:

Frente a las organizaciones guerrilleras, como lo hemos hecho en varias ocasiones anteriormente, hacemos un llamado para que se nos oiga en el sentido de que no trasladen la guerra que ellos están librando a territorios de nuestras comunidades.

Reiteramos que haremos valer sin excepciones nuestro derecho a la autonomía, exigiendo de todas las organizaciones y fuerzas ajenas a nuestras comunidades, el respeto a nuestro territorio, a nuestras autoridades, a nuestra forma de organización política, económica, social y judicial, a nuestros procesos de toma de decisiones y forma de ejecución de las mismas.

Hemos sido y seguiremos siendo los gestores y voceros de nuestras propias luchas y no requerimos de fuerzas extrañas a nuestras comunidades, sin descartar que son necesarias las alianzas con organizaciones populares, siempre que estas se den en términos de respeto e igualdad.

Venimos construyendo el camino de la educación propia

Indígenas afrocolombianos, mestizos del campo y de la ciudad

Día a día labramos con nuestras luchas nuevos horizontes

Amando nuestro territorio, defendiendo nuestras culturas y nuestros derechos.


La madre tierra nos invita a vivir contentos

Inventamos esperanzas y sueños para la realidad de hoy

Bebemos las gotas de sabiduría brindadas por nuestro mayores

Elevamos nuestro grito de resistencia milenaria

Renovando con amor nuestra organización, y

Trabajamos hombro a hombro

Alimentando acciones para vivir mejor y en armonía

Deseando y exigiendo una educación más pertinente para todos.

Empezamos por:

Reconocer nuestro territorio

Rescatar la historia de nuestros ancestros

Reflexionar sobre la situación que vivimos hoy

Estudiar nuestra leyes y las de afuera para exigir nuestros derechos

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La Radio Libertad de la comunidad de Totoró fue creada hace 20 años por líderes con más tozudez que conocimientos de medios. Creció hasta cubrir todo el territorio del Cauca y terminar por formar la Asociación de Medios de Comunicación Indígenas de Colombia (AMSIC). Dos de sus integrantes hablaron con HBA sobre su trayectoria, sus diferencias con las radios tradicionales o “publicitarias", su forma de difundir su cultura y tomar decisiones de manera asamblearia y las trabas del gobierno a todas estas iniciativas.
En el mes de junio, poco después de la represión de la María (ver recuadro), el Cric organizó un encuentro cultural para niños en la escuela Amalaka, en las afueras de Popayán. En un predio en medio de la montaña, cerca del río Cofre, trescientos niños indígenas de distintas comunidades pudieron participar de talleres de títeres, música, teatro, manualidades, sumándose a los alumnos de Amalaka, niños desplazados por la violencia colombiana.

Cuatro madres se encargaron sin descanso durante los tres días de darles a los concurrentes desayuno, refrigerio, almuerzo, té y cena, hubo baile, paseos por la huerta, chapuzones y función de títeres en el medio del bosque en un clima de paz y convivencia que a pesar de los miedos de los organizadores por la proximidad del encuentro a los hechos tan traumáticos de la María, dieron la esperanza de nuevos caminos para la resistencia indígena.

El encuentro fue amenizado y cubierto por algunos integrantes de la Radio Libertad de Totoró. José Sanchez (22 años) y Bladimir Pizó (20 años) se reunieron con HBA para contar su experiencia en la emisora

¿Cómo se inicio la radio?

Eso se inició largo tiempo, pertenece al Cabildo de Totoró, en un proceso que es comunitario. Primero se trajo unos equipos que no eran tan sumados a la tecnología, pero que sí servían. Trabajábamos así, hablando como en el colegio, se puede decir.

De ahí se comenzó con la programación que era música, informes, meterse con la gente, saludar a la gente. Se buscó hacer una comunicación diferente que no fuera copiarle a los demás medios. En ese sentido la emisora comenzó a funcionar capacitando a los mismos comuneros. Luego comenzaron a hacer el noticiero. Se rebuscaban la información en el pueblo, la leían ellos.

El sueño era que la emisora fuera más amplia, que llegara a todo el Cauca. La gente no creía, pero después los mismos gobernadores apoyaron y así ya comenzó a verse los resultados. Pero eso fue un largo proceso, de años.

¿Cuándo lo lograron?
En el 2000 se consiguió ampliar la cobertura de la emisora y lo que eran equipos. Desde que se inicia este proyecto, la comunicación ha sido la carta principal del Cabildo para dar a conocer sus actividades, las cosas buenas, dar a conocer la realidad del Cauca. Muchos nos sabían que el pueblo de Totoró existía, y que tenía una lengua y una cultura diferente a las que ya se habían conocido.
¿En la radio todos son de la comunidad?

Todos los que están ahí son de la comunidad netamente. No metemos gente de afuera. En algunos casos sí, de pronto para conocer experiencias, para conocer que cosas se pueden hacer.

Que halla gente de afuera que nos asesore en eso, bienvenidos, pero que la misma gente publicitaria venga y se meta con nosotros, es decirle que primero los evaluamos. Porque hay comunicadores indígenas que nacieron antes que nosotros, y ahora la experiencia los ha hecho trabajar en medio publicitarios, y se les han cambiado la forma de vida. No les interesan los indígenas, les interesa más que todo beneficiar al mismo gobernador del Cauca, más decir: lamberle. No muestran la realidad que es. Y se le perdió la visión indígena, se le perdió todo.

