Voces y Personas

Carlos del Frade
Periodista, activista, amante de la vida.


“El esfuerzo está en la comunicación: cómo hacemos para que lo alternativo se convierta en masivo”

(Publicada por Sudestada en junio del 2012)
Rosario. Bicentenario de la creación de la bandera argentina. En el palco frente al Monumento a la Bandera, socialistas y kirchneristas se pelean por aparecer en las fotos en medio de un gran despliegue de recursos y con una cobertura especial del diario La Capital.
Ese mismo día, en la periferia de Rosario, sin un recuadro que informe del evento en el principal diario de Rosario, se celebra en el barrio Ludueña el Carnaval de Pocho, en homenaje al cumpleaños de Pocho Leprati, el ángel de la bicicleta, el activista social asesinado por la policía el 19 de diciembre de 2001 mientras protegía a los pibes de una escuela. Organizaciones sociales y vecinos se congregan para discutir estrategias y celebrar junto a los niños, las murgas recorren los barrios, las doñas venden tortafritas, se exponen productos de la economía solidaria y los cantos denuncian el asesinato de sus jóvenes rosarinos, la corrupción política, la falta de tierra y vivienda y el proyecto de país que tejen socialistas y kirchneristas. Ese que ostenta una economía basada en la siembra indiscriminada de soja, la explotación sin coto de los recursos naturales y el reparto desigual de la riqueza con megaproyectos de infraestructura a costa del desplazamiento de la población pobre.
Esa misma semana, en el auditorio de ATE Rosario, Carlos del Frade presenta el libro Los Caminos de Belgrano, donde, esquivando la historia oficial, el periodista analiza los ideales del creador de la bandera a la luz de la Argentina de hoy, la de los barrios y las escuelas, los pueblos originarios y las economías regionales, a los que el prócer del billete de diez pesos intentó acercarse.
Técnico superior en periodismo, Del Frade llegó a ser jefe de redacción del diario El Ciudadano y conductor del programa matinal de ET8, una de las principales radios de Rosario. “Me echaron como un perro por mi ideas políticas y mi actividad gremial”, aclara. Hoy se reparte entre numerosos medios alternativos o locales (Rebelión, Agencia de Noticias Pelota de Trapo, Red Voltaire, FM Red TL, Canal 16 de Alvarez, Televisión Regional de San Lorenzo, Radio Universidad de Rosario y la revistas El Eslabón, El Vecino, Acción y Realidad Económica, entre otras), además de un programa los sábados a la mañana en Radio Splendid y una intensa actividad docente por todo el país. Desde 2009, por ejemplo, dicta en diferentes pueblos del interior, el seminario “Historia política de la esperanza”, sobre el bicentenario argentino. Mas allá de toda esta incansable actividad, el año pasado también fue candidato a legislador por Proyecto Sur. Sacó 60.426 votos que lo habilitaban para asumir el cargo, si no fuera porque a último momento la justicia invocó un viejo decreto de la dictadura que hacía insuficiente esa cantidad. Su banca la ocupó un legislador del Pro. “Yo digo que cada uno cosecha lo que siembra. Viví denunciando a los integrantes de la Corte Suprema de la provincia y me iban a cobrar esa factura. Me aplicaron un decreto de la dictadura, a mí que tengo diez libros sobre la dictadura. Es así de coherente el sistema”, confiesa mientras duda de que vuelva a presentarse, cada vez más convencido de que la política se ejerce a nivel local y popular, por los barrios, en el interior, lejos de los grandes escenarios y centros de poder. “La gente en la calle te dice: ‘la próxima’. Pero yo no sé si volvería a presentarme. Soy artiguista, soy de la idea de que hay que construir desde el interior hacia el exterior”.

