En homenaje a Patricia Merkin
Cuando Patricia Merkin me dijo en la redacción del BAE que
había conocido en un viaje a Londres un proyecto (el Big Issue) que a través de
una revista proponía un método de inclusión a personas en situación de calle,
le dije que estaba re loca. Que el proyecto no iba a funcionar en Argentina.
Pero que estaba dispuesto a ayudarla.
Hoy me siento sumamente orgulloso de ese gesto y del pequeño
aporte que pude hacer a Hecho en Buenos Aires (HBA) en todas las facetas de
esta empresa social que con resultados concretos demostró que se podía generar
inclusión con dignidad y pensamiento crítico para miles de personas. De yapa,
un medio de comunicación de vanguardia, entre otras experiencias (como sus
proyectos sanitarios, de formación, cultura, articulación internacional y su
actual pata en la agroecología, la soberanía alimentaria y la economía social).
Claro que algunes me dirán que era una persona de carácter fuerte,
inflexible, controladora, obsesiva, diez o veinte pasos delante de la sociedad
y de aquelles que la acompañamos en esa utopía. Siempre fue mi respuesta ante
muches compañeres que en ciertas ocasiones recibíamos algún maltrato o rapto de
locura. Qué sin ese espíritu aquel proyecto nunca hubiera existido. Un espíritu
de fuego en una mujer de edad ya madura. Hasta tuve que escuchar a vendedores
decir que se estaba enriqueciendo mientras día a día la veía hacer malabares
para seguir viviendo en su pequeño dos ambientes de San Telmo, con una
exigencia de trabajo y una renumeración que no hubiera podido resistir más de
un mortal de aquelles que la criticaban.
Porque nuestros mártires no solo fueron asesinado por el
poder con balas. También con hambre y desasosiego, indiferencia. Seguro ahora
surgirán reconocimientos de personas, empresas , ongs y gobiernos que apenas
pusieron una migaja de su dinero al lado de ese increíble esfuerzo de este
espíritu de fuego que dio la vida luchando por una sociedad más justa.
Por eso hoy me atrevo a escribir sobre la muerte. Porque a
falta de millones que pongan un granito de arena, hay personas que construyen con
una cuchara montañas de sueños por un mundo mejor. Porque se ha muerto una
luchadora, una guerrera, una maestra y amiga que me enseño siendo yo aún joven,
que no era imposible cambiar el mundo. Pero que nadie te iba a aplaudir por
eso. Al contrario. Te iban a matar lentamente como bien sabe hacerlo esta
sociedad de muerte y ganancia extraordinaria.
Porque puso su vida en pos de los valores más altos de la
humanidad, brindo por ella, deséandole buen viaje, prendiendo una vela, un
tabaquito, un rezo, un baile, una canción al apu Champaqui. Porque mi amiga y
maestra Patricia Merkin, entre otras cosas, también me enseñó la alegre
rebeldía.
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