Dicen que el periodista es la imagen, y lo que están haciendo es quedar mal. Por eso los medios publicitarios y el gobierno atacaron los centros de comunicación de la María. Porque nosotros estábamos haciéndolos quedar como un zapato.

Las compañeras decían: “el helicóptero esta encima de nosotros” o “están tirando gases lacrimógenos desde los helicópteros sobre la población que no tiene como defenderse”.

Esto no es como una emisora publicitaria que de pronto se emiten programas porque sí, porque llama la atención más la plata que el servicio a la comunidad. Y por eso tenemos la posibilidad de discutir la parrilla de programación con la misma comunidad.
¿Eso como se hace?
A través de una asamblea, porque la parrilla primero se organiza dentro del personal de la emisora, pero después la ponemos en conocimiento de la comunidad, quienes son los que dicen que les parece, o donde hay que cambiar.
¿Trabajan con gente de otras radios?
Las emisoras comunitarias ya tienen establecidas grandes cadenas como la Asociación de Medios de Comunicación Indígenas de Colombia por la AMCIC. Hay varias emisoras, organizaciones sindicalistas, que les interesa otra gente, que no es la autoridad del gobierno, y que nos están ayudando a inyectar recursos. Nos relacionamos cuando hay actividades que benefician a todas las comunidades indígenas, nos enlazamos. Algunas tienen una cobertura en cierto lugar y algunas no, por eso vamos haciendo que se coja la señal y se valla ampliando en todas las señales.
¿La radios comunitarias sirven también para fortalecer su identidad cómo indígenas?
Nosotros nos reconocemos como indígenas, digan lo que digan, aunque se burlen de nosotros.

Algunas comunidades han empezado a buscar sus raíces culturales y a través de los medios de comunicación se ayuda en el sentido que se hacen programas en lenguas, y cuando se necesita un poco de malicia, esconder alguito, utilizamos la lengua para que las otras organizaciones o el mismo estado no se den cuenta lo que estamos haciendo, y esa es una forma de comunicar también. A veces no todos saben usar la lengua, pero las mayores si saben. Hay un consejo de ex gobernadores que ayudan, que trabajan por nosotros, y no nos dejan mentir, ese es el gran trabajo que ellos tienen.

Mirábamos un poquito el problema con esto de la lengua, y otras emisoras publicitarias nos hacen mucho daño grabando mensajes en lenguas invitando a los jóvenes para que se vinculen a las fuerzas armadas. Pero entonces nosotros como emisoras indígenas decimos que la ley y mismo la OIT, dice que hay casos especiales para que los integrantes de las comunidades indígenas no hagan parte del conflicto armado, porque al fin y al cabo somos los mayores perjudicados.

Ellos los preparan, les enseñan como tienen que hacer, hasta incluso como matar, entonces eso nos perjudica a nosotros, en el sentido de que cuando ellos salgan de allá, hasta incluso en alguna borrachera, borrachitos ellos, van y cometen algunas cosas, entonces eso nos perjudica.

Nos perjudica en el sentido organizativo. Porque nosotros tenemos nuestra propia guardia indígena, que los jóvenes deberían estar en la guardia indígena y no haciendo parte del conflicto armado.

En eso se ha venido trabajando, diciendo que las armas no son el mecanismo para conseguir la paz. Porque cuando todos tengamos empleo y cuando todos podamos comer, no habrá guerra.

Ahora en las comunidades indígenas hay leyes que dicen que el joven que va prestar servicios no pude venir a la comunidad a tener los mismos beneficios que los que no van.

Ahora está diciendo el presidente que va negociar con las FARC, pero eso no se consigue así de fácil. Porque todos sabemos que las guerras y los muertos son por la misma hambre, por la misma necesidad, no hay como comer.
¿Y cómo se puede solucionar eso?
Nosotros como agricultores no tenemos apoyo del gobierno, ni de otras entidades. Entonces que viene haciendo el gobierno: nos viene imponiendo leyes, nos viene imponiendo productos, que al principio parece que fueran de bastante beneficio para nuestros cultivos, pero que solamente buscan ir esterilizando la tierra.

Si hablamos del punto de salud, se viene privatizando. Ya una droga no va a ser fácil requerirla, sino se cuenta con ese recurso pesos. Toca dejar que la enfermedad avance hasta que por fin nos quite la vida.

Y los productos son carísimos con eso del TLC. Nosotros nos oponemos y nunca hemos estado de acuerdo en eso, por más que el gobierno diga que Colombia acepta con que ganas. Eso del TLC nos afecta a nosotros en el sentido que entra por los ojos. No es lo mismo un cultivo de papas con productos tradicionales, porque el producto va a ser pequeño. Pero si le ponen químicos va a salir un producto grande. No bueno, pero grande.

Uno hace la comparación, antes, cuando no existía todo esto de los químicos, la persona nacía sana, no tenia malformaciones, una enfermedad no le llegaba tan fácil y era curada por las mismas plantas que producíamos, que se cultivan en las comunidades. Pero hoy en día, los niños nacen con cierta enfermedad. Ya nace débil, deforme, con problemas de respiración. Se ha tenido la experiencia que los médicos tradicionales no pueden con esas cosas, entonces hay que hospitalizarlos, y la gente que no tiene dinero. Ese es el problema.