Un trabajo de todos los días

En Rosario algunos militantes sociales rosarinos dicen que hay dos Carlitos típicos de la ciudad: el tostado de jamón y queso con ketchup y Del Frade. La cita con Sudestada es un domingo por la mañana en una estación de servicio al borde del barrio Sur, entre talleres mecánicos, frente a la placita del Che y un ex predio ferroviario.
Construís desde muchos lados: universidades, medios comunitarios, Radio Splendid, la CTA, Proyecto, Sur, pero también como parte de la comisión investigadora del triple crimen del Barrio Moreno… ¿Cómo manejás todos esos frentes?
Y primero con la desesperación de ganarme el peso y yo hace doce años que no tengo trabajo en blanco en ningún lado. Me echaron de todos lados por mis ideas políticas y gremiales. Así que tengo vivir laburando, programa a la mañana, a la noche, programa de televisión en localidades chiquitas donde te pueden. No me quejo, porque soy feliz, pero al mismo tiempo siento que tengo que hacer algo más, además de sostener lo personal y lo familiar. Porque sé que hay gente que no puede hacer algo más: porque el obrero se mata todo el día y no le da para ir a una asamblea.
Lo que hay que hacer es mostrar lo que se hace, difundir la información precisa. Ser muy honesto y muy humilde e ir avanzando desde el afecto para ser más, si no terminamos sólo en células autoconvencidas.
¿Y cómo es tu estrategia a la hora de comunicar?
Y, como le decimos nosotros a los chicos que van a aprender periodismo: de lo particular a lo general. No empiezo diciendo que en el mundo se manejan 500 mil millones de dólares de narcotráfico, sino lo que pasó ayer en el barrio Ludueña en Rosario. Yo tengo el privilegio de que me llamen de muchos lugares, que tiene que ver con que hace 25 años venimos remando así con el intento de gambetear el nicho. Es un esfuerzo de todos los días. Cuesta mucho, pero creo que el gran desafío para lo alternativo es que sea masivo. Nos está faltando una red en serio que popularice los contenidos alternativos. Por ejemplo, la CTA tiene que mostrar este tipo de cosas. Ver cómo lo hacés popular. Y lo popular también tienen que ver con lo económico, y si te compran más, tenes más guita.
¿Te considerás también abierto en tu mirada política?
Y sí, por ejemplo: no podemos plantear que el kirchnerismo en su conjunto es el enemigo. Yo creo que con cierto rumbo político de los k vamos a un reprimarización de la economía y con eso sólo ganan los extranjeros y los atados a los nichos de negocios que hacen los extranjeros. Pero hay que contar con el k para transformar eso y hacer otra cosa. Es de necio negar lo bueno, pero hay que profundizarlo. Y hablar del laburo de los pibes, de la educación, de la corrupción policial, de las cosas cotidianas. Es impresionante cómo los últimos hechos han puesto a muchos k en otra vereda: primero la cuestión de la plata. Más allá de la cacarera de la distribución de la riqueza, a la mayoría nos cuesta empatarla a fin de mes. Y después las protestas sociales por la cuestión de la megaminería, y la tragedia de once, donde está claro que el gobierno es responsable por los subsidios que le dio para crecer al grupo Cirigliano, y que eso afecta al pueblo laburante. Y lo que dijo Cristina de los maestros, más lapidario. ¿Como una mujer tan inteligente, tan laburadora, va a caer en el lugar común de una clase media fachista? Habrá que ver si somos capaces de articular una fuerza política transformadora que incluya lo bueno que se hizo y vaya por más. Pero el escenario esta planteado para que sea Macri o Kirchner y sus sucedáneos; eso es terrible.
¿Cómo se genera una alternativa?
Yo fui candidato de Proyecto Sur y la verdad que los votos que sacamos fueron directamente proporcional a los errores que se cometieron desde Buenos Aires. Es un país unitario para todos. Incluso para aquellos que son progresistas o de izquierda, se mira todo desde allá. Y con un discurso político que hizo hincapié en la negación de todo, lo cual generó que se cortaran vínculos con los sectores sociales. Hubo errores políticos muy profundos, especialmente en la conformación de una fuerza transformadora, nacional, latinoamericana, que busque realmente algo mejor, que subraye lo bueno pero que vaya por más. Yo creo que estas organizaciones seguimos teniendo una referencia en lo social, pero nos cuesta mucho ir hacia la gente para seducirla con una propuesta que tenga que ver primero con la lucha y después con otra cosa. Y la gente como lucha todos los días, no tiene mucho tiempo de seguir luchando. Y ahí esta la respuesta de por qué se recurre a lo tradicional, que dice: “usted quédese tranquilo en su casa que yo le resuelvo los problemas”. Uno rechaza esa postura, pero hay que explicar por qué calza en la gente. Hay que agudizar el ingenio para dejar de ser minoría, si no nos terminamos mirando frente al espejo y creyendo que somos buenos. El esfuerzo está en la comunicación: cómo hacemos para que lo alternativo se convierta en masivo.
Por otro lado crecen en todo el país los movimientos sociales, los proyectos de economía solidaria o de comunicación alternativa. Algo está pasando por afuera que la política tradicional no puede articular…
Eso existe, pero muchas veces se canaliza políticamente con las variantes que te presenta lo tradicional. Muchos de esos sectores hoy adhieren fervorosamente al kirchnerismo. Y yo pienso que son compañeros, los tengo que respetar. Un tipo al cual yo lo considero válido, no lo puedo encarar diciéndole: “vos estás totalmente equivocado”. Eso es un error. Por eso digo que hay que revalorizar lo cercano, ver en qué nos encontramos. Hacer política desde el afecto, no desde la consigna. Si no llegás desde el afecto, no construís nada profundo.
Y lo otro es que basta de comprar los problemas de las mesas chicas. La pelea Yasky-De Gennaro a la hora de la militancia no sirve. ¿Qué hago yo discutiendo con un tipo que está laburando en un barrio con el Movimiento Evita si De Vido es corrupto o no, o agente de las multinacionales? Hagamos al revés. Pensemos desde lo cercano, después veamos cómo construimos un proyecto nacional.
Y con los medios alternativos, ¿cómo hacés para que sean masivos? Los tenés que ir juntando desde ese lugar donde se producen. Lo que hizo Belgrano. En Buenos Aires eran 165 los que inventaron la revolución de mayo, pero no se explica la independencia argentina por esa cantidad de tipos. Se explica por miles que fueron convocados a ese sueño. Y para convocarlos, Belgrano tuvo que irse allá, equivocarse, pasarla muy mal y después generar lo que generó.
Eso se aprende. Son puentes que vienen de la historia que tenemos que transitar. En eso andamos, eso es el gran desafío. Eso existe, está disperso, y para juntar lo disperso hay que ir al lugar donde se produce. Eso obliga a una política de lo cercano. Generalmente las organizaciones políticas y sociales siempre están esperando la orden que baje de Buenos Aires.
Y desde ahí pueden posar de progresistas, pero en las provincias hacen alianzas con lo que hay, sin preocuparse si están a grandes distancias de la transformación social desde esa representación política. Parece mentira porque esa gente del interior hizo la independencia argentina: 21 veces invadieron Jujuy. Eso desde Rosario o Buenos Aires se ignora, así lo cuente Mitre o Felipe Pigna, que escribe también desde Buenos Aires. Por eso acá en Rosario el kircherismo es Rubeo (Luis Daniel), Presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, cuyo padre fue el fundador de la Triple A, y el principal menemista. Y hoy Villa Gobernador Gálvez, una de la ciudades más importantes de la provincia, elegida para distribuir la droga en todo el Gran Rosario, está manejada por Pedro González, que estaba con Rico, con Menem, ahora con el kirchnerismo. A Cristina Fernández eso no le interesa porque hay que aliarse con lo que hay. Entonces, ¿cómo hacemos para hablar por las mayorías? El síndrome de hablar por los obreros; y los obreros ni te escuchan.
Pareciera que hoy en política todo está armado para que sea difícil ver una opción por fuera del peronismo
Es un infantilismo desconocer al peronismo. Es desconocer el momento histórico en materia de identificación política de la clase obrera. Y si sos marxista y no ves la realidad, no ves que el obrero vota al peronismo, estamos jodidos. Como también el peronismo ve a Perón pero niega la triple A, que fue creada por Perón. De la misma manera el marxismo dice que Marx acertó en todo. Y no, Marx negó a Bolivar porque Bolivar era de la alta clase social de Venezuela. Y ese es un error. Porque Bolivar tiene tres intentos que fracasan desde arriba y después tiene que unirse a Páez, que es el llanista que le pone la gente para llevar adelante la revolución. Eso Marx no lo ve, porque escribe desde Europa. Así como nosotros padecemos Buenos Aires, Marx escribió sobre la realidad Latinoamérica desde Europa. Y se equivocó. Yo creo que a esta altura no tiene sentido discutir al peronismo, yo creo que en todo caso discutir la proyección del peronismo, que es como discutir la proyección del cristianismo.
Hay un montón de experiencias surgidas del 2001 que son muy valiosas y hay que luchar por legitimizarlas, peleemos también por otra representación política, sino terminamos todos metidos en el kircherismo.

Las horas se construyen hablando con Del Frade, de igual a igual, repreguntando, anotando referencias, repitiendo una y otra vez muletillas como “en mi opinión”, “al menos como lo veo yo” y otras que quitamos en la edición de la nota. Un sano y bonachón optimismo de hombre de barrio mezclado con la tozuda curiosidad del intelectual citadino. Y mucho compromiso. “Cada vez que le digo feliz cumpleaños a mis hijas me pregunto que es lo que estoy haciendo para que realmente vivan en un mundo feliz. A mí se me va la vida en eso. Me meto en todo lo que me puedo meter. En todo lo que quiero. Sino termino siendo un hipócrita. Hago libros para vivir pero también para denunciar y ver si genera cosas, pero siempre con esta idea: que si no somos muchos, volvemos a perder, como pasó en los setentas, y ese costo todavía lo estamos remontando”, confiesa. Y así recoge sus cosas y se va, caminando por la vereda destartalada, rodeando un edificio abandonado, vestigio de aquel Rosario industrial que el neoliberalismo transformó en una de las ciudades con mayor marginalidad de la Argentina, vestido con una camiseta de básquet y unas bermudas, con su maletín en la mano, mezcla de superhéroe y gente de a pie… “ahí va el capitán Carlitos por el espacio”, parece cantarle El Flaco desde los cielos rosarinos. 


Miguel Ángel Beltrán
Sociólogo, defensor del pensamiento crítico y falso positivo.

No es mi intención quedarme callado ni agachar la cabeza. Lo que es más, he salido con mayores compromisos
(Publicada por Marcha en Mayo del 2012)
Historia de un secuestro
El 22 de mayo del 2009 el sociólogo colombiano Miguel Ángel Beltrán Villegas, se dirigió con su mujer y un abogado al Instituto Nacional de Migración de México. El supuesto sencillo trámite de una visa académica para permanecer haciendo un proyecto posdoctoral de investigación en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM se había atrasado por alguna cuestión burocrática que no llegaba a entender.
Bogotano de nacimiento, Beltrán cuenta con un denso curriculum: licenciado en Ciencias de la Educación de la Universidad Distrital, Sociología en la Universidad Nacional, becario y master en Ciencias Sociales en el FLACSO, doctor en Estudios Latinoamericanos en la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM, docente en las universidades del Cauca y Antioquia y profesor asociado de tiempo completo de la Universidad Nacional de Colombia, donde coordinaba el área de teorías sociológicas y el grupo de investigación “América Latina: transformaciones, dinámicas políticas y pensamiento social”. Los trabajos de Beltrán se centran en debates contemporáneos, en especial los conflictos sociales y la historia política de Colombia y América Latina. Desde hacía algunos años venía denunciado la estrategia de Seguridad Democrática del gobierno de Álvaro Uribe Velez como una escalada más en la historia de abusos a las libertades políticas en su país.
Al llegar a migraciones los funcionarios le aclararan que hay ciertos inconvenientes en el trámite y lo invitan a pasar a una oficina. Cuando su mujer y su abogado escuchan los gritos los gendarmes del destacamento lo tranquilizan diciendo que no pasa nada, que se trata de un funcionario que se ha vuelto loco y que ya sido retirado del edificio.
A puertas cerradas, Beltrán estaba siendo capturado a la fuerza en un proceso que no sólo violó su integridad física y sus derechos más básicos sino también los tratados internacionales en materia de extradición y derechos humanos.
Pocas horas después los cables de las agencias noticiosas anunciaban con júbilo la captura de alias Jaime Cienfuegos, miembro del comité internacional de las FARC. En los noticieros Uribe agradecía a las autoridades mexicanas, y particularmente al presidente Felipe Calderón, por la captura del académico, a quien calificó de ser “uno de los terroristas más peligrosos”.