Sin embargo en algunas comunidades se viene practicando lo que son los famosos abonos orgánicos. Se vienen haciendo talleres, capacitaciones para que eso no suceda, y algo bien simbólico que es le trueque, que es intercambio de productos tradicionales contra los transgénicos, contra el TLC; contra esas políticas que no montaron. Con el trueque estamos saliendo primero de las enfermedades, después de la plata, y estamos ayudando a la organización, a los mecanismos de defensa que nosotros tenemos.

Hasta los borrachitos pueden intercambiar sus productos por la chica, y eso también es cultura, es tradicional.

Aparte del trueque se han hecho encuentros de comunidades indígenas, intercambio de experiencias, las ideas se van ampliando a otros resguardos buscando esa calida de vida, esa forma de enseñar, cómo legarle mejor a los niños, a la comunidad. Si yo no sé algo, viene otra comunidad y me lo indica, o lo que yo sé lo duplico en otra comunidad. Sin distinción de raza, para todos somos iguales.

Hay muchos acuerdos que el gobierno ha violado, pero la comunidad piensa en el diálogo, en la concertación, en no buscar pelea, pero más que todo en organizarse y trabajar, porque eso es lo que requiere. Totoró se ha dado a conocer a todo el departamento del Cauca por la comunicación, por la emisora, por el saber de los mismos cabildos, por los gobernadores por los líderes, porque hay una buena organización. Que falta mucho, si falta, las necesidades son muchas, y hasta que no halla eso seguiremos luchando. Igual nosotros moriremos, vendrán los sucesores, así como nosotros venimos de ellos, vendrán otras personas que de pronto irán cambiando lo que estamos haciendo ahora, pero aquí queda el pilar fundamental que es el Cabildo.
¿Y cuáles son los principales problemas a superar?
A las emisoras publicitarias no les interesa lo que es la vida de nosotros, a ellos solo les interesa vender, entonces cuando lo de la María cogieron e hicieron criticas contra la comunidad: que no estaban organizados, que por eso estaban así, que con la fuerza no se hacía nada. Y quizás fuera así, pero la palabra de nosotros, la comunidad, las costumbres, la cultura, todo eso vale, y eso no está escrito así porque si.

Muchos nos dicen que indios, que atrasados, a nosotros no nos afecta, tampoco nos desmoraliza. Para nosotros la palabra del indio es una fortaleza, porque hemos nacido de nuestra madre tierra, y somos parte de una comunidad.

Aunque esa visión la queremos cambiar en las mismas comunidades. Muchos de la comunidad dicen que somos una emisora de indios, prefieren escuchar radios de Popayán. Pero luego vimos que el problema no era la radio, sino que nosotros estábamos muy sumidos en la realidad indígena. Entonces empezamos a buscas músicas para ellos, y para nosotros.

Hay miedos, en el sentido de que el ministerio de Educación (y en Cali funciona una operadora que monitorea a las diferentes comunidades indígenas) dice que nosotros no podemos transmitir encuentros como el de la María, porque las emisoras indígenas no están hechas para eso. Hasta amenazas nos llegaron que iban a cerrar el medio de comunicación.

Pero nosotros, alegábamos en el sentido de que ellos mismos nos han capacitado a nosotros diciendo que busquemos la verdad donde están pasando los hechos. No mentir, sino que nosotros estamos ejerciendo el derecho de comunicar.

Hay el miedo de que se le quite a la emisora la licencia, de que de pronto se quiten los equipos, que se la cierre. Pero nosotros seguimos trabajando.

Y para nosotros el miedo no es perder la vida, el miedo es que la emisora nos la cierren y nos dejen sin como comunicar a las demás comunidades.

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Recuadro: La María

El 14 y 15 de mayo de este año (2006), quince días antes de las elecciones (en las que apoyaron abiertamente al candidato opositor Carlos Gaviria), las comunidades indígenas del sur de Colombia se reunieron en el resguardo de La María (terreno inviolable donde manejan sus propias leyes) en una asamblea que pretendía discutir las políticas del gobierno que, a su entender, estaban perjudicándolos.


Tras el bloqueo de las rutas por parte de las indígenas, el gobierno reprimió con escuadrones antimotines a las familias ahí reunidas, apenas protegidas por la guardia indígena (armada con bastones de madera).

Las acciones represivas, en las que murió uno de los integrantes de las comunidades y fueron heridos y maltratados cientos de personas, entre ellos mujeres y niños, careció de cualquier cobertura por los principales medios de comunicación, que apenas mostraron levemente los hechos, sumándose a la versión del gobierno que acusaba a los indígenas de quebrar el orden público y de estar apoyados por la guerrilla.

Este es el relato de José y Bladimir sobre los hechos:

“La iniciativa de la cumbre fue del Cric (Consejo Regional Indígena del Cauca). Una asamblea grande de todas las comunidades, en la que todos podían exponer sus problemas y decirle al gobierno que es lo que necesitamos que nos cumpla. Solamente viene privatizando las cosas, invirtiendo en sus armas, en todo ese cuento de la seguridad democrática que es lo que tiene en mente el señor Uribe.

Luego ya al otro día, no se que pasaría (nosotros no íbamos con esa intención), los guardias de otros resguardos fueron con esa rebeldía: tomaron la vía (ruta) a la fuerza. Entonces el gobierno mandó los antimotines y empezaron a meterse con la población.

Venían con un sentido de guerra. La orden de ellos era desalojo a como diera lugar, por eso se usaron tanquetas, gases que tiraban desde helicópteros...

Hay que tener en cuenta que se violó el acuerdo de Kioto, no tuvieron en cuenta que esos gases en el largo plazo hacen afectar al medio ambiente, además de las personas que estuvieron ahí.
Al otro día hubo otro enfrentamiento. Llegaron a destruir la parte fundamental. Atacaron el hospital y cogieron a la gente que estaba allí y la llevaron a la comisaría de Piendamo. Atacaron el centro de comunicaciones, se dañó el equipo. Atacaron el centro de reuniones, la casa grande, donde se hace la asamblea, se quemaron las sillas, se quemaron los ranchonzitos donde estaba viviendo la gente, se quemó lo que fue también lo del sonido, donde se hacía la convocatoria. Eso se quemó todo, y a la gente la trataron mal y le pegaron, los ofendieron, si no podían matarlos los provocaban para que dijeran algo para darles. Les decían que ahí estaba la guerrilla, que a ellos les gustaba matar guerrilleros, con el fin de provocarlos, con el fin de atacarlos.
Se decía que ahí estaban las FARC y eso es mentira, las comunidades indígenas tienen mucha fuerza en el sentido que nosotros vivimos en el campo, con es agilidad mental que de pronto no tienen ellos y que se asombran de ver. Eso hace que digan que hay fuerza armada ahí, ese es el error que se está cometiendo en ese sentido.
Eso es una cobardía del gobierno venirnos a atacar a las comunidades indígenas de esa forma. Porque la comunidad indígena estaba reunida en un centro de diálogo, negociación, convivencia pacífica. Como era posible que esperábamos al gobierno y lo único que llegó fueron los gases por el aire, el ataque aéreo, que perfectamente un indígena no tiene conocimiento de esto, y no somos delincuentes para que nos atacaran por el aire, porque no fueron capaces de atacar por el suelo.
Porque las necesidades en las comunidades indígenas son amplias, con respecto a la salud, hay desnutrición en los niños, un pocotón de cosas que van a demostrar que los derechos humanos están pintados, ellos están buscando irnos liquidando, irnos quitando plazas, y se han incumplido las leyes. Lo que tiene Colombia son leyes, leyes que no se cumplen, o las hacen para el beneficio de ellos y para nosotros no.”.

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Petu Mogeleiñ: Aún estamos vivos


Perdidos en la inmensidad de la estepa patagónica y las 900.000 has de Luciano Benetton, los miembros de la organización 11 de octubre inauguraron la primer radio mapuche de la zona. La experiencia de desalambrar el aire.


(Publicada por Al Margen y Hecho en Buenos Aires en el 2009)

En lo alto del monte Saturnino, un grupo de personas matea en torno a una solitaria casilla construida para avistar los incendios.
Desde ese punto donde la vista infinita se pierde en la cordillera y los lagos, Daniel Otal extiende su mano para señalarme un poco más allá, ahí donde los árboles comienzan a escasear para dar paso al duro terreno de la meseta patagónica. Ahí precisamente ahí, volteando casi la raya del horizonte, se encuentra la sierra del Maitén, donde la organización mapuche 11 de octubre está a punto de cumplir el sueño de su propia emisora.
Integrante de la radio comunitaria Alas y ex miembro del Consejo Asesor Indígena de Río Negro, Daniel me cuenta emocionado cuanto esperaba este momento y la importancia de que se escuche hablar en “lengua” en esos pequeños aparatos que acompañan las tardes de esos desolados y castigados parajes.
A su lado Oscar, un técnico mapuche de Bariloche que se ofreció a coordinar la instalación, le explica al resto de voluntarios como enrollar los alambres, ajustar las tuercas y aventurarse entre los vientos patagónicos para colgar el último tramo de la torre que permitirá triangular las señales entre Bolsón y Maitén.
Perdidos e incógnitos en la inmensidad del monte, sin los ampulosos presupuestos y facilidades de los grandes medios, pero haciendo mano a una voluntad que siempre deja espacio para la sonrisa y que mágicamente saca de la galera recursos de donde no hay, la variopinta mezcla de paisanos, artistas y jóvenes colaboradores de Alas bien puede traer a la memoria algún personaje de aquel Por Quien Doblan las Campanas de Heminghway.