El caso tomó resonancia no sólo por la reconocida trayectoria humana y académica de Beltrán, sino por la participación de otro gobierno latinoamericano en la política de Seguridad Democrática de Álvaro Uribe, dentro del marco de la lucha global contra el “terrorismo”.

“En mi expediente no se me acusa de despedazar campesinos con motosierra, ni se me atribuye el asesinato de jóvenes provenientes de sectores populares que luego son presentados como falsos positivos; tampoco se me imputan tratos crueles, inhumanos y degradantes contra persona alguna; mucho menos se me inculpa de delitos de lesa humanidad: contrario a ello se me acusa de instigación al terrorismo por denunciar estos hechos y de poner de presente la responsabilidad del Estado Colombiano y las Fuerzas Militares en estos crímenes: se me acusa de ser un terrorista por sustentar en mis escritos en los foros públicos, que las FARC es una respuesta histórica a las múltiples violencias del Estado”, escribiría desde la cárcel Beltrán en una carta abierta a la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU).

Falsos Positivos

Al mando de un gobierno que encabeza las estadísticas internacionales de terrorismo de estado y crisis humanitaria, pese a sus probadas vinculaciones con el paramilitarismo y el narcotráfico, Alvaro Úribe también se ha destacado por el arresto masivo de personas supuestamente vinculadas al terrorismo que luego se demuestra son inocentes.
“El presidente Uribe ha decidido vincular cerca de un 1,5 millón de personas a lo que llama la red de informantes, que nadie sabe como opera, que no tiene control civil y que proporciona informaciones a las fuerzas armadas y la fiscalía que se han utilizado para hacer detenciones masivas de personas acusadas de colaborar con la guerrilla. Los estudios de la Defensoría del Pueblo y las organizaciones de derechos humanos han demostrado que más del 95% de los casos han sido fallidos. Pero estas detenciones arbitrarias hacen que mucha gente sea estigmatizada en las regiones, y la gran mayoría son desplazados o asesinados”, denunció en su momento Marco Romero, director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Cohdes)

Según las Naciones Unidas, durante cada día de los primeros cuatro años del gobierno de Uribe, 8 personas fueron asesinadas y 5 detenidas arbitrariamente. El total de asesinatos (11.292) es mayor al total de víctimas de los 17 años de dictadura de Pinochet en Chile. Un informe de la Comisión Colombiana de Juristas determinó que el 62% de los casos habría sido responsabilidad del estado por tolerancia o apoyo a grupos paramilitares, y 12% por acción directa de sus funcionarios. Según el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, durante el gobierno del Uribe hubo 8000 detenciones masivas y arbitrarias. Acusados de “rebelión” han ido a parar a la cárcel el corresponsal de Telesur en Cartagena, Freddy Muñoz, la poetisa Angie Cepeda, o Nicolás Castro, un estudiante de bellas artes de 23 años acusado de organizar el grupo de Facebook “Me comprometo a matar a Jeronimo Alberto Uribe, hijo de Alvaro Uribe”.

En el 2003 en la población cafetera de Quinchía fueron capturadas 117 personas acusadas de ser auxiliadores de la guerrilla. Entre los detenidos estaban el alcalde en ejercicio, el alcalde electo, concejales, comerciantes, campesinos, el tonto del pueblo, y hasta un anciano de 76 años, ciego de nacimiento, sindicado como jefe de explosivos de la guerrilla. Los montajes incluyeron el estallido de una bomba en la zona norte de Bogotá adjudicada a las FARC poco antes de la reelección de Uribe o las ejecuciones extrajudiciales de 19 jóvenes de bajos recursos de la región de Soacha (conurbano bogotano) para luego presentarlos como supuestos “terroristas”. Todas estas acciones fueron reconocidas por el general del ejército, Mario Montoya, poco antes de su renuncia. 

Mientras tanto, la Ley de Justicia y Paz redujo a menos de ocho años de cárcel la condena de los grupos paramilitares acusados de ser responsables de las miles de fosas comunes halladas en Colombia, a la vez que la justicia del país liberó a 48 de los 49 militares procesados por los crímenes de Soacha.

En el peor de los casos una sistemática estrategia de lucha contra movimientos sociales y opiniones contrarias. En el mejor, apenas un error estadístico de la política de Seguridad Democrática que Álvaro Uribe Velez viene exportando a toda Latinoamérica desde que dejó la presidencia.

En diálogo con marcha, Miguel Ángel Beltrán comenta su actual situación al cumplirse un año de su liberación por faltas de pruebas.

¿Tu caso fue paradigmático? Digo por tu trayectoria y por el hecho de haber sido deportado de semejante manera desde México.

Se trata de un política internacional que va más allá de las fronteras. Un proyecto que comenzó desde el 2001, con las torres gemelas y la política de Bush de lucha contra el terrorismo, con un avance muy claro en todo el mundo en general, y en particular en América Latina. México había mantenido una política de respetar los refugiados políticos o los intelectuales exiliados. Fue el caso de muchos argentinos en los setentas. También había una historia de respeto por los tratados internacionales. Pero ambas circunstancias fueron violados conmigo dentro de esta política globalizadora de lucha contra el terrorismo. Se violaron todas las leyes internacionales pero también la tradición que tenia México de defensa del pensamiento. Claramente Colombia esta siendo un modelo de esa política impuesta por los Estados Unidos y planificada para América Latina y otros países, donde se criminaliza toda aquella propuesta que atente contra el pensamiento hegemónico. En el caso colombiano esta política ha tenido continuidad con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos (que no olvidemos fue el encargado desde el ministerio de Defensa de implementar estas políticas bajo el anterior gobierno), los casos del profesor de la Universidad Nacional Pedagógica, Renán Vega y de los profesores amenazados de la Universidad del Magdalena son expresión de esta situación.

¿Y cuál es tu situación ahora?

El proceso se siguió hasta el final validando una prueba ilícita e ilegal como lo es el  supuesto computador de Raúl Reyes, del que todos hablan pero nadie lo ha visto y que ha servido para judicializar a cientos de defensores de los derechos humanos, líderes sociales y opositores.La Corte suprema ya ha determinado que no sirve como prueba judicial. En mi caso, pese a ser tomada en cuenta dicha prueba, en la audiencia se logró demostrar mi inocencia y parte de la estrategia fue dilatar el proceso para que estuviera más tiempo recluido en cárceles de alta seguridad, con presos de alta complejidad, como narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, en condiciones inhumanas y con una fuerte tensión. Dos años duró este proceso, en el que se incorporaron también como supuestas pruebas mis escritos y actividades académicas
 Desde que salí los medios oficiales de comunicación y los organismos policiales han tratado de demostrar que había nuevas pruebas en mi contra y que en cualquier momento iba a volver a la cárcel, como un mecanismo para generar presión y silenciamiento. Semanalmente salían noticias: “nuevas pruebas contra Beltrán”, que no eran sino refritos de lo que ya se había discutido en el juicio en que se demostró mi inocencia. También hubo amenazas contra mí y contra mi familia, entraron a mi apartamento para llevarse un disco extraible y otras cosas. Posteriormente me llegó información de un plan para matarme. Hubo mucho seguimiento, se sentaban al lado mío en las cafeterías, y lugares públicos donde asistía; recibí llamadas telefónicas y correos electrónicos amenazantes. En algún momento, familiares del profesor Alfredo Correa,  ex rector de la Universidad del Magdalena y uno de los fundadores de la Asociación Colombiana de Sociología en la Costa, me dijeron: “váyase, no cometa el mismo error del profesor Correa”. Él había sido acusado de ser ideólogo de las FARC, salió libre al comprobarse su inocencia, pero semanas después  fue asesinado cerca a su casa.

¿Y cual es tu situación en la Universidad Nacional?

En el momento de  recobrar mi libertad, estaba en vigencia una licencia no remunerada que venció por esos mismos días así que pude reincorporarme a mi cargo. Mi idea era retornar a mis cátedras e investigaciones, pero bajo estas circunstancias resultaba imposible, y me vi forzado a salir del país. Por otro lado, desde la procuraduría general de la Nación se ha iniciado un proceso disciplinario en mi contra, que desconoce no sólo el fallo de absolución sino que además viola la autonomía universitaria, con el claro propósito de silenciarme, pues es sabido que los fallos que han provenido de este ente gubernamental han estado altamente politizados y se han usado como instrumento de persecución contra la oposición. Pero más allá de esta situación, mi compromiso es seguir defendiendo el pensamiento crítico y, en particular, la Universidad Pública, de la cual no me he desvinculado. Ahora más que antes sigo escribiendo y tratando de dar a conocer la situación del país, con un compromiso quizás mayor que el que tenía antes de ir a la cárcel con la convicción que “el silencio no es una alternativa”, consigna que hicimos nuestra desde la Asociación Sindical de Profesores Universitarios (ASPU).

¿Y en México como es tu situación?

Cuando me secuestran en México estaba haciendo una estancia posdoctoral. Una vez salgo libre, la UNAM me invita a continuar con mi  estancia investigativa en el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), pero el estado mexicano me pone una cláusula de que no puedo entrar al país primero por 40 años, y después lo reduce a cinco años. A través de Abogados Sin Fronteras, se demandó esta situación y recientemente un Juez Federal falló a mi favor, señalando que en mi detención (que insisto, y ya se ha demostrado, fue un secuestro), se violaron normas legales y tratados internacionales. En este momento el Instituto Nacional de Migración apeló la decisión y estamos en ese proceso. Estoy viendo en que lugar de América Latina concluir mi estancia posdoctoral, yo estoy realizando un trabajo de historia comparada sobre los años 20 y 30 en el continente e inicialmente he tomado México y Colombia, pero me interesan otros casos que aspiro poder incorporar.

¿Vos crees que tus investigaciones académicas, tu prestigio, y la presión social que se ejerció fueron de ayuda para tu liberación?

 Aprovecho para agradecer toda la solidaridad que recibí de los compatriotas latinoamericanos, fue muy importante y es una ganancia de este proceso, porque al estar uno conectado con tantas personas, eso da esperanza y confianza. Recibí muchas cartas y palabras de aliento y muchos ánimos para seguir adelante. Eso me da fuerza ahora también para seguir adelante con mis investigaciones y me compromete más con mi trabajo. No es mi intención quedarme callado ni agachar la cabeza. Lo que es mas, he salido con mayores compromisos, como el que he asumido ahora de la defensa de los presos políticos, las condiciones en las que viven. Mi caso fue resonante y tuvo mucha prensa, pero estar en la cárcel me hizo dar cuenta de muchas circunstancias sobre los presos políticos que han ampliado mi compromiso.

¿Y cómo es esa situación?

 En Colombia Hay 9000 presos políticos declarados. Esto incluye presos de conciencia, que son acusados por sus ideas. Desde el gobierno de Uribe hubo una escalada muy fuerte en la universidad de presos políticos. Están los casos de los profesores William Javier Díaz, la defensora de derechos humanos y estudiante de la maestría en Ciencias Políticas Liliany Obando y el profesor Fredy Julián Cortés Urquijo. Este último fue presionado a asumir cargos. Y este tipo de situaciones se ve en el sistema penal colombiano, que alguien siendo inocente se autoincrimine para recibir los beneficios de una justicia politizada.
Después hay guerrilleros que están presos por tomar la opción de las armas por una cuestión política. Y también hay campesinos que son presos por rebeldía por apoyar la guerrilla, que en muchos casos eso puede ser que la guerrilla paso por su casa y se tomaron un tinto (café) o le pidieron agua.
Las denuncias son muchas, actualmente en Colombia por ejemplo no se cumple la diferencia entre sindicados y condenados. Los sindicados están en el mismo lugar de los condenados. Las restricciones son muy fuertes para las visitas, las comunicaciones, hay pésimas condiciones de salud, de hacinamiento, la comida es deplorable y los presos políticos son muy maltratados y se les coarta la posibilidad de trabajar. Por eso también muchos presos políticos se hacen pasar por presos normales.
Según la Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos alcanza el 38,1%, lo que quiere decir que por cada 100 plazas disponibles hay 138 personas. La situación crítica según los estándares internacionales es del 20%. En algunas cárceles como la de Villahermosa hay 4.389 internos cuando la capacidad es de 1.611 hombres. Esto sin contar que en muchos casos lo presos deben dormir en los corredores, escaleras e incluso en espacios destinados a actividades colectivas lo cual constituye un verdadero atentado contra la dignidad humana.
En el caso de la cárcel de Valledupar los internos disponen de de agua 5 minutos al día y deben hacer sus necesidades en bolsas de plástico, por lo que es común que lo orines y las heces fecales inunden los pasillos, muchas celdas no tienen techo, se prohíbe la posesión de espejos, ni siquiera fotografías, los presos son gaseados permanentemente y golpeados con brutalidad por la guardia de turno, baños repletos de excrementos orgánicos. Como si esto fuera poco deben se sometidos a denigrantes requisas tanto a la entrada como a la salida, porque hasta el envío de notas escritas a amigos y familiares están prohibido.
Porque hay presos políticos que están ahí en las mismas condiciones o peor que yo y no tienen los privilegios que yo tuve es que he asumido el compromiso de denunciar la situación.
Además de la cuestión carcelaria, también tiene que haber una solución con respecto a las políticas de gobierno con respecto a la guerra.
Tiene que haber una salida política al conflicto, porque a pesar de los discursos para afuera, la estrategia de Santos sigue siendo la misma. Hay un cambio de forma más no de fondo. Su figura es mucho mas aceptable que la de Uribe porque viene de una clase media alta, pero no hay que olvidar que el fue dueño y socio del diario El Tiempo que fue uno de los principales en apoyar la estrategia de Uribe, y también fue su ministro de Defensa, que llevó adelante la política de Seguridad Democrática, uno de los principales ideólogos de la Operación Fenix que terminó con la vida de Raúl Reyes y que violó todos los tratados internacionales y la soberanía de Ecuador, y además es responsable de los falsos positivos. Entonces pretender otra política no es posible. Todas las reformas que se han hecho no han modificado la cuestión de fondo.

También para Santos es más fácil porque Uribe le dejó el trabajo hecho, el desplazamiento masivo, la transferencia de tierras a las grandes multinacionales, la ley de Justicia y Paz, y un proceso de terror masivo que según lo que me cuentan ha silenciado muchas voces y sembrado el miedo en la sociedad.

Exacto. El terrorismo de estado es eso, evitar bien que exista cualquier oposición al pensamiento hegemónico, para que por ejemplo las transnacionales puedan consumar sus pretensiones de apoderarse de los recursos. En todos los lugares donde había resistencia a las transnacionales, como por ejemplo por en el tema minería y otros recursos naturales, lo que el Estado hace es despejar esas zonas, matar a los lideres sociales, recurriendo a una política contrainsurgente. Eso fue la estrategia de Uribe. Con Santos pareciera haber un discurso diferente pero no es así. Hay una continuidad en las políticas de “seguridad democrática”
Porque la estrategia colombiana ha sido un poco esa, cuando alguien tiene una opinión diferente se la cortan, lo desplazan, lo asesinan o lo amenazan. Es el caso de la senadora Piedad Córdoba, que fue inhabilitada políticamente por el procurador de la Nación, como un mecanismo para acallar su voz crítica. Pero aún así no han logrado silenciarla y sigue jugando un papel muy importante en la búsqueda de una salida política al conflicto colombiano, recogiendo el anhelo de millones de compatriotas.