Un sueño en medio de la nada


“Es imprescindible hacerte una idea de los lugares a donde viven estas comunidades. Quizás por meses el único contacto con el resto de la población es la radio. Uno se encuentra con realidades que son difíciles de entender desde una perspectiva urbana, como escuchar en una reunión de producción a un futuro operador decir: yo llevo al ganado a pastar a las cinco de la mañana, así que a partir de las siete ya puedo estar trabajando”, me explica Piqui Lorenzo, integrante de Alas, mientras atravesamos las propiedades de Luciano Benetton (900.000 hectáreas) rumbo a Maiten.
Al borde de los dominios del empresario italiano, acodadas en la cordillera, están las tierras que Roca dejó a las sobrevivientes de las comunidades mapuches tras la conquista del desierto. En este paraje llamado Vuelta del Río, muchos pobladores originarios ya han sufrido la presión de fuerzas policiales que pretenden desalojarlos esgrimiendo títulos de propiedad de una tal familia al Khazen, vinculada al gobierno provincial y al empresario italiano.
Llegando a Maiten, desde una de las camionetas de la caravana, nos hacen señas para que sintonizemos el 88.7 MHZ, radio Petu Mogeleiñ (“Aún Estamos Vivos?).
“Hace muchos años que tenemos este sueño”, me cuenta Rogelio Fermín, una de las víctimas de los desalojos en Vuelta del Río, mientras mira la antena que súbitamente creció de la nada en el patio de este rancho de este pequeño pueblo patagónico.
“Esta radio que estamos inaugurando hoy es muy importante para el pueblo mapuche, no solo de nuestra comunidad, sino tantas otras que están sufriendo por los desalojos y no tener un medio como para salir al aire y decir lo que nos está pasando, nuestras necesidades. Estamos preparados para todo, porque en cualquier momento nos atropellan. La radio va a servir para organizarnos y saber que comunidades estamos en peligro con los juicios, para poder juntarnos e ir a apoyar a los hermanos”, aclara su cuñado, Marcelo.
Después de los abrazos, una vez bajados los equipos de sonido, acomodados los visitantes en diferentes lugares, ubicado el acoplado que servirá de improvisado escenario, la hoguera se enciende y las brasas se acomodan para asar un cordero patagónico. Abriendo espacio entre la nutrida asistencia, las asistentes acomodan cerca del calor del fuego un banco para las ñañas (ancianas) y el lonko (cacique) Segundino da la bienvenida a los winkas (gringos). Mientras describe su realidad, casi sin querer, da una de las mejores definiciones sobre el papel de los grandes medios en la crisis planetaria y la importancia de las radios comunitarias o alternativas: “Se están hablando muchas pavadas, pero nosotros estamos preocupados porque hace mucho que no llueve y las tierras están cada día más secas”.

La voz mapuzungun

Son el mismo lonko y las ñañas (que ofician, según la tradición mapuche, como una especie de coro griego) los encargados de abrir la transmisión. Las palabras en mapuzungun se extienden por toda la estepa.
“De alguna manera la radio es el resumen de varios años de lucha. Cuando recuperamos tierra a veces desalambramos. Y en este caso también estamos haciendo un acto de recuperación. Que nuestras palabras puedan circular por las ondas de las radios es como estar desalambrando el aire. Hay un proceso de recuperación de nuestra identidad, de nuestro pensamiento, de un espacio que pretende emanar libertad. Tanto nos cuesta poner un comunicado y que sea emitido. Ahora tendremos espacios donde hablar de todos nuestros sueños y penas, el esfuerzo que mucha gente está haciendo para sostener nuestra cultura“, explica Mauro Millán, líder de la organización 11 de octubre.
“Poco a poco vamos a recuperar la identidad y que nuestros hijos aprendan a hablar en lengua desde chicos. No como nosotros que estamos aprendiendo ahora a los ponchazos, como dicen los paisanos”, aclara Marcelo.
Mientras tanto, frente al acoplado que funciona de improvisado escenario, Fermín entrevista a las ñañas, que han decidido vencer sus resquemores a las nuevas tecnologías para enfrentarse a los micrófonos y contar su historia, su realidad. También pasan los integrantes de Alas, la Tribu, FM de la Tierra y mensajes de radios comunitarias de todo el país. Hay también una compañera mapuche de Olavarría y una integrante de un programa radial en mapuzungum de Santiago de Chile, un grupo de italianos de la Organización Ya Basta (una de las financiadoras del proyecto), historiadores no oficiales, cómicos de la legua, paisanos del Maiten, hippies del Bolsón, un jujeño que toca su quena, grupos de cumbia, metaleros, niños que corretean o pintan un mural, y hasta dos viejos partisanos italianos. Globalización a contramano. Gentes, que igual que los personajes de Heminghway, no se preguntan por quien doblan las campanas.



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RECUADROS


Pensar en red


“Este un proyecto ancestral para nosotros y que llevábamos en la mochila desde hace muchos años, y que por suerte encontramos compañeros mapuches que saben mucho de lo comunitario para cumplir nuestro sueño”, explica Daniel Tornero, fundador de FM Alas, que el año pasado cumplió 20 años en el aire.
“Una de las cosas claves que se desalambran es la lengua. Nosotros que nos entendemos bastante bien en la lengua del invasor, y que somos monohablantes, estamos entrando en casas donde se habla la lengua madre de esta tierra y no podemos disponer de ella”, confiesa Daniel Otal.
Durante la transmisión, Tornero saluda en mapuzungum y cuenta como a través de los años y la educación perdió esas palabras que hablaba con su abuela mapuche. Emocionado me señala a Ricardo, un integrante de la comunidad de Cuesta del Río y futuro operador de la radio. “No sabe leer ni escribir. Pero ya usa el Sound Force (un software de edición). Le enseñamos con un sistema de corderos y corrales”, explica.
“Tanto Alas como la Tribu nos juntamos con la idea de sistematizar la experiencia como organizaciones de comunicación comunitaria. La idea fue acompañar en los procesos con una idea de par, de aportar experiencias”, explica Laura Rodríguez del colectivo La Tribu, que brindó talleres a los integrantes de Petu Mogeleiñ (que el año pasado también pudieron viajar a Santiago del Estero a compartir experiencias con las radios comunitarias del Mocase). Desde los micrófonos se escuchan los saludos de radios de Bariloche o Bolivia, y de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (Amarc).
 “Es una emoción ver a los compañeros inaugurar la radio. Hay que empezar a trabajar sobre ese sueño. Sabemos solo lo que el sistema quiere que nos enteremos nomás. Ahora a partir de la salida al aire de Radio Petu Mogeleiñ vamos a tener otra dimensión”, se entusiasma Ricardo Fuentes de la organización mapuche José Manuel Pichón, que proyecta la instalación de una radio comunitaria en Cuesta del Ternero y que este año le pidió a FM Alas apoyó logístico para difundir la información sobre el conflicto de tierras en la comunidad de Quintupuray.
Las radios alternativas también se han nucleado en la Coalición por una Radiodifusión Democrática (http://www.coalicion.org.ar/) para presentar sus propuesta e inquietudes en los debates de la nueva ley de radiodifusión.
Al igual que la mayoría de las emisoras comunitarias (salvo excepciones como La Tribu o Frecuencia Zero), Petu Mogeleiñ no cuenta con licencia para transmitir.
“Se supone que desde la voluntad que mostró el gobierno la ley beneficiaría a las radios comunitarias, pero todavía no hay certezas porque el proyecto recién se está discutiendo y las empresas y los distintos sectores de la sociedad están haciendo lobby. Como hay muchos intereses de por medio no se sabe que va a pasar. Lo que las radios comunitarias, incluida Petu, estamos pidiendo es un proyecto de ley democrático que implica la división entre emisoras comerciales, públicas y alternativas”, explica Rodríguez.