Mariestella Svampa
Intelectual de los movimiento sociales


La valoración del territorio es el punto de partida para la producción de nuevas relaciones sociales y políticas

(Publicada por Underground en junio del 2011)

Ya yéndonos, sobre el pasillo de su departamento de Parque Centenario, quizás aquejada de soledad ideológica, quizás incapaz de definir nuestra posición política, o al menos sorprendida como tantos otros por la sorprendente velocidad con la que muchos han dejado de lado sus banderas para aceptar con resignación la perspectiva del modelo nac&pop, Mariestella Svampa lanza temerosa la pregunta: Y…¿están muy kirchneristas?
Ni, contestamos mientras la avezada académica deja su férreo y disciplino discurso para lamentarse por la dificultad que hoy existe para pararse en ese delgado equilibrio entre las aguas del gobierno y la oposición.
Licenciada en Filosofía por la Universidad Nacional de Cordoba y doctora en Ciencias Sociales por l'Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, Svampa es actualmente coordinadora del Observatorio Social de América Latina (OSAL) del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y del Instituto de Ciencias de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS). Además es profesora en la Universidad de La Plata e investigadora asociada al Conicet. Ha ganado la beca Beca Guggenheim y el Diploma Kónex al Mérito. Su figura saltó a los grandes medios gracias al libro “Los que ganaron. La vida en los countries y en los barrios privados”. Sus trabajos también tocan al peronismo, los piqueteros, la resistencia a los megaproyectos mineros, el Evo Morales y los movimientos sociales de Bolivia. En los últimos años denunció abiertamente a los intelectuales de Carta Abierta por su falta de visión crítica y acunó el término “intelectuales anfibios”. Actualmente integra los equipos del Proyecto Sur de Pino Solanas. A pesar de su denso curriculum, aclara: “Yo que vengo de una humilde provincia como Río Negro y tengo un padre chacarero, de los pocos sobrevivientes, pequeño propietario que cultiva peras y manzanas. Estoy muy al tanto de lo que ha sido el empoderamiento de los trabajadores rurales, que no es ahora, es de
muchos años”.

¿Cuáles son los temas que hoy te están interesando?

Estoy trabajando en una lectura más regional, viajando mucho a Bolivia, Perú y Ecuador, tratando de analizar el conflicto del extractivismo, que es una realidad que atraviesa de México a Argentina, y siguiendo una de las grandes demandas de los pueblos originarios que es que se respete el convenio 169 de la OIT que establece una consulta previa, libre, informada y con carácter vinculante para los proyectos que tengan que ver con recursos naturales.
Hay todo un debate en América Latina. Uno cuando habla de extractivismo, habla de una nueva fase de sobreexplotación de los recursos naturales que marca un proceso de regionalización de las economías como enclaves para exportación. Y por ende, una tendencia a la monoproducción o monocultivo que aparece reflejado en la infraestructura que acompaña a todos estos procesos extractivos como todo aquello que tiene que ver con el IIRSA. Este es un proceso que recorre todo AL, a la cual el capitalismo le ha reservado el rol de exportar naturaleza. Y ahora asistimos a un nuevo ciclo económico donde la demanda de materias primas es cada vez mayor. Y la mayor parte de los gobiernos de AL, más allá de su carácter político han aceptado de manera sumisa ese rol. Es extraña la situación, porque no hablamos de países autoritarios o con una matriz neoliberal como Colombia, Perú o México, sino también esos países que son un laboratorio político como Ecuador, Bolivia y tal vez esto alcanzaría a Venezuela también. Lo que vemos ahí es sumamente perturbador, porque si bien estos gobiernos apuntan a una transformación, a un cambio en la correlación de las fuerzas sociales, que en algunos casos viene acompañado por un retórica nacional y popular muy fuerte, al mismo tiempo esto viene acompañado por la consolidación de un modelo neocolonial de explotación de recursos naturales.
A esto debemos agregar el hecho de que en AL hay resistencia, asistimos a la explosión de conflictos de carácter socioambiental que tienen como protagonistas a los movimientos y organizaciones campesinas e indígenas y también a estas nuevas formas de organizaciones, como las asambleas ciudadanas, que encontramos en México o Argentina, ligadas a la problemática del territorio.

¿Y cuáles son sus mayores demandas?

La mayor demanda es que se respete el convenio 169 de la OIT y la reciente declaración universal de los pueblos indígenas para que estos sean consultados en el caso de aquellos megaproyectos de carácter extractivo que afectan de manera central a sus territorios. Y esto no es respetado en ninguno de los países más allá del carácter político de uno y otro. En el año 2010, en Perú, luego de las masacre de Bawa llevada a cabo por el gobierno de Alan García, tras el repudio a nivel internacional, se abrió la agenda para discutir la ley de consulta pública de los pueblos indígenas. El parlamento sancionó una ley que fue vetada por el presidente, porque tenía carácter vinculante e involucraba no solo a los pueblos amazónicos, sino también a los andinos, que son afectados por la megaminería a cielo abierto. En Ecuador, que es un gobierno sumamente interesante desde el punto de vista político, pero netamente neodesarrollista desde el punto de vista económico y con conflictos muy claros con las organizaciones campesinoindígenas, el año pasado hubo fuertes debates en relación a la ley de aguas que buscaba sancionar el parlamento. Finalmente triunfaron las organizaciones que buscaban que el control de las aguas no solo fuera estatal sino también de tipo comunitario, según los usos y costumbres ligadas a las  tradiciones de los pueblos originarios. Pero amén de ello, uno de los problemas fundamentales es la expansión de la frontera minera tanto en la zona de la cordillera del Cóndor como en la zona amazónica, que es fuertemente cuestionada por los pueblos y que ha suscitado un escenario de criminalización de las protestas sociales. Tal es así que un gobierno progresista como el de Correa tiene como figura penal para castigar a las poblaciones o los activistas que recusan la minería a cielo abierto, aplicar la figura penal de de terrorismo para los activistas. Resulta un poco extraño asociar esta práctica con un gobierno progresista. Desde 2008 en adelante hay 170 personas que están penalizadas bajo la figura de terrorismo, lo cual crea malestar en las poblaciones.
Si vamos al caso de Bolivia que es el mas rico desde el punto social y político, Evo ha tenido conflictos con organizaciones indígenas rurales que se han opuesto al desarrollo de proyectos extractivos que se vienen realizando sin respetar el convenio 169 de a OIT. El año pasado se discutió la ley de la Pachamama y el Pacto de Unidad, que es la propuesta política que núclea a una serie de organizaciones campesinas de carácter indígena rural y que tuvo un rol muy importante en la Asamblea Constituyente, presentaron una propuesta que incluía el derecho de consulta con carácter vinculante. Finalmente el parlamento boliviano aprobó una ley que no la incluye. Las organizaciones le exigieron al gobierno de Evo Morales que respetara a las organizaciones tradicionalmente representativas y que no buscara pasar sobre ellas o crear organizaciones paralelas para poder aprobar los proyectos extractivistas. Es una problemática general que tiene que ver con el derecho de los pueblos a decidir sobre este tipo de proyectos. La autonomía tiene una doble dimensión, como dicen tantos especialistas en México o en Colombia, que son los países donde quizás se discuta más está temática. Sobre todo en México, a raíz de la experiencia zapatista. Las organizaciones indígenas piden no solamente el reconocimiento de los derechos culturales sino también el de la autodeterminación política de los pueblos, lo cual implica una ingeniería institucional nueva, repensar la relación entre el estado central y las naciones que lo constituyen. Una perspectiva muy compleja sin duda.

¿De todas maneras hay diferencias entre un gobierno como el de Evo Morales o el de Alán García?

Yo se que molesta un poco, pero ese necesario reconocer que el neodesarrollismo de corte extractivista atraviesa a todos más allá de las coloración política. Ahora bien, los escenarios políticos son diferentes. No es lo mismo Bolivia donde se discute el control de los excedentes, donde el estado busca apropiarse de esos excedentes que genera la renta gasífera o minera, que el caso de Colombia o Argentina, donde el modelo es netamente transnacional. Ese es un punto de inflexión. Pero desde el punto de vista ambiental, los efectos son tan perversos estemos frente a una empresa estatal o transnacional.
Después hay que ver las dinámicas políticas al interior de cada país, como el avance en términos de derechos. El modelo extractivista esta avanzando pero también avanzan las resistencias y sus reclamos, que son netamente defensivos. Se trata de detener estos proyectos. No siempre se lo logra, pero a veces si, como por ejemplo en el caso de la hidroeléctrica La Perota en México. Fue muy importante, y se hizo con recursos jurídicos sobre todo y con mucha movilización popular logro. En Argentina vemos que se ha logrado detener el emplazamiento de ciertos proyectos mineros gracias a la movilización popular unida a la utilización de herramientas netamente jurídicas. No por casualidad siete provincias argentinas tienen una ley que prohíbe este tipo de actividad. Y la Ley Nacional de Protección de los Glaciares tiene algo de eso.
De todas maneras hay que entender que estamos en un marco de avance del capital y necesariamente hay que desarrollar una estrategia defensiva y la mayor parte de las fuerza ser agotan en ese gran esfuerzo, en una lucha muy desigual, contras las corporaciones que están asociadas a los estados provinciales o nacionales.
Yo estuve en el equipo de apoyo para la Ley de Glaciares en el Congreso, con una serie de organizaciones, con asesores de Filmus o Bonasso, hicimos todo un trabajo conjunto, éramos como la Brigada Brancaleone, éramos muy poquitos. Porque este no fue un debate en sociedad como la Ley de Matrimonio Igualitario, en esto éramos cuatro gatos locos tratando de que pasara la ley en el Senado, que sabíamos que era muy difícil. Hicimos muchísimos informes, y hasta último momento el lobby era tremendo. La campaña que hicieron fue millonaria y salió en todos los diarios nacionales. Y se aprobó sin el apoyo de la mayoría del bloque oficialista. Y aun así sabíamos que una vez aprobada la ley debíamos afrontar la judicialización de la norma en San Juan.
Ahora ellos hicieron un aprendizaje y la próxima batalla a la que estemos enfrentados nos va traer nuevos desafíos, porque estos son siempre escenarios muy dinámicos y las estrategias de las empresas y los gobiernos cambian. Como cambió en Esquel. No hubo más consultas públicas. O ahora con la ley de reordenamiento territorial, que impulsa Das Neves y que permite en la Patagonia discriminar entre las áreas más protegidas como la cordillerana y un área de sacrificio como la meseta, donde si se pueda llevar a cabo los proyectos extractivistas.
Ante esto hay que poner en práctica estrategias defensivas que acuden en un momento de expansión de los derechos, utilizando este tipo de herramientas para poder detener los proyectos. Esto ha hecho que efectivamente existan hoy en día en AL una serie de redes y organizaciones que han generado un saber experto independiente en relación a estas temáticas que hace diez años no existían. Un saber experto independiente que además es muy respetuoso de los saberes locales, ya sean representados por las organizaciones campesinoindígenas o por la historia  de ciertas economías regionales. Ahora bien, lo qué hay en términos de proyectos alternativos es otra cosa. Y no creo que las organizaciones sociales deban de ser las encargadas de hacerlo.

¿Y quién debería hacerlo?

Estos son debates de sociedad. Las organizaciones colocan en agenda los grandes temas de sociedad que deben ser discutidos sobre todo por el conjunto de la sociedad. Los movimientos sociales han elaborado conceptos, temas, consignas  que trazan o diseñan un horizonte emancipatorio, pero que no van más allá de eso. Y en este diseñar un horizonte emancipatorio hay ciertas nociones que de alguna manera nuclean este nuevo lenguaje latinoamericano centrado en la defensa del territorio. Y en la valoración del territorio como tal, no solo como punto de partida de las nuevas resistencias, sino como un espacio a partir del cual producir nuevas relaciones sociales y políticas. En ese sentido hay ciertas nociones que vemos recorrer el lenguaje político latinoamericano, como el buen vivir, la de bienes comunes, soberanía alimentaria o justicia ambiental.

¿Cómo hacer que esas nociones penetren en la ideología urbana?

Ese es un tema fundamental. De eso se trata de colocar estos debates en la agenda pública política y social. De explicar y traspasar esta barrera que divide las zonas rurales de las zonas urbanas, porque efectivamente estos proyectos de corte extractivista sobre todo afectan a pequeñas y medianas localidades, cuando no a veces aisladas, porque estos proyectos se basan en la expansión de la frontera agrícola, forestal, minera…Entonces es muy difícil hacer entender en las grandes ciudades la problemática y su dimensión, su envergadura. Volvemos a caer nuevamente hoy en AL en esta división entre campo y ciudad, donde los habitante de la ciudad no son concientes que estamos frente a una problemática general, que si hablamos de la Ley de Glaciares, estamos hablando de proteger las fuentes y reservas de aguas de las cuales depende toda la población y no solo algunas provincias o zonas en particular. A veces la población urbana tiende a creer que el agua es algo mágico que basta con abrir la canilla, que no viene de ninguna parte, Hacer conciente a la gente de estos problemas es bastante complicado y efectivamente es uno de los grandes desafíos. Las organizaciones socioambientales no están en condiciones de poder hacerse presente en las grandes ciudades porque están avocadas de manera urgente y exclusiva a la defensa de su territorio. Esa es una tarea que tienen que hacer desde los periodistas a los expertos e intelectuales, y por supuesto los representantes políticos, que son los verdaderos articuladores de esta lucha y que tienen la capacidad  de crear esa resonancia en la sociedad para que se incorporen los debates de estas cuestiones.

¿Muchas de estas cuestiones tienen también que ver con el consumo?

El modelo de consumo no ha sido suficientemente cuestionado en esta sociedad. Es curioso: en Europa uno encuentra que efectivamente hay un cuestionamiento al modelo de consumo por parte de las organizaciones ambientalistas y en la sociedad, pero al mismo tiempo la gran paradoja o cinismo, es que los países del norte apelan a los países del sur donde efectivamente se desarrollan las primera fases del proceso extractivo. Es decir que expulsan las problemáticas a los países del tercer mundo. Eso es una falsa salida. Por otro lado, en AL hay un cuestionamiento muy grande del modelo de explotación de la naturaleza, pero no hay un cuestionamiento claro del modelo de consumo. Eso requiere un cambio cultural que pasa por las grandes urbes. Ahí es donde se advierten sus efectos más perversos.
Es muy paradójico el escenario a nivel global y también en AL, donde los gobiernos progresistas buscan legitimar su política extractivista haciendo uso de la renta que provee este tipo de actividad en la implementación de proyectos o reformas sociales destinados a los sectores más vulnerables. Ahí también es muy complicado discutir los límites mismos del extractivismo por cuestiones de índole social, por un lado, y porque lo que falta es un eje a partir del cual llevar a cabo este proceso de cambio cultural en las grande ciudades. Mientras las ciudades no reconozcan estos problemas no va a ser posible discutirlos.

También se hace difícil para los gobiernos avanzar en estos temas sin apoyo social.

Hay que generar conciencia y ese es un trabajo arduo y que lleva tiempo. A habido ciertos avances en la comprensión de lo que son los efectos del avance indiscriminado del modelo sojero o minero. La Argentina es un país suficientemente rico como para tener que apelar a la destrucción de su territorio. Habría que revalorizar muchas economías regionales que están sumergidas, crear una estructura pensado a lo producción de alimentos y el control de la expansión de las fronteras productivas. Hay manera de pensar una salida poco a poco, una transición en la cual se marquen limites y se piense estratégicamente el desarrollo a largo plazo. Hoy asistimos en Argentina, como en otros países de AL, a que hay una suerte de engolosinamiento por parte de los gobiernos que gracias a la entrega de sus recursos naturales tienen rápidamente una rentabilidad extraordinaria que les permite tener caja y hacer lo que quieran con ello, ya sea hacer negocio o redistribuir. Pero es una política que tiene un límite a largo plazo.
Para cambiarla es cierto que también implicaría un cambio en las la cultura de las clases medias y altas, que son las que tienen más acceso al consumo, y muy fuerte con respecto a su estilo de vida. Es muy complejo pero sobre todas las cosas, yo creo que no aparece este debate en la agenda del gobierno.