La paradoja italiana


“La posibilidad de tener una radio de comunicación, de usar la metodología winka que han usado muchas veces para perjudicar a nuestra comunidad”, afirmaba en el aire de Alas la invitación a la inauguración de la Radio Petu Mogeleiñ, cuya puesta en marcha presentó una paradoja bastante particular:
“Ya Basta tiene varias sedes en Italia, pero yo llego de la ciudad de Treviso que es la misma ciudad de Benetton. Él es dueño de muchos medios de comunicación, entonces no es fácil para nosotros salir, porque cuando armas una conferencia de prensa, los periodistas no vienen porque los directores le prohíben tomar nuestra posición. Pero nosotros seguimos luchando y divulgando lo que está pasando acá con la usurpación de las tierras mapuches”, cuenta Cintia, integrante de la caravana de la Organización Ya Basta, que desembarcó en Maiten con sus camionetas cuatro por cuatro y un nutrido escuadrón de cámaras digitales después de dos meses de recorrer el continente  visitando los proyectos que financian (desde la comercialización del café orgánico del EZLN a un comedor del MTD en Solano).
“Estamos dando el ejemplo de que la diversidad cultural genera este tipo de situación. Porque hoy están presentes tanto los hermanos mapuches como los compañeros de Alas, que su presencia nos da seguridad, y los compañeros de Italia, que no vienen a hacer turismo. En el mundo hay también gente que lucha, no solo gente que avasalla y hurta. Debemos comprender que en el mundo hay una resistencia, que los poderosos que controlan el mundo son muy pocos y que la única fuerza que tenemos los que estamos resistiendo es nuestra fuerza de voluntad, nuestras manos, y nuestro pensamiento”, explica Mauro Millán



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Wekeche Ñi Trau: Usando el amplificador winka para la voz de la mapu

A través de ritmos foráneos como el hip hop, la salsa, el reggeton o la cumbia villera, Wechekeche Ñi Trawun encontró la herramienta para quebrar el olvido cultural que impuso el estado chileno recuperando las tradiciones mapuches y fomentando la resistencia a los planes de megraproyectos multinacionales en su territorio.

(Inédita. Fotos: Pilmayquen Liempe)

¿Qué tiene que ver el reggeton con el kultrún? ¿Y la salsa con los próceres de la resitencia indígena en Chile? ¿Levanta la mano si te gusta mapuche? ¿El baile del choike (ñandú)?
“Nosotros somos una agrupación que trabaja con el fortalecimiento identitario en jóvenes mapuches a través de la música. Hacemos música mapuche fusión. Queremos entregar un mensaje para que los jóvenes y niños mapuches tengan una herramienta dentro de la música que le es más cercana, para que se defiendan frente a las discriminaciones que viven cotidianamente. Nuestros jóvenes están siendo bombardeados por todo lo que es el comercio, la cultura basura, que se impone desde Estados Unidos y Europa. Y la única forma de acercarnos es a través de eso que tienen cercano en su cotidianidad, introduciendo así de a poquito el mensaje mapuche, hablando mapuzungun, metiendo dentro de esta música occidental, nuestros instrumentos tradicionales, nuestro mensaje, la cultura misma”, explica Ana Millaleo, mapuche, cantante, socióloga, y miembro de la agrupación Wechekeche Ñi Trawun, con la cual, aprovechando sus vacaciones en la universidad donde cursa un magister en género, se halla en plena gira por la Wall Mapu (el territorio mapuche).
Wechekeche Ñi Trawun es un centro cultural de jóvenes mapuches en Santiago de Chile, pero también la agrupación musical de hip hop, reggeton, cumbia villera, salsa y rock que lleva seis discos editados y en febrero de este año realizó una extensa gira por el sur de Argentina y Chile recorriendo comunidades en resistencia.
“Cruzar la cordillera es algo que nuestros abuelos siempre hicieron, fue algo cotidiano. En algún caso se dejo de hacer, pero precisamente fue por la frontera impuesta por el estado chileno argentino que dividió el territorio mapuche. Ahí surgió toda esta burocracia como es la aduana, la policía, que impide el paso de nuestra gente, que no nos permite llevar medicina de acá para allá. Y así mismo muchas cosas que para nosotros son importantes, como los kultrunes (tambores), o nuestros wiños, que son las chuecas (palos con el que se juega el palitun, tradicional juego mapuche). Para nosotros venir acá a wall mapu es retomar lo que hicieron nuestros ancestros. Nosotros hemos entablado muchos contactos con muchos hermanos en Vuriloche, Esquel, Leleque, Neuquén, Fisque Menuco, Villa Langostura, muchos hermanos que han valorado el trabajo que estamos llevando. Y nosotros venimos a darle fuerza y compartir el conocimiento, la sabiduría mapuche. Encontrar una conversación, un consejo, que para nosotros es muy importante”, aclara Filutraro, profesor de música y director musical de Wechekeche Ñi Trawun.
El grupo incluyó en su gira presentaciones en territorios como la comunidad de Paichin Antriao en Villa La Angostura, que desde principio de año se encuentra amenazado por el gobierno neuquino con múltiples denuncias de violaciones a los derechos humanos y una total militarización de la zona. También participó del 3er aniversario de la recuperación de tierras de Santa Rosa de Leleque (en pleno territorio de Luciano Benetton) y realizó un concierto al aire libre en FM Alas, una de las radios comunitarias más antiguas de la Argentina y que desde hace algunos años apadrina la Red de Comunicación Campesina, inaugurando radios mapuches en la zona de Cuesta del Ternero y Maiten, donde las comunidades también resisten las presiones de desalojos por parte de los gobiernos locales y algunos grandes empresarios.