Pareciera si bien hay muchas cosas en la matriz económica extractivista que los k siguen apoyando, en algunos otros frentes, quizás más ligados a lo sindical urbano, operan abriendo el juego o efectuando ciertos señalamientos. Por ejemplo la pelea en relación al trabajo en negro y rural no surgió de una lucha concreta de los trabajadores rurales.

Yo siempre he puesto matices en la evaluación del gobierno kirchnerista. Yo creo que habría que ser ciego para no ver ciertos avances importantes en diversas dimensiones que apuntan un reconocimiento de los derechos económicos, sociales y culturales. Pero tampoco podemos ver la realidad con un solo ojo y ese el gran problema del kirchnerismo y tantos intelectuales que lo apoyan, que están desestimando lo que ocurre en relación a la explotación de los recursos naturales.
Que el gobierno halla puesto en agenda por si mismo son muy pocos lo temas. La agendas de DDHH se una reivindicación histórica de las organizaciones, y la Asignación Universal por hijo fue promovida tanto por la CTA como el ARI, en sus momentos más progresistas. En el caso de las condiciones de trabajo en el ámbito rural ustedes tendrían que incorporar  una visión desde las provincias. Yo que vengo de una humilde provincia como Río Negro y que tengo un padre chacarero, de los pocos sobrevivientes, pequeño propietario que cultiva peras y manzanas estoy muy al tanto de lo que ha sido el empoderamiento de los trabajadores rurales, que no es ahora, es de muchos años. En los últimos cuatro años, se han hecho cortes de rutas y se han paralizado los grandes centros de acopio exigiendo el cumplimiento de sus derechos y mejores salarios. No hay que desestimar la acción de la Federación de Trabajadores Rurales que ha tenido un rol muy importante en ciertas economías regionales.


Carlos Vicente
Farmaceútico, investigador de plantas naturales, activista ecológico y amigo de los pueblos campesinos.

Quizás los que yo u otros como yo planteamos es una utopía. Pero lo que deberíamos darnos cuenta es que la verdadera utopía es pensar que el mundo pueda seguir funcionando como está funcionando
 
(Publicada por Hecho en Buenos Aires y El Quijote de Papel durante el 2009. Foto de Ricardo Ceppi)


“Grain es una organización que nació en Barcelona y lleva 20 años trabajando en la soberanía alimentaria. Empezó  tratando de cambiar las cosas a nivel de los organismos internacionales, pero a lo largo de los años nos dimos cuenta que lo importante era trabajar con los movimientos locales que son los que realmente están haciendo las transformaciones. Hoy solo hay un representante en Barcelona y el resto está desperdigado en América, África y Asia”.
Carlos Vicente representante de Grain en Argentina, es farmacéutico, vive en Marcos Paz, y muy de vez en cuando se acerca a Buenos Aires. A través de su página web, agencia de noticias y revista, Biodiversidad Latinoamerica, difunde las acciones de campesinos e indígenas de todo el continente, organiza seminarios, dicta clases en universidades y en la escuela de agroecología del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase), difunde tozudas investigaciones sobre el avance de los agronegocios, emprende marchas contra los basurales y sus efectos o presenta proyectos de ley para prohibir las fumigaciones con glifosato sobre áreas rurales pobladas.
A pesar de su cordial tranquilidad y su hablar pausado y calmo, es, en el buen sentido de la palabra, un activista.
Y aclara: “La cuestión no es de pesimismo. Soy sumamente optimista pero hay que tener un alto grado de realismo para enfrentar esta crisis. Entonces es importante compartir la información que se tiene y que a partir de ahí cada uno decida como actuar”.

¿Entonces hay esperanza?

Quizás los que yo u otros como yo planteamos es una utopia. Pero lo que deberíamos darnos cuenta es que la verdadera utopía es pensar que el mundo pueda seguir funcionando como está funcionando. Los desequilibrios ecológicos son obvios y ese supuesto desarrollo de Estados Unidos, la Unión Europea o Japón es imposible de expandir. Si todos consumieras como consume un ciudadano de esos países colapsa el planeta.
La Vía Campesina ha sacado un documento que demuestra con datos concretos que los campesinos están enfriando el planeta. Que la agricultura agroecológica no solo puede producir alimentos sanos para todos, sino que por la conservación de los ecosistemas puede ser una contribución muy importante para ofrecer respuestas al cambio climático.
La alimentación y la agricultura no pueden ser un bien de mercado como cualquier otro, porque es una cuestión básica para la subsistencia de de los pueblos. Eso significa tener políticas públicas. En Argentina por suerte está habiendo un debate sobre lo medios de comunicación, se habla de la concentración económica, de los monopolios y el poder que tienen. Me parece fundamental que halla este debate. Pero si uno piensa que la alimentación es algo mucho más básico que los medios de comunicación: ¿Cómo puede ser que permitamos alegremente que una empresa controle toda la soja transgénica que se hace en la Argentina (y que es el 70% del área cultivable)? 

¿Qué se hace frente a esto?

Se está incrementando fuerte la reacción de la gente. Está habiendo un efecto multiplicador de eso que fue la movilización de Esquel contra la minería o las primeras reacciones de los movimientos campesinos frente al avance de la soja y las fumigaciones. Hoy se está empezando a hacer un fuerte tejido alrededor de lo que son las organizaciones locales, la unión de asambleas ciudadanas, la campaña Paren de Fumigar o la lucha del Movimiento Nacional Campesino Indígena. Entonces yo espero y creo que se esta avanzando en una alianza en la cual por un lado se pueda cuestionar con más fuerza este modelo de saqueo y contaminación, y por otra lado se puedan ofrecer las respuestas que hacen falta para defender las economías y las autonomías locales. La gente que está contra el modelo de la minería tiene proyectos productivos agroalimentarios o emprendimientos turísticos con un fuerte potencial de desarrollo. Y el Mocase, por ejemplo, cuenta con numerosos proyectos productivos de alcance nacional.
Pero sin duda, cuando uno dice, ahora ya son 20 millones de hectáreas de soja en la Argentina, se está por iniciar Pascal Lama como proyecto minero trasnacional con todo el apoyo de Bachelet y Cristina Kichner, es muy claro que la agudización del saqueo es cada vez más tremendo.

También ha aumentado la represión

Cada vez es más la concentración de poder y cada vez hay más impunidad. Sobre todos estos grandes poderes corporativos, se manejan cada vez más brutalmente.
Hay un cruce de intereses económicos, políticos y policiales. Las violaciones a los derechos humanos de campesinos e indígenas en Argentina son cosa de todos los días. Recientemente el Movimiento Nacional Campesino Indígena ha presentado en Ginebra, ante las Naciones Unidas, un informe al respecto. Dentro de 20 o 30 años va a haber que reconocer que se está produciendo un genocidio y un ecocidio dramático en nuestro país.
El modelo este de paramilitarización es un modelo feudal y es en las provincias donde más predomina. Por suerte hay un avance en las denuncias y las reacciones se multiplican cada vez más rápido. Entre otras cosas porque los medios electrónicos o alternativos logran amplificar las cosas que antes quedaban silenciadas. Sin ir más lejos, hace dos meses hubo un atentado a una de las radios del Mocase y la denuncia circuló por toda Ámerica latina y las muestras de solidaridad fueron muchísimas.

Acá en Buenos Aires también hay una fuerte campaña de desalojos. Sin embargo al igual que en la crisis 2001, donde muchos reaccionaron después de años de protestas en el interior, parece que recién ahora los porteños nos estamos desayunando de esta violencia corporativa con complicidad de los gobiernos de turno.