Diferentes máscaras, una misma estrategia

Frente a la cabaña a dos aguas de madera donde trabajan incansablemente los compañeros de FM Alas, Wechekeche Ñi Trawun se planta frente al viento y la cordillera patagónica para mostrar su curiosa mezcla musical que apenas se escuda en su voces peladas, algunas bases rítmicas y un kul kul (cuerno) que atrevidamente decidieron pasar por la aduana con el riesgo de que les pueda ser incautado a la vuelta. Una cincuentena de seres mezcla de indígenas, hippies, gringos y paisanos (niños incluidos) saltan alegres, cervecita casera en mano, al son de ritmos que suenan a centro comercial o rington de celular pero en su esencia describen la historia de la resistencia mapuche, o el tradicional juego del palitun o chueca (con el cual las comunidades suelen dirimir sus diferencias), o dicen: “Michelle que tiene Michelle que mata y tortura igual que Pinochet”.
La Wall Mapu, que nuestro territorio, está ocupado por el estado nacional de Chile y es muy difícil quebrantar las barreras comunicacionales. Hay cosas que están pasando a nuestro pueblo mapuche, como las violaciones a los derechos humanos, los maltratos a los niños de las comunidades, las situación que viven los presos políticos mapuches que son injustamente encarcelados por causas que ni siquieran ellos han participado. Muchos de los juicios son desestimados en primera instancia pero el estado se involucra y nuevamente se vuelven a hacer hasta que esta gente quede encarcelada. Y es muy difícil que estas cosas se difundan en los medios de comunicación porque hay mucha privatización. Por eso la concertación fracaso en las pasadas elecciones porque la gente se da cuenta que ya da lo mismo, porque ya se esta trabajando para el capitalismo en un estado socialista, que más da que el mismo neoliberalismo administre la creación estatal que hizo. Dentro de esta concertación que vino a sacarnos supuestamente de la dictadura  se han cometido muchas más violaciones a los derechos humanos que en la misma dictadura. Por eso nosotros decimos que sea derecha o izquierda el estado siempre va a funcionar dentro de los valores occidentales, nunca van a considerar al mapuche como otro diferente, o van a respetar su cultura, si no que van a querer integrarlos a su lógica occidental. Por eso nosotros luchamos para que nuestras voces sean escuchadas”, explica Ana.
Con el avance de la economía y de los proyectos agroforestales o de represas (por dar un par de ejemplos), los territorios mapuches en el sur chileno se han vuelto estratégicos. Sancionada la Ley Antiterrorista cualquier intento de oponerse al “desarrollo” planteado por el gobierno y sus socios internacionales ha sido tomado como un delito. La situación se ha recrudecido durante el gobierno de Michelle Bachelet, paradójicamente presentada al mundo como una dulce presidenta socialista hija de un militar desaparecido. Bajo su gobierno los presos políticos mapuches han superado la centena con causas irregulares y por lo general ignoradas por los grandes medios. La lista no solo incluye líderes indígenas sino también documentalistas europeos o jóvenes voluntarios vascos acusados de ser miembros de la ETA (el caso del músico y escritor Asel Luzarraga Zarrabeitia detenido el 31 de diciembre del año pasado en Temuco) Por otro lado, durante el gobierno de Bachelet fueron tres los jóvenes mapuches, asesinados por parte de la policía nacional (Alex Lemun, Matias Catrileo y Julio Mendoza Collio) en diferentes manifestaciones.
Para la mayoría de los analistas, periodistas y dirigentes relacionados con el mundo mapuche con el nuevo gobierno de Sebastián Piñera la criminalización de la protesta social y la resistencia indígena va a aumentar. No sólo por la tendencia política del nuevo presidente, sino también por sus amplias relaciones con los sectores económicos relacionados a la extracción de recursos naturales (en especial los madereros) y la construcción. Como si esto fuera poco, tal como teorizó Naomí Klein en su teoría del shock, el terremoto chileno podría ser usado por el nuevo gobierno para imponer un férreo crecimiento económico sin importar las consecuencias o las comunidades arrasadas en el objetivo.
Poco antes de comenzar una de sus canciones (con un sampler de declaraciones del grupo paramilitar Hernán Trizano de la zona de Malleko) Filutraro le advierte a los “peñis” de Argentina que las técnicas de criminalización de la protesta social y la paramilitarización de los territorios se está imponiendo también en Argentina (no hace mucho desde el gobierno neuquino y con repercusión en medios nacionales se acusó a las comunidades mapuches de estar relacionadas con las FARC y la ETA).
“Nos dicen terroristas sólo por defender nuestras tierras y nuestra cultura, y sobre todo a la madre tierra. Lo que ocurre es que la policía y los paramilitares están al servicio de los latifundistas, de los privados, han llegado a instalarse en territorio mapuche con miles de hectáreas para dos o tres, mientras que las familias mapuches numerosas viven apiñadas en una hectárea. ¿Cómo se hicieron ellos de esas tierras? El estado las regalo después del robo que significó la pseudo pacificación de la Araucanía, a costa de engaños, aprovechándose que los mapuches no sabían ni leer ni escribir. Hoy día los nietos de esos viejitos son los que están de nuevo retomando la lucha, porque se dan cuenta de que lo que se ha hecho con nuestro pueblo es algo indecente. Y todos estamos dispuestos a enfrentar a los policías, a los paramilitares y todos los que se antepongan a nuestra lucha, que es digna, justa, y tiene que ver con la recuperación de un derecho robado, quitado”, explica el director musical de Wechekeche Ñi Trawun.