Es cierto que mucha gente conciente de la ciudad reacciona sin tener conciencia que eso es moneda corriente de todos los días en buena parte de la Argentina. Ahí vuelve a ser importante el papel de los medios alternativos.
Y en eso es fundamental crear redes de solidaridad entre lo urbano y lo rural. La mayoría de la gente que vive en esta ciudad no sabe lo que come, de donde viene, quien lo produce, cuanto viaja y cual es el costo real que eso tiene. Y si la gente no empieza a hacerse cargo de lo que se alimenta, es muy difícil hacer el cambio.
Por eso son importantes las experiencias como la del Galpón de la Mutual Sentimiento o la Huerta Orgázmica y es importante la solidaridad frente al desalojo de estos espacios.
Esta sociedad es inviable, no hay un futuro del capitalismo, del consumismo. Entonces todas las experiencias, desde los proyectos autogestivos de la ciudad a los campesinos, o la gente que vuelve al campo buscando una alternativa diferente de vida, son las semillas de lo que va ser.
Mas información: http://www.biodiversidadla.org/


 José Luis D´Amato
Periodista y ecologista



El Apocalipsis ya llegó, hay que preparar a la gente para el día después

En 1981, volviendo de un congreso de futurología en Canadá, haciendo escala en el DF, el periodista Jose Luis D´Amato realizó para la revista Mutantia (desprendimiento del Expreso Imaginario que encaró junto a Miguel Grinberg) un reportaje sobre una casa ecológica en las afueras de la ciudad, Xochicalli.
“Fue tremenda la repercusión. Chau, dije, toqué un botón del inconsciente colectivo. Yo era maestra mayor de obra y siempre había pensado en ir a vivir al campo y no retroceder al primitivismo, hacer una casa ecológica que no sea un ranchito de adobe, autosuficiente en alimentación y energía y con comfort mínimo”, recuerda.
En 1982, después de siete meses de buscar, compró dos hectáreas y media en San Marcos Sierras.  “Yo buscaba un terreno que tuviera algo de frutales y este tenía una hectárea completa de viña, casi mil plantas. No me veía haciendo una superhuerta con arado. Tenía casi cuarenta años, mucha noche, café, pucho, no me daba para tanto laburo. En cambio un frutal lo mantenes, lo cosechas y lo procesas. También buscaba que hubiera buenos canales de agua”, cuenta.

El poder de observar

Una vez comprado el terreno, Jose Luis se pasó medio año en carpa observando las características del lugar para al fin poder construir de manera ecológica. 
“Lo ideal es quedarse casi un año estudiando el terreno, que por lo menos agarres la temporada veraniega con lluvia y el invierno con seca. Ahí entendés bien el tema de los vientos, que árboles se les cae la hoja y cuales no. Es muy importante para una construcción ecológica manejar los vientos. Hay vientos y hay brisas. Los más interesantes son las brisas, porque son de todos los días. Ese te genera como un ventilador de techo pero horizontal. Y una vez que descubrís las brisas podes planear los espejos de agua. Hacer un circuito de agua que funcione por gravedad y no por bombeo, con espejos con renovación permanente para que no se críen los mosquitos y por donde el viento que pasa se enfría. Parece al revés, pero en las casas ecológicas es más difícil generar frío que calor. Eso hay que descubrirlo estando, porque ese laburo no te lo va a hacer ningún arquitecto o el servicio meteorológico. Te digo si yo hubiera elegido hacer la casa cincuenta metros mas allá hubiera sido otra la realidad. Todo eso ninguna facultad en Argentina te lo enseñaba, había que buscar en libros en inglés u otros antecedentes, que eran muy pocos. Yo se lo recomiendo a todo el que quiera hacerse una casa rural. Yo creo que me ahorre diez mil dólares por no hacer nada y estar en la hamaca paraguaya medio año. La plata mas fácil que me resulto ganar en la vida”, explica D´Amato café, cigarrillo y diario de por medio, en su casa ecológica, una construcción de piedra, ladrillos y cemento orientada especialmente para mantener el fresco en invierno y el calor en verano, con espejos de aguas y canales de vientos, sistemas de reciclados de los desechos, refrigeración de la comida y energía solar. “Mi objetivo fue tener lo mejor del campo y lo mejor de la ciudad. Y lo conseguí: tengo internet, bajo música, libros, pelis. Igual, yo ya estaba lleno de cultura cuando vine acá a los 40 años. Esta etapa hay que cubrirla en la ciudad. La ciudad tiene cosas maravillosas, el único problema es que cuesta muy caro. Y lo más terrible es el derroche, todo se derrocha, la energía, el agua, la plata, incluso en las clases bajas. Y eso a costa del interior, del campo. Y eso te da bronca. A menos de veinte kilómetros de acá se hace tomate en toneladas y vos vas al supermercado y el tomate envasado lo tenés que pagar más caro que en el Coto de Buenos Aires. El dique de Cruz del Eje produce electricidad, pero como va al sistema integrado de todo el país, cuando llega acá te la venden tres veces más caro. Cuando ves esas irregularidades, decís: estamos locos”, opina el alguna vez candidato a intendente de San Marcos Sierras.

Las otras formas de resistencia

“El problema de los ecologistas es que somos muy repetitivos”, explica D´Amato, “hace cuarenta años que decimos lo mismo y no necesitamos otro mensaje, porque la realidad va para el mismo lado que nosotros la vimos hace cuarenta años. Y no porque nosotros fuéramos profetas… el que la sabia ver la veía. Y ahora hace diez años que vengo diciendo lo mismo, hay un gran trabajo para hacer, no para hoy, sino para el día después. El Apocalipsis ya llegó, el tema es que no lo vemos. Lo que hay que hacer es preparar a la gente de las nuevas generaciones para que cuando baje la nube y se vea el desastre que dejamos digan: dejame que yo puedo hacer algo con lo poco que queda. El hombre del día después tiene que tener un poco de hacker y un poco de bricolage. Hacker para poder romper las estructuras y bricolage para poder armar las cosas con lo poco que quede”.
Hace algunos meses el activista ecologista Jorge Rulli lo invitó a la presentación de su biografía, “Un guerrero de la periferia”, de Juan Mendoza. Mientras los tres tomaban unos vinos, D´Amato les explicó su teoría del día después.
“Yo lo valoro mucho por su trabajo, no es un montonero cualunque. Pero estamos en veredas opuestas. Cuando le dije lo del día después no lo aceptó al principio, pero al final me dio la razón. Mi corte no va por lo ideológico, va por la coherencia, porque tu cabeza funcione. Yo le dije: la lucha hay que hacerla, pero es un jueguito. Yo puedo ir a Famatima a luchar, pero ese no es mi trabajo principal. No hay que luchar contra Monsanto. Luchemos, todo bien, pero esa planta no crece. Hay que prepararse para lo que viene, que es otra cosa”, razona D´Amato mientras se preocupa por llegar a tiempo a ver el partido de fútbol en el bar del pueblo. A su entender el cambio de paradigma relacionado con el mundo nuevo no tiene que ver con grande sacrificios ni hazañas, sino con cambios de conciencia y vida a niveles muy básicos.
“Yo no pago impuestos, ni pienso hacerlo. Hace un año que me vienen apretando con abogados por los impuestos, me mandaron seis cartas diciendo que me iban a arrebatar la casa. Y me cago de risa. Si la deuda es de 800 mangos. Esa es mi parte anarquista. Si la gente dejara de pagar en vez de decir que se vallan todos sabes como se solucionan las cosas. Que los apreten donde le duelen los zapatos. Este tema para mi es central hoy en día. Después de la guerrilla viene la desobediencia civil. Una vez tenía una novia que era profesora de secundaria. Le debían un año y medio, era una guita alucinante para ella, y a mi me estaban reclamando que pagara un impuesto. Yo le dije: nos vamos a Córdoba capital, llevamos un escribano a la televisión y frente a las cámaras yo te hago entrega a vos de la plata que me están reclamando. Después se echo atrás por los miedos de que le hicieran quilombo en el ministerio. Pero eso me quedó picando. Yo le debo al estado ochocientos pesos. Pero no se los voy a pagar al estado, sino a la gente que el estado se lo deba. Y ese tipo de actos si aparecen en los medios tienen una repercusión bárbara. Eso es desobediencias civil con poder multiplicador, con sentido social, usar a los medios para lo que los medios no están. Yo se lo dije al intendente anterior que había: yo si querés te pago el doble  de impuestos, pero lo pongo arreglando esta calle o haciendo cualquier otra cosa que se necesite en el pueblo. No va a entrar la plata en tu municipalidad. Es muy simple la cosa, lo que pasa que no tenemos huevos para hacerlo, la gente dice: me va a traer complicaciones, yo quiero vivir tranquilo. Es la cobardía pequeño burguesa y argentina”.


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