Con las armas del Winka

Lejos de tomar una opción por las armas, los Wechekeche Ñi Trawun, sin embargo no tienen miedo de utilizar otras estrategias winkas (gringas) como el reggeton o el hip hop. No se trata de una paradoja muy diferente a que encarnó el cacique Lautaro (a quien San Martín, férreo defensor del indigenismo americano, rindió homenaje en su Logia Lautaro). Raptado de pequeño y criado como paje de Pedro Valdivia, Lautaro decide rebelarse tras ver las torturas que los españoles prodigaban a sus hermanos mapuches. Una vez del lado de la resistencia mapuche, el líder indígena utilizó su amplio conocimiento de las estrategias de guerra winkas (españolas) para rearmar la defensa del pueblo mapuche en la Araucanía. Entre otras cosas, fue el encargado de incorporar a las huestes mapuches un elemento que hasta ese entonces les era desconocido: el caballo.
“Nosotros siempre hemos antepuesto nuestra cultura ante todo. Nosotros no vamos a hacer nada si no es en función de nuestra cultura, nuestra espiritualidad. Cada herramienta que incorporemos, si está en función de fortalecer nuestra cultura, va a ser totalmente válida. Ahora si ocurre lo contrario, si la herramienta te gana, si estás haciendo solo reggeton y estas reproduciendo lo que hace el reggeton pero en mapuche, ahí estamos mal. Pero cuando vos haces un reggeton y entregas un mensaje mapuche claro que tiende a difundir la cultura a los niños, los jóvenes, a concientizarlos, y tu ves que el objetivo de fortalecer la identidad mapuche se esta logrando, entonces se trata de una herramienta muy útil. Y esa es nuestra experiencia. Incorporar herramientas a nuestra cultura no es algo nuevo. Lautaro lo hizo, y de ahí para adelante  muchos ancestros y hermanos lo han hecho. Nuestra cultura siempre ha sido abierta a incorporar herramientas de otras culturas. A veces se tiende a pensar que nuestra cultura es una cultura cerrada que vive hace 500 años de la misma forma, pero si uno analiza históricamente, se da cuenta que nuestro pueblo siempre ha incorporado herramientas nuevas y siempre estas herramientas son validas en la medida que fortalecen nuestra cultura”, explica.
“Por ejemplo para nosotros es super importante que los jóvenes mapuches estudien para que no dependamos de los profesionales occidentales. Hay que utilizar esta herramienta que son los estudios, sobre todo aquí (Argentina) donde no hay que pagar como en Chile, que hay un neoliberalismo que se aprovecha de esta herramienta que es la educación haciéndola prohibitiva para los que no estamos incluidos en el sistema. Hay que utilizar esta herramienta a favor de nuestros pueblos. Necesitamos historiadores que recuperen nuestra historia, abogados que nos defiendan en este contexto de persecución estatal y utilización de las leyes occidentales a favor de los latifundistas. Pero siempre con conciencia mapuche, pensando que lo que estamos haciendo es para nuestro pueblo”, agrega Ana.
“Hay muchos peñi (jóvenes) que son awinkados por la cultura occidental, por la misma universidad, por la misma estructura social ideológica que existe en las ciudades. Su cultura mapuche la niegan y aceptan todo lo que es este pensamiento que viene de Europa. Nosotros hemos introducido un concepto que en vez de awinkarnos, nosotros mapuchizamos las cosas. Entonces si yo voy a la universidad, voy a mapuchizar la universidad, así como mapuchizamos algún ritmo musical, así como Lautaro mapuchizó el caballo”, concluye Luanko, mapuche, cantante, en cuarto año de pedagogía en historia, entre pizza y pizza, contento porque el concierto trajo buenos réditos en ventas de cds, almanaques y remeras, poco antes de comenzar una rima free style de agradecimiento a los compañeros de Alas y el Consejo Asesor Indígena de Río Negro.

Wechekeche Ñi Trawun
http://www.wechekeche.cl/


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